Homenaje In Memoriam del Prof. Juergen B. Donges

Cristóbal Montoro, Amadeo Petitbò y Ana Samboal

La Fundación Rafael del Pino y el Instituto de Estudios Económicos organizaron, el 13 de diciembre de 2021 en la sede de la Fundación, el Homenaje In Memoriam del Prof. Juergen B. Donges.

Como el profesor Donges habría deseado, además de recordar a nuestro querido colaborador y amigo, hablamos de economía, con el trasfondo de su pensamiento, con el que nos obsequió en tantas ocasiones, en un diálogo protagonizado por Cristóbal Montoro, Amadeo Petitbò y Ana Samboal.

Cristóbal Montoro, Catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Cantabria y Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas del Gobierno de España en las legislaturas de 2000-2004 y 2011-2018

Amadeo Petitbò, Catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona y Complutense de Madrid, Presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia  en el periodo 1995-2000 y Patrono de la Fundación Rafael del Pino

Ana Samboal es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, ha cursado un máster de Periodismo Económico y Comunicación Empresarial en la Nebrija y el Programa de Liderazgo en la Gestión Pública del IESE. Actualmente, colabora con EsRadio, 13 Televisión, El Economista y El Debate de Hoy, es profesora de ESIC e imparte cursos de formación de directivos para varias agencias de comunicación.

Durante 17 años, el profesor Juergen B. Donges nos obsequió en la Fundación cada semestre con una Conferencia Magistral en la que pudimos comprender, con su mirada alemana tan mediterránea, las vicisitudes de las economías española, europea y mundial. Sirva esta última conferencia, y la obra que se adjunta “Economía y política económica en el pensamiento del profesor Juergen B. Donges 2003-2021”, como tributo a su legado y como emocionado reconocimiento y recuerdo a quien acompañó desde sus primeros años el devenir de ésta, su Fundación, profesor Donges. Descanse en Paz.

Resumen:

El 13 de diciembre de 2021, la Fundación Rafael del Pino y el Instituto de Estudios Económicos organizaron un homenaje in memorian del profesor Juegen B. Donges, que contó con la participación de Cristóbal Montoro, catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Cantabria y ministro de Hacienda y Administraciones Públicas en las legislaturas de 2000-2004 y 2011-2018, y Amadeo Petitbò, catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona y Complutense de Madrid y presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia entre 1995 y 2000.

Cristobal Montoro recordó que conoció a Donges cuando se incorporó al Instituto de Estudios Económicos el 1 de enero de 1982. Donges ya estaba ahí, representando el vínculo europeo e internacional del IEE. En los años 80, el Instituto fue una forja de ideas, porque España estaba viviendo un tiempo de cambios profundos. Entonces tuvimos el primer gobierno de izquierdas de nuestra democracia, que era toda una prueba de fuego. Es el mismo gobierno que llevó adelante el ingreso de España en la entonces Comunidad Económica Europea, en 1986, y el mismo gobierno que llevó adelante el ingreso de España en la OTAN. 1986 fue un año decisivo en la Unión Europea porque fue cuando se lanzó el tratado del mercado único.

Durante toda esa forja de ideas, de políticas económicas, en los 80, la globalización arranca con fuerza, la globalización del mercado de capitales y el dibujo de los mercados financieros, con sus problemáticas. También empiezan las revoluciones conservadoras en Estados Unidos y en el Reino Unido, con Margaret Thatcher, con lo cual, en el Instituto de Estudios Económicos tenían que digerir mucho al mismo tiempo. En esos años está arrancando con mucha fuerza en España la economía de la oferta. Donges siempre utilizaba el término de reformas desde el lado de la oferta, que es el gran cambio conceptual económico que se produce en los años 80. Donges era la pasión por la economía.

