Complejidad electoral y política de bloques en la España actual

Jesús Fernández-Villaverde

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 17 de octubre de 2023, la Conferencia Magistral «Complejidad electoral y política de bloques en la España actual» que impartió Jesús Fernández-Villaverde.

Jesús Fernández Villaverde es Howard Marks Presidential Professor of Economics en la Universidad de Pensilvania desde 2007, Fellow de la Econometric Society y miembro del Nacional Bureau of Economic Research (NBER), del “grupo de los cien” y del consejo editorial de relevantes publicaciones nacionales e internacionales. Es Licenciado en Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales por ICADE y Doctor en Economía por la Universidad de Minnesota.

Resumen:

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 17 de octubre de 2023, la conferencia “Complejidad electoral y política de bloques en la España actual” que impartió Jesús Fernández-Villaverde, Howard Marks Presidential Professor of Economics en la Universidad de Pensilvania.

La motivación fundamental de la conferencia, según Fernández-Villaverde, es el profundo cambio que ha ocurrido en nuestro sistema electoral. En las once primeras elecciones surgieron siempre gobiernos estables, con mayoría absoluta o cerca de ella. Desde 2015 hemos tenido cinco elecciones generales y de ninguna de ellas ha salido una mayoría estable. De hecho, el partido con mayor número de diputados desde entonces es, precisamente, ahora el Partido Popular, que tiene 137 diputados, más uno de la UPN. Son 18 menos que los que tuvo Aznar en el 96. Esto se ha traducido en una enorme complejidad a la hora de formar gobiernos y en lo que han hecho estos gobiernos. Esto tiene consecuencias

Desde el 2015, España se ha alejado de la política económica seguida desde 1959, con el Plan de Estabilización. Esto tiene consecuencias reales. A principios de los 60 empezamos a converger con Europa en términos de PIB per cápita, desde un 70% hasta más de un 90%. En 2007 esto se paró y ahora vamos hacia atrás. En relación con nuestros vecinos europeos, estamos en la misma situación que en 1975, no hemos sido capaces de reducir la distancia con ellos. Y dada la enorme complejidad electoral que tenemos, lo más probable es que no seamos capaces de reducir esta distancia porque los gobiernos que vamos a tener van a ser coaliciones complejas, con intereses diferentes, que no van a acometer reformas estructurales y darán subvenciones a los grupos que necesitan para permanecer en el poder.

¿Qué es lo que ha cambiado? Según los medios de comunicación, el argumento es que la crisis financiera se lleva de por medio el bipartidismo. Surgen Podemos, Ciudadanos y, más tarde, Vox. Pero esto no es la causa última. La crisis financiera es el catalizador de una serie de cambios estructurales mucho más profundos que estaban ocurriendo en la sociedad española y que, en vez de desarrollarse en diez o quince años, se concentran solo en cinco. Lo que ha ocurrido en España es la combinación de tres cosas diferentes: la ley electoral, el eje territorial del voto y el cambio demográfico. Estos tres mecanismos van a interactuar unos con otros y nos llevan a la situación en la que nos encontramos.

El sistema de partidos en España es bidimensional. Tenemos un eje de los partidos que es izquierda-derecha. Pero tenemos un segundo eje que es el eje territorial, que comienza en las elecciones de 1907, que son el primer gran triunfo electoral del nacionalismo en Cataluña. De hecho, el mapa electoral de Cataluña en 1907 es muy similar al de 2023. La persistencia electoral en España es absoluta.

Hay cinco mitos sobre el sistema electoral español. El primer mito, falso, es el predominio electoral del nacionalismo electoral en Cataluña y el País Vasco como consecuencia del franquismo, pero no es así. En Cataluña es desde 1907 y en el País Vasco desde 1920. No es distinto del Reino Unido, con el predominio electoral del Partido Nacionalista Escocés en Escocia; o de Bélgica, con la división entre partidos valones y flamencos. En Francia, los partidos nacionalistas son muy pequeños y en Portugal están prohibidos por ley.

