James Robinson

Por qué fracasan los países

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 29 de marzo de 2016, la Conferencia Magistral “Por qué fracasan los países” impartida por James Robinson, Catedrático de economía política en el Harris School of Public Policy de la Universidad de Chicago.

Reconocido experto en economía política, instituciones y desarrollo económico y político, el profesor Robinson ha desarrollado una intensa y prolífica carrera docente e investigadora. Se formó como economista en la London School of Economics and Political Science y en las universidades de Warwick y Yale. Con anterioridad a su incorporación a la Universidad de Chicago, ocupó las Cátedras, Wilbur A. Cowett y David Florence, de gobernanza en la Universidad de Harvard y sirvió como profesor de economía y ciencia política en las universidades de California-Berkeley, Southern California, y Melbourne.

Entre sus numerosos trabajos destaca por su transcendencia la obra “Why Nations Fail”, que desarrollo junto al profesor Daron Acemoglu, una de las obras de economía más reconocidas que el Premio Nobel de Economía George Akerlof llegó a situar como un “clásico imperecedero a la atura de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith”.

Resumen:

¿Por qué fracasan los países? James Robinson, catedrático de Economía Política en la Harris School de Política Pública en la Universidad de Chicago ofreció una respuesta a esta pregunta en la conferencia que pronunció el 29 de marzo en la Fundación Rafael del Pino. Según Robinson, coautor del libro “Por qué fracasan los países”, las sociedades de éxito son las que generan productividad. La diferencia entre los países ricos y pobres no es, en realidad, de renta per cápita, sino de productividad. Y detrás de ello se encuentra la forma en que las sociedades están organizadas; las normas, los sistemas de incentivos y las oportunidades que se generan en su seno. Todo lo cual depende de las instituciones. Bill Gates y Carlos Slim son dos de las personas más ricas del mundo, pero la forma en la que hicieron su fortuna y el impacto de su enriquecimiento en las sociedades estadounidense y mexicana, respectivamente, son muy diferentes como consecuencia, precisamente, de las diferencias institucionales entre ambos países. En Estados Unidos hay instituciones inclusivas que llevan a la gente hacia las actividades innovadoras que generan riqueza para el conjunto de la sociedad. En México, en cambio, las instituciones no aplican las normas y permiten la generación de monopolios, como el de Slim, que enriquecen a unos pocos y empobrecen a la mayoría, incluido al Estado. Detrás de las instituciones hay un Estado, un sistema político, que es el que crea dichas instituciones. Si las instituciones que se crean son inclusivas, es decir, que definen y defienden los derechos de propiedad, los países prosperan. Si, por el contrario, son extractivas, o sea, que no definen ni protegen esos derechos, entonces los países fracasan. Las primeras permiten aprovechar el talento latente en las sociedades; las segundas, no. Los países pobres, desde esta óptica, no lo son porque carezcan de gente capaz, sino porque el sistema institucional no permite sacar partido de esas capacidades. Las instituciones extractivas, además, concentran el poder político, mientras que las inclusivas lo distribuyen por la sociedad. Así se configuran las instituciones políticas. Y las instituciones políticas extractivas dan lugar a instituciones económicas extractivas, mientras que las inclusivas generan otras económicas también inclusivas. Las primeras crean pobreza; las segundas, crecimiento económico y desarrollo. Hay casos, no obstante, como el de China, en el que instituciones políticas extractivas dan lugar a instituciones económicas inclusivas que generan crecimiento económico. Pero esa situación es inestable e insostenible en el tiempo. Por lo que se refiere a España, el país es un ejemplo de mucho éxito en términos económicos y políticos porque tiene instituciones inclusivas. Pero también existen algunas extractivas que establecen un nexo entre la política, las empresas de construcción y las entidades financieras que explica la crisis.

La Fundación Rafael del Pino no se hace responsable de los comentarios, opiniones o manifestaciones realizados por las personas que participan en sus actividades y que son expresadas como resultado de su derecho inalienable a la libertad de expresión y bajo su entera responsabilidad. Los contenidos incluidos en el resumen de esta conferencia, realizado para la Fundación Rafael del Pino por el profesor Emilio González, son resultado de los debates mantenidos en el encuentro realizado al efecto en la Fundación y son responsabilidad de sus autores.

The Rafael del Pino Foundation is not responsible for any comments, opinions or statements made by third parties. In this respect, the FRP is not obliged to monitor the views expressed by such third parties who participate in its activities and which are expressed as a result of their inalienable right to freedom of expression and under their own responsibility. The contents included in the summary of this conference, written for the Rafael del Pino Foundation by Professor Emilio J. González, are the result of the discussions that took place during the conference organised for this purpose at the Foundation and are the sole responsibility of its authors.

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