Entrar en la Unión Europea iba a ser duro, pero quedarse fuera iba a ser el horror. Pero luego resultó que entrar, liberalizando la economía, abriendo, bajando los aranceles de la economía española, fue muy positivo. También tuvimos suerte porque bajó el petróleo y nos mejoró la relación real de intercambio de la peseta con el dólar. Después, en el debate de Maastricht, que fue un debate muy importante que está en los escritos y conferencias de Donges, hablaba de que esto no era una zona monetaria óptima del tipo de Mundell. Pero lo que fue claro es que España, cuando hizo los deberes para cumplir con la estabilidad presupuestaria y la estabilidad económica, los dos grandes deberes que van unidos de la mano, también la fundación del euro resultó enormemente positiva en forma de financiación de nuestra economía, la internacionalización de nuestras empresas y el empujón a multinacionales muy importantes que tiene España en el mundo. Ese gran salto que da nuestro país cada vez que nos abrimos, cada vez que apostamos por la estabilidad económica, de la cual una parte es la estabilidad presupuestaria. En ese sentido, Donges fue el maestro en esa forja de ideas.

Montoro recordó una comida del Instituto de Estudios Económicos, a la que asistió en 2017 siendo todavía ministro, el análisis que hizo Donges fue que España estaba empezando a imitar el modelo alemán del superávit por cuenta corriente. Ese es el gran hallazgo de la economía española del que Donges se sentía enormemente orgulloso, porque es la primera vez en nuestra historia económica que, desde 2012, tenemos año tras año superávit por cuenta corriente, capacidad de financiación al resto del mundo, incluyendo el año pasado, un año tan extraño y anómalo como el 2020. No obstante, Donges insistía en que no hay que confundir lo extraordinario de la época con tener que seguir mejorando la competitividad y la productividad. Unos elementos que debe apuntalar la política económica en unos momentos en los que esa política lo que hace es retraer los impulsos que han venido ejerciendo en unas circunstancias tan extraordinarias como las de la pandemia.

En ese terreno, Donges se refería también a la educación, recalcando la formación profesional y explicaba el sistema alemán de aprendizaje de los jóvenes en la empresa, algo que no hemos sido capaces de desarrollar en España. También hay otras diferencias. En el sistema alemán, la educación es enormemente selectiva desde la escuela y el estudiante no va a la universidad si no pasa unos parámetros.

Amadeo Petitbó: Conocí la obra de profesor Donges a través de un libro publicado en 1976, a instancias del profesor Ernest Lluch, vilmente asesinado por ETA, que junto a su hermano Enric Lluch tenían una magnífica editorial, llamada Oikos Tau, donde se publicaban libros en ocasiones ortodoxos y en ocasiones no tanto. Entre estos libros no tan ortodoxos publicaron uno sobre la industrialización en España. Yo me dedicaba a la economía industrial porque siempre me ha costado mucho entender los misterios de la economía monetaria, los malabarismos que hacen los banqueros, sobre todo los banqueros centrales. Me parecía magia y me pareció mucho más sensato dedicarme a la economía real, que se puede contabilizar en unidades físicas y no en unidades monetarias.

El libro de Donges era rupturista en varios sentidos. Uno, rompía con la tradición keynesiana. Yo soy de los economistas que, por edad, dedique mis años mozos a estudiar la economía de Keynes y perdí mucho tiempo. Y luego tuve que perder mucho más para olvidarme de Keynes, comprender la economía de la oferta y comprender cómo funcionaba en una economía. La segunda cuestión interesante del libro es que utilizaba algo que, para nosotros, era milagroso. Utilizaba ordenadores, año 76, y, por tanto, podía hacer análisis de regresión, cosa que nosotros no podíamos porque en la universidad española no había ordenadores y los que los utilizábamos teníamos que emplear los de un banco que nos los dejaban unas horas por las noches para que pudiéramos hacer alguna regresión y poder entender relaciones causales para que pudiéramos comprender algún fenómeno relevante de la economía española.

