Conferencia Magistral Luis Garicano

La respuesta económica de la Unión Europea a la crisis del COVID-19

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 26 de mayo de 2020, la Conferencia Magistral en directo a través de www.frdelpino.es titulado «La respuesta económica de la Unión Europea a la crisis del COVID-19» que impartió Luis Garicano.

Luis Garicano es Eurodiputado, Vicepresidente de Renew Europe y Portavoz de este grupo en la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo, miembro del Center for Economic Policy Research. Licenciado en Ciencias Económicas y Derecho por la Universidad de Valladolid, cuenta con un Máster en Estudios Económicos Europeos en el Colegio de Europa de Brujas, Master en Ciencias Económicas y Doctorado por la Universidad de Chicago. Luis Garicano ha desarrollado su amplia carrera docente en la Universidad de Chicago y London School of Economics, donde ha ejercido como profesor titular y catedrático; también ha sido Director del Centro para la Economía Digital en el IE Business School; además ha sido profesor visitante en MIT y London Business School. Asimismo, ha ocupado posiciones como economista de la Comisión Europea y en McKinsey & Company.

** Queda autorizada el uso de la presentación que encontrarán al final de este post siempre y cuando sea citada la fuente y el autor de las misma.

Resumen:

El 26 de mayo de 2020, la <strong>Fundaci&oacute;n Rafael del Pino</strong> organiz&oacute; la conferencia de Luis Garicano, eurodiputado y vicepresidente de Renew Europe, titulada &ldquo;La respuesta econ&oacute;mica de la Uni&oacute;n Europea a la crisis del COVID-19. Garicano se&ntilde;al&oacute; que las pandemias no son algo nuevo en la historia. Las hemos tenido en el pasado. Por ejemplo, la Plaga de Justiniano, que afect&oacute; al imperio bizantino y a otras partes de Europa, Asia y &Aacute;frica entre 541 y 543; la Peste Negra, que afect&oacute; a Europa y Asia; la Plaga Italiana, de 1629-1631, o la Gripe Espa&ntilde;ola. Lo bueno que tiene, en este caso, la crisis del Coronavirus es que el capital f&iacute;sico no se ha destrozado y las p&eacute;rdidas en capital humano son relativamente peque&ntilde;as. Esta pandemia tambi&eacute;n es bastante especial por otra raz&oacute;n. En una guerra, nunca se le pide a la gente que se quede en casa, ni se reduce voluntariamente la producci&oacute;n. Todo lo contrario. En Estados Unidos, por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial las mujeres salieron masivamente para incorporarse a trabajar y no detener la producci&oacute;n. El virus tiene un aspecto econ&oacute;mico interesante que es la idea de la externalidad. Una externalidad se produce cuando se toma una decisi&oacute;n que tiene consecuencias para los dem&aacute;s, pero que no se pone precio a esas consecuencias. El salir a la calle en una epidemia es un caso de externalidad que tiene un coste importante. Por ejemplo, cuando los j&oacute;venes salen despreocupadamente a la calle, sin mascarillas, sin preocuparse de contagiar o contagiarse. Pero tambi&eacute;n, si uno quiere estar protegido, puede ir en la direcci&oacute;n contraria y decir prefiero contagiarme antes que despu&eacute;s, lo que puede llevar a que la gente salga m&aacute;s. La cuesti&oacute;n es que la gente no internaliza el coste de sus acciones. Por esa raz&oacute;n, el confinamiento se impone desde el gobierno, dada la necesidad de congelar la expansi&oacute;n del virus. Esta situaci&oacute;n est&aacute; produciendo una contracci&oacute;n econ&oacute;mica. Vemos que la oferta cae, que la gente que no produce se queda en su casa. A causa de ello, cae la demanda, y esto va de vuelta a la oferta. En Espa&ntilde;a, los gastos han ca&iacute;do much&iacute;simo, un 60% el gasto nacional y un 100% el extranjero. Hay actividades que caen much&iacute;simo y otras menos, dependiendo de la composici&oacute;n de la demanda. Tambi&eacute;n hay un impacto en forma de salida de capitales much&iacute;simo mayor que en la crisis financiera. La inversi&oacute;n en los pa&iacute;ses pobres ha ca&iacute;do much&iacute;simo. Las decisiones que han tomado los pa&iacute;ses para afrontar esta situaci&oacute;n econ&oacute;mica han tratado de evitar que sea permanente, porque la gente pierde sus ingresos, las empresas se endeudan y todo lleva a un fort&iacute;simo incremento de la deuda p&uacute;blica. En Espa&ntilde;a crecer&aacute; en m&aacute;s de veinte puntos del PIB, ya que las fuertes ca&iacute;das de la oferta y la demanda afectan a los ingresos. Si