El sueño de Europa: Anhelo utópico o realidad incontestable

Timothy Garton Ash y Ramón González Férriz

La Fundación Rafael del Pino organizó, el día 13 de noviembre de 2023, el diálogo «El sueño de Europa: Anhelo utópico o realidad incontestable» en el que intervinieron Timothy Garton Ash y Ramón González Férriz con motivo de la publicación de la última obra del profesor Garton Ash titulada “Europa, una historia personal».

Timothy Garton Ash es un historiador y periodista británico conocido por la brillantez con que ha documentado la transformación de Europa durante el último cuarto de siglo. Es profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford y Senior Fellow del Instituto Hoover, en la Universidad de Stanford. Escribe regularmente en medios como The New York Review of BooksThe GuardianThe New York TimesThe Washington Post The Wall Street Journal. A menudo se habla del trabajo de Garton Ash como una «historia del presente». Tenía diecisiete años cuando Gran Bretaña entró en la Comunidad Europea y sesenta y cuatro cuando la abandonó. Desde entonces ha vivido y respirado la política europea, ha sido testigo de algunas de las escenas más dramáticas de su historia, ha entrevistado a muchos de sus protagonistas y ha analizado la evolución de la vida de los europeos de a pie a lo largo y ancho del continente.

Ramón González Férriz es escritor y periodista. Escribe sobre política y cultura en El Confidencial, es consejero editorial de la consultora LLYC y dirige el pódcast El futuro de las ideas para el Center for Economic Policy de la escuela de negocios Esade (EsadeEcPol). Anteriormente, fue editor asociado de la revista Política Exterior, director del semanario Ahora y responsable de la edición española de la revista Letras Libres. Es autor de los libros La trampa del optimismo. Cómo los años noventa explican el mundo actual (2020), 1968. El nacimiento de un mundo nuevo (2018) y La revolución divertida (2012), todos ellos publicados en Debate.

Resumen:

El 13 de noviembre de 2023, la Fundación Rafael del Pino organizó el diálogo “El sueño de Europa: Anhelo utópico o realidad incontestable”, en el que intervino Timothy Garton Ash, catedrático de Estudios Europeos de la Universidad de Oxford, con motivo de la presentación en España de su libro “Europa, una historia personal”.

Uno de los rasgos más típicos de los europeos es el sentido de que puedes estar en casa estando en el extranjero. Esto es fantástico, es el futuro. Por eso, mi libro en inglés se llama Homelands. Los americanos no tienen esto.

Estuve en Berlín después de la caída del muro y pasé a Berlín oriental. Allí me encuentro con un joven berlinés viendo un póster que dice “Solo hoy podemos decir que acabó la guerra”. Solo en el 89 pudimos decir que se acabo la guerra para toda Europa. Dos años después, estaba sentado con Helmut Kohl en Bonn, quien acaba de conseguir la reunificación de Alemania. Kohl era gigantesco y me dice, “por cierto, profesor, ¿se da usted cuenta que está hablando con alguien que ha heredado todo lo sucedido a Adolf Hitler?”. Ahí se paró la conversación. Kohl lo decía por una buena razón, que era consciente de la carga de la responsabilidad. Hitler quería que el techo de Europa fuera alemán, pero Kohl quería dejar un techo europeo a Alemania.

Pasan tres años y estoy en San Petesburgo en una conferencia. Camaradería, oeste, occidente, Rusia. Pero hay un hombrecillo con aspecto desagradable, una especie de pseudo ayudante del alcalde de San Petesburgo que, al segundo día, enturbia el ambiente de la conferencia porque pitan y dice: “recordemos que hay territorios que, históricamente, siempre han sido rusos y en la Federación Rusa estamos comprometidos con ellos” y hace referencia a Crimea. Hay 35 millones de rusos que viven fuera de Rusia y a nosotros nos corresponde cuidarles. Estamos hablando del 94. Se llamaba Vladimir Putin. No se puede decir que la ampliación de la OTAN, que empezó cinco años después, es la causa de la agresión a Ucrania, no. Es el instinto revanchista e imperialista que ya borboteaba en el 94. Así que la historia es una historia de la historia de Europa y de la libertad. Estos son los hilos conductores de mi trabajo.