No supe nada más del profesor Donges hasta que, cuando tenía algo que decir en el campo de la competencia, el Instituto de Estudios Económicos me invitaba a sus reuniones de coyuntura, donde me di cuenta de que no era incompatible ser buen economista y liberal de pensamiento, y que tampoco era incompatible ser buen economista y liberal de pensamiento y utilizar el pensamiento liberal en la acción de gobierno. Las discusiones en el IEE eran brillantes con un hilo conductor que el profesor Donges tenía perfectamente elaborado y verificado a lo largo del tiempo y que lo utilizaba para opinar sobre los gobiernos, fueran de un signo o de otro, con absoluta independencia.

¿Qué elementos comunes había en su pensamiento? El hilo conductor era muy potente y lo sabía articular perfectamente. No solo pensaba en términos macroeconómicos sino también en términos microeconómicos, y no se limitaba a la teoría microeconómica, sino que citaba continuamente al empresario schumpeteriano, al empresario innovado y no al empresario busca rentas o busca ayudas públicas. Pero hablaba siempre de reformas estructurales. Cuando hablaba de reformas estructurales, hablaba de educación; cuando hablaba de liberalización, introducía las reformas estructurales; cuando hablaba de equilibrios presupuestarios y política monetaria racional, lo relacionaba con las reformas estructurales. Todo esto le permitía una explicación potente y coherente de los fenómenos que analizaba, fueran de la economía española, fueran de la economía europea, fueran de la economía internacional. Esto lo adornaba siempre con una ironía singular y con una capacidad singular de calificar determinados comportamientos.

Cuando hablaba de reformas estructurales incluía la formación profesional. Yo soy fruto de una formación profesional sui generis, porque tuve que empezar a trabajar muy pronto y una vía para poder estudiar era peritaje mercantil, que era una especie de formación profesional inútil pero que habría paso a otra enseñanza llamada profesorado mercantil. Era un tipo de formación profesional que nos servía para hacer algo útil y ganarnos la vida. Yo, mientras estudiaba Económicas, me ganaba la vida haciendo de contable para varias empresas porque había demanda de este tipo de formación y se ofrecía. La parte más progresista de los economistas de los gobiernos franquistas tuvieron la brillante idea de reformar las escuelas de comercio, que te permitían formarte en una profesión que te permitía tener un trabajo. Todo esto se eliminó porque alguien dijo que tenían que ser enseñanzas universitarias, así es que hicieron Empresariales. Esto ahora regresa y estamos escuchando que cada vez hay más demanda de formación profesional, en algunos lugares en detrimento de la formación universitaria. Ahí entran las reservas de actividad, que es otra cosa que nunca debemos olvidar. Este es un país plagado de reservas de actividad, donde uno puede hacer una cosa, pero no puede hacer una cosa similar. Es decir, un ingeniero de minas, o un ingeniero de caminos, no puede hacer un estudio que la legislación reserva a un geólogo, por ejemplo, los cimientos de una vivienda. Si hacemos un análisis de cómo funciona nuestra regulación ineficiente, otro tema que preocupaba al profesor Donges, veremos un país plagado de reservas de actividad cuyo efecto final es encarecer costes, reducir la competencia y eliminar eficiencia.

Cristóbal Montoro: No se puede forjar ideas nuevas de forma complaciente, o compromisos de futuro, si todo te parece maravilloso y coincides con todo el mundo. Eso es lo que engrandece la figura. Cuando le nombraron presidente del consejo de sabios alemán, en el IEE le decíamos que ya le habían hecho sabio oficial. Otra cosa es que luego el gobierno haga caso de los sabios.

