Voces liberales. Frente al autoritarismo

Antonella Marty, Gloria Álvarez y María Blanco

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 16 de septiembre de 2021, el diálogo en directo a través de www.frdelpino.es titulado «Voces liberales. Frente al autoritarismo» en el que intervendrán Antonella Marty, Gloria Álvarez y María Blanco.

Antonella Marty, es politóloga, directora asociada del Centro para América Latina del Atlas Network en Washington D. C., EE.UU. y directora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad en Argentina. Máster en Políticas Públicas y licenciada en Relaciones Internacionales por Universidad Torcuato Di Tella en Buenos Aires, Argentina. Encargada del área de comunicaciones en la Fundación Internacional para la Libertad, España. Es autora de los libros La dictadura intelectual populista (2015), Lo que todo revolucionario del siglo XXI tiene que saber (2018) y Capitalismo: un antídoto contra la pobreza (2020).

Gloria Álvarez, es politóloga, escritora, presentadora de televisión y locutora de radio. Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Francisco Marroquín y maestría en Desarrollo Internacional en la Universidad Sapieza de Roma, Italia. Además, conduce el programa de radio Viernes de Gloria transmitido por la cadena Libertópolis y también HDP, hijos de la política transmitido por Azteca Guatemala. Ha publicado, entre otras, obras como Cómo hablar con un conservador (Deusto, 2019) Cómo hablar con un progre (Deusto, 2017) y, junto a Axel Kaiser, El engaño populista (Deusto, 2016).

María Blanco es doctora en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad CEU-San Pablo. Compagina la docencia y la investigación académicas con la difusión del liberalismo en diversos medios de comunicación. Es autora de Las tribus liberales (Deusto, 2014) y Afrodita desenmascarada (Deusto, 2016), y coautora de Hacienda somos todos, cariño (Deusto, 2020).

Resumen:

El 16 de septiembre de 2021, la Fundación Rafael del Pino organizó el diálogo “Voces liberales. Frente al autoritarismo”, en el que participaron Antonella Marty, directora asociada del Centro para América Latina del Atlas Network en Washington D. C.; Gloria Álvarez, politóloga, escritora, presentadora de televisión y locutora de radio; y María Blanco, profesora de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad CEU-San Pablo.

Para Antonella Marty, la libertad individual es un tema central hoy más que nunca frente a todo tipo de colectivismo. Los liberales se enfrentan a todo tipo de colectivismo. Ahí surge el aspecto central de la libertad. La libertad no se divide en trocitos, como no se divide según le convenga a algún político, a alguna institución, a alguna religión, a alguna moral determinada que nos quieren imponer muchas veces. Es un todo y como un todo hay que defenderla frente a todo tipo de dictaduras. Esa defensa implica la libertad del individuo para tomar decisiones por sí mismo, sin que otras personas tomen decisiones por ellos. Ser liberal es ser adulto, esperar que te traten como adulto y tratar a los demás como adultos. Tenemos gobiernos que nos tratan como niños y hay que cortar con eso. El liberalismo no ha sido únicamente esa defensa del libre mercado, del capitalismo, de la propiedad privada. También entra en otros aspectos como la igualdad ante la ley. En una sociedad de adultos, la libertad individual no termina donde empiezan las emociones o los sentimientos de los demás. Por tanto, nadie tiene porqué imponer a otros una moral o un estilo de vida.