A principios de los setenta, la mayor parte de los europeos vivían en dictaduras. 289 millones de europeos vivían en democracias y 389 millones en dictaduras. No todas las dictaduras estaban detrás del muro de Berlín. España y Portugal también lo eran en esos momentos. Empezando con la finalización de las dictaduras en el sur de Europa a mediados de los setenta vemos una curva en ascenso, vemos como la libertad y la democracia pasan como un velo por encima de Europa. Europa y libertad, llegando en el 89 al este y una ampliación sin precedentes de la Unión Europea hacia el este, con 27 miembros en 2007. OTAN, quince miembros en el 72 y 26 en 2007.

Por supuesto, no fue un periodo sin interrupciones. Hubo cinco guerras en la antigua Yugoslavia. Estuvo también el atentado de las torres gemelas, pero, aun así, es un ascenso. En este sentido, es interesante recordar que el 11 de septiembre, el ataque a las torres gemelas no parece el momento más importante en Europa. Lo es en Estados Unidos y en Oriente Medio. El momento más importante en Europa es el 2008 cuando, de forma simultánea, se produce la crisis global y Putin se hace con dos grandes partes de Georgia en el verano-otoño. Ahí se desencadena una cascada de crisis durante quince años: la crisis financiera da lugar a la Gran Recesión, Orban empieza a amenazar la democracia en Hungría, en 2014 Putin anexiona Crimea y ahí se inicia la guerra de Ucrania, en 2015 la crisis de los refugiados, Brexit, Trump, populismo, Covid y hasta el 24 de febrero del 22, que es el comienzo de la mayor guerra en Europa desde 1945.

Esta guerra de Ucrania pone fin a la era de postguerra. Una de las preguntas es el porqué, después de que todo pareciera ir bien durante tanto tiempo porqué esta serie de crisis. En gran parte se debe a la hibris (concepto griego que puede traducirse como ‘desmesura’ del orgullo y la arrogancia), a distintas caras de la hibris y a un error fundamental subyacente, que es cómo nos planteamos la historia. A principios de los 2000 llegamos a pensar que sabíamos hacia dónde se dirigía la historia y que, tal y como habían ido las cosas, bastante bien, pues seguirían yendo bastante bien. Pero en la historia no hay nada inevitable. Así es que, si la continuación de la curva ascendente no es inevitable, tampoco lo es la curva negativa en la que nos encontramos ahora. Siempre depende de nosotros. ¿Damos por supuesto que Europa va a existir? Hemos construido la mejor Europa de la historia, pero ahora se ve amenazada. Lo hemos visto en la antigua Yugoslavia, en Ucrania, en Hungría. Todos los logros pueden venirse abajo muy rápidamente, así es que tenemos que movilizarnos para defender a esta Europa que hemos construido.

Sigo creyendo en la identidad europea, pero hay que preguntarse quiénes somos ese nosotros. En Ucrania, de cada dos palabras una es Europa. No hay un europeo tan apasionado con Europa como los ucranianos ahora mismo. Anhelan ser miembros de la Unión Europea porque ven que Europa es su futuro y es el adalid de la seguridad y la democracia. Otro grupo de europeos muy apasionado es el de los británicos como yo. Las dos manifestaciones recientes pro Europa más impresionantes han sido en Kiev y en Londres, en este caso en contra del Brexit y pidiendo un segundo referéndum. Si vemos cómo se ha defendido el argumento pro Europa en los últimos setenta años, siempre ha sido de la misma forma: estábamos en un lugar desagradable, queremos estar en un lugar mejor y ese lugar es Europa. En Europa había muchos lugares malos. En Alemania, el nazismo; en Francia, la ocupación; en España, la dictadura; en Polonia, la dictadura comunista; en el Reino Unido, el declive económico. La forma era la misma, estar en un lugar feo y se quería ir a un lugar mejor, que es Europa. El problema es cuando estamos ahí. Hay una generación de jóvenes europeos que dan por supuesto todo lo que hemos logrado en Europa y ahora piensan que las cosas están peor. No están seguros de que Europa les garantice un futuro mejor. Así es que tenemos un problema no en la periferia, sino en el corazón mismo de Europa.

La Europa que tenemos la han creado cuatro generaciones, cuyas vidas cambiaron por las experiencias vividas en su juventud. Primero está la generación del 14, con su experiencia en la Primera Guerra Mundial, gente como Adenauer, etc. Los del 39, la Segunda Guerra Mundial, los del 68 y los del 89, aquellos que viven ese año de maravillas. Estaba explicando esto cuando se levantó un alumno y preguntó si creía que habría una generación del 22. La guerra y esta sensación de que el proyecto está amenazado desde dentro y desde fuera hará que hablemos de una generación de europeos más jóvenes. Me encantaría pensar que va a ser así, que vamos a ver la generación del 22 que se moviliza en el continente, pero tengo dudas. En Ucrania y los bálticos sí, pero en el oeste no lo veo. Así es que hay que intentar generar esa consciencia para la generación del 22.