Donges tiene un preámbulo magnífico al libro “Bienestar para todos”, que es realmente el gran cambio de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, que es cómo se produce realmente ese cambio. Su país hace una transformación económica formidable que, a veces singularizamos excesivamente porque tuvo el Plan Marshall. No es eso. El desarrollo económico depende de muchísimas otras cosas y, desde luego, de esas condiciones de competencia, cómo se va abriendo la economía alemana, cómo lo va haciendo en ese periodo. Él es un gran admirador de la construcción europea desde los primeros políticos alemanes y franceses y luego ya es más crítico con los otros porque entienden que los otros han tenido que gestionar más crisis. No ha sido tanto una aportación a la construcción europea que una gestión de una sucesión de crisis.

España, si tiene empresas como las que tiene, es porque los empresarios y los directivos están cualificados, tienen conocimientos. Si no, es imposible. Esta España, con su nivel de desarrollo, es una España que tiene una gente cualificada sin la cual no podría hacer frente a las dificultades que está teniendo. Esa es la gran virtud del conocimiento. Eso es lo que tenemos que valorar en figuras como Donges, que han trabajado tanto, pero no por tener razón en todo, sino por trabajar por generar y difundir conocimiento.

Amadeo Petitbó: El mercado de trabajo fue de las pocas cosas que valoró positivamente de la acción de gobierno, la reforma laboral. La formación profesional era algo que citaba constantemente. Donges conducía un BMW, pero siempre ponía como ejemplo Mercedes. Se preguntaba por qué son tan buenos los Mercedes y la respuesta era que porque los trabajadores habían cursado una buena formación profesional. Por eso le daba tanta importancia.

También mencionaba la lentitud. Yo recuerdo haber presionado al gobierno para liberalizar el transporte ferroviario, hace más de veinte años. Hemos empezado ahora. Con las profesiones, ha habido siempre algunos grupos profesionales que han podido vencer la presión del gobierno y han quedado amparados por regulaciones ineficientes. Los procuradores son uno de ellos. O los farmacéuticos. En los programas de los partidos políticos siempre se ve la voluntad de liberalizar estas cosas, pero luego, por unas cuestiones u otras, hay un freno que lo impide. Ponía un ejemplo: ¿Por qué en Estados Unidos cuando aparece un libro y es una novedad se ofrece con un 25% de descuento? Para que la gente lo compre, para que el empresario pueda recuperar la inversión lo más rápidamente posible. En España seguimos anclados todavía con una regulación que prohíbe hacer descuentos del 5%. Pero lo peor es el argumento, que limita los descuentos para favorecer la cultura, lo cual es invertir los términos, seguramente porque alguien piensa que, de esta manera, incentiva la demanda.

La gran virtud de Donges es que era capaz de desgranar estas pequeñas contradicciones en la argumentación política, detrás de la cual siempre había incentivos a obtener rentas, algún tipo de favor al amparo de las regulaciones ineficientes. Tenemos magníficos empresarios cuyos éxitos se ven limitados muchas veces por las regulaciones ineficientes. Regulaciones que suponen mayores inversiones, en casos que son perfectamente evitables; suponen tiempo y suponen hacer tareas que son absolutamente innecesarias. Si hiciéramos un catálogo de regulaciones ineficientes en España nos asustaríamos. Aquí necesitamos un puesto de trabajo como el que tenía Donges en Alemania que era estudio de la regulación, con propuestas al gobierno dirigidas a eliminar todo aquello que supone regulación ineficiente.

Donges tenía una idea de la Administración Pública racional. Tenía al empresario detrás de su argumentación y pensaba que la Administración Pública tiene que ser un acompañante que contribuya a reducir los costes medios de las empresas porque, así, las empresas ganan en competitividad. Para eso necesitamos dos cosas: eliminar todo rastro de regulación ineficiente y fomentar competencia. El empresario hace el resto, porque sabe hacerlo. Los empresarios españoles, cuando han salido a competir fuera de España han triunfado. Si miramos la cantidad de empresarios y, sobre todo, de gestores de empresa que hay fuera de España, si lo conociéramos, quedaríamos asombrados. Cada vez hay más.

