José María Ordovás, Bibiana García-Bailo, Manuel Castro y Lara Garcelán
La Fundación Rafael del Pino, la Consejería de Educación Universidades, Ciencia y Portavocía de la Comunidad de Madrid, la Fundación Ramón Areces, la Oficina del Español, RAICEX y el Club de Científicos de la Asociación de Becarios de Excelencia Rafael del Pino organizaron, el 26 de enero de 2022, la inauguración online de la serie Diálogos de Ciencia en Español, cuya primera edición versó sobre «Nutrición de precisión».
El acto se desarrolló de acuerdo con el siguiente programa:
Bienvenida e inauguración
Vicente J. Montes Gan, Director de la Fundación Rafael del Pino
Raimundo Pérez-Hernández, Director de la Fundación Ramón Areces
Antonio Cantó, Director de la Oficina del Español
Enrique Ossorio, Consejero de Educación, Universidades, Ciencia y Portavocía de la Comunidad de Madrid
Conferencia magistral
Doctor José María Ordovás, Científico principal y científico senior del Centro de Investigación de Nutrición Humana sobre el Envejecimiento de la Universidad Tufts, que será presentado por Francesco Visioli, Universidad de Padua
Diálogo en el que participaron
José María Ordovás, Universidad Tufts
Bibiana García-Bailo, Universidad de Toronto
Manuel Castro, Franciscus Gasthuis & Vietland y Erasmus Medical Center
Lara Garcelán, Club de Científicos de la Asociación de Becarios de Excelencia Rafael del Pino (moderadora)
Resumen:
El 26 de enero de 2022, la Fundación Rafael del Pino organizó la conferencia de José María Ordovás, científico principal y científico senior del Centro de Investigación de Nutrición Humana sobre el Envejecimiento de la Universidad Tufts, sobre “Nutrición para una vida más saludable”.
Según dijo, la nutrición ha evolucionado a lo largo de la historia del ser humano. En un principio, comíamos para sobrevivir. Más recientemente, se incorporó la nutrición para el placer. Ahora hemos llegado al momento de los alimentos como medicina, que nos lleva a la nutrición de precisión.
La obesidad es una pandemia del siglo XXI, pero es algo que ha estado con el ser humano desde el inicio. El arte lo ha plasmado a lo largo de miles de años en las venus, las figuras que aparecen en todo el mundo durante el paleolítico y luego en la Edad Antigua, la Medieval, la Edad Moderna, en la edad actual. El arte ha reflejado que la obesidad era parte del ser humano.
Algo que vemos hoy junto con la epidemia de obesidad es la desinformación, que ha crecido de manera exponencial por la creación de las redes sociales, la facilidad de comunicar a través de internet. La nutrición es una de las áreas que más sufre de esa desinformación, del hecho de que todo el mundo es un experto en nutrición. En la Inglaterra victoriana ya aparecían anuncios en los periódicos de la época denunciando la grasa. La solución milagrosa era tomarse unas cápsulas que contenían lombrices. A través de los años fue avanzando y sugieren esos jabones milagrosos que quitaban la grasa. Ha sido una obsesión continua a lo largo de las décadas. Lucky Strike vendía los cigarrillos como una solución para la obesidad porque así se evitaba estar comiendo otras cosas. Otro anuncio más reciente apunta a la genética de la obesidad y dice que, como la madre, la hija. La obesidad sigue un patrón. Cuando este anuncio se publicó no sabíamos de genética.
Los humanos somos realmente predecibles. Siempre estamos buscando un chivo expiatorio y en la nutrición hay cantidad de ellos, la mantequilla, el café, los huevos, el pan, el azúcar, el aceite de oliva, el pescado azul. Ha habido modas científicas que, a través de estudios mal diseñados, han señalado en la dirección inadecuada. Una de las ventajas de la ciencia es que, con el tiempo se corrige. El chivo expiatorio ahora es una persona obesa. ¿Por qué es obesa? Porque quiere, lo cual ha sido un mensaje equivocado. Hoy en día sabemos que no es solamente el deseo de la persona obesa de estarlo así, sino que hay un componente genético.
El hecho de que el mundo esté engordando se debe también al ambiente obesogénico en el que nos movemos. Por un lado, tenemos la biología, y dentro de la biología uno de los componentes es la genética. Lo que comemos, que depende de muchas cosas, como la información que nos llega, pero también de la producción. Lo que comemos también está influido por nuestra psicología. Esto es lo que tenemos que lidiar para avanzar en la obesidad. La nutrición es un componente muy importante que todavía no entendemos muy bien, pero hay otros, como la actividad física.
