El valor de las cosas. Quién produce y quién gana en la economía global

Mariana Mazzucato y Manuel Muñiz

La Fundación Rafael del Pino organiza, el 11 de abril de 2019, el diálogo «El valor de las cosas. Quién produce y quién gana en la economía global.» en el que participaron Mariana Mazzucato y Manuel Muñiz.

Mariana Mazzucato es catedrática en Economía de Innovación y de Valor Público en la University College London (UCL), donde ha establecido el nuevo Instituto para la Innovación y el Propósito Público. Mazzucato ha aconsejado a políticos de todo el mundo en temas de crecimiento e innovación y actualmente es miembro del Consejo de Asesores Económicos del Gobierno de Escocia, del Consejo de Economía de la Innovación del Foro Económico Mundial y del Panel Asesor del Fondo de Innovación de Finlandia (SITRA). También está llevando a cabo diversos proyectos de investigación, algunos financiados por empresas como la NASA. Es la autora del exitoso libro el Estado Emprendedor (Anthem, 2013; Public Affairs, 2015), que figura en la lista de Libros del any 2013 del Financial Times. Además ha sido galardonada con el premio SPERI de Economía Política de 2014 y el Hans-Matthöfer-Preis de 2015. El 2013 fue nombrada una de las tres mejores pensadoras sobre la innovación en el New Republic.

Manuel Muñiz
es el Decano de la Escuela de Asuntos Globales y Públicos del IE y Catedrático Rafael del Pino de Transformación Global. Es asimismo el Director del Centro para la Gobernanza del Cambio del IE, una institución dedicada al estudio de los retos planteados por la aceleración del cambio tecnológico y social en los sectores público y privado. El trabajo académico del Dr. Muñiz se concentra en los campos de la innovación, disrupción, economía política y gobernanza regional y global. Entre los años 2015 y 2017 el Dr. Muñiz dirigió el Programa de Relaciones Transatlánticas de la Universidad de Harvard. Desde 2017 es Senior Associate y uno de los promotores del Project on Europe and the Transatlantic Relationship del Harvard Belfer Center for Science and International Affairs. A lo largo de su carrera el Dr. Muñiz ha dado consejo a gobiernos y organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, el G20, la Comisión Europea o el Departamento de Seguridad Nacional de España. Asimismo ha publicado ensayos o ha sido entrevistado por publicaciones como The New York Times, The Washington Post o Project Syndicate. El Dr. Muñiz posee una Licenciatura en Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, un Master en Bolsa y Mercados Financieros del Instituto de Estudios Bursátiles, un Master en Administración Pública de la Kennedy School of Government y un Doctorado en Relaciones Internacionales de la Universidad de Oxford. Ha sido, asimismo, David Rockefeller Fellow de la Comisión Trilateral y Millennium Fellow del Atlantic Council. En el año 2016 fue nombrado por Esglobal como uno de los 25 intelectuales que están redefiniendo el pensamiento iberoamericano.

Resumen:

El 11 de abril de 2019 tuvo lugar en la Fundación Rafael del Pino el diálogo con Mariana Mazzucato, catedrática de Economía de la Innovación y Valor Público en la University College London y fundadora y directora del Institute for Innovation and Public Purpose, con motivo de la presentación de su obra de la obra del mismo título. Para explicar por qué escribió el libro, Mariana Mazzucato indicó que le sorprendió que, al día siguiente de que el Partido Laborista perdiese las elecciones de 2015 Tony Blair explicase la derrota, en un artículo, porque no habían llegado a los creadores de riqueza. El Partido Laborista no tiene una concepción completa de dónde viene la riqueza y, según el artículo, perdió porque no apoyó a los empresarios. Gran parte de la desigualdad de la que habla Piketty viene de la fiscalidad. A mí me interesa la narrativa, ese esfuerzo de lobby que se llevó a cabo cuando se produjeron esos cambios en los sistemas tributarios. Muchas de las cosas que se hacen, se hacen en nombre de la riqueza, por ejemplo, el sector farmacéutico dijo que lo que estimularía la creación de valor sería una bajada de impuestos y el gobierno así lo hizo cuando, con la ley de patentes no hace falta reducir los impuestos porque garantiza un monopolio de veinte años. Todo esto capta muy bien la narrativa del valor, teniendo en cuenta solo unos pocos intereses. La profesión económica tiene que hablar más de valor para que la extracción de valor sea más difícil de conseguir en nombre de la generación de valor. Lo que tiene de nuevo esto en la economía moderna es que la extracción de valor se produce en nombre de la generación de riqueza. Lo que tenemos que hacer es devolver el valor al campo económico para que la gente se sienta libre de debatir. Platón dijo que los cuentacuentos son los que gobiernan el mundo. Las historias que nos han contado sobre el valor son una de las fuentes de desigualdad más importantes que sufren muchos países. El presidente de Goldman Sachs dijo que los trabajadores del banco eran los más productivos y más valorados del mundo. Básicamente, la manera en que pensamos en el valor contribuye con características estructurales de la economía. En el siglo XVII, el comercio era el origen del valor. En el siglo XVIII, el valor lo producían los agricultores, que se distinguían de las manos muertas que eran quienes se apropiaban de ese valor. En el siglo XIX se consideraba a la mano de obra como fuente de valor porque fue el periodo de la revolución industrial. Adam Smith hablaba mucho de la división del trabajo y de su efecto sobre la productividad. Los economistas clásicos tenían una noción de valor objetiva. La gran revolución que se produjo en el pensamiento económico moderno fue que se empezó a prestar más atención a características subjetivas del valor. Esa idea de que diferentes agentes tienen preferencias subjetivas y lo que hacen es maximizar sus deseos individuales. Este cambio es algo que desconocen la mayor parte de los alumnos de Económicas. Al poner el énfasis en las características subjetivas, hace que sea más difícil distinguir entre creación y apropiación de valor. Antes, el énfasis se ponía en una teoría de valor que determinaba el precio. Lo que hoy tenemos es una teoría de oferta y demanda. De pronto, gran parte de lo que se incluye en el PIB es a través de la renta, pero sin distinguir entre creación y apropiación. Los economistas clásicos se referían a la renta como ingresos por los que no había que trabajar, que es algo diferente a los beneficios. Se obtenía por mover las cosas de aquí para allá. En el pensamiento moderno, la renta es simplemente una imperfección en los precios. Esta es una diferencia fundamental que muchos teóricos no han llegado a entender. A veces confundimos mercado con negocio, o mercado con empresa. Karl Polanyi dice que el mercado es el resultado de cómo interactúan el sector público, el privado y la sociedad. Sin los sindicatos no tendríamos descanso dominical o jornadas de ocho horas. Es importante analizar la estructura del mercado, porque cómo esté estructurado el mercado condiciona el comportamiento de las empresas. Para Adam Smith, el mercado libre no era el mercado libre del Estado, sino el mercado libre de rentas. ¿Qué implica esto para la gente? Tiene que ver con los efectos de cómo vemos la producción, o con los efectos del sector financiero, que ha crecido mucho más que la economía global; o las prestaciones sociales. Estos dos últimos antes no se incluían en la contabilidad nacional. Al analizarla, deberíamos formular algunas preguntas fundamentales, por ejemplo, hacia dónde van los fondos del sistema financiero, porque solo el 10% de ellos van a la economía real. ¿Qué hace este dinero? ¿Vuelve a un círculo financiero? También es muy importante la forma en que se piensa en el gobierno de las empresas también es muy importante, debido a los problemas que se producen cuando las empresas maximizan el valor para el accionista, cuando solo les preocupa el precio de sus acciones. Todo esto tiene mucho que ver con quiénes son los que asumen riegos en la economía. Esto se ha utilizado para justificar prácticas extractivas. Por eso, es preciso realizar un análisis cuantitativo de quién hace qué cosa, cuáles son los riesgos que está asumiendo y si son o no proporcionales a las recompensas que se obtienen. Se dice que los trabajadores de Goldman Sachs son los más productivos del mundo. Los profesores de las escuelas públicas en países donde la educación pública es gratuita no pueden decirlo, por cómo se elabora la contabilidad nacional. La forma en la que medimos los resultados de la educación gratuita no lo permite porque no tiene en cuenta el valor que se crea con un sistema de educación pública. No es posible documentar este valor porque para valorar las cosas solo se tiene en cuenta el precio. En cambio, lo que gana el sector financiero es desproporcionado en relación con lo que produce, porque las prácticas han primado la apropiación de valor, en vez de su generación. Los beneficios de las empresas no se están reinvirtiendo en la economía. En Europa hay dos billones de euros de los que se informa, pero hay tres billones que se están utilizando por parte de las empresas para la recompra de acciones para invertirás en stock options. Estamos recompensado ese tipo de comportamientos. Esta práctica de maximizar el valor para el accionista es lo que justifica esta práctica, pero es una de las fuentes principales de los problemas que estamos padeciendo hoy respecto de los salarios de los trabajadores, de sus cualificaciones y otras cuestiones relacionadas con el empleo y la automatización. La introducción de máquinas puede eliminar puestos de trabajo, pero si los beneficios que se obtengan se reinvierten en otros sectores de la economía, entonces se creaban puestos de trabajo en ellos. El problema, por tanto, es la falta de reinversión en la economía por esta financialización de las empresas. Esto es una parte del problema que tenemos hoy con las cualificaciones profesionales, porque las cualificaciones se forman dentro de la empresa, son un producto endógeno de las inversiones. Las inversiones del sector público, y en Silicon Valley se produjeron muchas, deberían realizarse con la condición de que los beneficios vuelvan a reinvertirse en la economía, en vez de meterse en el ciclo financiero. Tendría que haber una mayor condicionalidad. Esto antes era así, por ejemplo, en el caso de ATT, a quien el gobierno obligó a reinvertir sus beneficios si quería mantener su monopolio en las telecomunicaciones en Estados Unidos. Imponer condiciones ayuda a limitar los desmanes de estas empresas. En cuanto al sector financiero, las cosas más básicas que pueden hacerse no se han hecho, por ejemplo, un impuesto sobre las transacciones financieras. Incluso ideas más estructuradas, por ejemplo, qué tipo de entidades financieras podían crearse, qué tipo de ecosistema financiero necesitamos para poder garantizar el crecimiento a largo plazo. Estados Unidos nunca hubiera podido tener Silicon Valley sin financiación a largo plazo procedente de instituciones gubernamentales. El tema es cómo estructurar estas instituciones financieras para que garanticen y representen el interés público. Las políticas socialdemócratas de redistribución son muy importantes, pero no se están llevando a cabo de forma ambiciosa. Mientras no haya creación de riqueza, no vamos a poder redistribuir. La solución no es gravar a los ricos, sino analizar de dónde procede el valor. Por ejemplo, hay que cuestionar por qué las empresas tecnológicas tienen acceso libre a los datos. Por ejemplo, también, hay que preguntarse cómo es posible que las empresas farmacéuticas tengan tanto poder sobre los precios de los medicamentos cuando son bienes creados de forma colectiva, con un 70% u 80% de dinero público que se ha invertido en los laboratorios. También hay que rebatir la noción de que los accionistas son los únicos que afrontan riesgos.

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