Cristóbal Montoro: Vamos a ponernos positivos. Datos del Banco Mundial. En el año 75 en España éramos 36 millones de personas. La renta per cápita era entre 15.000 y 16.000 dólares. El año pasado, éramos 47 millones, que no es porque los españoles se hayan puesto como locos a tener hijos, y la renta per cápita fue de 33.000 dólares. Hemos avanzado muchísimo en España. ¿Ustedes me pueden decir en el año 96 que España iba a tener empresas mundiales líderes en el textil? Habíamos cerrado muchas, Sabadell, Tarrasa, y ahora somos líderes mundiales en el textil. ¿Ustedes me pueden decir en el 96 que íbamos a ser líderes mundiales en la realización y gestión de infraestructuras? ¿Lo éramos en el año 96? ¿Cuánta era la inversión empresarial fuera de España en el año 96? El 6% del PIB. ¿Quién la hacía? La Telefónica pública. Su consejo era tres representantes de La Caixa y el BBVA y el resto éramos todos los que íbamos a la comisión general de secretarios y subsecretarios. También Repsol, Endesa y alguien más. Hoy los empresarios españoles tienen fuera de España el 56%. Hoy no solo somos el país más abierto en términos de comercio, de importancia de las exportaciones e importaciones, sino que en inversión directa en el mundo no hay país que haya hecho eso.

De lo que estamos hablando es que lo que estaba defendiendo Donges es que la unificación del tipo de cambio de Alemania fuera de uno por uno. Ninguno lo veíamos, pero lo que estaba diciendo es que no sabíamos el sentido político que puede tener la unificación y está defendiendo esa postura. Ya veremos el coste. Cuando cae el muro de Berlín, cuando se está produciendo la unificación de Alemania, cuando se están produciendo todos esos fenómenos, la desaparición de la URSS, que significa que están apareciendo nuevos mercados pero que tenemos mucha más competencia, ¿alguien diría que España se iba a convertir en el segundo productor de automóviles después de Alemania? Son todo empresas multinacionales radicas en España que están tomando decisiones en términos de sede y tienen que consultar todo a sus matrices fuera de España. Eso es lo que estamos viviendo en ese sentido y para lo que han sido ideas tan útiles como la liberalización de la oferta, cómo hacer frente a ganarle a la competencia en la globalización, ser capaces de desarrollarnos y tener unos servicios públicos eficientes. ¿O alguien piensa que en el año 2019 pueden venir 83 millones de personas a España, muchos de ellos que son residentes, si no tuviéramos unos buenos servicios públicos de seguridad ciudadana, si no tuviéramos un país de prestaciones de calidad en sanidad, si no tuviéramos unas infraestructuras que le dan al turismo la capacidad de competir internacionalmente? Somos el líder mundial en turismo en materia de infraestructuras.

Hay que invertir en ideas. Este país se ha transformado así y la inversión en ideas no se acaba de ver. Eso es enormemente rentable para los países. Eso es lo que hace que Donges estuviera trabajando en el Instituto de Kiel y en el de Colonia, porque allí existen los institutos económicos muy potentes. Aquí lo tenemos en el formato de hace 31 años. Hay que invertir en esto, que no es solo hacer de editoras de trabajos de otro, es forjar ideas, dirigirlas, orientarlas, ganar el futuro. Ese es el mensaje que nos está dejando Donges. Hace falta mucha más sociedad civil. Eso es fundamental para poder transformar y sentar las bases de la transformación y la modernización de la sociedad. No está todo en la política directa; está en la forja de esas ideas. Ese es el gran legado de Donges.