En el mundo se producen unos once millones de muertes al año debido a problemas asociados a una mala nutrición. ¿Qué es una mala nutrición, qué es una buena? La respuesta no es sencilla. Primero hay que informar. En Estados Unidos, cada cinco años se publican las guías dietéticas para los americanos que, por consenso, los expertos publican bajo los auspicios del Departamento de Agricultura lo que sabemos acerca de la buena nutrición. En la población nadie lee estos informes porque su lenguaje, su volumen, están más diseñados para los investigadores de la salud. Al público se le dan cosas más visuales, como la antigua pirámide de nutrición, o el plato, como se hace hoy en día. Hoy en día, la obesidad va aumentando en el mundo a pesar de todo ello. El Covid ha contribuido a que el aumento sea mayor. Las recomendaciones que estamos utilizando no han tenido el impacto deseable.
Esto es así porque estas recomendaciones se han basado en estudios en los que jugábamos siempre con la media estadística. En un estudio de Christopher Gardner, de Stanford, que duró un año, se puso a la gente en una dieta baja en grasa y en otra baja en hidratos de carbono. Al final del año se podía decir que daba lo mismo una dieta que otra. Pero esto es la media. La cuestión es cuántos estamos en la media. Pero cuando se va a los datos individuales, cada persona respondía de una manera. Así, a unos una dieta baja en grasa les subió el peso, a otros les funcionó muy bien. Lo mismo con la dieta baja en hidratos de carbono. Hay una gran variabilidad individual que no entendemos. Ahí es dónde va la nutrición personalizada, a entender lo que ocurre en cada uno de nosotros y a predecir las respuestas para entender que, si alguien adopta una dieta, no resulte en que ha aumentado de peso, sino que cuando se aconseja algo se sepa de antemano que va a tener éxito.
Con la nutrición personalizada recogemos tanta información como sea posible acerca del individuo, de lo que come, de lo que hace, de la actividad física con los sensores. Con ellos, en todo momento, podemos recoger información de nuestra reacción fisiológica, la microbiótica. Esa cantidad de datos alimenta los ordenadores y la inteligencia artificial nos permite esas recomendaciones personalizadas que, en muchos casos, diferirá de esas recomendaciones generalizadas.
La genética es una variable a tener en cuenta, pero no la única. Hay muchas otras, pero vamos a poner ejemplos de genética. Con la nutrición de precisión aprovechábamos esos millones de polimorfismos, de mutaciones, de diferencias en nuestro código genético, lo que nos hace que funcionemos diferente, incluyendo nuestra dieta.
Para prevenir la obesidad habría que comer un guisante, pero eso nadie lo va a seguir y, aunque lo hiciera, no lo haría por mucho tiempo porque no sobreviviría. Puede ser obvio, pero no funciona para todos. En un experimento, en una clínica de obesidad, pusimos a sujetos primero en una dieta de 600 calorías por día y luego, durante el resto del año a 1.200 calorías. En algunos casos, el peso disminuyó, pero en otros no pasaba nada. La diferencia estaba en un gen que es el que más se expresa en el tejido adiposo y se encarga de proteger o no la grasa que almacenamos en él. La conclusión es que, si tienes ese gen, la dieta hipocalórica no va a funcionar. Eso es una manera de predecir. Pero hay que dar una respuesta a la gente y al profesional de salud. ¿Qué alternativa tenemos? En este caso demostramos que la respuesta está en modular, adaptar, los hidratos de carbono de la dieta del individuo. En el caso de aquellos individuos que eran resistentes a los cambios de calorías, sí que funciona una dieta rica en hidratos de carbono complejos. Este es un ejemplo de nutrición personalizada, donde al final del día todos salen ganando, el profesional de la salud y el paciente.
Otros chivos expiatorios son los fritos o las bebidas azucaradas. Prohibirlos para algunos sí se lo pueden permitir. A la hora de los fríos podemos tener un puntaje genético de obesidad que depende de la propensión genética a la obesidad que es informada por ese conjunto de genes. Hoy en día podemos, muy fácilmente, decirle a una persona que tiene un alto riesgo genético de obesidad y recomendarle que no consuma alimentos fritos. Pero a mucha gente que no tiene ese puntaje genético de la obesidad, da igual que los tomen o no porque no va a engordar. Lo mismo ocurre con las bebidas azucaradas. Hay sujetos en los que no tiene el más mínimo efectos y otros en los que tiene un gran efecto.