Gloria Álvarez añadió que en todas las culturas se encuentran chispazos de libertad en todos los tiempos históricos. Siempre que ha habido un individuo que ha cuestionado la mentalidad en masa de seguir a un caudillo solo por seguirlo, aparecen los chispazos de libertad. Eso no es exclusivo de Occidente. También se han dado esas personas en el mundo asiático, en la América pre hispánica, hasta en África. Cuando decimos que el liberalismo surgió en Occidente y por eso hay que alabar a Occidente, muchas personas confunden que la razón por la que surgió en Occidente fue a pesar de los vicios de Occidente, no gracias a ellos. Hay gente que quiere defender el liberalismo diciendo que se dio en Occidente porque en Occidente había nacionalismos, fronteras, cristianismo, esclavitud, machismo. Es verdad que surge en Occidente, sobre todo en el siglo XIX, acumulando la experiencia que se había dado en otros siglos, pero, principalmente, para oponerse a esa sociedad estamental, feudalista, monárquica, religiosa, y pudo surgir en esos lugares donde no se perseguía la búsqueda de la verdad. Ser liberal fue oponerse a esa sociedad estamental muy protegida por conservadurismos que buscan nacionalismos fronterizos o una moral que solo se concibe con religión. Los liberales deben poder dar a entender a las personas que, sin religión, sí hay moral, sí hay capacidad de tener derechos individuales en las sociedades donde se respetan los derechos de las personas. Cuando nos tratan como niños, los regímenes totalitarios se vuelven represivos. Cuando se habla de un régimen liberal que nos trate como adultos, es hablar de la posibilidad de tener imaginación, creatividad, expansión de las ideas.

María Blanco comento que, si se centran en ese mensaje, da la sensación de que están diciendo a los demás que, si no aceptan los principios liberales, son una panda de niñatos. Es mucho más fácil ser Peter Pan en nuestra sociedad que ser una persona adulta que se hacer cargo de sus responsabilidades. Ser adulto implica la necesidad de emanciparse, que es lo que hacen los hijos. Todos necesitamos emanciparnos de los demás y también de las instituciones en las que nos hemos criado. Esto no quiere decir que tengamos que acabar necesariamente con ellas. Ahora bien, cuando hablamos de emancipación frente a soberanía, frente a sometimiento, no hay que olvidar que en nuestras sociedades hemos logrado fabricar unas cárceles fantásticas superamplias, con barrotes de oro, incluso si seguimos siendo Peter Pan porque, al final, cuando pasa algo, miramos al Estado pidiendo ayuda. Cuando esas cárceles se hacen pequeñas, se nota su presión, como en la Unión Soviética, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, es cuando una persona se da cuenta de la importancia de esa emancipación individual.

Antonella Marty se refirió al miedo e indicó que el miedo es lo que impera en todos los tipos de sistemas cerrados, que rechazan la libertad. Si se piensa en el libre mercado y lo que ha logrado a lo largo de la historia, ese logro es la confianza, que es la antítesis de esa concepción. Nos desarrollamos cuando el ser humano entendió que era más beneficioso para él relacionarse y comerciar que guerrear. A lo largo de la historia, el concepto de emancipación ha ido de la mano del liberalismo, porque el liberalismo surge de la defensa de la libertad individual, la libertad económica y la libertad política. La emancipación de la mujer se produjo gracias al liberalismo y al capitalismo. El liberalismo es el mejor amigo de la mujer, el mejor amigo de las personas de cualquier tipo de color de piel. La lucha por el abolicionismo ha sido, también, una lucha liberal, o, incluso, la defensa de las libertades LGTB. Hoy los grandes enemigos de la libertad están apareciendo como los grandes amantes de la libertad. El liberalismo surge dentro de un modelo entendido como un anticuerpo. El liberalismo surge en Occidente porque era un cuerpo enfermo y el liberalismo surge como un anticuerpo, como un enfrentamiento a los atropellos que existían en Occidente.

Respecto a la batalla cultural, indicó que unir un término bélico como batalla a otro como cultura, que es un orden espontáneo, es una gran contradicción. La cultura es un orden espontáneo, igual que surge el lenguaje, el mercado, todos estos órdenes que conocemos. El concepto de batalla cultural es querer imponer una cultura sobre otra, creer que una cultura es mejor que otra, simplemente porque alguna persona, institución, religión, movimiento o partido populista de izquierdas o derechas viene a decirnos que esa cultura es el modelo perfecto de sociedad.