Amadeo Petitbó: Hay que invertir en ideas. Aquí quiero mencionar algo que no entendía el profesor Donges. Cuando decía invertir en ideas el profesor Donges decía hemos de fomentar el capital riesgo, hemos de fomentar las startups y añadía que, para todo esto, es necesaria la formación. Aquí aparece una regulación ineficiente. El profesor Donges nunca entendía por qué un becario tenía que pagar un IRPF sobre la beca obtenida, que es algo que yo tampoco entiendo. Si lo que queremos es formar, y formar a nuestros compatriotas en las mejores universidades y centros de investigación del mundo, necesitan una ayuda porque matriculares en MIT o en Harvard no es matricularse en la Autónoma o en la Complutense. Hay que pensar en 70.000 u 80.000 euros. Si las fundaciones conceden a estos becarios una beca por el importe de la matrícula más un pequeño importe cada mes, con lo que reciben cada mes no pagan el IRPF correspondiente. Esto es contradictorio. Si queremos más formación, tenemos que aumentar el gasto en formación, que luego se recupera porque, si el becario que viene dirige una multinacional al cabo de cinco años paga un montón de impuestos, con lo cual termina compensando el posible gravamen de no IRPF al que ha tenido que sucumbir durante los años de su beca. Esto lo tenemos que revertir. La mejor política de formación que podemos hacer en España es mandar al extranjero cada año a cinco mil o diez mil españoles a que se formen en la universidad que más les convenga. De los diez mil, quizá regresen cinco mil, pero los tendremos, es una buena inversión. Son estas inversiones que decía el profesor Donges que tienen efectos multiplicadores. No son estas inversiones que se llaman puntuales, es decir, que tienen una vida corta. Tienen un retorno incluso para Hacienda. Hacienda haría una buena inversión dando becas. Lo que pasa es que no se fían.

Cristóbal Montoro: Fui becario en el 73. Una de las becas que tuve fue en un instituto que existía entonces, que se llamaba Instituto de Estudios Económicos, que era público, pero decayó en el registro. Además, era profesor asociado en la Autónoma de Madrid, en la cátedra de Hacienda Pública. Mi última preocupación entonces era el impuesto que pagaba porque esa no era la cuestión. Lo que ocurre mucho en España también es que se insiste mucho en la investigación, en su carácter público, y luego se pretende que esa investigación se haga desde parámetros más privados, pero eso es muy difícil. Si estas haciendo una carrera de investigador y, en paralelo, otra de funcionario público, pues escoges una vía u otra en ese sentido. En España sí hay una industria de investigación privada importante en la industria farmacéutica, que es una de nuestras primeras industrias en investigación y en exportación. Pero en la otra se insiste mucho en una investigación pública en una carrera muy parecida a la docente. Muchas veces, la contradicción que se produce es que pretendes hacer cosas con toda la seguridad pública y querer luego las características de lo privado, incluyendo el riesgo que llevan implícitas unas retribuciones mucho mayores que las de los funcionarios públicos.

Amadeo Petitibó: Yo me refería solamente a las becas para estudios de postgrado que conceden muchas fundaciones para que, durante dos, tres o cuatro años, un estudiante se forme en un centro de investigación o una universidad de primera. Por regla general, a este estudiante se le paga la matrícula, más algo para los gastos de viaje, más una cantidad que no da para ir a la ópera todas las semanas. Que estas becas estén sometidas a IRPF desincentiva mucho que vayan a centros de primera. Una alternativa es ir a centros públicos. En lugar de hacer un máster en Harvard, uno tiene la posibilidad de ir a Estocolmo, pero no es exactamente lo mismo. Por la experiencia de la Fundación, los estudiantes que hemos tenido en estos centros durante dos o tres años se han transformado completamente y algunos han llegado a ser vicepresidentes de empresas como Facebook. Han sido estudiantes bien formados que han sabido competir en la arena mundial, no solamente en la europea. Muchos de ellos han tenido que endeudarse, otros no han podido. Al final Hacienda ha recuperado lo que ha dejado de ingresar durante esto años de estudio. Es una buena inversión para Hacienda.

