
El Foro Económico Mundial ha presentado, en la Reunión Anual de Nuevos Campeones que se celebra en Tianjin (China), su informe sobre las 10 Principales Tecnologías Emergentes. El director de la Cátedra Ciencia y Sociedad de la Fundación Rafael del Pino, el científico y emprendedor español Javier García Martínez, ha participado en la redacción de dos de ellas: Fijación de nitrógeno verde y Nanoenzimas.
Gracias a la primera, se consigue convertir el nitrógeno atmosférico en amoníaco a gran escala, reduciendo el enorme impacto ambiental de este proceso, que actualmente consume alrededor del 2 % de la energía mundial. Es necesario para la producción de fertilizantes, que a su vez sustenta alrededor del 50% de la producción mundial de alimentos. Estos nuevos métodos reemplazarían los sistemas existentes por sistemas de base biológica o de inspiración biológica.
Las nanoenzimas, por su parte, son nanomateriales producidos y fabricados en laboratorio con propiedades similares a las de las enzimas. Frente a las producidas por organismos vivos o sintéticamente, que tienen un coste y una complejidad considerables, las nanoenzimas son mucho más estables, además de ser más económicas y sencillas de producir.
Al ser más robustas, podrían utilizarse en un conjunto mucho más amplio de condiciones. Sus aplicaciones abarcan desde la terapéutica hasta la purificación del agua y la seguridad alimentaria, y ya se están realizando ensayos clínicos para el tratamiento del cáncer y enfermedades neurodegenerativas.
Según ha explicado García Martínez, durante la presentación del informe del Foro Económico Mundial en Tianjin se han puesto de manifiesto las grandes tendencias globales que se encuentran detrás de estas tecnologías emergentes. Entre ellas, ha destacado para la Cátedra que “la convergencia de tecnologías se consolida y acelera”, y que el mundo está observando “con mucho interés como ha logrado China el liderazgo tecnológico tan rápidamente en tantas áreas críticas”.
Otra tendencia mencionada durante la puesta de largo del informe hace referencia a “la (des)confianza en la tecnología como preocupación creciente”, ha añadido el profesor García Martínez. Obviamente, se ha hablado también, por último, acerca de las medidas recientes de EEUU que afectan a universidades, recortes en investigación, estudiantes y problemas de movilidad, que “pueden acelerar aún más el desplazamiento hacia Asia”.
El resto de tecnologías emergentes incluidas en el Top 10 del Foro Económico Mundial son las siguientes:
-Compuestos estructurales para baterías: materiales que soportan peso, como la fibra de carbono o la resina epoxi, y que también pueden almacenar energía eléctrica. Esta tecnología podría hacer que los vehículos eléctricos sean más ligeros y eficientes, y también podría aplicarse a aeronaves, ya que entre sus posibles aplicaciones se incluyen los fuselajes.
-Sistemas de energía osmótica: ¿Qué pasaría si se pudiera generar energía a partir de la diferencia de salinidad entre dos fuentes de agua? Eso es lo que prometen los sistemas de energía osmótica, con el potencial de generar electricidad limpia, renovable y de bajo impacto.
-Tecnologías nucleares avanzadas: desde combustibles de refrigeración alternativos hasta reactores modulares pequeños (SMR), hay una serie de avances tecnológicos que apuntan a reducir costes, simplificar diseños e impulsar la generación de energía nuclear en países de todo el mundo. El objetivo final es lograr la fusión nuclear. De lograrse, proporcionará una solución transformadora a nuestros desafíos energéticos globales.
-Terapia de vida diseñada: los científicos esperan que, al convertir bacterias beneficiosas en pequeñas fábricas de medicamentos, puedan tratar enfermedades desde el interior del cuerpo. ¿El impacto? Una atención a largo plazo más económica y eficaz.
-GLP-1 para enfermedades neurodegenerativas: una clase de medicamentos desarrollados recientemente, que originalmente fueron creados para controlar la diabetes tipo 2 y la obesidad, técnicamente conocidos como agonistas del receptor del péptido similar al glucagón 1 o AR GLP-1, están mostrando resultados prometedores en el tratamiento de enfermedades relacionadas con el cerebro, como el Alzheimer o el Parkinson.
-Detección bioquímica autónoma: estos dispositivos detectan y cuantifican parámetros bioquímicos específicos —como marcadores de enfermedades o cambios químicos en el agua para detectar la contaminación— de forma autónoma y continua. Gracias a la comunicación inalámbrica y a fuentes de energía autosuficientes, permiten una monitorización continua en tiempo real.
-Detección colaborativa: los sensores individuales ya son comunes en nuestras vidas, pero los avances tecnológicos, como la IA, podrían cambiar el funcionamiento de las ciudades y el uso que las organizaciones hacen de los datos para tomar decisiones. Los semáforos conectados podrían ajustarse automáticamente en función de las cámaras de tráfico y los sensores ambientales, lo que les permitiría gestionar la congestión y reducir la contaminación.
-Marca de agua generativa: en una era de deepfakes y medios sintéticos, esta tecnología añade etiquetas invisibles al contenido generado por IA, lo que facilita la identificación de lo real y lo falso, lo que ayudará a combatir la desinformación y a mejorar la confianza online.