Conferencia Magistral de Anna Rosling

Factfulness. Cómo los prejuicios y un mal uso de los datos condicionan la visión de los problemas del mundo.

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 17 de diciembre de 2018, la Conferencia Magistral de Anna Rosling «Factfulness. Cómo los prejuicios y un mal uso de los datos condicionan la visión de los problemas del mundo» con motivo de la publicación de su obra de igual título editada por Deusto.

Anna Rosling Rönnlund es una diseñadora que, junto con su marido Ola Rosling, fundaron la organización sin ánimo de lucro Gapminder. El equipo de Gapminder creó un software de visualización de la información, llamado Trendalyzer, que transforma datos estadísticos en atractivos gráficos y animaciones. Trendalyzer fue vendida a Google en 2007, Anna continuó trabajando en su desarrollo hasta agosto de 2010. A partir de entonces, han estado desarrollando contenidos educativos de uso libre, como videos, presentaciones Flash y gráficos PDF para ayudar a comprender mejor los cambios demográficos globales. Su objetivo es brindar un acceso simple a la información y datos duros brindados en su mayoría por Naciones Unidas. Por su interdisciplinariedad, las herramientas pueden ser usadas en clases de geografía, matemática e historia —por ejemplo— y se destacan por su manera de combinar el procesamiento de datos con la visualización de la información. Su ultimo proyecto se llama Dollar Street, una plataforma interactiva que permite mirar la vida íntima de 200 familias en 50 países del mundo. Con este proyecto, Anna Rosling Rönnlund, desea mostrar cómo viven las personas en distintas partes del planeta para luchar contra los estereotipos y la ignorancia.

Resumen:

El 17 de diciembre de 2018 tuvo lugar, en la Fundación Rafael del Pino, la conferencia de Anna Rosling titulada “Factfulness. Cómo los prejuicios y un mal uso de los datos condicionan la visión de los problemas del mundo”, con motivo de la presentación del libro del mismo título del que es coautora. Según Rosling, fundadora de Dollar Street, cuando la gente realiza búsquedas en internet, muchas veces encuentra respuestas a aquello que pregunta. En muchas ocasiones, sus preguntas tienen que ver con cosas concretas y lo que falla es el contexto, lo que llevó a ella, a su suegro Hans y a su marido Ola a escribir el libro Factfulness. Empezaron el libro haciendo 13 preguntas. La primera de ellas es si los expertos en el clima creían que dentro de cien años las temperaturas serían más calientes, más frías o permanecerían igual. La primera respuesta es la opción que consideran los expertos. Pues bien, esa pregunta la formularon en catorce países y la mayor parte de la gente acertó. Esto indica que la gente comprende que hay algo con el clima que no funciona bien y tiene una idea correcta de ello. Luego pasaron a la siguiente pregunta, que es cuantos niños de más de un año están vacunados en el mundo. La respuesta correcta, de entre las tres opciones que ofrecieron, es el 80%, pero muy poca gente respondió bien. Si se formulara esa misma pregunta a los chimpancés, dándoles tres opciones, conseguirían un porcentaje de aciertos del 33%, que es mucho más alto que el obtenido en esos 14 países a esa pregunta. Los chimpancés, de hecho, lo hacen mejor porque tienden a elegir entre las opciones extremas. Esa misma pregunta, la de los niños vacunados, la hicieron también en el congreso de la Organización Mundial de la Salud y acertó solo el 27%. En el Foro Económico Mundial de Davos el porcentaje fue del 18%. En un congreso que reunió a premios Nóbel y científicos del ámbito de la medicina el porcentaje fue, tan solo, del 8%. Y bajó hasta un 4% entre el personal que cuenta con un MBA de uno de los cinco mayores bancos del mundo. La vacunación es un buen indicador del estado de una sociedad porque, para ello, hay que tener infraestructuras, las madres tienen que poder leer y escribir para saber cuándo y dónde llevar a su hijo a vacunar, se precisa una cadena de frío, se necesita un sistema de aduanas, … Y la gente subestima cuánto ha avanzado el mundo. De doce preguntas de ese tipo, un 15% no acertó ninguna. Tampoco nadie acertó las doce y solo una persona acertó once. Solo el 10% lo hizo mejor que los chimpancés, lo que es inquietante en una sociedad como la nuestra, que cuenta con mucha gente bien formada. ¿Por qué estamos tan equivocados sobre lo que pasa en el mundo? Cuando a la gente se le pregunta cómo cree que va el mundo, tiende a elegir una respuesta que encaje con la visión que tiene, que suele ser pesimista. Los datos, sin embargo, muestran que las cosas están mejorando: la esclavitud está bajando, la mortalidad infantil o por desastres naturales se reduce, hay un porcentaje cada vez mayor de niños vacunados, etc. Es difícil ver estas cosas cuando se mira por la ventana. Lo que aprendemos del mundo lo hacemos cuando vemos las noticias. En ellas, vemos desastre tras desastre. Todo esto es extraordinario porque está en los informativos y luego intentamos incorporarlo a nuestra cosmovisión. Pero esta cosmovisión va a resultar un poco extraña porque solo muestra las excepciones. Para superar esta limitación, es mejor pensar en el mundo como una calle, con los más ricos colocados a la derecha y los más pobres a la izquierda. Si preguntamos en Suecia dónde se sitúa el país, la gente tiende a localizarla en el centro de la calle, cuando, en realidad, se trata de uno de los países más ricos del mundo. Este error se debe a la visión del mundo que ofrecen las noticias. El mundo, sin embargo, no se parece a lo que nos muestran en los informativos. Para entender el mundo hay que dividirlo en cuatro niveles de ingresos. El nivel 1 es el de pobreza extrema, el nivel 2 se corresponde con una renta media baja, el nivel tres se define por una renta media alta y en el nivel 4 estarían los más ricos. Para entender lo que significa todo esto hay que pensar en que, si una persona del nivel 1 tiene que desplazarse a algún lugar, lo hace andando. Alguien del nivel 2 lo haría en bicicleta. Una persona del nivel 3 iría motocicleta y una del nivel 4, en automóvil. Pues bien, en el nivel 1 hay mil millones de personas, en el nivel 2 hay tres mil millones, en el nivel tres hay dos mil millones y en el nivel 4 hay otros mil millones de seres humanos. Además, para entender el mundo también hay que saber dónde vive la gente. Mil millones de personas lo hacen en América, otros mil en Europa, otros mil en África y, por último, cuatro mil millones viven en Asia. En el futuro, la población va a ir creciendo y, según Naciones Unidas, vamos a tener más gente en África y un poco más de población en Asia, mientras que Europa y América seguirán como están actualmente. Lo que llamamos Occidente solo representará el 8% de la población mundial, con lo cual tendrá que tener cuidado porque, en el futuro, va a influir poco en la toma de decisiones. Al mismo tiempo, la cantidad de adultos se va a incrementar, pero no así la de niños. Este hecho, unido a un aumento de la esperanza de vida, va a dar lugar al envejecimiento de la población mundial. Solemos pensar que todo lo europeo y americano es el centro del cual deriva todo, pero esto está empezando a cambiar. Cada vez más personas van a estar en los niveles dos y tres de renta, por lo que también habrá cada vez más personas no occidentales al frente de las grandes corporaciones. Para adaptarnos al cambio hacen falta datos con los que mejorar nuestras decisiones. Pero también necesitamos controlar nuestros instintos. Primero tenemos el instinto de la discrepancia, por el que tendemos a ver las cosas de forma muy extrema. Después, vemos muchas historias sobre cosas negativas, pero no vemos las que funcionan. También tenemos el principio de la línea recta, por el cual tendemos a seguir avanzando por el mismo curso. El problema es que muchas cosas en la vida no se comportan así. Además, tenemos muchas cosas promovidas por el miedo, por lo que es preciso calcular los riesgos asociados a ellas. Luego tenemos el tamaño: siempre hay que comparar y dividir porque las cosas han podido ser peores antes. A continuación, viene la tendencia a la generalización, a pensar que todos son iguales. También está el instinto del destino, por el que pensamos que todo es estático, que nada cambia, cuando la mayoría de las cosas están cambiando, pero a un ritmo tan lento que no nos damos cuenta de ello. Luego hay que añadir la idea de una única solución, por lo que solemos buscar cosas que apoyen nuestras ideas en vez de buscar datos y analizar los hechos. También buscamos siempre a quien culpar, lo que nos impide ser constructivos. Finalmente está la tendencia a la urgencia, al ahora o nunca, pero las cosas se pueden hacer poco a poco.

La Fundación Rafael del Pino no se hace responsable de los comentarios, opiniones o manifestaciones realizados por las personas que participan en sus actividades y que son expresadas como resultado de su derecho inalienable a la libertad de expresión y bajo su entera responsabilidad. Los contenidos incluidos en el resumen de esta conferencia, realizado para la Fundación Rafael del Pino por el profesor Emilio González, son resultado de los debates mantenidos en el encuentro realizado al efecto en la Fundación y son responsabilidad de sus autores.

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