10. Redes eléctricas seguras e inteligentes

La transición hacia un mundo con cero emisiones netas debe estar respaldada por redes eléctricas más extensas, robustas e inteligentes, ya que el consumo mundial de electricidad debe crecer un 20% más rápido en la próxima década que en la anterior.

Según la Agencia Internacional de la Energía, eso implicará añadir o renovar más de 80 millones de kilómetros de redes hasta 2040, el equivalente a toda la infraestructura mundial existente, y duplicar el ritmo de inversión en redes eléctricas, que debería superar los 600.000 millones de dólares anuales, con énfasis en la digitalización y modernización de las redes de distribución.

-La energía eólica y la solar fotovoltaica deben protagonizar más del 80% del aumento total de la capacidad energética en las próximas dos décadas, en comparación con menos del 40% en las últimas dos. Para ello, será preciso duplicar asimismo la flexibilidad del sistema hasta 2030 para que esto no afecte a la estabilidad del suministro.

El ritmo de implementación de las nuevas inversiones y de penetración de las tecnologías verdes está siendo inferior, no obstante, al que plantean todas estas proyecciones. La realidad actual del mercado dista mucho de esos objetivos.

Las tecnologías dirigidas a mejorar la red no siempre están incluidas en el proceso de planificación energética de las autoridades reguladoras nacionales, a pesar de que su integración en el sistema puede aumentar potencialmente la capacidad total de la red entre un 20% y un 40%. Sin mejoras, el riesgo de interrupciones del servicio se eleva, y cuestan ya alrededor de 100.000 millones de dólares al año.

Las nuevas infraestructuras suelen tardar entre cinco y 15 años en ejecutarse debido a los problemas en la obtención de permisos, que suelen involucrar a múltiples autoridades y jurisdicciones a lo largo de toda la ruta. Es cinco veces más tiempo que los nuevos proyectos de energías renovables y hasta siete veces más que las nuevas infraestructuras de carga de vehículos eléctricos. 

La fragmentación de actores es otro de los condicionantes fundamentales para la modernización de la red eléctrica europea. Algo más de dos tercios de las nuevas inversiones deben realizarse en la red de distribución, donde los operadores deben proporcionar los equipos, incluidos los medidores inteligentes y los sistemas de almacenamiento local. En la UE existen 30 operadores de sistemas de transmisión (OST), porque Alemania tiene cuatro y Austria dos, pero miles de operadores de sistemas de distribución (OSD).

La interconectividad es clave para garantizar la seguridad y la fiabilidad energéticas: la integración de los mercados eléctricos europeos podría reportar un beneficio estimado de hasta 34.000 millones de euros anuales a los ciudadanos.

El ritmo lento en la digitalización de las redes de distribución está limitando ya, de hecho, la disponibilidad de datos en tiempo real, y eso ralentiza todo el proceso de modernización, ya que esos datos en tiempo real son los que consiguen precisamente que el gasto en la mejora de la infraestructura de red existente se reduzca.

En la UE, quince países, uno de ellos España, tienen una tasa de implantación de contadores inteligentes superior al 80%, pero Alemania, con algo más de 50 millones de puntos, muestra uno de los ratios de adopción más bajos, con menos del 10%.