Conferencia Magistral Dr. Mario Alonso Puig

Resetea tu mente

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 23 de junio de 2021, la Conferencia Magistral en directo a través de https://frdelpino.es/
titulada «Resetea tu mente. Descubre de lo que eres capaz» que impartirá el Dr. Mario Alonso Puig con motivo de la presentación de su obra, del mismo título, publicada por la Editorial Espasa.

El Dr. Mario Alonso Puig es médico, fellow en cirugía por Harvard University Medical School y ha dedicado gran parte de su vida a investigar cómo desplegar el potencial humano, especialmente en momentos de desafío, incertidumbre y cambio. Lleva más de 20 años impartiendo cursos, conferencias y trabajando con equipos directivos para potenciar capacidades humanas como el: liderazgo, trabajo en equipo, gestión del cambio, salud, bienestar, felicidad, comunicación, creatividad e innovación.

Para visualizar la conferencia es necesario un código de acceso. Si desea seguir la conferencia en directo puede ponerse en contacto con la Fundacion Rafael del Pino a través de la dirección de correo electrónico confirmaciones@frdelpino.es

Resumen:

El 23 de junio de 2021, la Fundación Rafael del Pino organizó la conferencia “Resetea tu mente. Descubre de lo que eres capaz”, impartida por el Dr. Mario Alonso Puig, fellow en cirugía por Harvard University Medical School, con motivo de la publicación de su libro del mismo título.

Según Mario Alonso Puig, el cerebro humano tiene cien mil millones de neuronas. No hay ningún ordenador que pueda sustituir por completo al cerebro humano. Un ordenador puede hacer mejor algunas funciones, pero no puede sustituir al ser humano. No obstante, comprender cómo funcionan los ordenadores puede ayudarnos a entender mejor nuestras funciones cerebrales. Vamos a explorar una forma de reiniciar procesos mentales que no están funcionando bien para que traigan más salud, prosperidad y felicidad a nuestra vida.

El drama del ser humano es que somos leones que nos miramos en el espejo y nos vemos como sencillos gatitos. Por eso tenemos tanto miedo. Una de las cosas que quería que se produjeran con la lectura del libro fue volver a conocer quienes somos en realidad para que desaparezca el nivel de miedo con el que vivimos, que nos genera ansiedad, tensión, que es fuente de enfermedad.

Esto es un descubrimiento, no se puede llegar a través del intelecto sino de otro camino. El intelecto cuenta, pero no es lo único que cuenta. Nuestro intelecto nos tiene que dar permiso, lo que exploremos no tiene que repugnar a la razón, tiene que tener sentido, pero no es lo único.

Santiago Ramón y Cajal fue el único español que ganó un Premio Nóbel de Medicina para España. Severo Ochoa lo hizo para Estados Unidos. Ramón y Cajal fue un hombre lleno de sabiduría que dijo que todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro. Esto es una noticia maravillosa porque hay personas que creen que nunca cambiarán a pesar de que su forma de ser no les gusta.

Tenemos que avanzar un poco más e ir a dos científicos, el profesor Roger Sperry y Mike Gazzaniga. Sperry ganó el Nobel de Medicina en 1981. Todos tenemos dos hemisferios cerebrales. Cada uno de ellos hace aproximadamente lo mismo, por ejemplo, mover una mano o un pie. Ahora bien, lo que Sperry, Gazzaniga y el conjunto del equipo descubrieron en el Caltec (Pasadena, California) fue que asentada en cada hemisferio hay una mente diferente. No hay solo una mente que se da cuenta de lo que se da cuenta, sino otra que se da cuenta de que hay cosas que pasan sin que uno sea consciente de ella. La primera pertenece al hemisferio izquierdo y la segunda al derecho. El hemisferio izquierdo no puede explicar racionalmente porqué una persona no le gusta, pero el derecho lo entiende.

Sperry, Gazzaniga y el resto del equipo demostraron que, con mucha frecuencia, estas dos mentes están enfrentadas. Esto es importante para entender de qué manera boicoteamos nuestro verdadero potencial por este conflicto interno.

Hay una parte de nuestro cerebro que ven una realidad y otra parte que está viendo otra realidad. Como las dos mentes están enfrentadas, lejos de ver eso como una oportunidad se convierte en una u otra, se escinde y solo se ve una. Uno de los dos hemisferios, el izquierdo, por el entrenamiento cultural, se ha convertido en tan poderoso que tiene al otro tapado. No le permite que lo que está viendo pueda aprovecharse porque uno de los hemisferios no quiere que eso aflore.

En el cerebro hay cuatro sistemas operativos. Uno, el más profundo, el hipotálamo tiene originalmente unos 350 millones de años. El segundo es el sistema límbico, que es el sistema emocional. El mundo racional, está conectado al hemisferio izquierdo, el tercer sistema. Al hemisferio izquierdo le encanta compartimentar, dividir, medir. Esto no tiene anda que ver con el cuarto, que está conectado con el hemisferio derecho, al que le importa el mundo espiritual, lo que va más allá de la apariencia, de las formas. El hemisferio derecho tiene capacidades espectaculares, pero el hemisferio izquierdo se ha convertido en el dominante.

El hemisferio izquierdo es muy prepotente. Lo que no ve, no existe; si algo no se puede medir, si no tiene materia, no es real. También es muy ignorante de lo que no conoce. No sabe que no sabe. El hemisferio derecho está mucho más abierto a explorar, a descubrir, a entender la lógica de lo que se sale de lo razonable. Es la sabiduría del corazón que dice que el pasado no tiene por qué determinar el futuro.

