La economía española después de la crisis del COVID-19. Prioridades de política económica

Jesús Fernández Villaverde, Tano Santos y Luis Garicano

La Fundación Rafael del Pino organizó, el próximo 31 de marzo de 2020 a las 18.30, el diálogo en directo a través de www.frdelpino.es titulado «La economía española después de la crisis del COVID-19. Prioridades de política económica» en el que participarán Jesús Fernández Villaverde, Luis Garicano y Tano Santos.

Jesús Fernández Villaverde es Catedrático de Economía en la Universidad de Pensilvania desde 2007 y miembro del Nacional Bureau of Economic Research (NBER), del “grupo de los cien” y del consejo editorial de relevantes publicaciones nacionales e internacionales. Es Licenciado en Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales por ICADE y Doctor en Economía por la Universidad de Minnesota.

Luis Garicano es Eurodiputado, Vicepresidente de Renew Europe y Portavoz de este grupo en la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo, miembro del Center for Economic Policy Research. Licenciado en Ciencias Económicas y Derecho por la Universidad de Valladolid, cuenta con un Máster en Estudios Económicos Europeos en el Colegio de Europa de Brujas, Master en Ciencias Económicas y Doctorado por la Universidad de Chicago. Luis Garicano ha desarrollado su amplia carrera docente en la Universidad de Chicago y London School of Economics, donde ha ejercido como profesor titular y catedrático; también ha sido Director del Centro para la Economía Digital en el IE Business School; además ha sido profesor visitante en MIT y London Business School. Asimismo, ha ocupado posiciones como economista de la Comisión Europea y en McKinsey & Company.

Tano Santos es Catedrático David L. and Elsie M. Dodd de finanzas de la Universidad de Columbia y Co-Director del Heilbrunn Centre for Graham and Dodd Investing. El profesor Santos terminó su doctorado en la Universidad de Chicago en 1996. Desde 1996 a 2003 fue profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago, incorporándose en 2003 a la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia. Su investigación abarca desde la valoración de activos a la teoría de las organizaciones. Entre sus publicaciones, destacan tres artículos en el Quarterly Journal of Economics, dos en la American Economic Review y otros dos en el Journal of Political Economy. Tano Santos viene a reforzar el equipo académico de CEMFI en el área de finanzas.

Resumen:

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 31 de marzo, el diálogo online sobre “La economía española después de la crisis del COVID-19. Prioridades de política económica”, en el que participaron Jesús Fernández Villaverde, catedrático de Economía en la Universidad de Pensilvania; Luis Garicano, eurodiputado y vicepresidente de Renew Europe, y Tano Santos, catedrático David L. and Elsie M. Dodd de finanzas de la Universidad de Columbia. Según Tano Santos, en esta crisis hay dos cuestiones a tener en cuenta respecto a las políticas a seguir. Se trata de las medidas de salud que hay que tomar y del impacto económico y social de estas medidas. La ponderación última que hay que dar a estas dos cuestiones es labor del político. Los economistas aportan estimaciones sobre el impacto económico directo de estas medidas, pero la ponderación entre coste económico y consideraciones de salud pública es algo que tiene que hacer el político, que, en democracia, es quien agrega las preferencias de los ciudadanos. Para Luis Garicano, en este punto hay poca elección. Si no se acaba con el virus, no se puede hablar de recuperación económica. Esto es especialmente importante para un país como España que tiene una estructura económica muy basada en el turismo, en la hostelería, en salir a la calle y estar con otras personas. El problema es que nadie va a querer venir a un país así a hacer turismo si no se ha eliminado el virus. En su opinión, para combatir el coronavirus hay métodos más inteligentes que el confinamiento. Por tanto, la primera medida económica clave es ir cambiando hacia un confinamiento más inteligente y utilizando la tecnología, sobre todo los teléfonos móviles. Después, hay que evitar los errores de la Gran Recesión, en parte haciendo ahora el gasto que hay que hacer para asegurar a las empresas, a los autónomos y a los trabajadores, y luego haciendo una recuperación económica inteligente basada en el gasto público con el fin de que la crisis no sea tan dura como la vez anterior. Por su parte, Jesús Fernández Villaverde recordó que hay países que han hecho esfuerzos por seguir casos específicos, utilizar aplicaciones de internet, técnicas de pruebas masivas, etc. Por ejemplo, una de las pruebas que se han recuperado es cómo se hacían las pruebas de sífilis en el ejército estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Lo que se hizo entonces fue, básicamente, poner grupos de veinte soldados juntos a los que se les hacía la prueba a la vez y si nadie de este grupo daba positivo, se sabía que el riesgo estaba eliminado y se podía enviar a esos soldados concretos a hacer cosas. Respecto a la política económica, siguió Fernández Villaverde, se dice siempre que los generales luchan la guerra anterior, no la actual. En este caso, hay similitudes con la crisis de 2008-2009, pero también hay diferencias. Una diferencia importante es que aquella fue más una crisis de demanda y esta es más una crisis de oferta. Pensemos que, en 2008, estalla el sistema financiero y, por tanto, no hay dinero para comprar, por ejemplo, lápices, con lo que las empresas que fabrican lápices sufren. Ahora el problema es distinto porque los señores que van a trabajar para hacer lápices no pueden hacerlo. Por tanto, que el gobierno diga que va a comprar lápices no soluciona nada porque los lapiceros no se están produciendo. En consecuencia, tenemos que pensar en cómo relajar la restricción de oferta tan brutal que tenemos. El gobierno tiene un papel muy importante que hacer en relajar esta restricción de oferta, así como en redistribuir la renta de tal manera que los más afectados tengan un colchón de seguridad, pero siendo consciente de que estamos luchando en una guerra distinta que la de 2008-2009. Tano Santos añadió, al respecto, que estos son dos problemas distintos. El problema de la crisis financiera era difícil de resolver, pero el problema estaba relativamente identificado. Era un problema de solvencia en el sector financiero, con una necesidad de recapitalizar determinados sectores de la economía. La cuestión era de dónde iba a salir el dinero para efectuar esa recapitalización. Pero ahora la cosa es muy distinta porque el problema está muy diluido en una amplia variedad de sectores, que van a sufrir esto de una forma muy distinta dependiendo del tipo de sector de que se trate. Con lo cual, vamos a tener una crisis de una forma muy asimétrica, en la que vamos a tener que pensar en cómo ayudar a los sectores y en cómo reiniciar la economía por partes. Otra cuestión muy importante, añadió, es que hay una urgencia en la remisión de la crisis de salud pública, porque la gente no va a volver a salir hasta que no se sienta segura, no solo en términos de riesgo de infección, sino también sobre si el sector sanitario tendrá la capacidad para tratarla y para evitar los escenarios más terribles. Para ello, hay que estabilizar la economía y construir la capacidad del sector público para garantizar que, si la gente enferma, se la pueda tratar de forma correcta. Jesús Fernández Villaverde añadió, al respecto, que lo que hay que hacer es empezar a estar por delante de la crisis, no seguir yendo por detrás. En cierto sentido, en España nos ha pasado exactamente igual que con la crisis financiera. En 2008 se decía que eso de la crisis financiera era cosa de los americanos, que nosotros teníamos el sistema financiero más sólido del mundo. Eso se dijo textualmente. Ahora se ha dicho, en febrero, que eso del coronavirus estaba totalmente controlado. Así es que, por una vez en la vida, debemos empezar a pensar dónde queremos estar en mayo, junio y julio. La única forma de poder tener en mayo un plan que funcione es sentarnos a pensar ahora en cómo se reinicia la economía. También una parte del gobierno debería dejar de estar tan preocupada por el día a día para empezar a pensar cómo vamos a estar en mayo. El que piensa en estas cuestiones a más largo plazo suele conseguir unos resultados mejores. Luis Garicano considera, al respecto, que a los planes que se han puesto en marcha en España les ha faltado visión estratégica. Hay un primer momento en el que se ignora todo. Luego, el Gobierno toma conciencia y hace un plan en el que permite que la economía se congele, que las personas, los autónomos y las empresas tengan un colchón. De ahí vino la idea de promocionar los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTEs), mediante los