Esta existencia de un eje bidimensional significa que una manera sensata de resumir los resultados en España es un bloque de izquierdas, un bloque de derechas y un bloque territorial. En las dieciséis elecciones que hemos tenido, el bloque de derechas empieza siendo predominante en el 77 y 79. En el 82 tenemos el primer cambio grande, con el hundimiento electoral de la UCD y el enorme predominio electoral del PSOE, que va a durar catorce años. El bloque territorial cambia en el 86, cuando pasa de 24 diputados a 35 porque los restos de la UCD en Cataluña se convierten en votos para Convergencia y en Canarias se convierten en distintos partidos que terminan siendo Coalición Canaria y similares. Desde el 86, el bloque territorial ha estado fluctuando alrededor de 35 diputados. El bloque territorial lo hace peor en 2008 y en 2023 porque el PSC lo hace muy bien en Cataluña. Allí hay un voto que, en ciertas condiciones vota nacionalista y, en otras, vota PSC. Pero no hay mucha tendencia, el voto territorial es prácticamente constante desde el 86.

El voto de derecha empieza a recuperarse a partir del 93, consiguen llegar a su hegemonía en el 2000 y, desde entonces, suben y bajan. En el bloque territorial, la parte catalana es la que fluctúa más. El bloque vasco es más estable. Si dividimos el bloque territorial en bloque de izquierdas y de derechas, el voto territorial comienza siendo masivamente de derechas hasta 2019, donde por primera vez las izquierdas territoriales adelantan a las derechas territoriales.

Hasta 20015, el gobierno que hemos tenido en España ha reflejado siempre quién ha ganado desde el punto de vista sociológico. Pedro Sánchez es capaz de formar gobierno en 2019, pero había más diputados de izquierdas que de derechas. Ahora es 166 (izquierdas) 182 (derechas). Si Pedro Sánchez es capaz de organizar un gobierno, va a ser el primero de la historia de la democracia en España que no va a reflejar la mayoría sociológica del país. Si este es el caso, se van a generar unas tensiones subyacentes en la sociedad española tremendas, porque esto nunca nos ha pasado. Nunca hemos tenido un gobierno que no reflejara lo que pensara la mayoría de los votantes sobre la ley del suelo o sobre los impuestos.

¿Cómo hemos llegado a esto? La clave absoluta de nuestro sistema electoral es que la circunscripción electoral es la provincia. La ley electoral establece que cada provincia va a tener un mínimo de dos diputados y el resto se va a asignar por población. De esta forma, las provincias pequeñas tienen un enorme nivel de sobre representación, por ejemplo, Teruel debería tener un diputado y no tres. Los grandes perdedores son Madrid, que debería tener entre 48 y 49 diputados y tiene 37. La segunda es Barcelona, que debería tener entre 37 y 38, y no los 32 que tiene ahora, y la tercera es Valencia, que debería tener 18 ó 19.

Cuando agrupamos esto por comunidades autónomas, Madrid está infrarrepresentada por once diputados, Cataluña lo está por cuatro. El País Vasco está en su nivel de representación. Los diputados extra se los lleva Castilla y León, que tiene doce diputados más que los que debería tener. Con lo cual, el segundo mito falso de las elecciones en España es que Cataluña y el País Vasco están sobrerrepresentados en el Congreso, pero no es cierto.

Si tomamos los votos a nivel de cada provincia y se reparten de acuerdo con la ley d’Hont, aparece el tercer gran mito sobre las elecciones en España. La ley d’Hont no tiene nada que ver con esto. Todo está en la circunscripción provincial. Madrid, al tener 37 diputados, los elige con un sistema proporcional prácticamente puro y Soria los elige con un sistema cuasi mayoritario. El sistema electoral divide a España en dos zonas: en 29 provincias, más Ceuta y Melilla, que tienen cinco diputados o menos, y 21 provincias con seis diputados o más, con lo que tenemos un sistema electoral completamente distinto en cada una de estas dos zonas.

La principal consecuencia que tiene esto es que se lleva por delante a los partidos de base urbana, por ejemplo, a Sumar. Pero si eres un partido pequeño con mucha base rural, como Vox, no le afecta mucho. Para los partidos nacionalistas es casi indiferente porque son fuertes en las cuatro provincias catalanas y las tres vascas y están donde tenían que estar. Este es el cuarto mito falso de las elecciones en España. Y es que, al final, ellos tienen el nivel de representación que se corresponde con sus votos. Hay un 8% de españoles que votan nacionalistas y los partidos nacionalistas tienen el 8% de los diputados. Llevamos así desde el 77.

