La Fundación Rafael del Pino organizó, el día 4 de febrero la Conferencia Magistral «Ciudades, el futuro de la civilización» que impartirá Salim Ismail.
Salim Ismail es un empresario, estratega y reconocido conferenciante con sede en Silicon Valley que analiza en sus intervenciones cuestiones relacionadas con las tecnologías disruptivas y su impacto en la industria y la sociedad. Interviene asiduamente en medios de comunicación como el New York Times, Bloomberg, Business Week, Fortune, Forbes, Wired, Vogue o la BBC.
Fue una persona clave en la fundación de la Singularity University en el Centro de Investigación Ames de la NASA. Ha sido director ejecutivo y embajador global de esta institución. Anteriormente, como vicepresidente de Yahoo, construyó y desarrolló Brickhouse, su incubadora interna. Su empresa, Angstro, fue adquirida por Google en agosto de 2010. Ha fundado y operado en siete compañías que incluyen sistemas de búsqueda PubSub. En el año 2003 fue reconocido como uno de los 40 empresarios más relevantes por el conglomerado Crain Communications. En 2014 publicó su libro “Exponential Organizations”, Best Seller de Administración de Empresas en Amazon considerado el libro del año en crecimiento, innovación y liderazgo por parte de Frost & Sullivan.
Resumen:
El 4 de febrero de 2020 tuvo lugar, en la Fundación Rafael del Pino, la conferencia de Salim Ismail, presidente y cofundador de OpenExO & ExO Works, fundador de ED de la Singularity University y Socio de Rokk3r Fuel ExO, con el título “Ciudades, el futuro de la civilización”. Ismail inició su intervención preguntándose qué podemos hacer respecto a la disrupción tremenda que se está produciendo, cómo va a cambiar la sociedad. Según dijo, cuando trabajó en Yahoo! aprendió algo muy importante y es que, cuando se plantea la disrupción, el sistema inmunológico de las instituciones ataca esos cambios para tratar de impedirlos. Para entender la disrupción, el cuadro fundamental es la ley de Moore, que señala que la capacidad de procesamiento de los ordenadores se duplica cada dos años. De hecho, la capacidad de procesamiento de información que tiene la sociedad se viene duplicando desde hace cien años. ¿Por qué sabemos que esta evolución es tan predecible y que en el futuro seguirá siendo así? Porque el perfil exponencial de esa curva no se ha visto afectado ni por crisis económicas, ni por guerras, ni por cualquier otro acontecimiento. Y es que cuando se conjuga la industria con la tecnología de la información, esta última adquiere propiedades de flujo. Es entonces cuando empieza la duplicación. Cuando se inicia este proceso, no se detiene. Sigue y sigue porque cuando la curva parece llegar a un límite surge otra cosa que prolonga la tendencia. Ese papel lo desempeñan, en estos momentos, innovaciones como la impresión tridimensional o la computación cuántica, entre otras. La ley de Moore, por tanto, está aquí para quedarse, con lo que estamos entrando en el mundo de la computación y el almacenamiento infinitos. De la misma forma, gracias al cambio tecnológico, tendremos recursos abundantes de aquí a una década, como el agua, la energía o las posibilidades de utilización del espacio, frente a la escasez que ha dominado hasta ahora la existencia del ser humano. La disrupción actual es la transición más importante que ha vivido nuestra sociedad. Y es que la civilización, tal y como la conocemos, se está descomponiendo. Nunca antes habíamos visto que el patrón de duplicación, el paradigma que lo impulsa todo, está apareciendo no en una, sino en varias tecnologías a la vez, por ejemplo, la neurociencia, los drones. Antes esto pasaba con una sola tecnología, pero, ahora, son doce las tecnologías que se están acelerando simultáneamente. Este es un proceso que nos cuesta entender, porque nuestra visión del mundo nos lleva a una extrapolación lineal. El universo, sin embargo, funciona con curvas. En esta transición, el coste marginal se desploma a cero y, como consecuencia de ello, explota el sector o industria afectado. La naturaleza de los problemas a que se enfrentan las sociedades, en consecuencia, ha cambiado. Antes era cómo afrontar la escasez. Ahora vamos a una era de abundancia y el problema es cómo filtrar los billones de datos que se generan o van a generarse. Esto, por supuesto, afecta al mundo de la empresa porque los negocios tradicionales ya no ganan dinero. Eso es porque, hasta ahora, cada negocio se basaba en la escasez. La digitalización y la tecnología, en cambio, nos entregan la abundancia. Lo vemos, por ejemplo, en el hundimiento del coste