El hemisferio izquierdo ha sido nuestro gran avance evolutivo. Su desarrollo se inició hace cien mil años y concluyó hace cuarenta mil. Es el que nos permite conversar, explicar, desarrollar estrategias. Esa capacidad de comunicar, describir, organizar, desarrollar estrategias fue clave para que el hombre pudiera sobrevivir. Le permitió utilizar herramientas, tener el desarrollo científico y tecnológico. El problema reside que, al olvidarse del otro hemisferio, se desconectó de los aspectos profundos de la naturaleza. Al dividir dejó de ver las cosas en su conjunto, se desligó de la naturaleza. Esta es su tendencia por el condicionamiento cultural que va reforzando la división.

Del hemisferio izquierdo surge algo que puede ser muy limitante: el habla egocéntrica. Este hemisferio es el último en desarrollarse. Lo hace después del hipotálamo, el sistema límbico y el hemisferio derecho. Cuando se desarrolla, empieza a interpretar las cosas, que vive como reales. Las interpretaciones que hace el hemisferio izquierdo se viven como la única interpretación de algo. El habla egocéntrica nos hace cautivos de nuestra propia narrativa para explicar la realidad, porque nos hace creer en ella, aunque no sea verdad, aunque no tenga en cuenta las cosas que pertenecen al mundo inconsciente. El hemisferio izquierdo tiene que confabular para encontrar una explicación razonable, para explicar lo que no tiene sentido para él. No explora, solo enjuicia y dogmatiza en base a lo que ve.

En el hemisferio derecho del cerebro están nuestros traumas infantiles. ¿Quién no ha experimentado una herida emocional cuando era pequeño, aunque fuera intencionada? Todo eso va quedando en el hemisferio derecho, sobre todo en la infancia y la niñez. Ese hemisferio está en contacto permanente con el cuerpo, lo que hace que la persona no se encuentre bien, se bloquee, a causa de esos traumas de infancia. El hemisferio izquierdo tiene que dar una explicación a eso, pero como no tiene contacto con el hemisferio derecho, se inventa una historia y se la cree. Tiene que inventar una historia del tipo esto es lo que me pasa porque no soy lo suficientemente inteligente, se la cree y empieza a actuar en base no a como son las cosas, sino a cómo cree que son. Esta tendencia obsesiva del hemisferio izquierdo ha de dejar paso a un sentimiento de humildad, de explorar, para que el hemisferio derecho pueda decir lo que le pasa, pero como no se le escucha, el izquierdo inventa una historia y la acarrea sin saber la razón.

El hemisferio izquierdo no quiere saber del derecho porque intuye que ahí hay algo que prefiere no conocer. Pero no se da cuenta de la cantidad de recursos que está perdiendo por no conectar con el derecho. La idea de que no se puede cambiar es solo del hemisferio izquierdo, no del derecho. Si se abre a entender al derecho, empieza a ver soluciones que no se pueden entender desde la razón ordinaria. El hemisferio izquierdo va al detalle, que es importante, pero también hay que ver el conjunto, que es lo que nos falta, el gran angular que proporciona el hemisferio derecho.

El hemisferio derecho no ve división, solo ve unidad. Nos ayuda a transcender la línea del tiempo y nos permite conectar con un presente eterno. El hemisferio izquierdo está obsesionado con la muerte y el derecho con la vida. El izquierdo está obsesionado con lo material y el derecho con el amor, con el dar.

Cuando los niños son muy pequeños, los dos hemisferios son muy amigos. El izquierdo entiende muy bien lo que es capaz de hacer, pero también sabe que el derecho tiene capacidades de las que él carece. El resultado es que los niños pequeños son más felices, están explorando, aprendiendo con mucha rapidez.

La infancia y la niñez son épocas importantísimas en la vida del ser humano. Los seres humanos necesitamos dos cosas. La primera es sentirnos profundamente amados con amor incondicional, es decir, te quiero por quien eres no por como eres. El niño anhela ese amor incondicional porque en algún momento es consciente de lo que ese amor significa. Ha habido niños que han sufrido mucho porque estaban en familias disfuncionales que han llegado a creer que si se les trataba mal es porque se lo merecían. Si se sienten bien, esa sensación le incomoda porque cree que no se la merece. Esto está en el hemisferio izquierdo. Si pudiera entender estas conductas, ese niño se sanaría porque el hemisferio derecho está deseando encontrarse con su amigo de la infancia. El lado oscuro del hemisferio izquierdo es su prepotencia y su ignorancia; el luminoso es la capacidad de pensar, escribir, construir, describir. El del derecho es nuestros traumas, nuestras heridas.
La segunda cosa que necesita el niño es sentirse autosuficiente. Hay que ayudarle a que tenga la sensación de que, pese a que es pequeño, puede hacer cosas. Su lado luminoso es la mirada con anchura, con profundidad, la que ve la unidad en medio de la división. Por eso el hemisferio está obsesionado con la muerte y el derecho con la vida.

Si estamos en el campo de los niveles de la consciencia lo que tenemos que hacer es unificar la conciencia, llevar luz al hemisferio izquierdo para que entienda que hay un mundo más allá de la materia, de lo medible, de lo controlable. El hemisferio derecho, por su parte, tiene traumas en su interior, sabe que el otro hemisferio no le presta atención, pero tiene interés por conocerle, no por rivalizar. No va a rechazar esos traumas porque sabe que, si los abraza, la persona va a sanar y todo va a pasar a otro nivel. Tiene que expresarse a través de un dibujo, de la escritura, de la poesía, del arte. En la unión está la solución.
Cuando ambos lados se abrazan, entra la luz en ambos. Por eso, la conciencia unificada es la solución a esos problemas.

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