¿Cuáles son las implicaciones de este sistema electoral? En primer lugar, que hay un cierto sesgo hacia las mayorías, pero no es lo suficientemente grande como el tendríamos con un sistema mayoritario como el del Reino Unido, o un sistema de doble vuelta como el francés, que generan mayorías amplias. Nuestro sistema permite que los nacionalistas alcancen un grado de representación ajustado a sus votantes y es un sistema que beneficia a los partidos con bases rurales. No es casualidad. El sistema lo diseña Óscar Álzaga para asegurarse que la UCD gana las elecciones del 77, y el gran ganador del sistema ha sido primero la UVD y, a partir de 1992 ha sido el Partido Popular/Alianza Popular. A la vez, el sistema hace que sea prácticamente imposible que haya un partido de centro liberal con más de treinta diputados. Puedes aspirar a montar un partido liberal que tenga quince diputados y ser la llave del gobierno, pero nunca a tener más de treinta. Esto Albert Rivera no lo entendió.

Dado que el bloque territorial oscila entre el 8% y el 10% de los votos, el bloque de izquierdas necesita, aproximadamente, el 48% de los votos para poder gobernar en solitario, mientras que las derechas necesitan el 45%. Las derechas necesitan menos porque tienen los votantes mejor colocados. Esto funcionó en el 77 por la dispersión electoral y el miedo al cambio. Suárez fue presidente gracias a Galicia y a Castilla y León. En el 82, Felipe González entiende que el votante español se sitúa, mayoritariamente, en un centro izquierda moderado y, además, los socialistas consiguen montar maquinas electorales en Andalucía y Cataluña. Alianza Popular/Partido Popular es una organización que ha decidido que su objetivo es perder elecciones. Pero Aznar se convierte en líder del PP y tiene la idea de que lo que tiene que hacer un partido político es ganar elecciones. Es capaz de dar la vuelta al PP. Además, España se está modernizado de manera estructural. Al crearse una clase media con prosperidad, esto hace que Madrid, Valencia y Andalucía empiecen a girar hacia la derecha. Pero que Madrid y Valencia sean grandes graneros de voto del PP es un hecho muy reciente: en Madrid, la izquierda ganó hasta el año 2000. Este cambio estructural hace que el PSOE pierda más y más votos en Madrid, en Valencia, con lo cual es prácticamente imposible que el bloque de izquierdas llegue a ese 48% de votos que necesita.

El voto estructural de la izquierda en España, el que tiene cuando la economía está en una situación normal, el bloque de izquierda obtendría el 44% de los votos, el bloque de derecha obtendría el 46% y el bloque territorial el 10%. Esto es ligeramente diferente del 45% que les decía anteriormente porque el voto de derechas cada vez está peor colocado. Al bloque de derechas se le están muriendo los votantes en provincias poco pobladas y está teniendo más votantes en Madrid, pero ese votante está infrarrepresentado. El PSOE tiene un problema: solo puede llegar al 44% a menos que tenga suerte con el ciclo económico, con lo que decide que la única forma que tiene de gobernar es con el País Vasco y Cataluña. Por eso, Zapatero apoyó la reforma del Estatuto de Cataluña, a pesar de su inconstitucionalidad, porque debe tener un buen resultado en Cataluña y debe contar con la simpatía o la alianza estratégica de los partidos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco. El programa les funciona muy bien por la gran pujanza de Madrid, que se convierte en el gran granero de votos del PP. Pueden plantear las elecciones Madrid contra Cataluña.

En un Congreso de los Diputados sin Cataluña, País Vasco y Navarra, en las diez elecciones desde 1986 la derecha habría ganado con mayoría absoluta en nueve de ellas. Si se quitan estas tres regiones, la derecha gana siempre, excepto en 2004, a causa de los atendados, e incluso entonces la izquierda gana por un solo diputado. Sin esas regiones, no existe ningún camino sensato para que el PSOE pueda gobernar. Esto se va a agudizando con el tiempo, porque el PSOE da a Cataluña y País Vasco todo lo que quieren y los demás se sienten agraviados. Pero como la izquierda y los nacionalistas le han metido tanta distancia a la derecha en Cataluña y el País Vasco, lo mismo son capaces de gobernar juntos. Con ello, tenemos un problema estructural porque tenemos catorce comunidades autónomas que votan de manera distinta a las otras tres comunidades. Ahora se entiende lo que hace Pedro Sánchez, que son decisiones racionales. La estrategia de la polarización, o la estructura del Tribunal Constitucional, no son hechos aleatorios, sino consecuencia de nuestro sistema electoral.