No solo hay que mirar a lo que comemos, sino a cuando a lo comemos, con lo cual nos metemos en el área de la crononutrición de precisión. La cronobiología es tremendamente importante. Nuestro organismo se guía por los ritmos circadianos. Cada hora del día somos diferentes y en las distintas estaciones también somos diferentes. No se percibe tanto como en otras especies, pero el ser humano se rige también por las mismas normas de la naturaleza, que son las estaciones y la rotación de la Tierra. Si conseguimos tener el ritmo circadiano bien sincronizado, es una ventaja en términos de salud metabólica. Si tenemos una desincronización de nuestros relojes biológicos, entonces acabamos con obesidad, diabetes, cáncer. Esto se vio en el programa de otra investigadora, Martha Garaulet, basado en la dieta mediterránea, en el que había unos sujetos a los que les iba mejor, a otros no tan bien y a otros mejor después de veinte semanas. Lo que les afectaba no era lo que comían sino cuando comían. Lo que lo hacían más tarde perdían menos peso. Si volvemos al gen del que hemos hablado antes, podemos rizar el rizo porque llegamos a más precisión. No vamos a recomendar que la gente coma antes, vamos a recomendar a quién le va a beneficiar. Cuando miramos a este gen, dependiendo de sus variantes genéticas, los portadores del genotipo AA de este gen se ve la diferencia del tiempo. Los que comían tarde perdían poco peso, mientras que lo que lo hacían más pronto disminuían más el peso.
Quiero acabar hablando del microbiota. Con ella hemos estado pescando en ese mar oscuro de información durante más de diez años. La conclusión que llegamos es que es el microbiota influye en nuestra salud y que nosotros influimos en nuestro microbiota. Es un ciclo cerrado. Es decir, lo que comemos influye sobre nuestro microbiota, pero también nuestro microbiota influye sobre lo que comemos. Lo mismo podemos decir sobre el ejercicio, sobre nuestra genética, que también influye sobre la flora bacteriana. El factor más importante de nuestra flora viene de nuestras madres. Cuando nacemos, si el parto es natural, nos inocula esas bacterias. Durante la gestación hace que esas bacterias vayan cambiando para poder hacer un inóculo lo más aceptable posible para el recién nacido. Dónde vivimos, en qué país, si es en el medio rural o urbano, si tenemos animales de compañía, influye también sobre nuestro microbiota. El éxito de los tratamientos farmacológicos depende de nuestro microbiota y eso se ha visto también en la inmunoterapia del cáncer. La edad también tiene un efecto importante.
Uno de los estudios más grandes que se han hecho hasta ahora sobre nutrición de precisión es el estudio Predict, hecho mediante la colaboración empresa industria, con el King’s Collegue de Londres, Stanford, Harvard, Tufts y una compañía de biotecnología e inteligencia artificial, ZOE, con sede en Londres. El propósito era, primero, investigar la variabilidad entre la gente; segundo, qué explica esas diferencias en la respuesta a los alimentos y luego, mediante la inteligencia artificial, poder predecir esa respuesta de los individuos.
En lo que se refiere a ese microbiota, hemos conseguido identificar una serie de bacterias buenas y una serie de bacterias malas. Las bacterias buenas están asociadas con un buen control de los lípidos, del azúcar en la sangre, una menor inflamación, una menor obesidad, un patrón de nutrición saludable, alimentos saludables de origen vegetal, grasas saludables que pueden tener origen animal. Lo contrario ocurre con las bacterias malas. Nuestro objetivo es ver cómo a través de la dieta podemos disminuir las bacterias malas y aumentar las buenas.
¿Cómo será la nutrición del futuro? Lo primero es que cada uno de nosotros haga estudios con diferentes tipos de alimentos y generar muestras biológicas que se procesen a través de esas nuevas tecnologías a través de la inteligencia artificial. Ahí se producirá una destilación de cuáles son esos factores más importantes para el individuo. Esto se incorporará en los sensores personales. A partir de ahí, el profesional de la salud podrá llevar a cabo esas recomendaciones de precisión. En Estados Unidos acabamos de dar el banderazo de salida al mayor proyecto hasta ahora sobre nutrición de precisión, financiado con 170 millones de dólares por el National Institute of Health.
La nutrición de precisión es la respuesta a qué comer para mantenerse saludable. Con ella tenemos la brújula, el GPS que nos marca la dirección. Pero esto será imposible de llevar a cabo si no estamos sentados todos a la mesa, diferentes tipos de investigadores, el sector privado, los gobiernos, los sistemas de salud, las aseguradoras y el público en general, al que hay que educar. Hay que pensar todos juntos en cómo podemos sacar adelante este proyecto de como poder dar la salud a todos mediante la nutrición.
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