Gloria Álvarez añadió que lo que tiene que haber es una batalla de las ideas porque hay ideas que se tienen que contrarrestar. Si una idea se implementa en la práctica y tiene resultados como miseria, hambre, pobreza, fuga de cerebros y genocidio, como es el comunismo, esa idea no sirve ni en el papel, ni en la práctica. No funciona, es mala. Lo que tiene el liberalismo de bueno es que dice vamos a ver cómo se nos presenta la realidad, como podemos utilizar métodos que son de sentido común y obedecen a la razón y la ciencia, no al misticismo, al dogmatismo o al populismo, para, de esta forma, avanzar. Lo que nos ha enseñado la historia de la humanidad es que cuando hay libertad y nos respetamos los unos a los otros, nos va mejor. El liberalismo nos dice que como nadie puede tener toda la razón, todo el conocimiento, toda la información a la vez, lo mejor es que cada cual sea el gestor de su propia vida. Si no nos emancipamos psicológicamente, ¿cómo vamos a tener instituciones que obedezcan a ese sentido común? No las vamos a tener. Van a seguir siendo instituciones que obedecen al dogmatismo, a la batalla cultural, a lo que sea que venga. Tradicionalmente se creía que el éxito venía de evitar el fracaso, que la felicidad venía de ser casi un robot que nunca sienta tristeza. Mientras más se protege a alguien del fracaso, de lo diferente, de lo más duro de la vida, más fácil lo vuelves. Para ser adulto, hay que caerse para levantarse. El liberalismo siempre ha abrazado esta lógica desde el mercado libre porque desde el mercado libre siempre va a haber una destrucción creativa. Los empleos que eran cruciales hace doscientos años, hoy ya no existen. Los que hoy son cruciales, dentro de trescientos años, si el mundo sigue avanzando, van a cambiar. Hay gente que le tiene pánico a eso, por lo que nos quieren devolver a un pasado idílico que nunca existió. Lo que había eran tribus en las que el individuo no existía. La única manera de ser feliz es fracasando, pero decir eso es difícil porque estás compitiendo con fantasías románticas. Los liberales muestran la realidad tal cual, compitiendo con la fantasía socialista, o con la fantasía nacionalista. Por ejemplo, el feminismo se opone al patriarcado, pero su solución es volver al padre más corrupto de todos que es el Estado. A eso es a lo que se enfrentan quienes defienden el liberalismo en su totalidad, no a los que defienden solo las partes que les convienen.

María Blanco indicó que el miedo al fracaso, esa necesidad de tener una imagen idílica de cómo eres por dentro y por fuera, de cómo va a ser tu futuro, ese miedo a la incertidumbre, están especialmente enfatizados en nuestra sociedad porque no nos miramos hacia adentro como personas adultas, porque tenemos un problema de identidad. Entonces buscamos la identificación fuera para que nos digan cómo tenemos que ser. No nos marcamos metas personales, sino que también las delegamos. Entonces hay que tener una carrera superexitosa, un matrimonio ideal, hay que ajustarse al entorno para que no te tiren piedras. Pero eso es un deterior de nuestra libertad individual, de lo que nos hace ser humanos.

La batalla cultural la entiende como la importantísima necesidad de deshacer tópicos que se han ido inoculando como, por ejemplo, los ricos son malos, el mercado es malo. Se han instalado determinados tópicos en nuestras sociedades que hay que combatir. En ese sentido se entiende el término batalla cultural, porque nos han impuesto una cultura determinada. Por ejemplo, con el cambio climático. Nos dicen que nos va a matar a todos y que es de origen humano. La batalla cultural significa volver a los matices, ver qué pasa con la ecología, hasta qué punto es o no esto o lo otro. Son eslóganes facilones que proporcionan votos y que, al final, van comprando los partidos políticos porque les da miedo, porque no saben quiénes son políticamente.

Sobre esos mitos, sobre esa tergiversación de palabras y conceptos, Antonella Marty comentó que la solución sería más bien una libertad de educación, una libertad de ideas para combatir eso, porque la batalla cultural lo que te da es esa concepción de querer imponer una cultura por encima de la otra. Los que buscan el concepto de batalla cultural son los que buscan imponer una moral a través del Estado. El concepto de batalla cultural también surge de la idea de Antonio Gramsci de hegemonía cultural como un concepto de toma educativa y cultural para poder llevar un mensaje. Ese concepto hoy lo usa tanto la izquierda como la derecha. Para entrar en una batalla cultural hay que tener ese monopolio de la fuerza que termina siendo el Estado. Es muy peligroso tener a ese monopolio de la fuerza dictaminando cuál es la cultura, el somos por encima del soy, que es lo que es el nacionalismo, los socialismos de izquierdas y de derechas. Estos son los mismos que utilizan el concepto del marxismo cultural, como si existieran libertades marxistas. Pero los territorios en los que más se respetan las libertades individuales son los países más libres, son los países con mayor respeto por la libertad económica, la libertad política, los derechos de propiedad.

