Javier Ventura-Travesset es Lunar Navigation and Moonlight Manager en la Agencia Espacial Europea y académico de la real Academia de ingeniería de España. Forma parte del grupo de expertos de la Cátedra de Ciencia y Sociedad de la Fundación Rafael del Pino.
En un entorno tan complejo como la Agencia Espacial Europea, en el que no sólo hay que orquestar equipos, sino también intereses nacionales y desafíos tecnológicos, ¿cuál es el secreto para articular la toma de decisiones?
Una de las claves del éxito de la ESA es la existencia de dos tipos de programas: los Obligatorios y los Opcionales. Los primeros, acaparan aproximadamente el 20% de la financiación de sus Estados miembros. Proporcionan estabilidad presupuestaria y permiten definir estrategias a largo plazo. Sus líneas se establecen a través de procesos formales, con una amplia participación de la comunidad científica y de los países miembros. De esta forma estamos definiendo el Programa de Ciencia Espacial de la ESA hasta 2050, Voyage 2050.
El resto se dedica a Programas opcionales, en los que cada país miembro decide si desea contribuir y en qué porcentaje. Esa flexibilidad ha permitido lanzar programas nuevos para los que no había unanimidad, a los que luego se han unido muchos de los países que inicialmente objetaban contra ellos. Los programas de transporte espacial, observación de la Tierra, telecomunicaciones, aplicaciones integradas, navegación por satélite, vuelos tripulados o exploración robótica, están financiados a través de ese mecanismo.
¿Qué criterios se utilizan para establecer prioridades en proyectos como Moonlight?
Es esencial tener muy clara la razón fundamental por la que se desarrolla un proyecto. Las prioridades emergen de forma natural. Queremos poner en órbita lunar la primera infraestructura humana extraterrestre que permita comercializar servicios de comunicación y navegación interoperables para misiones institucionales y comerciales. Es esencial que estén operativos rápidamente para capturar ese mercado lunar incipiente y ser la referencia. Eso implica buscar soluciones basadas en la reutilización de tecnologías bien establecidas.
Queremos también que nuestros servicios sean interoperables con otros. Eso implica definir y liderar desde el principio unos estándares internacionales reconocidos y entender las necesidades de esas futuras misiones para los próximos 10-15 años. Para que sea viable comercialmente, se precisa un apoyo institucional importante al inicio. Debemos pensar en el usuario, explicarle con claridad las ventajas extraordinarias y las reducciones de coste de Moonlight.
¿Qué necesita Europa para pasar a la acción, para transformar su modelo productivo?
Las recetas son bien conocidas. Es necesario seguir aumentando la inversión pública y privada en I+D; promover con determinación la educación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas; y facilitar la atracción del talento internacional. Se debe propiciar un acceso más eficaz a la financiación para startups y pymes tecnológicas, y resolver la aversión al riesgo de los inversores. Es crucial reducir la burocracia y desarrollar marcos legales robustos y a largo plazo. Además, se debe crear y fortalecer alianzas internacionales robustas, aprovechando nuestro legado en diplomacia, nuestra posición geopolítica y nuestra sensibilidad multicultural. Europa tiene muchas fortalezas intrínsecas, pero es esencial pasar a la acción. Para posicionarse como un líder global tecnológico, lo primero y esencial: que creamos firmemente en ello.
El sector aeroespacial es un ejemplo perfecto de impulso de la innovación a través de la demanda.
La inversión institucional en ciertos servicios puede ser clave para generar esa primera oferta novedosa que active demanda nueva y con ello la creación de modelos comerciales sostenibles. Es lo que estamos intentando en la economía lunar. Nuestro apoyo reduce el riesgo financiero para las empresas que “creen” y desean invertir. Confiamos en actuar como catalizadores de la demanda de otras agencias espaciales y del sector privado. El apoyo institucional de la ESA ha favorecido además el desarrollo de estándares internacionales de comunicación y navegación lunar a través de LunaNET.
Moonlight también impulsa inversiones complementarias en I+D, lo que ha facilitado la creación de prototipos de nuevos receptores de bajo coste, accesibles comercialmente en muy poco tiempo. Es una colaboración público-privada en la que buscamos la simbiosis para compartir riesgos y recompensas, algo de un interés geoestratégico extraordinario para Europa y para nuestra industria.
¿Cuáles son los principales desafíos de Moonlight en los próximos cinco años?
Moonlight es un cambio de paradigma absoluto en el campo de la exploración lunar humana. Con relación a los futuros servicios de navegación lunar, debemos definir cuáles son los sistemas de referencia geodésicos (sería más correcto utilizar el término “selenodéticos”) y de tiempo aplicables formalmente para las futuras misiones y para la implantación de una civilización humana en la Luna a largo plazo. Se requerirán consensos internacionales y el desarrollo de tecnologías específicas durante esta misma década.