La Fundación Rafael del Pino organizó, el 29 de enero de 2019, el diálogo «El contrataque liberal» con motivo de la presentación del libro de Luis Garicano del mismo título editado por Península. En el acto intervino Albert Rivera posteriormente tuvo lugar un diálogo entre Mario Vargas Llosa y Luis Garicano.
Mario Vargas Llosa es Premio Nobel de Literatura en 2010. Nacido en Arequipa (Perú) en 1936, es periodista, escritor y político. Estudió Letras y Derecho y colaboró en varias publicaciones, siendo editor, entre otras, de la revista Literatura. Al mudarse a París, se incorporó en la Agencia France Press y también trabajó en la Radio Televisión Francesa. En tierras peruanas, Vargas Llosa entró en la escena televisiva y en el mundo de la política, siendo derrotado por Alberto Fujimori en las presidenciales de 1990. Su colaboración con EL PAÍS, siendo una de las firmas más reconocibles del periódico en el panorama internacional, se inicia en 1993. Nombrado miembro de la Real Academia Española en 1994, su obra ha sido traducida a más de 30 idiomas.
Luis Garicano Luis Garicano es una figura reconocida a nivel internacional por su investigación sobre cuestiones como el impacto de la tecnología en el desarrollo económico mundial y en la organización de la actividad económica o el futuro del empleo en la economía del conocimiento. En 2017 se incorporó a IE como profesor de Estrategia y Economía, donde dirige el Centro para la Economía Digital desde el cual se impulsará y financiará el desarrollo de estudios en campos de la economía, empresa, sociología y mundo jurídico. Desde el Centro, se diseñarán cursos para los alumnos de IE Business School y se organizarán conferencias para difundir los resultados de su investigación. Garicano ha desarrollado su amplia carrera docente en la Universidad de Chicago y London School of Economics, donde ha ejercido como profesor titular y catedrático; además ha sido profesor visitante en MIT y London Business School. Así mismo, ha ocupado posiciones como economista de la Comisión Europea y en McKinsey & Company.
Albert Rivera es presidente de Ciudadanos. Licenciado en Derecho, Máster en Derecho por ESADE y Doctorando (2002-2004) en Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Barcelona. Cursa estudios en la Universidad de Helsinki (Finlandia) en 2001 y en el año 2009 realiza un curso en Marketing Político en la Universidad George Washington (Estados Unidos). Durante su etapa universitaria, en representación de la Universidad Ramon Llull, gana el Campeonato de España de Liga de Debate Universitario. De 2002 a 2006 trabaja en La Caixa como asesor jurídico. El año 2006 es elegido diputado en el Parlament de Cataluña y desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015 es diputado en el Congreso de los Diputados.
Resumen:
Con motivo de la presentación del libro “El contraataque liberal”, de Luis Garicano, catedrático de Economía de IE Business School, tuvo lugar el 29 de enero de 2019, en la Fundación Rafael del Pino, el diálogo entre el autor y el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. En el transcurso del acto, ambos analizaron los orígenes del populismo y el nacionalismo actuales, así como la repuesta que los liberales pueden dar a los mismos. Vargas Llosa recordó que la realidad que vivimos actualmente, a pesar de todos sus problemas, es infinitamente superior al pasado. Hace doscientos años, el 90% de la población mundial vivía en la pobreza. Hoy, gracias a la globalización, solo lo hace el 10%. En este sentido, hay que ser optimistas porque el mundo se ha globalizado gracias a la expansión de los mercados y a una revolución tecnológica sin precedentes en la historia. Pero, a causa de esos cambios, ha surgido en las sociedades occidentales un sentimiento de malestar, de incomodidad, de inseguridad, que permite que fenómenos sociales que se creían extintos, como el nacionalismo, rebroten. Y son muchos, fundamentalmente en Europa, los que buscan en él una respuesta a esa incertidumbre. Gracias a la globalización y a la tecnología, hoy, por primera vez en la historia, los países pueden elegir si quieren ser ricos o pobres. Pero esta situación provoca una enorme incertidumbre, debido a las inseguridades laborales que conlleva. La inteligencia artificial ya es una realidad de nuestro tiempo, que va a comenzar a reemplazar el trabajo humano de una manera inevitable, puesto que los robots pueden trabajar 24 horas y su productividad es infinitamente mayor. Muchos seres humanos se sienten perdidos en esta nueva realidad y buscan el regreso a la tribu, el rodearse de gente con la que se sienten cómodos y seguros, que habla su misma lengua y practica sus mismas costumbres. Esa es la razón de ser de ese nacionalismo que creíamos extinguido: el deseo profundo de escapar de esa inseguridad. Garicano indico al respecto que cuando fuimos conscientes de la amenaza populista fue el día del Brexit. Después hemos visto cómo ese movimiento se reproducía con Trump en Estados Unidos, con el nacionalismo en Cataluña, en Hungría o en Polonia. Parece que, en cada sitio, es una cosa diferente, pero hay un sustrato común a todos estos fenómenos: los cambios inducidos por la tecnología en el mercado