Gloria Álvarez explicó que son las ideas las que propulsan ciertas culturas. Dependiendo de cuáles son las ideas que se permitan en una cultura, habrá más o menos diversidad. Por ejemplo, el cambio climático. La idea detrás es que la humanidad es capaz de acabar con el planeta. Pero si observamos la historia del planeta tierra y de la humanidad, nos vamos a dar cuenta de que el planeta puede existir sin nosotros perfectamente. De hecho, ha tenido cinco extinciones masivas. Entonces, la idea de que el ser humano puede acabar con el planeta es completamente equivocada, pero puede generar culturas que son, incluso, antihumanistas, liberticidas, porque su objetivo es que la humanidad solo no exista, porque su impacto siempre tiene un coste de oportunidad. Esto es así, cualquier cosa que hagamos va a tener un coste de oportunidad porque vivimos en una realidad en la que un recurso implica el impacto sobre otro. Pero no hay ningún estudio que soporte la idea de que el ser humano puede acabar con el planeta. Lo que sí puede pasar es que, si seguimos así, fomentando odios entre nosotros viniendo de dogmas, nacionalismos y populismos, vamos a acabar con nosotros mismos como especie. Pero el planeta va a seguir y formará otra cosa, como se formó toda la vida después del meteorito de los dinosaurios. La batalla, por tanto, no es las culturas peleando, sino las ideas que se permiten dentro de esas culturas y mantener que nunca deje de existir espacio para las ideas del sentido común. Si esas ideas se retiran y solo dejamos a los fanáticos pelearse entre ellos, vamos a tener desde comunismo hasta fascismos, y moralidades impuestas por instituciones por fuera de esos gobiernos.

Respecto a la cuestión de qué es y qué no es liberalismo, Gloria Álvarez señaló que, o se garantiza los derechos individuales y que el individuo es la minoría más importante que hay en una sociedad, o una sociedad no puede avanzar. Pero, al mismo tiempo, tampoco se puede imponer la libertad. Es una decisión psicológica y personal. Sin esas condiciones, no se puede hablar de liberalismo. El liberalismo es el respecto a la minoría más pequeña que hay, que es el individuo, y a su proyecto de vida, que consiste en que esa persona tenga, en todo momento, la capacidad de decidir cómo quiere vivir su vida, sobre todo en decisiones que la pueden transformar por completo. Por ejemplo, cuando ser madre, si se quiere seguir una carrera universitaria o no, si se quiere emigrar, abrir un negocio, quiero comerciar con otros, y que cuando un individuo se haga todas esas preguntas, su único límite sea su propia decisión, siempre y cuando también entienda que todos los demás tienen el mismo derecho. Hay mucha gente que es muy buena para defender sus propias libertades, pero cuando se trata de defender las libertades de otros, que no tienen el mismo estilo de vida que él, ahí ya no les gusta. El liberal por excelencia siempre pone el nuevo conocimiento por encima de cualquier dogma y no tiene miedo de decir que se equivocó.

Para María Blanco el liberalismo es una forma de mirar al universo, de enfrentarse a la vida, basándose en la responsabilidad individual unida a la libertad individual. La responsabilidad individual implica tomar decisiones sabiendo que te vas a hacer cargo de las consecuencias. Quien no se va a hacer cargo de esas consecuencias, no está eligiendo libremente. Por otro lado, es muy importante asociar esta manera de ver el mundo, en la que el individuo es la base, teniendo en cuenta que somos animales sociales que intercambiamos ideas, palabras, cariños, afectos, expresiones artísticas, bienes, servicios, con lo cual conformamos comunidades sin que ello implique colectivismo. Es muy importante asociar ese individualismo metodológico con la ausencia de coacción. La ausencia de coacción implica un ejercicio personal enorme para aceptar que el otro no está de acuerdo contigo y eso no te debe ofender. Simplemente, puedes comerciar con el otro, convivir con él en paz, sin tener que imponerle lo que tú crees que está bien, incluso si el otro es un absoluto convencido del totalitarismo. No se le puede imponer la libertad, hay que persuadirle. La persuasión no viene de las palabras; viene, sobre todo, de los ejemplos. Ser liberal implica vivir de acuerdo con esos principios.