La caída del muro de Berlín supone un desafío en la forma en que hacemos que la gente entienda la importancia de estos acontecimientos. Un amigo alemán se marchó a Alemania Occidental por Hungría en 1989 y pensó que no volvería a ver a su familia en muchísimos años. Pero hay una estación de tren en Berlín en la que el tranvía pasaba por Berlín este y allí tuvo una cita con su familia. Él estaba en el tren y su hermana estaba en el andén de Alemania oriental y se gritaban entre sí. Es una escena desgarradora y pensaron que nunca se iban a volver a ver. Y luego sucedió el milagro de la caída del muro de Berlín. El padre de estos chicos cruza con su hija y un amigo de ella al otro lado de Berlín nada más caer el muro. Cruza media hora al otro lado y, al volver, el amigo de su hija le pide detener el coche y puso un pie en el suelo. No se podía creer que estaba en Occidente. Cuando cuentas una historia como esta, puedes hacer que la gente entienda cómo era aquello. Nosotros sabíamos que era un milagro. Pero poco a poco empezamos a pensar que esto era algo inevitable, pero realmente fue un golpe de suerte. Empezamos a cometer ese error a principios de los 2000 y nos convencimos de que la historia era nuestra aliada. Ahí es dónde las cosas empezaron a agriarse.

Cuando veo como vamos hacia atrás me pregunto que en qué nos equivocamos. Veo los errores como europeísta liberal. Dedicamos mucho tiempo a la otra mitad del mundo y descuidamos a la otra mitad de nuestras sociedades. No es solo una cuestión de las desigualdades de renta y de riqueza, sino también la desigualdad de atención y de perspectiva. Mucha gente pensaba que no se la estaba tomando en cuenta, que se la estaba ninguneando, que las élites cosmopolitas no le tenían respeto. Los populistas se hicieron con este electorado. Uno de los grandes retos de los europeos es cómo volver a reconquistar a esa otra mitad, que todavía sufre esta tentación de votar por los populismos.

España es un ejemplo clásico de cómo Europa, la libertad y la democracia han caminado juntas. Por tanto, me preocuparía si eso se pusiera en tela de juicio. La Unión Europea tiene un enorme poder normativo cuando los países quieren adherirse a ella. Pero una vez que están dentro del club, parece que pueden hacer lo que quieren y el poder normativo se debilita un poco. Es un problema importante para la Unión Europea, por ejemplo, pensar que la democracia en Hungría se consolidaría por pertenecer a la UE. Luego resultó que Orban podía destruir la democracia húngara valiéndose de los propios fondos procedentes de Europa. Por tanto, el problema es estructural y la UE va a tener que abordar este problema si quiere que la próxima ampliación sea un éxito, porque va a tener que acoger a países con tendencias autoritarias. Además, siempre ha sido un error pensar que Europa va a defender el Estado de Derecho por nosotros. Es un error pensar que Europa va a hacer nuestro trabajo.

La clave para el futuro de Europa es encontrar un equilibrio correcto entre la unidad y la diversidad. Durante dos mil años, los europeos hemos tenido esa relación amor-odio con Roma. Por un lado, desde el final del imperio romano hemos intentado recrearlo. Por otro lado, hemos estado intentando escapar del imperio romano. La clave para asegurar el futuro de Europa es no intentar ir a toda velocidad para crear los Estados Unidos de Europa. Hay que intentar ese delicado equilibrio entre unidad y diversidad. Es la clave para mantener viva a Europa en los próximos cincuenta años. ¿Deberíamos entonces ampliar la Unión Europea? La ampliación es el éxito más grande de la Unión Europea, debido a que los países quieren ser democráticos y parte de la UE, pero también a que, ahora, estamos en un mundo de gigantes, de grandes potencias. No solo están Estados Unidos y Europa. También están Rusia, China, India, Turquía, Brasil, Sudáfrica. En un mundo de gigantes, tienes que ser gigante. Por tanto, si la ampliación se hace bien, aumentaremos nuestro poder, especialmente si Trump gana las elecciones en Estados Unidos, que es muy posible. Para defender nuestros intereses y valores tenemos que ser un gigante muy poderoso.

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