Un proyecto para España

Ana Palacio, Javier Gomá y Joaquín Leguina

La Fundación Rafael del Pino y la Fundación Transforma España organizó el día 30 de octubre de 2019 el diálogo «Un proyecto para España» en el que participarán Ana Palacio, Javier Gomá y Joaquín Leguina.

Ana Palacio es abogada internacional especializada en derecho europeo, derecho internacional público y arbitraje y dirige el bufete jurídico Palacio y Asociados. Actualmente, es consejera de Pharmamar (empresa líder en biotecnología) y de AEE Power (infraestructuras de energía), y consejera independiente coordinadora de Enagás (gestora técnica del sistema gasista español). Es miembro del Consejo Asesor de Investcorp (inversiones alternativas) y del Consejo Asesor Internacional de Office Chérifien des Phosphates (fertilizantes), y forma parte del Consejo Rector Internacional del IE Business School (escuela de negocios). También es miembro del Consejo Ejecutivo de The Atlantic Council of the United States, del Consejo Asesor Externo de la Energy Futures Initiative, de los Consejos Asesores del Sandra Day O’Connor Justice Prize y del MD Anderson Cancer Centre, así como de los Patronatos del Real Instituto Elcano, la Fundación Consejo España-EE.UU. y el Institute for Human Sciences. Recientemente, ha sido elegida miembro de la Global Leadership Foundation. Miembro del Parlamento Europeo entre 1994 y 2002, Ana Palacio fue la primera mujer Ministro de Asuntos Exteriores de España (2002-2004). Como Diputada a Cortes, entre 2004 y 2006 presidió la Comisión Mixta del Congreso y el Senado para la Unión Europea. Entre 2006 y 2008 ocupó el cargo de Vicepresidenta Primera-Consejera General del Grupo Banco Mundial y de Secretaria General del Centro Internacional para el Arreglo de Diferencias de Inversiones (CIADI). Además, desempeñó el cargo de Vicepresidenta Ejecutiva a cargo del Departamento Internacional del grupo francés AREVA (2008-2009). Ha sido miembro electivo del Consejo de Estado del Reino de España entre marzo del 2012 y octubre del 2018.

Javier Gomá Lanzón es un filósofo, escritor y ensayista español, autor de la Tetralogía de la ejemplaridad y de una trilogía teatral. Es también director de la Fundación Juan March. Se licenció en Filología Clásica (1988) y en Derecho (1992) en la Universidad Complutense de Madrid. Se doctoró en Filosofía en la Universidad Nacional de Educación a Distancia con la calificación sobresaliente cum laude por unanimidad. Defendió su tesis en 2001 sobre la imitación (a la que luego llamará ejemplaridad) como pauta ética. En 1993 ganó las oposiciones al Cuerpo de Letrados del Consejo de Estado con el número 1 de su promoción. Cursó la carrera de Derecho y la oposición en solo tres años. En 1996 empezó a trabajar en la Fundación Juan March (con sede en Madrid), de la que en 2003 fue nombrado director, cargo que ocupa actualmente. Ha reunido su obra filosófica en dos recopilaciones: Tetralogía de la ejemplaridad y Filosofía mundana. Es autor también de Ingenuidad aprendida y La imagen de tu vida. Ha escrito una trilogía teatral que incluye monólogo dramático, Inconsolable, publicado íntegramente por El Mundo, y programado por el Centro Dramático Nacional. Por su primer libro, Imitación y experiencia, obtuvo el Premio Nacional de Literatura, modalidad Ensayo, de 2004. Ha obtenido otros premios y reconocimientos (Premio FIES, ABC Cultural & Ámbito Cultural, Antonio Fontán, Líder Humanista 2018, etcétera). Es patrono del Teatro Real y del Teatro de La Abadía de Madrid. En 2012 y en 2014 la revista Foreign Policy (en español) lo incluyó en la lista de los cincuenta intelectuales iberoamericanos más influyentes. Ha recibido varios galardones por sus libros; ha impartido conferencias en multitud de instituciones españolas y en Italia, Estados Unidos, Chile y Argentina. Colabora habitualmente en periódicos, suplementos culturales y radio. Es considerado por algunos el Ortega del siglo XXI. Es miembro del Consejo Asesor de Revista de Estudios Orteguianos. Miembro del International Visitors Program del Departamento de Estado/USIA de EEUU (año 2000).
Ha escrito, entre otros, en los siguientes periódicos, revistas y suplementos culturales: El Mundo, La Vanguardia, Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, El País, Babelia, El País Semanal, ABC, ABC Cultural, El Cultural, Claves de Razón Práctica, Revista de Libros, La Razón, Revista de Occidente, Metrópolis, El Noticiero de la Ideas o Turia.

