Otra realidad. ¿Cómo sería un mundo justo y una sociedad igualitaria?

Yanis Varoufakis y Daniel Lacalle

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 17 de marzo de 2021, el diálogo en directo a través de www.frdelpino.es titulado «Otra realidad. ¿Cómo sería un mundo justo y una sociedad igualitaria?» en el que participaron Yanis Varoufakis, Daniel Lacalle y José Ignacio Torreblanca (moderador).

Yanis Varoufakis es profesor de economía, exministro de Finanzas de Grecia y cofundador del movimiento internacional DiEM25, que lucha por el resurgimiento de la democracia en Europa. Es autor de El minotauro global (Capitán Swing, 2012), Economía sin corbata: conversaciones con mi hija (Destino, 2015), ¿Y los pobres sufren lo que deben? (Deusto, 2016) y Comportarse como adultos (Deusto, 2017).

Daniel Lacalle es economista, asesor internacional y Economista Jefe en Tressis. Doctor en economía, licenciado en Ciencias Empresariales por la Universidad de Madrid, posee el título de Analista Financiero Internacional CIIA (Certified International Investment Analyst), posgrado por el IESE (Universidad de Navarra) y máster en Investigación Económica. Su carrera en gestión de carteras e inversión comenzó en el hedge fund Citadel, en Estados Unidos y Londres, y continuó en Ecofin Limited, abarcando renta variable, fija, capital de riesgo y materias primas, y posteriormente en PIMCO. Ha sido votado durante cinco años consecutivos en el Top 3 de los mejores gestores del Extel Survey, el ranking de Thomson Reuters, en las categorías general, petróleo y eléctricas. Previamente a su etapa como gestor, trabajó como analista financiero en ABN Amro (hoy RBS), y llevó a cabo distintas responsabilidades en Repsol y Enagas, donde recibió el premio a la mejor OPV (IR Awards 2002). Daniel Lacalle escribe regularmente en El Español y colabora habitualmente en La Sexta, en la CNBC, CNN, Epoch Times, Hedgeye, Mises, The Commentator y en The Wall Street Journal. Es también profesor en el Instituto de Empresa, UNED, OMMA e IEB. Asimismo, ha escrito los libros Nosotros, los mercados, Viaje a la libertad económica, La madre de todas las batallas, Acabemos con el paro, La Pizarra de Daniel Lacalle, La Gran Trampa y Libertad o Igualdad, todos ellos publicados en Deusto y convertidos en bestsellers tanto en su edición original en español como en sus traducciones al inglés y al portugués.

José Ignacio Torreblanca es Director de la Oficina en Madrid e Investigador Principal de ECFR. Es Profesor Titular de Ciencia Política en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Madrid, donde enseña Fundamentos de Ciencia Política, Sistema Político de la Unión Europea y Democracia y legitimidad en la Unión Europea. También es Doctor Miembro del Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones. Ha sido becario del Programa Fulbright, Profesor en la George Washington University en Washington D.C., así como investigador en el Instituto Universitario Europeo de Florencia. Desde 2008 escribe una columna semanal sobre relaciones internacionales y política exterior en el diario El País y también es el autor de un blog del mismo periódico, Café Steiner. En mayo de 2014, se unió al Consejo Editorial de El País.

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Resumen:

El 17 de marzo de 2021, la Fundación Rafael del Pino organizó el diálogo “Otra realidad. ¿Cómo sería un mundo justo y una sociedad igualitaria?” en el que participaron Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas de Grecia y cofundador del movimiento internacional DiEM25, y Daniel Lacalle, economista jefe en Tressis.

