Nuevas tecnologías para combatir el envejecimiento

Las investigaciones que se están desarrollando en el campo de la lucha contra el envejecimiento focalizan su mirada en prolongar la vida, pero en mejores condiciones. También existe un gran interés en evitar enfermedades degenerativas, sobre todo el Alzheimer y el Parkinson, que tienen una amplia incidencia en la población mayor. Las investigaciones científicas han afrontado esa lucha contra el envejecimiento a través de terapias farmacológicas, la medicina regenerativa, la restricción calórica y el uso de plasma sanguíneo.

Un niño que nace hoy en España tiene una esperanza media de vida de 83 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes a 2018. La diferencia en el nacimiento entre ser hombre y mujer son más de cinco años: 85,5 años es la esperanza para una chica; 83,2, la de un chico.

Y lo más significativo es la evolución que ha seguido la curva de expectativa de envejecimiento para la población mundial en los últimos 60 años: de apenas 52,5 años de media en 1960, según el Banco Mundial (en España eran 69), a 72,3 años en la actualidad.

Los estudios en el laboratorio permiten afirmar que los procesos moleculares que desencadenan el proceso de envejecimiento del organismo son los mismos que están en el origen de la mayor parte de las enfermedades que azotan los países desarrollados.

Esto significa que enfermedades como el cáncer, las enfermedades neurodegenerativas (alzheimer, parkinson) y degenerativas en general (fibrosis de varios órganos) se multiplican e intensifican con el envejecimiento de la población. Resulta urgente entender, por tanto, cuáles son las causas moleculares del envejecimiento, para poder realizar avances importantes en el diagnóstico, prevención y curación de las enfermedades del envejecimiento.

El objetivo de establecer estrategias terapéuticas que frenen el envejecimiento tiene un doble factor social y económico. Por una parte, la prolongación de la vida es deseable si va acompañada de un bienestar y un estado de salud adecuado. La tendencia natural es que una mayor supervivencia se acompañe de una prolongación de la capacidad activa (laboral o de otro tipo) de los individuos, aprovechando en la medida de lo posible su conocimiento y experiencia.

Por otra parte, una pirámide poblacional en la que los grupos de edad más numerosos se agregan a partir de los 35 años propone un severo desequilibrio en la capacidad futura de producir recursos para el conjunto de la población si una parte relevante de ese grupo padece dificultades de salud, que reducen o anulan su actividad y autonomía, sometiéndolo a una situación de dependencia.

Según la definición de gerontotecnología formulada desde la Universidad de Florida del Sur, para tratar de ofrecer una visión holística de la cuestión, es el área en la que se vinculan todas las tecnologías en desarrollo para satisfacer las necesidades y aspiraciones vitales de los adultos de edades avanzadas. Eso abre un amplísimo campo desde medicina, genética, psicología y sociopolítica, hasta biomateriales, robótica y mecatrónica.

Pero enfocándolo en el terreno de la biotecnología, la referencia se concentra en la investigación sobre la actividad, regeneración y decaimiento de las células que componen los tejidos vivos, y el comportamiento de moléculas y compuestos que pueden interactuar favorablemente con aquellas. O, en sentido contrario, aislar y contrarrestar los elementos cuya interacción causa, favorece, o acelera el deterioro celular.

El trabajo de investigación en el laboratorio debe orientarse a identificar esos factores (telómeros, ADN, ARN..) y los productos (encimas, vectores genéticos…) o procedimientos que pueden tener efectos favorables sobre ellos, con la posibilidad de generar patentes sobre las que edificar actividades industriales en este ámbito de la salud.

  El papel de España

La biotecnología es uno de los campos en los que España invierte en investigación de manera más decidida. Según los últimos datos consolidados por el INE, correspondientes a 2017, absorbe un 12% del gasto interno en I+D español (posiblemente más, si en los dos últimos años se ha parecido el incremento en inversión al 7% que la biotecnología registró en dicho ejercicio).

España tiene centros de investigación y científicos punteros en este terreno, empezando por la actividad de organismos públicos como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), del que dependen el Centro Nacional de Biotecnología y el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, y el también público Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), además de la actividad en universidades, parques científicos y organismos dependientes de gobiernos regionales y locales.

En el ámbito privado se pueden identificar empresas muy innovadoras como Biokit, Oryzon Genomics y un largo etcétera, y más de media docena de compañías en este ámbito específico con facturación de ocho cifras. Existe una potente organización española de empresas biotecnológicas, Asebio, con 271 asociados, según sus datos, que incluye ocho multinacionales y seis grandes empresas. El 65% de las empresas se dedica a la biotecnología sanitaria.

Todo ello propone la imagen de un sector más potente y articulado para la actividad industrial de lo que suele ser común en España, con una decidida y necesaria vocación por la inversión en innovación para ser mantenerse en primera línea de competitividad.

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