de iluminar una casa, en el de secuenciación del ADN o en el de la energía solar. Antes, las tecnologías avanzadas costaban muchísimo dinero y solo verdaderos gigantes económicos contaban con los recursos necesarios para generarlas y utilizarlas. Ahora, en cambio, las tecnologías avanzadas son baratas, y cada vez más. Esto crea un mundo distinto porque, al ser baratas, cualquiera puede utilizarlas. Blockchain, por ejemplo, es un código abierto. Lo mismo sucede con los drones, su coste, su capacidad de carga y su radio de acción. Se trata, por tanto, de un gran cambio de paradigma y tenemos que empezar a pensar en cómo lo aprovechamos. La disrupción más importante es la transformación de la energía solar. Su capacidad de generación está duplicándose cada dieciocho meses y lo lleva haciendo desde hace cuarenta años. Gracias a ello, podemos garantizar energía a todo el mundo en 2031 y, en 2050, se puede garantizar una generación ocho veces superior a las necesidades del planeta. Por supuesto, esto tendrá consecuencias geopolíticas tremendas. Así es que la energía solar, que lleva miles de años siendo escasa, va a convertirse en una energía abundante. Lo difícil es el almacenamiento, pero ahí también se está avanzando y ahora una batería de litio cuesta un 90% menos que hace diez años. A los vehículos autónomos también les afecta la ley de Moore, porque ahora llevan muchos más sensores y el software es mejor. Cuando digitalizas, las cosas se complican porque las implicaciones que ello tiene son altísimas debido a la caída de costes. Ese es el cambio que se está produciendo en esta sociedad. En realidad, son veinte transformaciones las que están teniendo lugar de forma simultánea, como la energía solar, los drones, la neurociencia, la biotecnología, los coches autónomos. Esto está afectando realmente a nuestras empresas e instituciones. No hay ninguna de ellas que vaya a superar esto, porque los ingresos se desploman con la digitalización, por ejemplo, los de los periódicos, o porque se pasa de vender algo que tiene valor a una actividad, por ejemplo, del cd a iTunes o Spotify. El problema es que cuando tenemos un cambio exponencial los expertos en ese campo no lo ven porque su visión es lineal. El cambio, sin embargo, es imparable porque el coste cae acero y eso supone una ruptura del status quo. Así es que no se le puede ganar a ese proceso, por lo que hay que aprovechar la tecnología para ser disruptivo. Miles de empresarios están operando con esa mentalidad y eso está cambiando el mundo. Hay veinte adelantos tecnológicos impresionantes que afectan a todas las instituciones, ya sea la sanidad, la educación, el periodismo, la propiedad intelectual. Pero nuestros intelectuales y nuestros líderes no pueden afrontarlo porque no están preparados para ello. Gran parte de la implantación de esas nuevas ideas se está produciendo a nivel de las ciudades, no de los países, porque es demasiado complejo para los países ya que son demasiado grandes como para poder gestionarlo. Las ciudades, en cambio, hoy son más grandes y complejas de lo que lo eran hace cien años, con lo que volvemos al modelo griego de ver el mundo a nivel de las ciudades. Nuestros sistemas económicos se van a romper porque estamos gestionando el mundo sobre el nivel de la deuda. Tampoco sabemos cómo van a ser los trabajos dentro de cinco años, así es que no sabemos qué vamos a enseñar a los alumnos. La tecnología avanza más rápidamente de lo que tardamos en enseñarla. La democracia también se ve afectada porque hoy tenemos sobreabundancia de información, que se malinterpreta. Como consecuencia, todas las democracias del mundo están rotas porque su metabolismo es demasiado lento para los cambios que está introduciendo la tecnología. Lo mismo sucede con el matrimonio, debido al aumento de la esperanza de vida, que vamos a duplicar en veinte años. La institución del matrimonio, sin embargo, se hizo para vidas mas cortas, no para vivir tanto tiempo. Y la ONU también ha quedado obsoleta. Nació para resolver los conflictos entre países, pero hoy el 80% de las guerras del mundo son guerras civiles. Así es que se están rompiendo todas nuestras instituciones. La tecnología nos abre unas posibilidades muy interesantes, pero eso requiere tener una mentalidad muy distinta. La sociedad tiene que empezar a pensar en exponencial, porque la visión lineal está generando muchas incertidumbres y, con ello, muchas resistencias. Lo único, sin embargo, que está impulsando el progreso en el mundo es la tecnología.
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