Joaquín Leguina es Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Bilbao. Máster en Demografía por el Instituto de Demografía de la Universidad de París (IDUP), doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y en Ciencias Humanas y Demografía por la Sorbona de París. Ingresó en el Cuerpo de Estadísticos Facultativos del Instituto Nacional de Estadística en 1969. Compaginó su actividad docente como Profesor de Demografía en las Universidades de Madrid (1967-1978) y de Santiago de Chile (1973-1974) con la profesional como demógrafo asesor en diversos organismos y empresas: en el Instituto Nacional de Estudios Demográficos (INED) de París; en el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Politécnica de Valencia. Fue ganador del proyecto “Demografía Social y Ordenación del Territorio”, de la Fundación FOESSA, y Director, entre 1974 y 1978, de los informes sobre la Distribución de la Renta en España. Fue representante del INE en los grupos de trabajo sobre Demografía y Estadística, dentro de las Conferencias de la ONU, OCDE y Consejo de Europa (1969-1973) y funcionario de Naciones Unidas en CELADE (Comisión Económica para América Latina) en Santiago de Chile (1973-1974). Ha sido Concejal del Ayuntamiento de Madrid (1979-1983); Secretario General de la Federación Socialista Madrileña (1979-1990) y Diputado en las Cortes (1982-1983), (1996-2008). Fue Presidente de la Comunidad de Madrid desde 1983 a 1995. Es autor de artículos y publicaciones de carácter científico sobre estadística, estudios sociales y economía aparecidos en diversas revistas. También ha escrito libros relacionados con su actividad profesional, como “Fundamentos de Demografía” (1973) o “Estudio sobre la población española” (1972). Es autor de diversas obras literarias: cuentos, novelas (la última se titula “La luz crepuscular”, Alfaguara. 2010) y ensayos, entre éstos, los más recientes, son: “Historia de un despropósito” (2013), “Los 10 mitos del nacionalismo catalán” (2014), ambos en Temas de Hoy.
Está en posesión de condecoraciones en Francia, Chile y España.

Resumen:

