Resumen
El 19 de noviembre de 2018 tuvo lugar en la Fundación Rafael del Pino el diálogo sobre “Nacionalismos y populismos: causas, culpables y soluciones”, con Antonio Garrigues Walker, presidente de la Fundación Garrigues, con motivo de la presentación de su libro “Manual para vivir en la era de la incertidumbre”. Garrigues empezó refiriéndose al movimiento femenino, iniciado con #MeToo, que implica un cambio sociológico tremendo. Este cambio no ha terminado, sino que está empezando y debe llevar a que la mujer también tenga poder. Por lo que se refiere al populismo, Garrigues señalo que cuando se habla de sus causas y de sus remedios hay que aceptar que estamos viviendo cuatro revoluciones al mismo tiempo: una revolución sociológica, la de la mujer; una revolución tecnológica, una revolución científica y una revolución política. Esto crea en la gente una sensación de inseguridad, de que no controla sus movimientos. En este contexto, el populismo ha devorado el mundo occidental, como muestran hechos como la victoria de Trump, el Brexit, el auge de Alternativa por Alemania o la llegada al poder en Italia de una coalición de dos partidos populistas. La única excepción es Japón, porque es una isla y está un poco lejos, pero también, y sobre todo, porque en el mundo oriental el interés general prevalece sobre el individuo. Para desarrollarse, el populismo tiene que tener culpables, unos culpables que no sean ellos. Eso le permite acceder a un mercado político que, en estos momentos, está vacío. Véase, por ejemplo, el caso de Trump. En Estados Unidos, la clase media representa el 72% de la población y gana menos que hace diez años porque la riqueza allí se concentra cada vez en menos manos, como muestra que la participación en la riqueza total del 1% más rico es cada vez más grande. Clinton no representa a esa clase media mientras el Partido Demócrata no presenta una oferta alternativa a Trump, no se sabe qué propone. Lo único que está haciendo es descalificar a Trump, cuando la descalificación es una forma de reforzar al populismo. Trump, en cambio, habló de los problemas de esa clase media y ganó. Y es que se ha roto un contrato social en virtud del cual había que ir al crecimiento económico, sin que se esté produciendo una distribución justa de la renta generada. Si la desigualdad resulta excesiva, se genera una reacción contra el sistema. Otro factor importante para explicar el auge del populismo es la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio, lo que le ha permitido reducir sus enormes niveles de pobreza mediante la inserción global de la sociedad y el traslado masivo de la gente del campo a la ciudad. El auge de China se utiliza como ejemplo para cuestionar el modelo económico y democrático debido al ejemplo que proporciona de un país con una dictadura comunista es capaz de desarrollarse en términos económicos como lo está haciendo. En este contexto, el Occidente democrático está teniendo graves problemas porque en países como Rusia o China se ha consolidado un poder autárquico de una persona. Frente a ello, el sistema político occidental no está funcionando bien, no es eficaz, lo que lleva a la gente, en especial a los jóvenes, a pensar que no es el mejor sistema para resolver los problemas. La democracia cambiará el día que haya un voto electrónico particular, porque la calidad democrática será mucho mejor, ya que facilita votar. El problema es que el voto electrónico plantea problemas técnicos. Respecto a la revolución tecnológica, Garrigues señaló que en la vida no hay nada que sea absolutamente bueno o absolutamente malo. Estamos empezando a vivir fenómenos de tiranía tecnológica. Pero el ser humano se ha adaptado a todos los cambios y revoluciones que ha habido en la sociedad. Por eso, no tiene sentido asustarse de los cambios que se van a producir. En relación con la inmigración, Garrigues señaló que el comportamiento solidario de la sociedad española con los inmigrantes y refugiados es ejemplar, pero el temor al inmigrante está siendo asumido por la clase política. El populismo sabe que esto da votos y lo utiliza, por ejemplo, los defensores del Brexit o la ultraderecha alemana. Esto está infectando toda la política, pero si hubiera una política europea común, eso sería la salida perfecta. No hay que olvidar, al respecto, que la historia de la humanidad es la historia de las migraciones. Intentar pararlas es inútil. Lo que habría que hacer es ayudar a los países de origen de los inmigrantes, porque poner en marcha un país es difícil y lleva mucho tiempo. También debemos aplicar políticas de integración de los inmigrantes porque, en caso contrario, vamos a tener problemas.
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