Las vacunas de ARN contra la COVID-19 son nuestra mejor arma para acabar con la pandemia. Su éxito radica, en parte, en el uso de la nanotecnología para llevar mensajes de ARN directamente hasta las células. Pero las aplicaciones del mundo “nano” en medicina van mucho más allá, podrían transformar los diagnósticos, reducir los efectos secundarios de la quimioterapia e incluso ayudarnos a luchar contra la resistencia a antibióticos. La nanomedicina será parte de los tratamientos médicos del futuro.
Dentro de las aplicaciones terapéuticas de la nanomedicina destacan varias áreas prometedoras. Primero, la nanotecnología facilita soluciones al problema de la liberación controlada de fármacos. Actualmente dependemos de medicamentos que tenemos que tomar en dosis mayores de las clínicamente necesarias, varias veces al día. Esto se debe a los principios de la farmacocinética, la ciencia que estudia el paso de los medicamentos por nuestro organismo, desde que se libera el principio activo hasta que se excretan los residuos y metabolitos generados. Del mismo modo que las cápsulas protegen algunos medicamentos durante su viaje por nuestro sistema digestivo, las nano-cápsulas (como las utilizadas para encerrar el ARN en las vacunas contra la COVID-19) protegen a los medicamentos hasta que llegan a su diana. Estas nanoestructuras mejoran la biodisponibilidad del fármaco y, además, pueden atravesar las diferentes barreras biológicas de forma eficiente. También pueden utilizarse para administrar compuestos que son poco eficaces por otras vías, a menudo debido a los procesos de biodegradación. Asimismo, la mayoría de las nanoestructuras pueden modificarse químicamente para que se dirijan de manera específica a diferentes zonas del cuerpo. Esto minimiza sus efectos secundarios y problemas en otros órganos. Algunos sistemas de distribución de fármacos son capaces, incluso, de dirigirse a dianas concretas dentro de una célula, como el núcleo, las mitocondrias o los lisosomas. Estas terapias de alta precisión permitirán desarrollar medicamentos contra el cáncer mucho más eficaces, pero menos peligrosos y dañinos para el paciente.
Durante años, España ha liderado la innovación en el campo de la nanomedicina. Ahora que la tecnología está desarrollada, es el momento de que empresas e inversores apuesten por ella. Conviene probar las soluciones más prometedoras en estudios clínicos para acelerar su entrada al mercado. Las aplicaciones de la nanotecnología en medicina pasan por el diagnóstico, el tratamiento, la reducción de efectos secundarios e, incluso, el enorme potencial de luchar de manera más eficaz contra organismos infecciosos como el SARS-CoV-2 o las bacterias resistentes a antibióticos. Con las vacunas contra la COVID-19, que reducen de manera eficaz el avance de la enfermedad, hemos sido testigos del tremendo potencial de la nanotecnología. Aplicada a la medicina, podría mejorar nuestra calidad de vida y, al mismo tiempo, facilitar una asistencia sanitaria más personalizada y asequible. Actualmente, España es uno de los líderes europeos en investigación en nanomedicina y, además, cuenta con varios casos de éxito empresarial. Es el momento de invertir en transferencia. Está previsto que el mercado de la nanomedicina siga creciendo exponencialmente hasta 2025, impulsado por todos los medicamentos, herramientas de diagnóstico y vacunas que ahora mismo se encuentran en las primeras fases de ensayos clínicos. España tiene que fomentar la creación de nuevas empresas tecnológicas y la transferencia del conocimiento y el know-how que se genera en los centros de investigación.