Donges también decía que hemos de ligar los salarios a la productividad, no al IPC que, desde el punto de vista racional, es difícilmente sostenible. Ligarlos a la productividad tiene todo el sentido del mundo. Pero ligarlos al IPC, tienes un año una subida fuerte del IPC y una bajada o mantenimiento de productividad y esto para la empresa es un desastre.

Cristóbal Montoro: En esta crisis, Donges plantea que no hay que desviar el camino de las reformas estructurales, que él llamaba de las reformas de la oferta, ligadas a esa competitividad y productividad. Fue crítico con la flexibilidad que se ha otorgado al Pacto de Estabilidad y Crecimiento en la Unión Europea. Él saca a colación que los primeros incumplimientos vinieron precisamente de Alemania y de Francia en la crisis del 2002. Tras los atentados de las torres gemelas cae la economía mundial y Alemania y Francia incumplen el Pacto de Estabilidad. Eso llevó a una revisión del Pacto de Estabilidad, que fue un retroceso. Ahora estamos en un momento crítico. La Comisión Europea acaba de anunciar que, el año que viene, en el primer trimestre, va a proponer una revisión de las normas fiscales. Donges insistió en sus últimos trabajos en que no podemos retroceder en términos de Unión Europea si lo que hacemos es renunciar a las normas porque Europa es una integración con normas y con las exigencias que eso conlleva. La gran cuestión abierta ahora es en qué va a consistir esa revisión de normas. Desde el punto de vista ideológico de izquierdas se celebra ya como si fuera un triunfo porque se anticipa una flexibilización de las normas a partir de la formación del nuevo gobierno alemán, pero esto yo lo tengo que ver. O entendemos y aceptamos que la Unión Europea son normas, que podemos cambiar conceptos de esas normas, podemos cambiar el potencial de crecimiento como referencia de esa norma fiscal, pero no podemos prescindir de una norma que apunte a medio y largo plazo a la estabilidad presupuestaria.

Amadeo Petitbó: Más de uno se va a llevar una sorpresa con el gobierno alemán. Hay un estereotipo y la izquierda no ilustrada, que es la mayoría de la izquierda, cree que el futuro es una simple proyección del pasado en el caso de Alemania. Tengo mis dudas y creo que nos van a disciplinar desde el punto de vista del gasto. Y van a ser exigentes con la manera en que se gastan estos miles de millones que el presidente del gobierno anuncia diciendo que va a resolver todos nuestros problemas.

Además de lo que decía del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, el profesor Donges había sido muy crítico con el abandono del Pacto de Lisboa, cuando tenía poder en este campo Durao Barroso. Muchos pensamos que Europa podía llegar a modernizarse a través de todo lo que se prometía en el Pacto de Lisboa, pero exigía tal esfuerzo, sobre todo a las autoridades, que muchas prefirieron abandonar el Pacto y seguir por el camino tradicional de intervenir la economía. Pensando en esta intervención, me vinieron a la mente dos noticias que imaginé cual hubiera sido la reacción del profesor Donges. Una de ellas dice España ha sido el país industrializado donde más ha crecido el peso de la recaudación sobre PIB, porque ha pasado un fenómeno extraordinario fruto de la realidad que impera en estos momentos, que es que el PIB cae más que la recaudación fiscal. Esto se traduce automáticamente, por pura aritmética, en un incremento de la presión fiscal sobre PIB, cosa que, desde el punto de vista de la racionalidad del profesor Donges, no se sostiene. La segunda es esta especie de euforia y de fe, sin demasiados fundamentos sólidos, sobre que esto de la inflación será un fenómeno transitorio y que, por tanto, podemos prescindir de ella. Hay muchos estudios que dicen que los precios suben como cohetes y bajan como plumas, cosa que ha sucedido casi siempre y que es probable que vuelva a suceder. Imagino al profesor Donges diciendo hacemos unas previsiones presupuestarias y un cuadro macro sobre la base de un precio del petróleo, sobre la base de una inflación, sobre la base de un a, b, c, d, e, sobre bases que difícilmente se van a cumplir. En consecuencia, se está elaborando una estrategia política sobre bases falsas, o sobre bases frágiles. En el caso de que la fragilidad se convierta en ruptura, ¿qué va a suceder? Porque fiarlo todo a la ayuda de fuera. Hoy escuchaba a un portavoz importante del gobierno que decía vamos a dar prioridad a las inversiones. A continuación, ponía dos ejemplos de inversión: ayudar a unos a comprar vivienda y ayudar a otros a alquilarla. El alquiler de vivienda no tiene nada que ver con un gasto en inversión. Si empezamos confundiendo gasto con inversión, y eso lo trasladamos a toda la acción del gobierno, el desastre puede ser monumental. Siguiendo las enseñanzas de Donges, lo primero y principal es mantener la coherencia. La economía sí que lo hace, pero cuando te saltas la coherencia de estos esquemas, el desastre está asegurado. Si discutimos sobre la base de hipótesis no verificadas, el riesgo de cometer errores es muy importante.

