La Fundación Rafael del Pino, dentro de su programa de Conferencias Magistrales, recibió, el día 22 de septiembre de 2011, a John L. Ward, quien ha pronunciado la conferencia «El arte de la continuidad de la empresa familiar. Más allá de las buenas prácticas».
Respecto a la situación creada por la recesión económica, John L. Ward cree que la empresa familiar aportó algunas lecciones: “Las ventajas que tiene la empresa familiar -prudencia, compromiso a largo plazo y diversificación- deberían ser objeto de estudio para el resto de las compañías, pero dudo que las empresas no familiares, en especial las grandes sociedades anónimas cotizadas, con amplia base de accionistas, acaben por cambiar su comportamiento a largo plazo teniendo en cuenta las ventajas anteriormente mencionadas. Una vez que salgamos de la crisis, la atención se concentrará, de nuevo, en la consecución de objetivos de beneficio en el corto plazo. Una de las lecciones que sí han aprendido las empresas familiares es la gran ventaja competitiva que supone la implantación del buen gobierno y el preparar a la familia para que comprenda de manera exhaustiva todos los matices del negocio. De este modo, estos tiempos difíciles pueden ser situados en su contexto y se puede disfrutar de la ventaja que supone el contar con una buena Dirección y un buen asesoramiento independiente”.
John L. Ward sostuvo que la empresa familiar tiene determinadas cualidades que le ayudan a ser más resistente y que la capacita para capear mejor la difícil situación económica actual: “La primera de estas cualidades reside en el hecho de que la empresa familiar es más conservadora. Sus balances son, recurrentemente, más sólidos que los del resto de las empresas; su endeudamiento es, en promedio, la mitad que el del resto de compañías equivalentes en tamaño y áreas de actividad. Además, la tasa de reinversión de beneficios es mucho más alta –lo ha sido durante muchos años-. De este modo, las reservas de liquidez disponibles, que se han ido creando a lo largo del tiempo, suavizan los costes de financiación. Estas capacidades son aplicables a un buen número de las empresas familiares del mundo. La segunda cualidad que les permite afrontar momentos difíciles con cierta ventaja es que la empresa familiar tiene un objetivo, una meta a largo plazo. Muchas de ellas se han visto en dificultades como las actuales con anterioridad, bien en las crisis de principios de los años 90, de los 80 o, incluso, en anteriores generaciones. Éste particular sentido de la perspectiva, en estos momentos, es parte central de su motivación, ya que facilita a la empresa familiar la toma de cualquier medida necesaria para garantizar su existencia. Unida a la prudencia financiera, la visión a largo plazo supone una clara ventaja competitiva. El tercer factor diferencial de la empresa familiar es la diversificación, tanto en áreas de actividad como en fuentes de financiación. La diversificación permite a los propietarios afrontar el proceso de toma de decisiones con mayor seguridad”.