Free Market Road Show Madrid 2018

Occidente y el valor de la libertad

La Fundación Rafael del Pino, Free Market Road Show y el Instituto Juan de Mariana organizan, el 19 de abril de 2018 a las 16.30, el evento «Free Market Road Show Madrid 2018: Occidente y el valor de la libertad.»

El acto se estructuró de acuerdo con el siguiente programa:

16.30 Bienvenida

16.45 Los valores que hicieron florecer a Occidente
El cuerpo y el alma del liberalismo. Juan Ramón Rallo, Director, Instituto Juan de Mariana

Mesa redonda
Federico Fernández, Senior Fellow del Austrian Economics Center y Presidente de la Fundación Bases
Juan Carlos Girauta, Portavoz del Grupo Ciudadanos en el Congreso de los Diputados
Juan Pina, Secretario General de Fundalib
Vanessa Vallejo, Economista, escritora y columnista
Diego Sánchez de la Cruz, periodista económico (moderador)

18.00 Pausa café

18.30 Europa contra Europa: ¿estamos traicionando sus valores fundacionales?

El origen de la Unión Europea como área de libertad. Ramón Pérez Maura, Periodista, Adjunto al Director del diario ABC

Mesa redonda
Eduardo Fernandez Luiña, Analista de Relaciones Internacionales, Fundación FAES
Almudena Negro, Periodista especializada en comunicación digital y asociacionismo
Víctor Santana, Asesor del eurodiputado británico Daniel Hannan
Manuel Llamas, Redactor jefe de economía, Libertad Digital (moderador)

Resumen:

<strong>Las siete virtudes del capitalismo</strong> Para que funcione el capitalismo, es necesario que florezca una serie de valores basados en la justicia, la prudencia, la fortaleza y la templanza, así como en las versiones secularizadas de la fe, la esperanza y la caridad. Juan Ramón Rallo lo explica. ¿Qué valores son necesarios para que florezca el capitalismo, para que proporcione un progreso generalizado para el conjunto de la población? Según Juan Ramón Rallo, director del Instituto Juan de Mariana, la respuesta más común es que necesitamos de instituciones, entendidas éstas como un marco jurídico común que respete la propiedad privada, los contratos, la libertad individual, dentro de un contexto de estabilidad macroeconómica y de un Estado limitado. Son las ideas que brotan del consenso de Washington y son condición necesaria para el desarrollo económico, para que florezca el capitalismo. Además, son necesarios otros valores, como un comportamiento virtuoso a la hora de comerciar. En Occidente se ha hablado de siete virtudes, cuatro de ellas cardinales -justicia, prudencia, fortaleza y templanza- y tres teologales -caridad, fe y esperanza-. Estas siete virtudes son esenciales para que el capitalismo funcione. Justicia es dar a cada uno lo suyo, esto es, respetar la libertad y la propiedad ajena, cumplir con la palabra dada, reparar el daño causado, combatir los privilegios, reconocer la igualdad de derechos. El capitalismo requiere de justicia para todo esto. También necesita de prudencia, esto es, actuar de manera adecuada y con moderación, pensar con madurez, decidir con sabiduría y ejecutar con rectitud. En el capitalismo, la prudencia es necesaria para perseguir el interés propio comerciando, en vez de parasitando; para buscar el beneficio sin asumir riesgos alocados, para reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones, para ejecutar diligentemente nuestros planes, para buscar el perfeccionamiento continuado de nuestra actividad empresarial y para calcular las consecuencias de nuestras decisiones en el mercado. La fortaleza es vencer al miedo sin caer en la temeridad para perseguir aquello que nos resulta difícil de alcanzar. Es atacar para conquistar metas más altas en nuestra vida y es resistir al desaliento y la desesperanza. El capitalismo necesita de ello para innovar, penetrar en nuevos mercados, competir con otras empresas, desafiar las regulaciones injustas, resistir el pesimismo ante una crisis, etc. Templanza es controlar nuestras pasiones para no caer en comportamientos socialmente disfuncionales. El capitalismo la necesita para ahorrar y acumular capital, evitando el consumismo desenfrenado; para escuchar al cliente con humildad, para no caer en la autocomplacencia empresarial y reconocer que la vida es un proceso de aprendizaje continuo para emular los logros ajenos. Las virtudes teologales, que deben estar secularizadas para aplicarse al capitalismo, vienen encabezadas por la fe, entendida como confiar en aquello que no entendemos plenamente. En este caso, la tradición, las normas y los usos que han conformado la cooperación social antes de nosotros y aceptar nuestras limitaciones cognitivas. El capitalismo lo requiere en los usos comerciales para no caer en la trampa del planificador. Esperanza es confianza en un futuro al que no conocemos, el no vernos paralizados por el miedo al cambio. El capitalismo requiere esperanza no solo en nuestro propio éxito, sino también en el éxito ajeno, el progreso, la tecnología, el crecimiento económico y las nuevas empresas. Caridad es la preocupación por el bien del prójimo y la confianza de que los demás también se preocupen por el nuestro. Es una forma de estructurar las relaciones humanas de cooperación buscando el bien común, rechazar la visión de la sociedad como una lucha fratricida. Es armonía de intereses. El capitalismo requiere de caridad hacia los trabajadores, los consumidores, los proveedores, los socios y el resto de la comunidad, para evitar la envidia hacia los éxitos del prójimo. Las virtudes cardinales aplicadas al comercio aportan el andamiaje básico para que la cooperación capitalista sea posible. Ahora bien, hace falta también respeto hacia el empresario y el capitalista. Solo con instituciones formales no tenemos capitalismo. También necesitamos las virtudes teologales secularizadas, es decir, necesitamos también instituciones informales. Tratar de trasplantar unas instituciones meramente formales en unos países donde no hay ese poso subyacente, no ha dado buenos resultados. <strong>El declive de los valores europeos</strong> ¿Por qué aquellos valores que hicieron diferente a Europa hoy están en crisis? La actitud de los gobiernos contemporáneos frente a ellos, así como el auge del Estado del Bienestar, explican este declive En el transcurso del Free Market Road Show 2018 tuvo lugar una mesa redonda que giró en torno a los valores que hicieron florecer a Occidente. El panel se inició con la intervención de Federico Fernández, senior fellow del Austrian Economics Center y presidente de la Fundación Bases, quien señaló que muchos de los problemas actuales de Europa tienen que ver con valores. En su opinión, Europa se enfrenta a una situación compleja, con un Estado del Bienestar que demanda más personas, pero con una inmigración que genera más inestabilidad, y en un contexto caracterizado tanto por la caída de los valores ligados al cristianismo como por la de los valores que necesita el capitalismo, entre ellos una competencia que se ve cada vez más demonizada. Vanessa Vallejo, economista, escritora y columnista venezolana, recordó, al respecto, que Occidente tiene unos valores muy diferentes a los de los musulmanes, por lo que resulta muy preocupante que Europa cierre los ojos ante ello y no lo vea como una amenaza, excepto por lo que se refiere a las cuestiones económicas. Por ello, es necesario hablar de que Europa tiene unos valores y de que