El debate sobre el papel de la energía nuclear en el futuro va más allá de su propia funcionalidad como tecnología de generación eléctrica, de las soluciones necesarias para una gestión de residuos sostenible y de su encaje en el mix de fuentes suministro verdes. La posibilidad de mantener e incluso incrementar el uso de la energía nuclear está sobre el tablero geoestratégico como vía para asegurar los objetivos de emisiones de CO2 y como la alternativa más viable para escalar a nivel industrial la producción de hidrógeno verde. De modo que la discusión está más relacionada con el modelo que con el sentido de esta tecnología.
La carrera para producir reactores modulares pequeños (SMR) se ha desatado en las principales potencias tecnológicas del mundo, mientras se consiguen avances en campos de posible impacto secular como la fusión nuclear. Se ensayan diversos tipos de soluciones para hacerlos realidad y viables desde el punto de vista comercial, se trabaja en el campo de los materiales y de las redes de distribución, pero sobre todo se investiga en los casos de uso que deben dotar de sentido a esta nueva variante, cuyos primeros resultados comenzarán a materializarse a partir de la próxima década.
La visión social y medioambiental
Si bien las campañas de sensibilización acerca de los riesgos asociados a la energía nuclear y la gestión de sus residuos han forzado a la industria a potenciar su apuesta por la innovación, no deben convertirse en un impedimento para el despliegue de esas soluciones alternativas, producto de la innovación científico-tecnológica, que precisamente demandaba la sociedad.
La carrera de los reactores modulares pequeños puede tener un valor geoestratégico enorme en el futuro, con posibles efectos en la competitividad de las economías, y supondrá una aportación decisiva para la reducción de emisiones de CO2.