Para Antonella Marty, liberalismo es una forma de vivir tu vida, no solo predicando la libertad como el gran valor, sino también ejerciéndola a través de la responsabilidad, sin querer controlar a las otras personas ni que las otras personas le controlen a uno. Implica entender al individuo como el centro de la escena. Ni la idea de tribu, ni la idea de sociedad, ni la familia, el individuo es la base. La libertad del individuo tiene que respetarse en todo momento y en todo lugar. La libertad permite al individuo llevar a cabo su proyecto de vida que da grandes frutos de los que el mundo goza, gracias a la libertad económica, a la libertad política, a esa libertad completa e indivisible que ha dado grandes frutos a lo largo de la historia. En los últimos treinta años, más de mil millones de personas en todo el mundo han salido de la pobreza extrema. Hace doscientos años, prácticamente el 95% de las personas que vivían en este planeta eran pobres. Hoy ese porcentaje es del 9%. Estamos mejor que nunca gracias a la libertad, a que hay que cooperar y comerciar en vez de estar haciendo guerras, en vez de cerrarnos como sociedad. Estamos en medio de la nada y cuando entendemos eso, cuando entendemos que no somos irrelevantes en un universo que empezó y que va a tener su fin, ese va a ser también el destino del ser humano. Es cuestión nuestra saber cuales van a ser los valores, la idea que nos va a hacer perdurar un poco más en el tiempo. Cuando se entiende eso se cae la xenofobia, se cae el racismo, se cae la homofobia, se caen todos esos dogmas y colectivismos que buscan imponer estos dictadores, estos políticos, mesías o populistas que buscan una gloria efímera.

Gloria Álvarez añadió que, frente a las críticas que se hacen al liberalismo, acusándolo de teorías obsoletas, esas teorías no lo están para nada. Hubo dos guerras mundiales, una depresión, una guerra fría que obstaculizaron que los liberales pudieron implementar muchas de las cosas que venían pensando. Menos mal que hubo un orden espontáneo que permitió que pudiéramos salir de esa pobreza. Los medios de comunicación ahora enfocan su atención en el diez por ciento de cosas que van mal. Por eso hay mucha gente que vive en el eterno pesimismo, porque se le presta mucha atención a lo poco que va mal y poca a lo mucho que va bien. Por ejemplo, hace cincuenta años hubiera sido impensable que una empresa privada estuviera hablando de colonizar marte; hoy es una realidad. Antes era si no lo hace el Gobierno, ¿qué vamos a hacer? Ahora no. El liberalismo tiene mucho para dar, pero mientras la gente solo avance materialmente pero no mentalmente, el liberalismo tendrá que seguir perdiendo el tiempo hablando de cosas como bajar impuestos. El avance de la humanidad va a depender de quién sostenga la razón. Lo que a mucha gente se le olvida es que la libertad es una antorcha que va pasando de época en época por unos pocos valientes que se arriesgan a que los ataquen, a que los insulten. Si no hay personas valientes que se atrevan a pasar la antorcha a los siguientes, la humanidad cae.

