Conferencia Magistral Jeremy Rifkin

El green new deal global

La Fundación Rafael del Pino organizó, el de octubre de 2019, la Conferencia Magistral de Jeremy Rifkin “El green new deal global. Por qué la civilización de los combustibles fósiles colapsará en torno a 2028 y cuál es el audaz plan económico para la salvar la vida en la tierra” que impartirá Jeremin Rifkin con motivo de la publicación de su último libro de igual título.

Jeremy Rifkin es divulgador clave de nuestros tiempos que analiza el impacto económico, ambiental, social y cultural de las nuevas tecnologías en la economía mundial. Es profesor de la Wharton School. Es el creador de la teoría de la Tercera Revolución Industrial, basada en las Tecnologías de la Información. Fundador y presidente de la Fundación para el estudio de Tendencias Económicas, se licenció en Economía en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania y en Asuntos Internacionales en la Fletchen School of Law and Diplomacy de la Tufts University. Ha ejercido de consejero a varios gobiernos durante sus presidencias de la Unión Europea: Francia, Alemania, Portugal y Eslovenia, entre otros. Asimismo, asesora regularmente al Parlamento Europeo en materias de medio ambiente, tecnología y seguridad energética. Escribe columnas de opinión en los principales periódicos de varios países: Los Angeles Times, The Guardian, Die Süddeutsche Zeitung, El Mundo, Clarín, etc. Ha participado en multitud de foros y conferencias, en más de 200 universidades, en 30 países en los últimos 30 años.

Resumen:

El 24 de octubre de 2019 tuvo lugar en la Fundación Rafael del Pino la conferencia de Jeremy Rifkin, economista, sociólogo y asesor de la UE y China, titulada “El ‘Green new deal’ global”. Según Rifkin, el cambio climático provocado por la utilización de combustibles fósiles está llevando a toda la vida de la Tierra a la sexta extinción, debido al aumento de la temperatura. Para evitar este cataclismo, habría que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45% respecto a los niveles alcanzados en 2010, y habría que haberlo conseguido no más allá de 2030. La sociedad se está movilizando para evitar este cataclismo y el ‘green new deal’ (nuevo pacto verde) se está convirtiendo en eje central del discurso político. Las empresas también están reaccionando. Sectores clave como las tecnologías de la información y la comunicación, la energía, el transporte y la logística, y el sector inmobiliario, apuestan cada vez más por las energías limpias, las prácticas respetuosas con el medio ambiente, la economía circular y la resiliencia frente al cambio climático. Los nuevos desarrollos tecnológicos están facilitando este cambio de paradigma. Gracias a ellos, los costes de las energías solar y eólica han caído drásticamente y, en la actualidad, se encuentran por debajo del de las energías convencionales. Como consecuencia de ello, en 2028 podría producirse el colapso de la civilización basada en el carbono como fuente de energía. Las economías nacionales, por tanto, tendrán que adaptarse con rapidez a este nuevo escenario si quieren sobrevivir y seguir prosperando. Para conseguirlo, es preciso que las autoridades adopten una nueva estrategia económica que sea factible tanto para las grandes ciudades como para los pequeños núcleos urbanos y las comunidades rurales. A lo largo de la historia, los cambios de paradigma económico se han producido gracias a la combinación de un sistema de comunicación, una nueva fuente de energía y un nuevo sistema de transporte. En la primera revolución industrial actuaron, en este sentido, la máquina de vapor y el telégrafo, el carbón en abundancia y el ferrocarril. En la segunda revolución industrial los protagonistas fueron la electricidad, el teléfono, la radio y la televisión, el petróleo y los vehículos de combustión interna. En la tercera revolución industrial, en cuya cúspide nos hayamos ahora, interactúan la banda ancha, el internet de la energía renovable y el internet de la movilidad y la logística, con vehículos eléctricos. Todos ellos se apoyan en el internet de las cosas, que se integra en los inmuebles residenciales, comerciales e industriales neutros en carbono, que pueden gestionar y suministrar energía. Los edificios, por tanto, se están transformando en nodos y redes inteligentes para generar, gestionar y almacenar energía. Esto afectará a todos los sectores y propiciará la aparición de nuevos modelos empresariales y de nuevas oportunidades de empleo. Para que el sistema funcione se necesitará construir una red inteligente de energía en todo el territorio de un país, puesto que la red eléctrica está pasando de un sistema centralizado a otro distribuido, basado en millones de centros de generación de energía solar y eólica. Los gobiernos deberán asumir la responsabilidad principal de financiar este proceso durante los diez o veinte años que se tardará en desarrollar esa red eléctrica inteligente. Ese sistema, al incluir a millones de actores, será más diverso y complejo, con lo que se volverá más vulnerable frente a los ciberataques y los fenómenos climáticos. Por ello, es preciso incrementar su resiliencia, por ejemplo, mediante la instalación de microrredes, para permitir que la economía y la sociedad sigan funcionando. Para financiar el desarrollo de esta red energética inteligente, el gobierno tendrá que apoyarse en un sistema bancario ecológico y capaz de proporcionar los fondos necesarios. Una forma de hacerlo puede ser la emisión de bonos verdes que permitan invertir en el desarrollo de las infraestructuras ecológicas. Los inversores podrían ser, en gran medida, fondos de pensiones públicos y privados, aunque también podrían ser otro tipo de inversores institucionales. Los fondos de pensiones, de hecho, están empezando a salir de los sectores relacionados con los combustibles fósiles y a entrar en las inversiones verdes. Otra parte de la financiación pude proceder de los presupuestos públicos. Este cambio de paradigma energético es inevitable. Las energías solar y eólica son las más baratas del mundo y sus costes fijos van a seguir cayendo de forma exponencial durante mucho tiempo. Además, el coste marginal de generarlas es prácticamente cero, cosa que no sucede con otras fuentes de energía como el carbón, el petróleo, el gas o el uranio.

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