Encuentro sobre democracia y desinformación. #DISINFOWEEK MADRID 2019

En colaboración con el Atlantic Council, la Embajada de Estados Unidos y la United Satates Mission to the European Union.

La Fundación Rafael del Pino, el Atlantic Council, la Embajada de Estados Unidos y la United Satates Mission to the European Union, en un esfuerzo por promover la asosiación transatlántica para contrarreestar la desinformación, organizaron, el 5 de marzo a las 18 horas el encuentro #DISINFOWEEK MADRID 2019.

el acto se estructuró de acuerdo con el siguiente programa:

18.00 Bienvenida

18.10 Valores democráticos en la era de la desinformación
Ana Palacio, Antigua Ministra de Asuntos Exteriores del Gobierno de España

18.30 La narrativa informativa: bots, trolls y la estructura del discurso político
Alexandre Alaphilippe, Director ejecutivo EU DisinfoLab.

18.45 Diálogo sobre cómo abordar la injerencia electoral en la era de la desinformación
Daniel Fried, Investigador destacado en Eurasia Center, Atlantic Council
Nicolás de Pedro, Investigador en The Institute for Statecraft
Kadri Kaska, Investigador jurídico, NATO Cooperative Cyber Defence Centre of Excellence
David Alandete, Periodista, Diario ABC (moderador)

20.00 Clausura

Resumen:

El 5 de marzo de 2019 tuvo lugar el encuentro sobre democracia y desinformación #DisinfoWeek Madrid 2019, organizado por la Fundación Rafael del Pino, el Atlantic Council, la Embajada de Estados Unidos y la United States Mission to the European Union, en el que participaron Ana de Palacio, asesora estratégica de Albright Stonebridge Group y directora del Consejo del Atlantic Council; Alexandre Alaphilippe, director ejecutivo del EU DisinfoLab; Daniel Fried, investigador destacado en Eurasia Center, Atlantic Council; Nicolás de Pedro, investigador de The Institute for Statecraft; Kadri Kaska, investigadora jurídico del NATO Cooperative Cyber Defence Centre of Excellence, y David Alandete, periodista del diario ABC. El acto se inició con la intervención de Ana de Palacio, quien señaló que los valores democráticos en esta era de desinformación se basan en que los ciudadanos puedan tomar decisiones informadas. Si la desinformación oculta la verdad, no se puede cumplir ese requisito fundamental de la democracia, ni permite que la sociedad funcione adecuadamente. Por el contrario, la desinformación aumenta las divisiones en el seno de la sociedad. Por eso es una amenaza existencial, que devora a la democracia desde dentro, y a la que hay que dar respuesta. En este sentido, en Europa se están produciendo iniciativas muy interesantes. El problema de esas iniciativas es que están compuestas más de palabras que de hechos. Tenemos códigos, documentos, el ‘task force’, una página de la Unión Europea, pero eso solo son los primeros pasos. Y lo que hay que hacer es vacunarse contra la desinformación. Estamos solo al principio de la guerra de la desinformación. Los rumores y la propaganda siempre han existido, pero ahora, con las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, tenemos un nuevo aspecto, un nuevo frente. Después de las manipulaciones informativas que vimos en 2016, quienes toman decisiones empezaron a darse cuenta del desafío al que nos enfrentamos. La OTAN, por ello, seguirá siendo crucial, dado el vínculo existente entre desinformación y seguridad, pero eso es algo que tenemos que tener muy claro. La desinformación es un síntoma de una enfermedad mucho más amplia que está afectando a la sociedad. Por ello, responder a los creadores de noticias falsas en Rusia es necesario, pero no suficiente, para afrontar este desafío. Cuando nos enfrentamos a un peligro anónimo, la primera reacción es actuar a corto plazo, de forma visible, erradicando las fuentes. Estas son buenas políticas, que actúan por el lado de la oferta. Pero si no hacemos algo también por el lado de la demanda, vamos a vernos inmersos en una guerra interminable. Ahora bien, atacar el lado de la demanda es mucho más difícil, porque requiere hacerlo mediante la educación. Italia es un buen ejemplo al respecto. Allí están introduciendo cursos sobre alfabetismo de los medios. También hay que establecer una mejor relación entre el político y el ciudadano, al que se ha dejado de lado, porque la falta de esa relación reduce el sentido de la responsabilidad. Cuando la población siente que no tiene poder, esa sociedad se convierte en un lugar fértil para que se extienda la desinformación y se acaba transitando hacia las realidades alternativas que nos presentan las nuevas tecnologías. De la misma forma, es preciso crear nuevas narrativas, ya que las que teníamos antes han dejado de servir. La prosperidad ya no es la narrativa principal en Europa, después de todo lo que ha sucedido en relación con la crisis. Eso se combina con el declive demográfico y sus consecuencias, con una población que se reduce. El resultado de todo ello es que acabamos a la deriva, en un entorno que ya no controlamos y en el que nos sentimos perdidos. Desde esta perspectiva, tenemos que ser conscientes de que nos estamos enfrentado a desafíos cada vez más duros cuando tratamos de afrontar las demandas de la sociedad. Estamos viviendo en un mundo que está cambiando a velocidades de vértigo. Estamos llegando al final de un periodo de doscientos años en los que la idea de la ilustración y la importancia de la persona eran fundamentales. Hoy, esas ideas están en retroceso y se da prioridad a la colectividad sobre el individuo. Si queremos enfrentaros a estos desafíos, tenemos que poner orden en nuestra casa y mantener una sociedad que sea capaz de resistir. Lo importante es mantener la resistencia, que depende del grado en que Estados Unidos siga siendo un país que sabe lo que quiere, que sabe enfrentarse a los problemas internos y que tiene una altura moral a la altura de sus mejores tradiciones. Ese es el desafío que vemos hoy a ambos lados del Atlántico, el de estar a la altura de nuestra mejor tradición. Por eso, tampoco hay que olvidar los desafíos que tenemos dentro. Alexandre Alaphillippe centró su intervención en las técnicas que se están utilizando para la desinformación. Con la Inteligencia Artificial se puede crear gente que no existe, se pueden crear imágenes instantáneas de personas. La pregunta es hasta qué punto lo que nos rodea el falso. El 60% del tráfico en la red lo es, porque son páginas pensadas para que los algoritmos aprendan. El problema de todo esto es que ahora, con un robot, es muy fácil ver el comportamiento de una persona y crear guiones que imitan lo que hace. Debido a ello, resulta más difícil percibir que eso es falso, que no hay una persona real detrás. Con la tecnología, es muy fácil crear una historia sobre todo tipo de cosas, con datos personales que se obtienen de la red. Uno se puede inventar una historia y una personalidad online y tiene la capacidad de hacer pensar a la gente que esto es verdad. Esto es posible porque tenemos un nuevo paradigma: ahora vivimos en el mundo de la tensión psicológica. Y es que las plataformas están diseñadas para que te quedes el mayor tiempo posible y aprender más de ti. Vinculan esa información con toda la que tienen dentro del sistema y fuera de él. Quieren que te quedes porque harán más dinero. Si añadimos la capacidad del cerebro de no pensar cuando tenemos algo que nos pone furiosos, la cosa todavía es peor, porque las emociones lo son todo. Lo que quieren es que reaccionemos, pero si se pasa esa imagen por una herramienta, se percibe que hay cosas que no estaban al principio, que se han añadido. Cuando te quedas 30 segundos simplemente mirando, tu reacción cambia y piensas si esto es verdad. Las emociones raptan fácilmente nuestro cerebro racional, porque así es como sobrevivimos. La desinformación utiliza imágenes vinculadas a un concepto, imágenes que no siempre son verdaderas o que no pertenecen a los acontecimientos que se pretenden criticar. Toda esta información no se queda limitada a nuestro país, sino que circula por el mundo, porque es nuevo contenido para la gente que no lo ha visto. Los grupos polarizados surgen porque solemos ser amigos de gente que es como nosotros. Es gente que tiene una manera particular de ver el mundo. Si solo estás viendo el mismo contenido siempre, se convierte en verdadero y vamos a tender a seguir lo que nos parece que es lo que piensa la mayoría. Cuanto menos confiamos en nuestras instituciones, más caemos en estar con la gente que piensa como nosotros, lo cual se pude manipular porque se sabe lo que quieres ver y es lo que te