esos valores provienen del cristianismo. A su juicio, los inmigrantes tendrían que asumir esos valores. Por su parte, Juan Pina, secretario general de Fundalib, puntualizó que los problemas de Europa no se deben a la inmigración, sino al Estado del Bienestar. En este sentido, no hay que olvidar que uno de los valores de Occidente es estar abierto a los movimientos de bienes, personas e ideas. Esto es lo que hizo diferente a Europa. En referencia a la competencia, Federico Fernández comentó que la competencia hace que nos volvamos lo mejor que podemos ser. Por eso, una sociedad que niega la competencia tiende hacia la mediocridad, porque desperdicia el talento. En cuanto al cambio tecnológico, recordó que siempre ha habido cambios tecnológicos que dejan fuera del mercado a determinados trabajadores. La cuestión, en estos momentos, estriba en cómo hacer esa reconversión para que sea más suave. Para ello es preciso actuar sobre el mercado laboral y sobre un sistema educativo que no prepara a la gente para el mundo que viene. A su vez, Vanessa Vallejo advirtió de que no estamos viendo los beneficios, en términos de cambio de mentalidad, que puede traer consigo el cambio tecnológico. En Venezuela, por ejemplo, las criptomonedas, como bitcoin, son un éxito porque a la gente no le queda más remedio que utilizarlas cuando se percata de cómo le roba el Estado. En ese sentido se pronunció Juan Pina, cuando profetizó que bitcoin será la tumba del socialismo. De hecho, las nuevas tecnologías, que desintermedian todo, juegan a favor de las ideas liberales porque permiten prescindir del Estado en temas como los registros públicos o la moneda. Desde esta perspectiva, Federico Fernández acusa precisamente a los gobiernos y a la Unión Europea de ser el origen de la amenaza a los valores europeos. Según él, los gobiernos tienen la tarea de destruir esos valores y la pregunta es qué valores estamos dispuestos a defender. Vanessa Vallejo pone el acento, más bien, en el sentimiento de paternalismo que impera en Europa, en forma de más Estado del Bienestar, de más ayudas que en Estados Unidos. Y Juan Pina pide desandar el camino y reconsiderar la unión política europea. Para Federico Fernández, el Estado del Bienestar es uno de los principales destructores de la fibra social de las sociedades porque arrebata a las personas su propia responsabilidad individual. Por desgracia, apunta Vanessa Vallejo, eso casi no se discute hoy en día, ni tampoco se habla de cómo destruye la familia con la normativa de divorcios, de que no se tienen niños porque el Estado cuidará de las personas cuando estas envejezcan. La gente suele creer que el Estado del Bienestar ha llegado para cubrir un vacío que, en realidad, no existía porque estaba la familia. Y Juan Pina denuncia, al respecto, que el sistema público de pensiones tiene el error ético y moral y es que destruye un principio básico como el de la solidaridad, que tiene que ser voluntaria. <strong>Paneuropa y las raíces de Europa</strong> La primera vez que se habló de Europa como unidad política fue en el manifiesto ‘Paneuropa’, de Richard Coudenhove-Kalergi. Ramón Pérez Maura traza la evolución de esa idea hasta nuestros días a través de la obra del aliado de Kalergí, Otto de Habsburgo Ramón Pérez Maura, adjunto al director de ABC, intervino en el Free Market Road Show 2018 con una conferencia sobre el origen de la Unión Europea como área de libertad. Comenzó recordando que el origen de la UE tiene mucho que ver con el imperio austrohúngaro, en cuyo seno había un comercio libre bastante más real que en otras partes del mundo de por aquel entonces, así como una libre circulación de personas. En 1921 se publicó el primer manifiesto en el que se habla de Europa como unidad política. Se trata de ‘Paneuropa’, de Richard Coundehove-Kalergi. A partir de sus ideas, los padres de Europa pusieron en marcha las comunidades europeas de las que nació la UE. Otto de Habsburgo, que quiso reconstruir la monarquía austriaca tras la Segunda Guerra Mundial, unió fuerzas con Kalergi y cuando este último fallece en 1972, Otto de Habsburgo se convierte en presidente de Paneuropa. Por aquel entonces, Europa estaba partida en dos por el telón de acero. En el otro lado no eran conscientes de la calidad de vida de que disfrutábamos en Occidente. En las primeras elecciones al Parlamento Europeo, Otto de Habsburgo fue elegido eurodiputado por Alemania y pudo batallar por la unidad de Europa desde la Eurocámara. Lo primero que hizo fue incorporarse a la Comisión Política, que era la que trataba sobre los asuntos internacionales. En las reuniones de la misma impuso que siempre hubiese una silla vacía, en representación de los países del otro lado del telón de acero. El 9 de noviembre de 1989 caía el muro de Berlín. Entonces se apostó por dar prioridad a la expansión de la UE, para incorporar a los países ex comunistas de Europa del Este, y dejar para más tarde todo lo relacionado con la profundización en el proceso de integración europea. De ahí vienen algunos de los males de la UE. Ahora bien, para mejorar Europa, lo más importante es que Europa exista. La alternativa a una Europa que funcione mal es una Europa que funcione bien. Hoy la UE está dominada por políticos socialdemócratas. Eso hay que cambiarlo promoviendo las ideas de la libertad. La UE ha surgido en un continente marcado por guerras fratricidas. Que hoy reine la paz en el continente es un gran logro. <strong>El incierto futuro de la Unión Europea</strong> La Unión Europea nació inspirada por los valores de la paz, el comercio y una cultura común de raíces cristianas. Hoy, esos se ven sustituidos por el estatismo lo que pone en cuestión el futuro de la UE. Para recuperarlo, es preciso volver a los valores fundacionales de la UE Dentro del marco del Free Market Road Show 2018, tuvo lugar una mesa redonda, bajo el título “Europa contra Europa: ¿estamos traicionando sus valores fundacionales?”, en