Devuélveme el poder

Miriam González y Ana Pastor

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 13 de noviembre de 2019, el diálogo «Devuélveme el poder. Por qué urge una reforma liberal en España» en la que participaron Miriam González Durántez y Ana Pastor.

Miriam González Durántez es abogada especialista en comercio internacional y reglamentación europea. Ha sido socia de varios bufetes internacionales y presidenta de Canning House. Es vicepresidenta de UBS Europe, miembro del European Council of Foreign Relations y miembro del consejo asesor internacional del Círculo de Empresarios de España. Fue asesora del Ministerio de Asuntos Exteriores del Gobierno británico y miembro de gabinete de dos comisarios europeos de relaciones exteriores. Es también fundadora y presidenta de Inspiring Girls, una fundación internacional que tiene como objetivo conectar a niñas de todo el mundo con mujeres que las inspiren y eliminar los estereotipos de género.

Ana Pastor es una periodista y presentadora con una amplia trayectoria profesional. Comenzó trabajando en 1999 para la Cadena SER, donde formó parte del equipo de Iñaki Gabilondo especializándose en información internacional. También estuvo al frente del programa semanal de actualidad «Punto de fuga». En 2006 inició su andadura en RTVE presentando ’59 segundos’. Tres años después fichó por ‘Los desayunos de TVE’. Su presencia en dicho espacio terminó en 2012, año en el que fichó por CNN en Español para el programa de entrevistas ‘Frente a frente’. Desde 2013 trabaja para el grupo Atresmedia. Su incorporación estuvo vinculada a la emisión a la que sigue relacionada: ‘El objetivo’ en La Sexta. Además de en radio y televisión, Ana Pastor ha trabajado en prensa escrita colaborando para diarios como El Periódico de Cataluña y en las revistas de moda Yo Dona y SModa.

Resumen:

El 13 de noviembre de 2019 tuvo lugar, en la Fundación Rafael del Pino, la conferencia de Miriam González, abogada especialista en Derecho de la Unión Europea y fundadora del movimiento internacional “Inspiring girls”, titulada “Devuélveme el poder: por qué urge una reforma liberal en España”, con motivo de la presentación de su libro “Devuélveme el poder porque es mío”. Para Miriam González, el concepto de rendir cuentas es el liberalismo, aunque se ha entendido de manera muy distinta en diferentes países. Las posibilidades de reforma en España, en este sentido, se ven de manera pesimista. Sin embargo, cuando las cosas se analizan área por área lo que hay que cambiar, se aprecia que algunas cosas son fáciles de cambiar. A veces, basta con abrir una página web. Para ello, solo hace falta voluntad política. Por desgracia, en España se ha normalizado eso de no rendir cuentas cuando en muchos otros países eso no sucede. Parte de nuestros problemas surgen de la Transición, porque fue necesario alcanzar consensos que uniesen a todos, encajando una serie de poderes fácticos, lo que implica acumular el poder. Uno de los ejemplos más claros son las listas electorales cerradas. Pero cosas que valían entonces, hoy ya no sirven. Por ello, no sirve instalarse en el inmovilismo después de cuatro décadas. En consecuencia, se genera un círculo vicioso en el que los políticos concentran el poder. A continuación, empiezan a no rendir cuentas y los ciudadanos se ven menos empoderados para cambiar las cosas y controlan menos lo que están haciendo los políticos. Así es que esa concentración del poder se ha expandido, por ejemplo, a través de las manipulaciones de la contratación pública, o a través de una legislación que es poco transparente y que es excesiva. Por tanto, hace falta algo tan fácil como cambiar estas tendencias, empezar a poner temas sobre las mesas y ver cómo vamos a adaptar el sistema desde dentro para que no se rompa desde fuera. Muchas de las cosas que podemos hacer para mejorar nuestro sistema son fáciles y sencillas. El problema es que la gente esta dando como normales cosas que no lo son. En el Reino Unido, por ejemplo, hay un comité de ética por el que hay que pasar obligatoriamente, cosa que no sucede en España. Si el comité detecta un conflicto de intereses, retiran al político. En España se puede hacer también, pero falta voluntad política. La seguridad, los guardaespaldas, ese boato que se crea en España en torno a los políticos, esos signos de coches y casas oficiales, esos grupos enormes de asesores no solo tienen un coste económico. Tienen también un coste de poder porque alejan al político de los ciudadanos. En otros países, esto suele ocurrir en la primera línea de la política y esto los lleva a distanciarse de ello. En esa línea, a veces se necesita a gente que te diga si lo estás haciendo bien. Lo que es absolutamente inusual es lo que sucede en España, donde esa situación no se da solo en la primera línea política, sino también en la segunda, en la tercera, en las autoridades regionales y locales. En muchos sitios hay políticos corruptos, que están donde están porque la gente los vota. Pero, al final, la responsabilidad de ello es de los ciudadanos, que a veces se hacen cómplices, que muchas veces no son conscientes de la importancia que tiene su voto. Ahora bien, si los ciudadanos de otros países tuvieran un sistema político como el español, también estarían ocurriendo los casos de corrupción que suceden en España. El problema, por tanto, es del sistema. No puede ser que hayan surgido un montón de casos de corrupción, muchos de los cuales han ido por el camino de la Justicia, y que esa Justicia siga siendo lenta y no se haya reformado cuando hemos tenido muchos años para hacerlo. En vez cambiar el sistema, seguimos con él como estaba. Lo mismo cabe decir por lo que se refiere a la competencia de las empresas. Esa discusión sobre las distintas reformas es algo que nos tiene que interesar a todos. A todos nos interesa seguir con el sistema constitucional, que el país prospere, que dejemos a las generaciones futuras un país mejor que el que hemos recibido de las generaciones anteriores. Pero no hemos logrado generar ese clamor popular a causa de esa gran acumulación de poder. La Constitución española debe reformarse, pero es una discusión que debe ir por fases. La primea fase es una fase técnica, que consiste en ver lo que hacen en otros sitios y comparar con lo que hacemos nosotros. Pero no todo es reforma de la Carta Magna. Para que los parlamentarios vayan todas las semanas a su circunscripción, a reunirse con sus votantes, no hay que reformar la Constitución. Para que los organismos de control de los contratos públicos sean transparentes, tampoco. Para abrir una página web para hacer consultas legislativas, lo mismo. Esas cosas, sin embargo, no se están haciendo. Lo más preocupante es la cantidad de políticos con sueldo en todos los niveles de la Administración. Son, además, los que nombran personas para las empresas públicas. Luego están también las fundaciones. Además, están todos los eventuales e interinos. La cifra total puede ser de 200.000 personas, pero no hay forma clara de saberlo por falta de transparencia. En otros países, también, los políticos sienten una presión mediática que no se siente en España. Los políticos, en otros lugares, hablan con más frecuencia con los medios de comunicación. En España, esa presión solo la hacen unos pocos periodistas y medios, y los políticos apenas responden a esa presión. De todas formas, hay una corriente en auge, en Estados Unidos y en Reino Unido, por ejemplo, de limitar ese derecho de expresión de los periodistas. Por lo que se refiere al feminismo, la tendencia es que las cosas empiezan en Estados Unidos, llega a Europa y, en algún momento, llega a España. La discusión llega con ocho o diez años de retraso a nuestro país. Feminismo es que todos somos iguales, con independencia de los cromosomas, por lo que no puede ser que la mitad de la población tenga menos poder del que le corresponde. Por último, señaló que el liberalismo no es necesariamente de centro. Uno de los dramas en España fue ese movimiento hacia la derecha de Ciudadanos. Eso provoca el fracaso de Ciudadanos. España es mejor si tiene una opción liberal, pero es mucho mejor si los que compartimos esos valores liberales podemos ver ese espacio de consenso.

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