La libertad económica puede definirse como la falta de interferencia o coacción, es decir, como una libertad negativa, en la que los mercados competitivos desempeñan un papel central al proteger a los individuos «contra las invasiones por parte del poder policial».
Desde hace mucho tiempo existe una tensión entre la opinión que percibe la ampliación de la libertad económica como la forma más eficaz de promover el bienestar y la igualdad, y la opinión que hace hincapié en el bienestar y la igualdad, como requisitos previos de ésta. Se ha argumentado que toda sociedad se enfrenta a un compromiso entre la preservación de la libertad de los individuos y el logro del bienestar. Si existe tal equilibrio, ¿se mantiene a largo plazo? Para responder a esta pregunta se necesitan nuevas medidas de libertad económica negativa.