María Blanco se refirió a las instituciones y comentó que una de las principales trabas que nos encontramos, que pueden ser una traba o un motor para desarrollar las libertades individuales son, precisamente, las instituciones. En esa victoria parcial frente a la miseria y la pobreza, porque todavía queda África, las mejoras institucionales han sido básicas. El desarrollo de instituciones sanas que faciliten el ejercicio de la libertad es muy importante. Las instituciones sanas son aquellas que generan incentivos y expectativas para que todo el mundo pueda desarrollar su proyecto de vida adecuadamente. Adam Smith tenía muy claro que, si eres un productor con una inventiva estupenda y generas modos de producción más eficientes, pero sabes que no vas a poder optar a mercados externos, no vas a producir más, no vas a mejorar la productividad de tus trabajadores o de tu capital porque sabes que no vas a colocar esa producción. En el momento en que tienes la expectativa de que va a haber un mercado libre, que, si compito, si mi calidad es mejor, si mi producto tiene un empaquetado más fácil, puedo vender fuera, entonces tienes incentivos para ir mejorando tu y, a la larga el resto de la sociedad. En el momento en que tengas beneficios, otros empresarios van a imitar tu modo de hacerlo y se va a mejorar la calidad de los productos, se va a permitir que se vendan más baratos, se difundan a más países, etcétera. Es importante entender que las instituciones no deben imponer dónde se invierte, dónde no se invierte, qué se hace, qué no se hace, sino que están ahí para evitar que se incumplan los contratos, que haya violencia contra la propiedad ajena, que se ataque a las personas, etcétera, de manera que se fomente estas expectativas y estos incentivos. En este sentido, son muy importantes tanto las instituciones económicas como las políticas, y una de las más importantes es el Estado de Derecho. El Estado de Derecho es el conjunto de normas, de premisas, que aseguran que la democracia no va a ser una imposición de una mayoría a una minoría, que el presidente elegido democráticamente no va a dar una patada constitucional que le va a atornillar en el poder y va a decidir por los demás. El Estado de Derecho asegura que todos somos iguales, que hay rendición de cuentas, que el que la hace la paga. Las instituciones son seres vivos que evolucionan. Por eso, tenemos que estar pendientes de que no se deterioren, de que se están ocupando de lo que se tienen que ocupar. No se puede transgredir el ejercicio de estas instituciones que protegen la libertad individual y que aseguran que nuestras democracias no se conviertan en democracias corruptas, donde hay un asalto a la propiedad privada, donde el sistema de justicia se ve amenazado permanentemente, etc. Los ciudadanos somos los que tenemos que defender, con nuestra voz y con nuestros actos, que nuestras instituciones estén en la lista de instituciones inclusivas y no extractivas.

Gloría Álvarez dijo que tenemos que entender que la democracia es algo tan poco común en la historia de la humanidad. Históricamente, no existe democracia que resista en el tiempo, casi siempre sucumbe. Lo que pasa es que es el menos malo de los sistemas. Las instituciones evolucionan y, tal vez, podamos encontrar algo mejor que la democracia. Mientras todo lo demás avanza, la ciencia, la medicina, la biología, la astrofísica, la psicología, en cuestiones burocráticas, como no hay competencia, seguimos arrastrando un modelo de hace más de dos mil años, con tecnologías del siglo XVIII y XIX, que, a duras penas, se van adaptando a las nuevas cuestiones modernas. Puede haber otras maneras de entender la democracia, pero la fundamental es que la mayoría no podría ir jamás en contra de la minoría más pequeña que existe, que es el individuo. Eso es lo que no se termina de entender, sobre todo en Hispanoamérica cuando una mayoría enardecida levanta la mano y dice exprópiese, censúrese, asesínese, métase en la cárcel. Como lo dice la mayoría ya hay carta blanca para que los dictadores hagan lo que les dé la gana, porque los dirigentes se convierten en dictadores a pesar de que fueron elegidos democráticamente.

Antonella Marty añadió que hay entra mucho en juego el límite al poder. Eso es algo que deberían estar trabajando con mucho énfasis, con mucha fuerza, en Latinoamérica, porque estamos viendo gobiernos que crecen sin que se sea capaz de ponerlos a dieta, que se vuelven cada vez más grandes y que toman cada vez más facultades. Empieza a surgir el tema de la justicia social, cuando se dice que todo ese crecimiento del gobierno es por y para la justicia social. No hay nada más injusto que la justicia social porque es, básicamente, quitarles a unos para darles a otros. Ahí entra en juego el rol de las instituciones y de los incentivos. Cuando votas eso terminas generando sociedades en las que nadie quiere producir porque vas a quitarle el incentivo a la persona que produce, que trabaja, que quiere salir adelante y valerse por sí misma y tener dignidad humana en vez de estar dependiendo de la migaja de un gobierno, que para dártela el gobierno se la tiene que quitar a otra persona porque no hay tal cosa como el dinero estatal.

 

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