La ‘teragnosis’ es un concepto médico que combina el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades. Recientemente, esta tecnología ha demostrado una gran eficacia aumentando la supervivencia de pacientes de cáncer. Además, el desarrollo de nuevos materiales para tratamientos teragnósticos plantea grandes posibilidades en el campo de la medicina personalizada. Mediante soluciones personalizadas, las terapias teragnósticas podr
Las terapias teragnósticas combinan las actividades de diagnóstico y detección con el tratamiento de enfermedades tan graves como el cáncer. En el ámbito de la nanotecnología aplicada a la salud, muchas empresas farmacéuticas se enfrentan a altas presiones financieras debido a la expiración de sus patentes sobre fármacos de éxito y a la mayor competencia por sus genéricos, lo que podría provocar una caída sustancial de sus ingresos y un aumento de las inversiones asociadas a productos innovadores.
Sin embargo, las terapias teragnósticas se ven ralentizadas en ocasiones porque no resulta fácil determinar la norma aplicable cuando su principal modo de acción no es obvio, o cuando intervienen dos o más componentes regulados bajo varios marcos normativos. También por la escasez internacional de equipos de profesionales médicos, en especial, radioteragnósticos con experiencia adicional en el campo de la radiofarmacia, interdisciplinarios, capaces de trabajar con protocolos estandarizados y eficientes como los que rigen el uso de sustancias radiactivas. De ahí que se pida una gobernanza armonizada que garantice un acceso rápido a soluciones terapéuticas.
En busca de receptores «diana»
El funcionamiento de las terapias teragnósticas se parece al de las diferentes técnicas de imagen utilizadas en la detección de tumores. En primer lugar, se buscan receptores ‘diana’ que puedan servir para identificar el tumor. Los científicos suelen utilizar proteínas que, de manera natural, están sobreexpresadas en las células tumorales, para poder diferenciarlas correctamente de las células sanas. Después, se diseñan moléculas que encajan en estos receptores de forma específica, y se unen con marcadores radiactivos. Como todas las sustancias radiactivas, estos marcadores se desintegran emitiendo radiación que podemos detectar desde el exterior, mediante aparatos como los tomógrafos y los gammágrafos. Las dosis de radioisótopos administradas no son peligrosas, están calculadas para generar únicamente la radiación necesaria para la prueba diagnóstica.
En el caso de la teragnosis, primero se utilizan los receptores para identificar y localizar el tumor. Una vez detectado el peligro, se aprovechan las mismas moléculas para dirigir la terapia de forma selectiva y específica. En este caso, los isótopos radiactivos no son marcadores, sino sustancias con energía suficiente para atacar el tumor y destruir las células cancerosas. Al utilizar exactamente las mismas dianas y moléculas transportadoras, los médicos tienen una gran confianza en la especificidad del tratamiento. Los radioisótopos llegarán únicamente a las células cancerosas previamente identificadas por imagen, lo que garantiza un tratamiento de alta precisión, mucho menos invasivo que alternativas como la quimioterapia.
Los expertos creen que, muy pronto, este tipo de tratamientos podrían adaptarse a muchos otros tumores, gracias a receptores como los inhibidores de la proteína de activación de fibroblastos, que permite modificar la afinidad para diferentes tipos de células malignas. El gran interés por esta tecnología quedó demostrado en octubre de 2018 tras la fuerte apuesta del gigante farmacéutico Novartis, que invirtió 1.700 millones de euros en las terapias teragnósticas con lutecio-177. En 2021, esta compañía suiza anunció resultados muy positivos de sus estudios clínicos en fase III, donde se prueban los fármacos en humanos comparando con tratamientos existentes y placebos, para asegurar la seguridad y la efectividad de los nuevos medicamentos. Pocos meses más tarde, la agencia del medicamento de EE.UU. (FDA), encargada de regular nuevos fármacos, decidió acelerar la revisión de este tipo de tratamientos teragnóticos por su enorme potencial para diagnosticar, tratar y prevenir enfermedades.
La teragnóstica ya no es una tecnología futurista, es el presente. Como explican los médicos especialistas, es una tecnología que ofrece radioterapia molecular de precisión y personalizada. No es matar moscas a cañonazos, sino atacar directamente a la célula tumoral, meterle radiación y destruirla sin afectar a los tejidos sanos y sin apenas efectos secundarios. Los resultados de los primeros estudios clínicos son muy esperanzadores, y sin duda este tipo de tratamientos podrían adaptarse para diferentes tipos de cáncer y otras enfermedades. España cuenta con una posición privilegiada, y podría ser clave para el establecimiento de Europa como pionera y líder de estas terapias.