Yanis Varoufakis indicó que el capitalismo es un sistema fantástico, no hay duda. El problema es que está lleno de contradicciones. Por una parte, ha liberado tremendas fuerzas, como la creatividad o la producción, lo que ha resultado en la creación de grandes cantidades de riqueza. Pero ha generado también nuevos tipos de pobreza que eran desconocidos antes del capitalismo. Estas contradicciones no son estáticas, sino que evolucionan, y son su peor enemigo. Ya no tenemos capitalismo, sobre todo después de 2008. Vivimos en un feudalismo rarísimo, con mucha tecnología. La competencia ha sido sustituida por grandes empresas que ganan dinero con el Estado. Tenemos socialismo para unos pocos y feudalismo para muchos, lo que no es un sistema muy sostenible. Quienes primero apoyaban ese capitalismo no se reconocen en el capitalismo actual, que resulta en desigualdades, en la depravación entre los pobres y los ricos, en una incapacidad de aprovechar lo que existe para salvar el problema. El capitalismo ya ha llegado al post capitalismo, que no es un lugar agradable para vivir. La pregunta es si hay alternativa al capitalismo.

Por su parte, Daniel Lacalle comentó que el capitalismo ha deparado unos logros magníficos. No obstante, hay algo en el sistema actual que no tiene nada que ver con el capitalismo, que es negativo. Se trata del amiguismo, que no es consecuencia directa del capitalismo, sino del estatismo, en forma de impresión de dinero, de déficit públicos, que tiene muy poco que ver con el mercado libre. Hay un punto de partida importante y es que el estado natural del ser humano no es la riqueza, sino la pobreza. La riqueza no se produce en un lugar y se distribuye, sino que se crea a partir de la pobreza. El capitalismo no crea pobreza, sino que le permite a la gente dejarla atrás.  Lo que estamos viviendo tiene muy poco que ver con el mercado libre. Esto no se debe al sistema capitalista, sino a lo que hemos estado viviendo desde la década de los 90 con el crecimiento del Estado. La burbuja de las puntocom es el principio de lo que ha sido un abordaje del amiguismo, que busca crear una élite que elimina la posibilidad de disfrutar de las múltiples ventajas del capitalismo.

Varoufakis se pregunta si el problema del amiguismo es resultado de un fallo del capitalismo o una evolución natural del mismo. Para contestar a esta cuestión hay que remontarse hasta 1900, cuando se crean en Estados Unidos las grandes empresas energéticas e industriales. En cuanto se crea una economía de ese tipo, las economías de escala y la inversión necesaria son tan enormes que se necesita un megabanco que, por definición, crea dinero de la nada. Cuando las cosas van bien, el crecimiento es fantástico, como en los años 20, pero si se crea dinero de la nada tenemos una burbuja, como advertía Hayek, y explota. Entonces entra el Estado, produce más dinero, salva a la banca y crea amiguismo. Si el capitalismo genera estas enormes plataformas de redes, ¿se puede proteger el mercado competitivo?

El estado natural del hombre no es la pobreza, sino la ausencia de riqueza. Cuando los ingleses llegaron a Australia, quedaron asombrados por la calidad de vida de los aborígenes australianos, que solo trabajaban dos horas al día y el resto del tiempo disfrutaban de la vida. Fue una vida próspera pero muy rica. Ahora tienen más dinero, pero viven en el tipo de pobreza abyecta que resulta del capitalismo.

Para Lacalle, sin embargo, el problema es el Estado, no el capitalismo. Si el Estado crea un monopolio y luego lo perpetua tenemos un problema. El Estado no creo Amazon. Amazon no es un monopolio porque no es lo mismo ser líder de mercado que ser un monopolio. Google tampoco. El ordenador no tiene Google como opción, sino que hay que descargarlo. Lo elijo porque yo lo decido, lo mismo que cuando utilizo Amazon. Lo que demuestra que no son monopolios es que surgen de destruir otros que sí eran monopolios. Cuando el capitalismo funciona, hace que Walmart, una entidad organizada por el Estado, que lo subvencionaba, fracase cuando llega Amazon y rompe el monopolio. En el futuro vendrá otro que sustituirá a Amazon, como Google sustituyó a Yahoo.

Varoufakis no está de acuerdo. Para él, lo que sucede en el capitalismo es un proceso evolutivo, en el que no hay monopolios, sino que aparecen oligopolios con gran poder de mercado. El estado no los creo, sino que surgieron de forma espontánea y detentan un poder dominante. Fue el caso de General Electric porque Edison inventó la electricidad, la bombilla, el horno eléctrico. Una vez que Edison creó todo esto, se convirtió en dominante. Lo que importa es que tenemos una empresa que no tiene competencia, con un margen impresionante, y, al mismo tiempo, crea megabancos. Los bancos crearon burbujas de la nada. El Estado no estaba haciendo esto, pero llegó con el amiguismo y salvó a los banqueros, con lo que las pérdidas privadas se cubren con dinero estatal. Ese es el resultado del capitalismo.

