Conferencia Magistral Bryan Caplan

Fronteras abiertas. Por qué el sistema educativo puede ser una pérdida de tiempo y dinero

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 25 de junio de 2019 a las 19 horas, la Conferencia Magistral «Fronteras abiertas. Por qué el sistema educativo puede ser una pérdida de tiempo y dinero» que impartió Bryan Caplan con motivo de la publicación de la obra «El mito del votante racional: Por qué las democracias eligen malas políticas» en español.

Bryan Caplan es economista y profesor de la George Mason University. Bryan Caplan pertenece a un grupo investigador y docente de primer nivel en la escena global. Doctor por la Universidad de Princeton, ha destacado como miembro de la llamada Escuela de Virginia. Dicha escuela, ha sido capaz de edificar uno de los centros de análisis de políticas públicas más prestigiosos del mundo: el conocido Mercatus Center. Su obra, trata un gran número de cuestiones. Desde la natalidad, en su famoso trabajo Selfish Reasons to Have More Kids (2011) hasta la cuestión electoral en su conocido estudio El mito del votante racional: Por qué las democracias eligen malas políticas (2007). En el año 2018 publicó una interesante reflexión sobre la educación titulada The Case Against Education: Why the Education System is a Waste of Time and Money (2018). Y ahora, en el mes de octubre de este año, aparecerá su última creación. Un trabajo a medio camino entre el ensayo teórico político y el cómic titulado Open Borders: The Science and Ethics of Immigration.

Resumen:

El 25 de junio de 2019 tuvo lugar en la Fundación Rafael del Pino la conferencia de Bryan Caplan, catedrático de Economía en la Universidad George Mason y columnista de EconLog, titulada “Fronteras abiertas. Por qué el sistema educativo puede ser una pérdida de tiempo y de dinero”, en la que habló de educación y de inmigración. Caplan inició su intervención diciendo que todo el mundo siempre tiene la idea de que nos hace falta una educación mejor. Ahora bien, ningún político dice que estamos dilapidando el dinero que gastamos en ella, y esto es algo muy extraño. De hecho, por lo que se refiere a la educación, los economistas y los políticos siempre están de acuerdo, porque los economistas miden los beneficios financieros que obtiene el individuo y se dan cuenta de que la educación aporta un rendimiento económico en forma de mayores sueldos. Pero cuando se analiza la educación, no solemos darnos cuenta de que, la mayoría de las veces, no se nos enseña una habilidad que sirva más allá de para aprobar un examen. Los empresarios todavía valoran a la gente por el rendimiento que demuestran en la escuela a través de las notas, con independencia de que se trate de matemáticas, literatura o historia. Sin esas notas, no puedes ir a la universidad ni conseguir un buen trabajo. Además, si estudias latín, tienes el futuro despejado porque las grandes universidades te abren las puertas. El modelo de señalización de la educación dice que algunas asignaturas son útiles, como matemáticas, pero hay otras asignaturas, como música, que son irrelevantes. Sin embargo, merece la pena estudiarlas porque convencen al empresario de que eres listo, trabajas duro y eres una persona concienzuda. El colegio, en definitiva, te pone un sello en la frente y cuantos más sellos tengas, más te valorará el empresario. El mercado recompensa a los alumnos por hacer las cosas bien, aunque las asignaturas sean completamente irrelevantes. En Estados Unidos, los estudiantes dedican el 70% de su tiempo a asignaturas que no servirán para nada en el futuro. Además, el nivel de conocimiento de los alumnos es muy bajo. Muchos de ellos, por ejemplo, no saben quién fue Roosvelt. En educación, las cosas inútiles merecen la pena, mientras que las que son útiles no lo merecen. Esto puede apreciarse con el siguiente ejemplo. Si quieres ir a Harvard y tener un título tienes que pagar 70.000 dólares al año. Pero también puedes irte a vivir a Cambridge e ir a las clases de Harvard sin matricularte porque allí nadie te va a pedir un DNI, pasaporte o cualquier otro documento identificativo. Incluso, puedes acercarte a un profesor, decirle que te gusta mucho su asignatura y que quisieras poder asistir a sus clases a lo cual, con toda seguridad, te responderá que encantado y te permitirá acudir. Después de cuatro años habrías adquirido los conocimientos y te habrías ahorrado 280.000 dólares, pero no tendrías un título ni podrías utilizarlo para conseguir un empleo. Si alguien quiere adquirir cualificaciones que le vayan a resultar útiles tendría que encontrar profesores que fuesen estrictos. Pero lo que quieren los alumnos en Estados Unidos son profesores con asignaturas ‘marías’. Eso, sin embargo, es hacerse trampas a uno mismo y degradar el título. Pero estamos en un mundo de titulitis universitaria para poder conseguir un puesto de trabajo. A eso se le llama inflación de titulaciones. El resultado de ello es que ahora, en muchos sitios, necesitas un título universitario para ser camarero. ¿Qué se puede hacer ante esta situación? Ser austeros, gastar menos dinero, y así habrá menos gente con título y, así, a los empleadores no les quedará más remedio que tener en cuenta también a las personas sin título en los procesos de selección de personal. También hay que poner más peso en la formación profesional, como en Alemania o Suiza. Otro tema es la emigración. ¿Por qué a la gente que le gusta la libertad de mercado no le gusta la emigración? Las restricciones al libre movimiento de personas son una restricción gubernamental masiva a la libertad humana. Si un gobierno no te lo permite, no puedes vivir en un sitio. Hay mucha gente que quiere trabajar en el primer mundo que no lo consigue, porque las leyes no se lo permiten. Pero es que cuanto mayores son las diferencias de salarios entre Miami y Puerto Rico, más portorriqueños querrán ir a trabajar a Miami, generando de esta forma más riqueza para el país que los recibe. Muchos liberales defienden la política antiinmigración alegando que esa gente está entrando en el país de forma ilegal. También dicen que los inmigrantes musulmanes van a hacer cosas y quieren que se queden fuera. Un atentado terrorista, sin embargo, depende más de quien se queda fuera que de quien entra. También se dice que, si hay un estado del bienestar, tiene que haber restricciones para que sea viable, que los inmigrantes van a votar por la sharía, etc. Miltron Friedman, sin embargo, defendió la inmigración porque el saldo fiscal que implica es positivo, ya que los ingresos que aportan los inmigrantes al presupuesto público, directa e indirectamente a través de sus actividades, son mayores que los gastos que generan.

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