La neurociencia estudia el sistema nervioso, desde las moléculas que utilizan las neuronas para comunicarse, hasta comportamientos complejos como la conducta. Estos fenómenos no sólo ocupan a los científicos, sino también a las grandes empresas, interesadas en descifrar los secretos detrás de nuestras preferencias, nuestras decisiones y nuestros impulsos. Algunos avances en neurociencias son realmente espectaculares: permiten recuperar el habla, la motricidad, los sentidos; y nos ayudarán a comprender las enfermedades neurodegenerativas para mejorar nuestra calidad de vida, especialmente en nuestros últimos años.
Los avances en neurociencia han llegado de la mano de cuatro desarrollos científicos y tecnológicos fundamentales. En primer lugar, destacan las técnicas de neuroimagen, como la tomografía computerizada, la resonancia magnética y la tomografía por emisión de positrones. En la época de Cajal, casi todos los conocimientos provenían de análisis post mortem, era imposible acceder al cerebro de los pacientes mientras todavía vivían. En cambio, las técnicas de imagen nos permiten ver a nuestras neuronas en acción, observar los cambios y los procesos detrás de las diferentes funciones mentales y detectar problemas relacionados con enfermedades mentales, como la depresión.
Otras técnicas de neuroimagen utilizan los últimos avances en fotónica para estudiar de forma detallada los daños causados por afecciones graves como los derrames cerebrales, los traumatismos craneoencefálicos y los ataques epilépticos. Estas novedosas técnicas no invasivas están basadas en la generación de luz infrarroja, que permite detectar parámetros fisiológicos como la dinámica de la sangre, inaccesibles a otras técnicas, para complementar nuestras herramientas de diagnóstico y controlar mejor el progreso de los pacientes. Otra tecnología que ha permitido grandes avances en neurociencia es la estimulación cerebral profunda, basada en la implantación de electrodos mediante cirugía para estimular de forma selectiva diferentes grupos de neuronas. Los científicos han demostrado la eficacia de esta tecnología para mejorar a pacientes con párkinson, trastorno obsesivo-compulsivo, epilepsia y depresión.
La neurociencia ha avanzado muchísimo desde los descubrimientos pioneros de Cajal. El potencial de crecimiento de este conjunto de tecnologías en el siglo XXI ha sido muy significativo, tanto que será clave en el liderazgo geopolítico de los próximos años. La neurociencia está indiscutiblemente ligada a avances tecnológicos en campos como la realidad virtual, el deep learning y la inteligencia artificial, tal y como demuestran algunos avances de la zaragozana Bitbrain, que permiten controlar aparatos mecánicos como sillas de ruedas y robots usando nuestra mente. Además, la comprensión del sistema nervioso y sus mecanismos moleculares dará lugar a mejores herramientas de diagnóstico y tratamiento de enfermedades mentales y enfermedades neurodegenerativas, un problema que preocupa especialmente a una población española que envejece. Gracias al desarrollo conjunto de la neurociencia y la neurotecnología, así como una apuesta por la transferencia de conocimiento y la creación de nuevas empresas, impulsaremos desarrollos que transformarán nuestro futuro. Máquinas que anticipen nuestros pensamientos evitando accidentes, interfaces neuronales que mejoren nuestra memoria e implantes avanzados capaces de curar enfermedades como el Parkinson o la epilepsia serán una realidad muy pronto.