No tenemos respuesta a la alternativa al capitalismo. Mi liberalismo, sigue Varoufakis, va en contra de todo tipo de poderes, incluido el de la empresa. El capitalismo es un sistema basado en el mercado que depende del mercado laboral y del monetario, que nunca pueden funcionar bien como mercados. No le gusta el Estado. Prefiere un empleado-un voto. Tampoco le gustan las elecciones porque son opresivas. Para las decisiones públicas es mejor tener una lotería para elegir a los representantes políticos. ¿Cómo funcionaría un mundo en el que no hay acumulación de poder económico ni Estado, con un sistema de moneda digital en el que los bancos centrales colaboran entre sí, con nadie teniendo demasiado poder?

Lacalle aclara que los bancos privados no crean dinero de la nada. Cada unidad de crédito viene de la inversión en un depósito. El único que crea dinero de la nada es el banco central, que aumenta enormemente la cantidad de dinero. Luego, a través del mecanismo del crédito y de tipos de interés muy bajos obliga a los bancos a prestar, ahora con tipos negativos los penaliza por ser prudentes. Hay que tratar de quitar el poder al mismo tiempo que tratar de eliminar los fallos que general la dinámica del mercado. Al eliminar el poder, desde los consumidores a los trabajadores, a los líderes empresariales, aun así, seguiría habiendo grandes desigualdades porque los que sean capaces de hacer mejores inversiones serán más poderosos. Al tratar de eliminar el poder, lo que se consigue es concentrarlo, que es lo que el estado y los bancos centrales han hecho con sus intervenciones. Así se crea un nivel aún mayor de monopolio. En una empresa de automóviles, o en una refinería, habría muy pocos incentivos para buscar innovación porque la mayoría de las personas querrían hacerse ricos invirtiendo en producir más coches. La competencia nos aporta la posibilidad de utilizar herramientas de mercado para conseguirlo. Si eliminamos todo eso, concentramos el poder en un banco central con el que debemos tener mucho cuidado para que no erosione el poder adquisitivo de los salarios y los ahorros.

Varoufakis discrepa y dice que los ahorros ahora no se erosionan pese a la emisión de dinero porque no hay inflación. Lo que dice Adam Smith es que el hecho de que cada empresario intente maximizar su beneficio es lo que asegura que nadie tenga poder. Él era un filósofo al que le preguntaban como podía apoyar a esos emprendedores que utilizan trabajo infantil. Lo que el decía es que lo bonito del mercado es que se compite, si hay competencia funciona, como si hubiera una mano invisible que llevase a los bancos a lo que tienen que hacer. El capitalismo funciona si nadie tiene poder sobre los precios, según postula Smith.

Lo que Varoufakis intenta es crear una plantilla en la que todo el mundo busca el poder, pero nadie lo tiene. Elon Musk es un genio, es un empresario, pero Varoufakis no creo que lo que le motive a innovar son los cien mil millones que ha ganado durante la pandemia. Lo ha ganado por el banco central, no porque se le haya ocurrido nada novedoso. La razón por la que los Bezos y Musk ahora tiene un billón más de dólares es porque la FED ha imprimido dinero. En la corporación que dibuja en su libro, caben empresas, cabe liderazgo. Si la empresa gana dinero, hay un proceso que da lugar al bono, hay un incentivo. No está en contra de la desigualdad. La mayor parte de la riqueza que se acumula en este tecno feudalismo es la renta, no el ingreso por trabajar y hacer las cosas bien. Por último, el proceso por el que el poder se concentra en el banco central es la repercusión natural de lo que hacen los banqueros. El dinero que crean los bancos sale de la nada. Cuando la burbuja revienta, da un poder excepcional al banco central para que trate de impedir una crisis.

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