Al PP le complica mucho la vida la aparición de Vox, porque antes, con el 44%, ganaba con mayoría absoluta y ahora necesita el 46%. Si Vox y el PP se hubieran presentado juntos en estas elecciones, y asumiendo que nadie hubiese cambiado de voto, que es mucho asumir, el PP y Vox hubieran obtenido 181 diputados. Eso es particularmente cierto en País Vasco y Cataluña. Esto significa, desde el punto de vista del PP, que apelar al voto útil contra Vox es contraproducente porque cada diputado que le roba es solo una reasignación de escaños en el bloque de la derecha, pero no es una ganancia con respecto al bloque de la izquierda. De hecho, al PP le habría venido mucho mejor que Vox hubiera tenido 40 ó 45 diputados. Esto va a ser cada vez más importante porque Vox está aquí para quedarse. Esto lo ha entendido muy bien Buxadé cuando ha dicho que se libra de Espinosa de los Monteros porque el futuro electoral de Vox es Getafe, no el barrio de Salamanca. Con lo cual, o el PP asume que Vox va a estar ahí, o no va a gobernar nunca.

El resultado es que en estos momentos las elecciones en España solo pueden tener dos resultados: o que el PP juegue bien sus bazas electorales y el bloque de derechas obtenga el 46% de los votos, o que gobierne el PSOE con todos los demás. Si nos vamos a la repetición de elecciones en enero, o el PP lo hace mejor, o volvemos a la coalición de todos contra el PP.

¿Podríamos cambiar la ley electoral? Esto no está ni se lo espera. Como el gran ganador del sistema es el PP, cualquier reforma del sistema va a beneficiar a la izquierda, con lo que el PP dirá que no. Además, cualquier tipo de reforma electoral mínimamente sensata no tiene mucho recorrido, porque los nacionalistas se quedan igual. El único efecto que tendría es que Sumar entraría en Castilla y León, reforzando a la izquierda. Un sistema mayoritario significa que los partidos nacionalistas se lo llevan todo en País Vasco y Cataluña. Una prima a la mayoría, como en Grecia, daría lugar a la creación de un Frente Popular.

El quinto gran mito falso de las elecciones en España es que las listas abiertas solucionarán el problema. No, las listas abiertas no solucionarán nada. La evidencia empírica es que las listas abiertas son irrelevantes o perjudiciales para el sistema.

¿Qué podría ocurrir? Lo primero es la desaparición de Vox y que el PP consiga volver a reagrupar el voto total de la derecha en España. La probabilidad de este escenario es del 5% porque, si hay inmigrantes, habrá un partido de extrema derecha. Una segunda posibilidad es que el PSOE se pase de frenada, lo que lleva a que una serie de votantes del PSOE de toda la vida digan que hasta aquí hemos llegado, lo que provoca el colapso del PSOE en País Vasco y Cataluña. La probabilidad es de un 30%.

La tercera posibilidad es la creación de un Vox catalán, con su misma visión pero pro independencia. Los pequeños gérmenes de partidos de este tipo ya lo han hecho muy bien en las municipales en Cataluña. Es muy difícil que el PSOE pueda llegar a un acuerdo con un Vox catalán. En los próximos diez años, la política catalana va a cambiar mucho por la existencia de un partido de extrema derecha catalanista.

La siguiente posibilidad es la aparición de un partido jacobino de izquierdas. Muy anti mercado, muy intervencionista, pero jacobino. Ahí hay una oportunidad. Un nuevo partido de centro es prácticamente imposible, porque no hay espacio a causa de la ley electoral y del cambio demográfico. ¿Podría haber un giro del PNV o de la derecha catalanista respecto a Vox? Es poco probable, pero podría ocurrir. Finalmente, que el PP aprenda a jugar tiene una probabilidad del 15%.

En este escenario, Pedro Sánchez no es la causa sino el resultado. A cualquier otro dirigente del PSOE no le queda otro remedio que sentarse con Junts y ERC. Esto significa que, si el PSOE monta esto, o el PP es capaz de gobernar de una manera extraña, pues no va a haber reformas, porque todo el mundo va a estar más preocupado de que no le monten una moción de censura que de hacer reformas. Quizá la mejor salida es que el PP aprenda a jugar este juego, sentarse y mirar el mapa electoral de España y que fuera capaz de tener una mayoría electoral que le permita acometer las reformas.

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