El 30 de octubre de 2019 tuvo lugar en la Fundación Rafael del Pino el diálogo titulado “Un proyecto para España”, en el que participaron Ana Palacio, ex ministra de Asuntos Exteriores; Javier Gomá, director de la Fundación Juan March, y Joaquín Leguina, ex presidente de la Comunidad de Madrid. El primero en intervenir fue Javier Gomá, quien indicó que, si tenemos que preguntar por la esencia de lo español, tendremos que acudir a la historia de España. En su opinión, para poder responder, tenemos que recuperar la capacidad de asombro sobre los logros históricos españoles. Entre ellos, Gomá destacaría la Transición, que la describió como una revolución que tuvo lugar entre 1975 y 1978. Esa revolución implicó un desplazamiento súbito de la soberanía desde el jefe del Estado al pueblo. La Transición es una revolución que mejora revoluciones anteriores, como la inglesa, la americana, la francesa o la rusa. Las mejora porque la Transición española se hizo a través de la ley, no mediante la violencia como en los otros casos. De esta forma, España dio un ejemplo, tardío pero excelente, de una revolución pacífica que significo la mayoría de edad de España como país moderno. Gracias a la Transición, en España se vive mejor que nunca. En paralelo al progreso económico se produjo un progreso moral. Por tal se entiende la sustitución de la ley de la naturaleza, que es la ley del más fuerte, por la ley del amor, que es la ley del más débil. Esto nos hace vivir una vida mejor y más digna de ser vivida. La paradoja reside en que, aunque vivimos en el mejor momento de la historia, se extiende una sensación de tristeza, descontento, indignación, cólera. Esto se debe a que, en la medida en que nuestro sentimiento de la dignidad es cada vez más importante, mayor es el número de cosas que consideramos inaceptables. Por último, está el problema del cortoplacismo. A los políticos les preocupa el plazo parlamentario de cuatro años y a las empresas el balance anual. Por tanto, ¿quién se hace cargo del largo plazo? Es aquí cuando aparece la importancia de contar con una ciudadanía ilustrada. Una sociedad que descansa en una ciudadanía que no ha sido educada bien, no es sostenible, por mucho que tenga buenas leyes. Si las leyes y las instituciones no descansan en una sociedad ilustrada, todo es inútil. Una ciudadanía ilustrada es, por encima de todo, una sociedad que es consciente de su dignidad, que hace de su ciudadano ilustrado un buen votante que distingue entre buenos y malos partidos políticos, que discrimina entre las empresas que tienen buenas prácticas y las que no, que diferencia entre medios de comunicación que ayudan a formar la opinión pública de aquellos otros que tratan de manipular la verdad. A continuación, intervino Joaquín Leguina, ex presidente de la Comunidad de Madrid, quien dijo que los currículums de los actuales diputados no le llegan a la suela de los zapatos a los de los diputados de la Transición. Para arreglar eso, los partidos se inventaron las primarias, que son un fraude total, porque quienes participan en ellas no representan al electorado del partido, sino a la facción más sectaria del mismo. Además, una vez que es elegido el líder en un plebiscito, éste se adueña del partido y elimina a los que no están con él. Los líderes políticos españoles, además, se miran más el ombligo que a la sociedad. No son capaces de ponerse de acuerdo. Son unos incompetentes incapaces de formar un gobierno porque anteponen los intereses personales a los de la sociedad. Esto se arreglaría con una ley de partidos de verdad, porque los partidos carecen de obligaciones. Además, una persona no puede ser representante de la ciudadanía si no ha trabajado en su vida. Sin embargo, el porcentaje de representantes que nunca ha trabajado va creciendo inexorablemente y, a este paso, va a llegar al cien por cien. Esto no puede ser. Por ello, hay que exigir reglas dentro de los partidos, que han de ser democráticos en su funcionamiento y su composición, porque el sistema asambleario, plebiscitario no tiene que ver con la democracia. La última en intervenir fue Ana Palacio, ex ministra de Asuntos Exteriores. A su juicio, no somos conscientes del privilegio que supone ser español. También denuncio que hoy, en España, tenemos una relación entre los ciudadanos y los poderes públicos que se asemeja cada vez más a la relación consumidor proveedor de servicios. La Transición, dijo, fue un éxito mayúsculo y en la reconciliación se vio el papel de las élites. Había una conciencia tácita. Los españoles, además, queríamos ser como el resto de los europeos, no ser diferentes de ellos. Eso implicaba estar en dónde siempre hemos pertenecido, pero con una democracia, porque España era ontológicamente Europa y había contribuido a configurarla desde los romanos. Aún así, los españoles necesitamos vernos en el espejo de los extranjeros. Esto forma parte de la peculiaridad de ser español. Los tres ejes que han definido España son nuestro anclaje en la cuenca mediterránea, nuestro ser europeo y la vocación ultramarina, que es lo que define al genio español. Eso hay que tenerlo en cuenta en un proyecto para España. Ese proyecto se imbrica en un mundo que está en mutación. En estos momentos no está claro qué va a deparar esa mutación. Por tanto, no podemos buscar el crear cualquier proyecto sin tener en cuenta ese mudo que está cambiando. En ese contexto, el descontento es nostalgia. Por lo que se refiere a Europa, estamos en un momento en que la construcción europea no proyecta, no prende. Estamos en un momento intergubernamental en el que lo que está primando son los intereses nacionales. Por eso hay que jugar el anclaje mediterráneo, por ejemplo, con África donde podemos tener un papel fundamental. España tiene que jugar sus cartas según los intereses de España sin perder de vista que España es muy pro europea. Respecto a los españoles, Ana Palacio se muestra optimista porque se conservan esas redes primarias de relación que nos han permitido atravesar la crisis mucho mejor que otros. Redes como la familia o las relaciones de vecindario. No somos ingleses ni franceses, ni lo vamos a ser nunca. Lo que necesitamos es proyectar autoestima, pero tenemos mimbres para hacer ese proyecto de país, que tiene que ir vinculado a los jóvenes. Pero hay que tener en cuenta que un proyecto no va a ser nunca atractivo para el cien por cien de la sociedad. Lo que tiene que ser es atractivo para una mayoría.

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