van a enseñar. Antes, para hablar te ibas a un bar. Luego pasamos a debatir por internet. Ahora estamos chillándonos unos a otros, pero sin debatir, con lo que se acabó la discusión y la democracia. Podemos saber cómo se comporta la gente gracias a la inteligencia artificial. El problema es por qué tenemos este tipo de problemas, no la tecnología en sí misma. Antes teníamos una democracia representativa, que está muy bien. Teníamos tiempo para deliberar, líderes, un consenso. En internet es muy diferente, se basa en la polarización. Tenemos que encontrar un nuevo modelo y reformar lo que era nuestro sistema de buen gobierno. La desinformación es un momento interesante para debatir, porque tenemos que decidir qué queremos hacer con la democracia. Las elecciones son importantes, por eso tenemos que tener tiempo para saber que vamos a votar y tener las herramientas para que nos ayuden, no para que nos controlen. También es importante que haya elementos para equilibrar, porque si no vamos a tener un desequilibrio. A continuación, tuvo lugar el diálogo entre Daniel Fried, Nicolás de Pedro, Kadri Kaska y David Alandete. Daniel Fried comentó que la desinformación no es nada nuevo. En este sentido, recordó que la Unión Soviética lanzó el rumor de que la CIA había inventado el sida. La forma de hacerlo fue dirigirse a los periódicos africanos, que sacaron la historia, para que luego hablaran de ella los medios europeos y que pasara a los gobiernos. El rumor llegó a creerse. La KGB, que dirigía la operación, inventó los idiotas útiles. Ahora, con internet, ese proceso se puede hacer en minutos y conseguir que la historia se extienda rápidamente. La imprenta no solo creó la Biblia, sino también “Mi lucha”. Hace siglos también estaban los panfletos. Es decir, la tecnología siempre se ha utilizado con fines propagandísticos, pero ahora es más rápido y más difícil encontrar el origen de esa propaganda. Para David Alandete, el problema hoy es que cuando se compite en el mundo online el terreno es igual para todos y los periodistas tienen que competir con personas que actúan como periodistas sin serlo. El periodista ejerce un derecho que pertenece a toda la sociedad para poder votar informada. La desinformación mata al periodista y trata de ir por encima de él para que a los políticos les resulte más fácil hablar directamente con los ciudadanos, en especial en las dictaduras. En Siria pudo ver como los medios rusos describían a Occidente como corrupto, etc. Para ellos no existían ataques químicos. Esa burbuja se fue ampliando y ampliando y llegó a otras áreas de ataque. Ahora estamos en un entorno en el que los medios rusos que actúan en todos los idiomas están dando a entender que hay una realidad distinta y alternativa. Cuando no tienes medios fuertes que comprueben los hechos, todo fracasa y nos encontramos en una situación en la que cualquier cosa es posible en Europa porque todo se hace viral. Nicolás de Pedro indicó que las personas como él que llevan tiempo siguiendo a Rusia sabían que los rusos hace tiempo que han decidido socavar occidente para protegerse ellos mismos. Todo lo que hacen es para defenderse. Al menos, así lo creen ellos. Lo que está haciendo el Kremlin es ofrecer una plataforma para multiplicar los efectos de nuestra crisis: la crisis de nuestras democracias liberales, la falta de prosperidad y la legitimidad de nuestro sistema. También está la crisis de los modelos tradicionales. La solución a todo esto está relacionada con la educación, con la alfabetización mediática. Rusia ha identificado, con razón, que puede explotar la legitimidad de occidente, que está bajo mínimos. La cuestión es si nos ponemos a trabajar juntos para frenarlo, porque están utilizando la libertad de expresión para atacarnos. Lo que hay que hacer es conectar todos los puntos. Cuando hablamos del Kremlin esto es parte de una estructura muy importante, que va desde la desintermediación nuclear al uso de dinero negro. Están financiando a partidos de extrema derecha y de extrema izquierda, pero podríamos hacer algo con la legislación para que esto no se permita. Kadri Kaska comentó que, en Estonia, tuvieron que ver que la seguridad no es solamente asegurar los sistemas de información y de votación, sino también nuestras sociedades cada vez más digitales. En cuanto empezaron a hablar de las elecciones por internet se dieron cuenta de que había muchísimos peligros en ello. No son solamente las elecciones, sino también la resistencia de su ecosistema digital, el funcionamiento normal de nuestras sociedades. Las ciber amenazas que hemos visto en los últimos cinco años son que la desinformación se amplifica, los conflictos de valores se agravan por los medios que utilizamos para resolver nuestros problemas. Hay muy pocos incentivos para colaborar. No apreciamos como podemos aprovechar la conectividad para luchar juntos. Estos patrones tienen a asentarse en las naciones por su importancia, pero no es un ataque contra las elecciones, sino contra nuestra forma de vida. La ciber seguridad en las elecciones se tiene que ver como un todo integrado. No solo asegurar la forma de votar y las urnas, sino ver dónde están las amenazas contra nuestras infraestructuras críticas. En la UE tenemos una directiva sobre seguridad de la información. Es una herramienta muy importante, porque crea una visión muy consistente de que servicios consideramos esenciales para nuestra sociedad, pero también crea un mecanismo de gestión de riesgos para ser conscientes de las amenazas y vulnerabilidades que tenemos. Hay diferentes niveles de criticabilidad y hay servicios e infraestructuras que pueden afectar funciones públicas, por ejemplo, los medios, las redes sociales, los partidos políticos, la ONGs. Si pensamos en el ecosistema, la gestión de ciber riesgos también tiene que ver con el alfabetismo digital de los partidos políticos, de los sindicatos y de los votantes. No es solo cuestión de ciber higiene. Daniel Fried añadió que, al atacar cualquier problema, hay que trocearlo, no verlo desde el nivel agregado. También hay que trabajar dentro de las normas democráticas, no hay que acabar con ellas para luchar contra la desinformación porque no funciona. Luego hay que separar extranjero de nacional. Nuestro cambio de maniobra es más aplicable a los actores extranjeros. Hay cosas que podemos hacer para limitar la presencia extranjera en el espacio digital, y eso también se puede hacer con los agentes nacionales. Hay que utilizar principios de transparencia e integridad para filtrar la desinformación extranjera para ver quién está haciendo esos blogs y ver que no son personas falsas. La gente tiene que saber que es Iván, de San Petersburgo. Hay muchas capacidades técnicas para hacerlo. Otra área que hay que considerar es el sesgo algorítmico, porque es rentable. Antes, los canales de televisión tenían que cubrir ambos lados de la noticia. Eso nos permitiría exigir a las empresas actuales que lo hagan ahora. Se puede hacer a través de la regulación. También de las normas de servicio. Hay que sacar a los bots de sus sistemas porque las soluciones técnicas existen. Hay que centrase en las soluciones. Puede que no resuelvan el problema de la desinformación, pero la pueden limitar.

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