de trabajo. La gente asiste a la destrucción de los empleos rutinarios y no tiene la seguridad de que el futuro vaya a ser mejor. Por ello, si queremos luchar contra el populismo, tenemos que entender las causas y buscar respuestas. Ese miedo de la gente es legítimo y hay que darle una respuesta. Esa respuesta para por un mercado dinámico y por un estado del bienestar potente, que es lo que permite que exista ese mercado dinámico. Parte de la respuesta, por tanto, consiste en repensar el estado del bienestar. Vargas Llosa añadió que la inteligencia artificial va a dejar a mucha gente sin trabajo. Tendemos a pensar que serán los empleos más humildes los que van a ser barridos, pero, en realidad, quienes están afectados y van a sufrir esa sustitución del trabajo humano por las máquinas son las clases medias. Los peluqueros, el personal de limpieza de los hoteles o los camareros no van a desaparecer, pero sí los empleados de las enormes burocracias que hacen un tipo de trabajo rutinario que pueden realizar las máquinas. Y aunque van a surgir nuevos empleos, la gente siente que nunca van a crearse los suficientes para reemplazar los que los robots van a ocupar. Por eso, hay que explicar a la gente que el mundo ha cambiado y que nuestra mentalidad también debe hacerlo para adaptarse a este mundo nuevo en el que los beneficios serán muy superiores a los perjuicios. El problema, en este sentido, es que el triunfo de los nacionalismos sería un gran obstáculo para el progreso. Por eso hay que acompañar el progreso con ideas. Garicano señaló, en este sentido, que los humanos somos muy buenos a la hora de encontrar lo que queremos hacer. Lo que sí es cierto es que se está produciendo una transición muy rápida y que afecta a muchos empleos, pero los afectados pueden hacer otras cosas. Volviendo a la cuestión del nacionalismo, Vargas Llosa establece una diferencia muy clara entre nacionalismo y patriotismo. El patriotismo es un sentimiento benigno y fraternal. Es comprensible que uno se sienta cómodo con la patria de sus padres, con la gente que habla el mismo idioma, que practique costumbres similares. En eso no hay odio hacia los demás. Pero cuando ese sentimiento es deformado por demagogos interesados en alcanzar el poder es cuando empieza a aparecer el nacionalismo. En el pasado, el nacionalismo llenó de cadáveres el mundo. Por eso, es fundamental enfrentar a los nacionalismos sin complejos de inferioridad y con ideas y políticas que muestren de una manera fehaciente y contagiosa a quienes temen este mundo que este mudo puede ser muchísimo mejor siempre que hagamos las cosas en la buena dirección, en la dirección altruista, fraterna, constructiva. Este es el gran sustento de la libertad, de la democracia. Ningún país europeo por si solo puede responder a los grandes desafíos de nuestra época. Esta realidad es lo que hizo nacer Europa. Frente a ella, los nacionalismos contraponen una idea arcaica, nacionalista, una Europa que nunca existió. Garicano añadió que lo que dice el gobierno es que no sabe como se controlan estas fuerzas de la globalización y el cambio tecnológico. La sensación que tiene la gente es que, si no le dan respuestas, va a buscar otras respuestas. En Cataluña hay la sensación de que el estado decide una serie de cosas y luego no se implementan. Este es un caldo de cultivo enorme para el populismo. Una forma de eliminar la ansiedad es decir a la gente que se entienden los problemas y que se van a poner los medios para resolverlos, para que se cumpla la voluntad que se ha expresado. Frente a esta modernidad líquida, desde el liberalismo hay que decir que hay unas decisiones que se adoptan democráticamente y que se van a cumplir. Tiene que haber un Estado que diga que se va a cumplir la ley. Respecto a Europa, Garicano comentó que ha sido el punto de encuentro de estos nacionalismos que están surgiendo. Todos ven a Europa como el enemigo a batir, porque es la superación del conflicto. Se hablar con este tono con la idea de destruir Europa desde dentro. Europa es la clave de esta paz y de esta prosperidad. Lo que tenemos que mostrar es que Europa funciona. Europa ha dado argumentos a los populistas en dos áreas, que son la emigración y el euro, que afectan al corazón y al bolsillo de las personas. Europa ha creado unas instituciones tecnocráticas, que son incompletas y no sirven cuando estamos en el núcleo de la soberanía nacional. Alimentan este populismo antieuropeista. Europa es la solución, es necesaria, pero tiene que funcionar. Vargas Llosa concluyó que la mejor prueba de que Europa funciona es España. Basta haber vivido cincuenta años para comprobar de una manera fehaciente los enormes beneficios que trae Europa a sus países miembros. En los años cincuenta, España era un país subdesarrollado que se parecía mucho a Latinoamérica. En los sesenta, Europa abrió las puertas a millones de españoles que fueron a trabajar a otros países, cuyas remesas contribuyeron muchísimo al desarrollo económico. Después, España asombró al mundo por la transición política y por la transición de un país pobre y cerrado a otro abierto y muy próspero. Esto no hubiera sido posible sin Europa.
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