esta situaci&oacute;n dura poco, ser&aacute; f&aacute;cil de gestionar; si dura m&aacute;s, ser&aacute; un problema. La clave de la salida reside en cuenta protecci&oacute;n contra la enfermedad se mantiene y cuanta gente est&aacute; expuesta. En este sentido, hay tres escenarios. Si el confinamiento termina en verano, hay distanciamiento social, se viaja menos, hay teletrabajo y se produce un rebrote en oto&ntilde;o que se pueda controlar, la econom&iacute;a repuntar&aacute; en la segunda mitad del a&ntilde;o. El peor escenario ser&iacute;a que el confinamiento volviese en invierto y no se controlara el rebrote. Entonces se producir&iacute;a otra ca&iacute;da del PIB. Pero si el virus muere, entonces la situaci&oacute;n mejorar&aacute; r&aacute;pidamente porque todo volver&iacute;a a la normalidad. Las decisiones de pol&iacute;tica econ&oacute;mica que se est&aacute;n tomando tienen unos objetivos claros. Si se deja que la enfermedad siga su curso, es malo para la salud, pero la recesi&oacute;n es m&aacute;s suave. Si se ataca la enfermedad, es bueno para la salud, pero la recesi&oacute;n es m&aacute;s profunda. Teniendo esto en cuenta, el objetivo ha sido que caiga la econom&iacute;a para proteger la salud y que tengamos una recesi&oacute;n en forma de V, como ha pasado en China. A partir de ah&iacute; se han tomado una serie de decisiones, que vienen explicadas por tres problemas. El primero es que el flujo de renta de los hogares a los negocios se para porque el gasto cae. El segundo es que se detiene tambi&eacute;n el flujo de sueldos y salarios. Por &uacute;ltimo, se congelan los pr&eacute;stamos a los negocios. Por ello, lo que hay que hacer es proteger a los trabajadores y sus ingresos, incluso estando en cuarentena y qued&aacute;ndose en casa. Segundo, hay que garantizar la liquidez de las empresas. Tercero, hay que apoyar al sistema financiero para que no se hunda. Son las acciones que se han estado tomando estos meses. Los sectores en los que el empleo se ve m&aacute;s afectado son construcci&oacute;n, hosteler&iacute;a, arte y cultura. En los servicios, el efecto sobre el empleo es menor. Y en las industrias primarias y los sectores que pueden funcionar con teletrabajo es todav&iacute;a m&aacute;s peque&ntilde;o. La crisis tiene impactos muy diferentes en los pa&iacute;ses dependiendo de cu&aacute;l sea la estructura econ&oacute;mica de cada uno de ellos. En Espa&ntilde;a, el 70% de los trabajos no se pueden realizar desde casa, debido al peso del comercio, el transporte, los hoteles y el turismo. Un pa&iacute;s que tiene muchos empleos de ese tipo es un pa&iacute;s que sufre m&aacute;s. Espa&ntilde;a, por ello, es el tercer pa&iacute;s m&aacute;s vulnerable. Los empleos que m&aacute;s se conservan son los de mayores ingresos. De los de m&aacute;s bajos no se conserva casi ninguno. Por eso, la tasa de desempleo es m&aacute;s alta en los tramos de salarios bajos que en los altos. Para proteger a las personas se han adoptado medidas relacionadas con el mercado laboral como las bajas por enfermedad, la ampliaci&oacute;n del seguro de desempleo, los subsidios salariales, las medidas de protecci&oacute;n del empleo, como los ERTEs y los minijobs, porque se pretende que se mantenga el v&iacute;nculo entre trabajador y empresa. As&iacute; se reducen los despidos y se permite que la relaci&oacute;n laboral contin&uacute;e, pero con el trabajador cobrando de otra parte. Un segundo grupo de medidas est&aacute; destinado a proteger a las empresas, en particular de transporte y a las tiendas. Lo que piden los empresarios es que se les ayude a pagar impuestos, alquileres, cotizaciones sociales. Las pymes se sienten fr&aacute;giles financieramente; solo tienen dinero para aguantar cerradas mes o mes y medio. Las principales medidas, en este sentido, han sido pr&eacute;stamos, avales p&uacute;blicos para que las empresas puedan acceder al cr&eacute;dito, desgravaciones fiscales y devoluciones de impuestos, incluso m&aacute;s all&aacute; de lo pagado. La tercera respuesta a nivel global ha consistido en ayudar a los bancos, proporcion&aacute;ndoles liquidez para que puedan apoyar a las empresas con pr&eacute;stamos. Esto ha permitido que haya much&iacute;simo m&aacute;s acceso al cr&eacute;dito. Por lo que se refiere a la Uni&oacute;n Europea, &eacute;sta tiene tres l&iacute;neas de defensa. Primero, est&aacute; la respuesta del BCE, que ha podido actuar con gran agilidad. Los bancos centrales han actuado de manera muy r&aacute;pida, con medidas muy radicales. El Reino