La Fundación Rafael del Pino albergó, el día 24 de octubre de 2011, la presentación del informe de la Corporación Financiera Internacional y el Banco Mundial titulado “Mujer, empresa y regulación 2012”, que ha sido presentado por Augusto López-Claros, Director del Departamento de Análisis e Indicadores Globales del Banco Mundial y de la Corporación Financiera Internacional. El acto contó con las intervenciones de María del Pino, Presidenta de la Fundación Rafael del Pino, y Gonzalo García Andrés, Director General de Financiación Internacional del Ministerio de Economía y Hacienda.
Augusto López-Claros sostuvo que: “Una de las consecuencias de la crisis es que los países se han visto en la necesidad de conceder muchos estímulos fiscales y aumentar el gasto público. Algunos gobiernos han puesto en marcha estas políticas mucho mejor que otros; aquellos países con niveles de endeudamiento público elevado han visto cómo el deterioro de las cuenta fiscales y el crecimiento del déficit público han mellado la confianza de los mercados en la sostenibilidad de sus finanzas públicas. Ésto, lamentablemente, ha tenido un efecto muy negativo ya que, cuando los mercados pierden la confianza en un país, aumenta la percepción del riesgo, su financiación es más cara y se le complica mucho su situación fiscal. A medio plazo, la solución a una buena parte de la crisis actual está en trasladarnos a una situación de gestión mucho más cautelosa de las finanzas públicas. Vamos a tener que aprender a vivir con déficit más pequeños y con menor endeudamiento público. De otro modo, siempre estaremos cautivos de los mercados y esa es una situación muy difícil y muy dolorosa”.
El informe “Mujer, empresa y regulación 2012”, elaborado por la Corporación Financiera Internacional y el Banco Mundial, refleja, según Augusto López-Claros, que “ha habido una mejora paulatina, en los últimos años, en la eliminación de las diferencias que establecían las leyes entre hombres y mujeres, pero aún subsisten muchas de estas diferencias en distintas partes del mundo. Tenemos por delante un importante desafío para seguir haciendo progresos […]. Cuando, en algún país –sea por tradición, por algún tabú social u otras consideraciones- la mitad de la población, las mujeres, no pueden realizar su contribución a la actividad económica, bien en el mercado de trabajo, bien en el proceso de toma de decisiones, la productividad se ve mellada y, en última instancia, la actividad económica sufre”.