Loukas Tsoukalis

En defensa de Europa

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 16 de junio de 2016, la Conferencia Magistral «En defensa de Europa. ¿Tiene salvación el proyecto europeo?» que pronunciÓ Loukas Tsoukalis, Pierre Keller Visiting Professor, Harvard Kennedy School.

Loukas Tsoukalis es profesor de integración europea en la Universidad de Atenas, profesor visitante en el King’s College de Londres y el Colegio de Europa en Brujas y Presidente de la Fundación Helénica para Política Europea y Exterior (ELIAMEP). Ha enseñado en varias universidades europeas, entre ellas Oxford, London School of Economics y Sciences Po en París. Es autor de numerosos informes para la Comisión Europea, así como de los libros The new european economy. The politics and economics of integration, What kind of Europe? and In Defence of Europe. Can the European Project Be Saved?

Resumen:

El pasado 16 de junio de 2016, la Fundación Rafael del Pino organizó la conferencia de Loukas Tsoukalis, Pierre Keller Visiting Professor en la Harvard Kennedy School, sobre el futuro de la construcción europea. Durante su intervención, Tsoulakis trató de dar respuesta a dos cuestiones: qué está mal con el proyecto europeo y cuáles son los principales desafíos y opciones para el mismo. Lo primero que destacó fue el dramático cambio de actitud hacia la Unión Europea que se ha producido desde principios del siglo XXI, cuando dominaba la euforia por la puesta en marcha del euro, la ampliación de la UE a los países del Este y el proyecto de constitución europea. El entusiasmo de entonces ha sido reemplazado por el pesimismo y por un sentimiento derrotista. ¿Qué es lo que ha ido mal? Fundamentalmente, dos crisis: la del euro y la de los refugiados. La crisis financiera internacional se transformó en una crisis del euro debido al diseño deficiente de la unión monetaria europea, a una pura cuestión de mala suerte porque la primera prueba de fuego para la moneda única fue la crisis financiera internacional, a las divisiones internas y a la aplicación de políticas equivocadas. Todo ello provocó que los países afectados tuvieran que pagar un alto precio en términos de producción, empleo, endeudamiento, divergencia económica y fragmentación política. Por lo que se refiere a la crisis de los refugiados, una cuestión que hay que tener presente es la inestabilidad de los países vecinos de la Unión Europea, muchos de ellos perdedores en el proceso de globalización y con gobiernos corruptos. En ese contexto se produjeron acontecimientos fundamentales como la primavera árabe o el desafío de Rusia a la “pax europea”. Estas dos crisis son crisis enormes y han reducido el apoyo a Europa. Además, se han combinado con una crisis institucional derivada de una expansión continua del proyecto europeo que ha generado un centro débil. Asimismo, esas crisis tienen lugar en un contexto mundial, el de la globalización, que ha creado divisiones entre los ganadores y los perdedores. En este escenario se han confundido las restricciones que impone la globalización con aquellas otras que impone la UE y los gobiernos han aprovechado la situación para convertir al proyecto europeo en cabeza de turco de los problemas creados por ellos o por la globalización. A partir de ahí se ha visto cada vez más a la unión europea como un elemento de división, como algo cada vez más grande, más intrusivo y menos inclusivo, en un contexto de crecimiento económico lento y creciente desigualdad. La realidad que se desprende de todo lo anterior es que Europa lleva dividida mucho tiempo, entre países y dentro de los mismos. El apoyo de los ciudadanos al proyecto europeo se encuentra en niveles históricamente bajos. Sin embargo, temen las consecuencias de la desintegración. Además, sus niveles de confianza en las élites políticas son muy bajos, mientras aumenta el populismo. Por ello, es necesario entender las causas del descontento. La solución al problema europeo pasa por tomar decisiones difíciles y preguntarse cuanta soberanía se comparte y para qué. O plantearse, también, si hay una relación entre competitividad y desigualdad. Incluso, hay que considerar establecer restricciones a la libertad de circulación de los trabajadores. Por lo que se refiere al euro, la moneda única fue un gran error, al menos tal y como se diseñó, pero sería una equivocación aún mayor abandonarlo. Además, hay que resolver el problema del déficit democrático de las instituciones europeas. La cuestión, en última instancia, no es si queremos más o menos Europa. La cuestión es qué Europa queremos.

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