La crisis climática ha desencadenado un rediseño total de los medios de transporte. Las ventas de vehículos eléctricos se han disparado, los trenes de alta velocidad han resurgido como alternativa a la aviación, y las tecnologías avanzadas en baterías son la gran esperanza para el transporte marítimo sostenible. Además, los nuevos descubrimientos en materiales semiconductores, informática e inteligencia artificial facilitarán el progreso de los vehículos autónomos, que cambiarán cómo nos desplazamos y cómo diseñamos las ciudades del futuro. En resumen, estamos a las puertas de una revolución. La revolución del transporte inteligente.
Muchos avances, que ya están implantados exitosamente en las redes ferroviarias y los aviones comerciales, como la interconectividad entre vehículos y la conducción automática, llegarán al mundo del automóvil. Además, el desarrollo de las energías limpias y los avances en baterías de gran capacidad y autonomía acelerarán la electrificación del sector, convirtiendo nuestra forma de movernos en algo más sostenible. Por otro lado, tecnologías como los nuevos sensores infrarrojos, el LIDAR, la inteligencia artificial y el 5G darán paso al transporte inteligente. Estos sistemas nos ayudarán a paliar los efectos de la crisis climática pero, sobre todo, ofrecerán alternativas de transporte mucho más seguras y eficientes. El futuro del
Urbanismo, servicios y suministro global
El desafío tecnológico de definir cómo será la nueva arquitectura del crecimiento económico medioambientalmente sostenible se completa con la movilidad inteligente. Su impacto va más allá de la electrificación y conectividad de vehículos con un grado creciente de autonomía, y el desarrollo de toda una industria de nuevos servicios asociada a ello.
Alcanza otros ámbitos más próximos a la cohesión social como los relacionados con la implicación del urbanismo en la lucha contra la desigualdad y la democratización del acceso a servicios básicos y financieros en todas las áreas de las grandes ciudades y en los entornos rurales. También incidirá en la reconfiguración de la cadena de suministro global, que evoluciona hacia una estructura reticular y empujará a muchos sectores a adentrarse en fórmulas de fabricación distribuida, cada vez más próxima al usuario final y personalizable gracias a las tecnologías digitales.