la que intervinieron Almudena Negro, periodista especializada en comunicación digital y asociacionismo; Eduardo Fernández Luiña, analista de Relaciones Internacionales de la Fundación FAES, y Víctor Santana, asesor del eurodiputado británico Daniel Hannan. Almudena Negro empezó refiriéndose a los valores actuales de la Unión Europea, los cuales, en su opinión, son los que dicte el Estado. Los valores fundacionales eran netamente liberales, como el principio de representación o la libre circulación de bienes, personas y capitales. Por desgracia, la cultura europea es la organización de la mentira porque se ha traicionado el espíritu fundacional del Tratado de Roma. ¿Cuáles son esos valores fundacionales? En esencia, que Europa es cristiana. De hecho, la historia europea es la historia del ethos cristiano. Pero la UE cayó en el intervencionismo y abandonó todos los principios. Por ejemplo, no puede ser que haya un Parlamento Europeo que legisle cuántos minutos puede permanecer encendida una cafetera eléctrica. Precisamente, este tipo de cosas es lo que hoy están utilizando los populismos para vendernos que hay que liquidar la UE. Lo que hay que hacer es volver a los principios fundacionales. Por su parte, Eduardo Fernández explicó que hay tres palabras clave a la hora de identificar el nacimiento de la Unión Europea: la paz, el comercio y los vínculos culturales comunes, asociados básicamente a la religión. Esos son los valores centrales de la UE. Es lícito criticar la UE, pero la UE es un proceso más que una estructura y tiene capacidad de mutar. Lo que faltan son varias ideas de Europa para discutir sobre ellas, definir tendencias e ir construyendo ese espacio que ha traído tantos beneficios a tantas personas. En cambio, Víctor Santana considera que hay que diferenciar los valores de la sociedad europea de los valores fundacionales de la UE, porque estos últimos son profundamente antidemocráticos. En la UE se han creado instituciones muy alejadas del pueblo, regidas por expertos, no por personas elegidas por los ciudadanos, y se pensó que, si no se daba voz a la ciudadanía, Europa no volvería a estar en guerra. El Parlamento Europeo, por ejemplo, es el único del mundo que no puede aprobar leyes. Tampoco podemos echar a nadie de la Comisión Europea. Si hay que hablar de valores de la UE, el fundamental es el miedo profundo al voto de la gente porque se piensa que la gente es estúpida. Almudena Negro contestó al respecto que uno de los grandes problemas que tiene hoy la UE es que es liberal. El problema es que los límites de gobierno de la UE hoy no están claros, bien definidos. Eso no invalida la idea fundacional de la Unión Europea. El problema real es que la UE es más democrática que liberal. A su vez, Eduardo Fernández respondió que cuando se analiza la teoría de la integración hay tres ideas: ámbito funcional, capacidad institucional y dominio geográfico. En ellas se centra hoy el debate. En el ámbito funcional, lo que se discute es a qué se tienen que dedicar las instituciones supranacionales e, incluso, si tiene que haberlas. Respecto a la capacidad institucional, la cuestión es qué fuerza le damos a las instituciones europeas, o si éstas necesitan dedicarse a otras cosas. El dominio geográfico, a su vez, es variable. En cualquier caso, no hay que entender el debate como una toma de posiciones a favor o en contra de Europa; eso es lo que hacen los populistas. El debate tiene que centrarse en la gama de grises. A lo mejor la federalización está mal y hay que crear una lógica más confederada, etc. Sobre si la UE es socialdemócrata, Víctor Santana comentó que la UE no es socialdemócrata, pero las cosas que está haciendo en comercio exterior van más enfocadas al proteccionismo que al liberalismo, porque afecta a determinados grupos de interés. Almudena Negro añadió al respecto que Europa se convierte en intervencionista a través del Estado del Bienestar. El problema, por tanto, es la mentalidad estatista de los europeos, que hace imposible que surja cualquier brizna liberal en la UE. Para Eduardo Fernández, en cambio, la tensión se encuentra entre unas instituciones supranacionales que quieren más poder y unos estados que no quieren cederlo. Eso afecta a cosas como quién se tiene que encargar de qué, etc. El problema, en última instancia, es que el Estado tiene demasiada presencia en la vida social y hay que reducirla. Otra tarea es proponer ideas para compatibilizar la UE con los principios liberales, porque la UE ha generado beneficios para muchas personas, no solo para los grupos de interés. En este sentido, Almudena Negro indicó que, más que cambiar el sistema, hay que cambiar la mentalidad estatista que sufrimos en Europa, porque cada vez hemos ido a un mayor intervencionismo. Eso ha provocado que nos hallemos ante una crisis total, la crisis de la religión, de los valores, de la libertad. Eduardo Fernández añadió que, cuando se crea una burocracia, esa burocracia va a intentar maximizar presupuestos, muchas veces con la complicidad de ciudadanos, empresas y lobistas. Desde que se crea la Comisión Europea, ésta va a intentar hacer lo mismo y justificar su existencia. Eso nos tiene que preocupar mucho. Hay políticas públicas que pueden ser buenas en el ámbito europeo, como defensa, seguridad u orden público, pero otro tipo de cuestiones pueden estar mejor, por ejemplo, en el ámbito local o municipal. Cuando se habla de ese gobierno de todos los europeos, Almudena Negro tiene la impresión de que se habla de Narnia, porque eso supone una cesión de soberanía que los estados nacionales no están dispuestos a ceder. Por eso, hay que replantearse la UE y preguntarnos para qué la queremos. En este sentido, Víctor Santana puso el punto final cuando afirmó que el brexit ha sido el fracaso de la UE y el éxito de la ciudadanía, porque nos ha enseñado que es posible recuperar la democracia.

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