Unido, incluso, permiti&oacute; que el Banco de Inglaterra financiase directamente a su gobierno. El BCE no puede hacer eso, pero s&iacute; est&aacute; comprando la deuda que emiten los gobiernos. Aun as&iacute;, esto restringe capacidad para financiar a los gobiernos, porque el banco solo puede adquirir hasta un 33% de cada emisi&oacute;n. Adem&aacute;s, el BCE tiene una segunda restricci&oacute;n, y es que en cada programa de compra solo puede destinar a cada pa&iacute;s un porcentaje igual al de su participaci&oacute;n en el capital del banco. Para superar estas restricciones, el BCE puso en marcha un nuevo programa de compra de deuda por 870.000 millones, con validez hasta diciembre de 2020. Si no se hace esto, se puede entrar en una espiral de deuda que podr&iacute;a desembocar en una crisis terror&iacute;fica, porque los estados miembros tienen muchas necesidades de pr&eacute;stamo. Se trata de evitar el circulo vicioso en el que unos tipos de inter&eacute;s altos suscitan en los mercados expectativas de impago y, por tanto, de salida del euro, con lo que piden tipos a&uacute;n m&aacute;s altos. Para evitar esos problemas, el BCE ha creado el programa de compra de la pandemia. El problema es que se va a acabar antes de lo previsto, porque est&aacute; comprando m&aacute;s deprisa de lo que pensaba. Adem&aacute;s, la sentencia reciente del Constitucional alem&aacute;n ata bastante las manos al BCE, al pedirle justificaci&oacute;n sobre los programas anteriores. Esto sume a la pol&iacute;tica monetaria en una gran incertidumbre. La segunda l&iacute;nea es la pol&iacute;tica fiscal. Las pol&iacute;ticas fiscales son nacionales y se coordinan, pero por ser nacionales hay un riesgo de redenominaci&oacute;n por subida prima de riesgo. Tambi&eacute;n hay un sesgo asim&eacute;trico en pol&iacute;tica fiscal, con unos pa&iacute;ses que gastan poco y otros que gastan mucho, con lo cual la coordinaci&oacute;n muy poco fluida. Adem&aacute;s, la cantidad de actores que intervienen en materia de pol&iacute;tica fiscal en la UE dificulta la coordinaci&oacute;n. El Eurogrupo, por eso, ha tardado un poco m&aacute;s en hacer tres cosas: un programa del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para dotar de liquidez a las empresas, el programa SURE de la Comisi&oacute;n Europea para proteger a los trabajadores y las empresas y el MEDE para financiar programas sanitarios. El BEI aporta 21.000 millones en garant&iacute;as a pr&eacute;stamos para empresas, pero resulta peque&ntilde;o. El SURE lo financia Europa y presta a los estados miembros, si bien es complicado porque el tratado pone algunos obst&aacute;culos. La UE no se puede endeudar mucho. Solo puede gastar el 1,16% del PIB, y un punto m&aacute;s si hay una emergencia. Ya lo est&aacute; gastando y la financiaci&oacute;n la consigue en los mercados con garant&iacute;a de los pa&iacute;ses miembros. Por lo que se refiere al MEDE, este mecanismo tiene bastante dinero, pero lo presta con condiciones. Por eso, se considera un estigma pol&iacute;tico el pedir ayuda al MEDE. Se ha puesto un MEDE especial para la crisis con condicionalidad muy suave, con el fin de financiar gastos en costes directos e indirectos de la pandemia. Espa&ntilde;a e Italia se niegan a utilizarla porque quieren fondo de recuperaci&oacute;n, sin condiciones, pero no tiene mucho sentido porque hay pa&iacute;ses que se niegan. Adem&aacute;s, entrar en el MEDE tiene un efecto estabilizador sobre los tipos de inter&eacute;s porque BCE puede participar en &eacute;l. Es lo que ha sucedido con Chipre. La tercera l&iacute;nea de defensa es un plan de recuperaci&oacute;n y reconstrucci&oacute;n. Los pa&iacute;ses del norte lo rechazan porque no quieren mutualizar la deuda y tienen cierta raz&oacute;n, porque no tienen capacidad decisi&oacute;n sobre lo que hacen Espa&ntilde;a o Grecia con el dinero. Los tratados europeos tambi&eacute;n dificultan el conseguir que se compartan las deudas, debido a la obligaci&oacute;n de que el presupuesto de la UE est&eacute; equilibrado y a la prohibici&oacute;n de rescates a pa&iacute;ses. Teniendo en cuenta esto, Garicano propone la creaci&oacute;n de un fondo europeo para la reconstrucci&oacute;n en forma de pr&eacute;stamos. Se financiar&iacute;a con una emisi&oacute;n de deuda conjunta de la UE a largo plazo, cuyos intereses se pagar&iacute;an con nuevos recursos propios de la Uni&oacute;n Europea. Estos proceder&iacute;an de nuevos recursos verdes y digitales.

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