Cristóbal Montoro: En nuestra materia, cuando llevamos la política a la vida pública se cuantifica. En economía, los hechos se miden y los resultados se miden, y eso es una gran diferencia y una diferencia muy positiva. Se mide porque es el bienestar de la gente. Cuando se habla del PIB, se habla de la renta que se genera en un país. España tiene una estructura fiscal mejorable, pero homologable a Europa. El comportamiento de la recaudación en esta crisis se corresponde con una situación económica en la que ha habido un sostenimiento de rentas. Es el éxito de los ERTEs que ha hecho que no bajen las cotizaciones a la Seguridad Social. Eso hace que la recaudación va con toda seguridad a superar a los del 19, que, a su vez, eran históricos, en este año. Un año antes de que se haga el registro de superación del PIB. No llegamos al PIB y vamos a recaudar. Eso sí que no tiene vuelta de hoja. Nadie está ingresando en esa caja por solidaridad; es porque están vendiendo, porque están exportando, porque están pagando las nóminas, etc. La economía se lee en la recaudación. Si, con la estructura tributaria, la recaudación es la que es y va a superar máximos históricos, ¿por qué se plantea la necesidad de subir más la recaudación en vez de hacerlo al revés? Si ya estamos en máximos de recaudación, vamos a recuperar la economía. También es la primera vez en la historia de España que, sin devaluar, tenemos desde 2012 un superávit por cuenta corriente cada año, tenemos capacidad de financiación frente al resto del mundo, y lo hemos vuelto a tener en el año 20. Cuando el PIB esta cayendo un 10%, cuando el déficit es del 10%, eso quiere decir que el ahorro es superior, del 12% del PIB. Ahí hay una capacidad de acción y lo que hay que hacer es que el ahorro se canalice hacia inversiones e, incluso, hacia consumo, a través de la generación de confianza. Estamos saliendo de la crisis con nuestros propios recursos, porque somos un país muy competitivo como nunca antes lo habíamos sido.

Amadeo Petitbó: De esto se habla poco porque es el gran mérito de los empresarios y también de los trabajadores. Los empresarios han hecho una gran labor durante estos últimos años. Se han dado cuenta de que su futuro dependía de su capacidad de competir internacionalmente y, ante esta posibilidad, tenían dos alternativas: refugiarse en el proteccionismo y en las ayudas públicas o aceptar el reto y salir al mercado internacional a competir. Optaron por la segunda y les ha ido muy bien, tenemos empresas muy competitivas por todas partes y empresarios cada vez mejores. Y futuros empresarios cada vez mejores también, porque se ha ido generando una mentalidad en muchas persona jóvenes de que su futuro no tiene porqué pasar en una oficina en un determinado ministerio, sino por la dirección de una empresa, y si la empresa es multinacional, pues mucho mejor.

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