cuales el trabajador sigue vinculado a la empresa, pero sin cobrar de ella. Eso fue una buena idea, similar a lo que están haciendo otros países. A los seis días, el Gobierno dio un giro radicar a todo esto, lo que demuestra una falta absoluta de estrategia. De repente, la ministra de Trabajo sale hablando contra los autónomos y las empresas, diciendo que se quieren aprovechar, poniendo trabas a todos los ajustes, haciendo realmente que el ERTE no sea atractivo diciendo que al día siguiente de que se acabe el estado de alarma hay que volver a contratar a todos los trabajadores. Ese día, las empresas no van a volver a tener la demanda que tenían antes de la crisis. En esta segunda fase, el Gobierno está adoptando planes muy diferentes a los del resto del mundo, planes muy populistas, muy ideológicos y que tienen poco que ver con las necesidades de la economía española, que son que las empresas, los trabajadores y los autónomos pasen este bache. Jesús Fernández Villaverde añadió que cualquier política para salir de la crisis también tiene que tener un aspecto muy importante de obtención de datos. Seguimos sin saber cuántos afectados hay en España. Es muy diferente pensar en cómo vamos a salir de esta situación si no sabemos si tenemos un 1% de infectados, un 5% o un 10%&. Esto es importante si pensamos, como en Alemania, que una vez que muchos trabajadores tengan anticuerpos esta gente pueda empezar a trabajar. Hay que pensar en las dos direcciones. Por un lado, hay que pensar en un plan que permita a las empresas y a los trabajadores capear el temporal lo mejor que puedan. Por otro, en una perspectiva sanitaria que nos permita tener una gestión más inteligente que lo que ha sido la decisión, arriesgada, de cerrar todas las actividades económicas no esenciales. Esto se debe a una falta de perspectiva de lo que va a durar esta situación. El problema es que hasta finales de abril o primeros de mayo no vamos a ver unos números significativamente mejores. En el momento en que estamos hay que hacer pedagogía y explicar al público que hay que tener un poco de paciencia. Como la gente se está poniendo nerviosa, hacer más y más medidas de carácter populista no va a ayudar. Tano Santos insistió en la necesidad de construir una capacidad suficiente en el sistema de salud, no solo en el sentido de tener suficientes unidades de cuidados intensivos, sino también contar con una tecnología que permita suavizar los distintos ritmos a los que los distintos sectores van a volver a reactivarse. Hay que permitir que esos sectores que van a tardar tiempo en reactivarse tengan costes mucho menores de estos ajustes, porque van a pasar mucho más tiempo sin tener actividad, por ejemplo, ocio y turismo, porque la gente va a tardar más en volver a cines, restaurantes, estadios de fútbol, etc. También distingue dos fases en la acción que está llevando a cabo el Gobierno. Primero hay una fase sensata, en la que hay ciertas medidas positivas, como las ayudas directas a las familias más desfavorecidas, o el mantenimiento de la liquidez de las pymes con el fin de mantener lo más posible de la estructura productiva de antes de la crisis. Pero luego hay otras medidas más dudosas, que tienen implicaciones de forma indirecta en otros sectores, y también implicaciones políticas, como, por ejemplo, la moratoria hipotecaria. A medida que la crisis se recrudezca, va a haber una tentación de polarizar y politizar las medidas de política económica. Esto es algo preocupante y hay que evitarlo a toda costa. A la hora de hablar de políticas económicas para relanzar la economía, Luis Garicano indicó que el problema de la deuda soberana es el que nos preocupa a todos. Según dijo, podríamos acabar el año con una deuda pública de entre el 120% y el 140% del PIB, dependiendo de cuánto caiga el PIB. Para poder financiar la recuperación va a haber que emitir mucha deuda pública. Esto nos va a dejar con una carga de deuda muy pesada. Por eso queremos que Europa participe y asuma de forma colectiva parte de ese riesgo, que se queda entero en el balance del Estado. Esa carga va a cambiar nuestro nivel de vida para bastante tiempo, porque es mucha deuda para muy poco tiempo. Él espera que Europa asuma parte del coste, y también que, con la ayuda del Banco Central Europeo, España no pierda el acceso a los mercados. Jesús Fernández Villaverde comentó, en este sentido, que ahora vamos a pagar lo que no hemos hecho en los últimos seis años en materia de consolidación fiscal y que íbamos a necesitar margen fiscal si se presentaba una nueva crisis. Más que el nivel absoluto de deuda, lo que les importa a los mercados es el consenso existente dentro del país acerca de la necesidad de relocalizar la política fiscal en el medio y largo plazo. Los países como el Reino Unido, que han necesitado ir a los mercados en el pasado y tomar prestado el 200% del PIB lo han hecho, porque los mercados creían que el consenso político en el Reino Unido de que iban a devolver la deuda era abrumador. Más que el nivel de deuda del 120% o el 130%, lo que le preocupa es que vamos a ver a populistas diciendo que la deuda no se paga. Pero se les olvida que, si vamos a un déficit del 15% o el 20% del PIB, ese déficit hay que financiarlo, y aunque se deje de pagar los intereses de la deuda, todavía hay que financiar ese desequilibrio. Eso es lo que va a preocupar más a los mercados. Les va a preocupar más el tipo de irresponsabilidades que se van a decir en los próximos meses que el nivel absoluto de deuda. Dicho esto, el nivel absoluto de deuda es importante y cuando esto acabe habría que hacer un plan de política fiscal a 25 años Tano Santos explicó que la falta de consolidación fiscal se debe a una falta tremenda de consenso político sobre las cosas que hay que hacer para conseguir esa consolidación fiscal. Parte de los problemas que estamos viviendo se debe a la incapacidad de los Estados para construir depósitos fiscales que permitan reaccionar frente a crisis como las que hemos vivido en los últimos diez años. También comentó que Europa tiene mecanismos que se pueden utilizar para facilitar el endeudamiento de los Estados soberanos y, a su vez, facilitar la compra de deuda soberana por parte del Banco Central Europeo. Por ejemplo, el Mecanismo Europeo de Estabilización, que puede seguir el modelo de concesión de crédito con una condicionalidad muy centrada en todos los aspectos de salud pública y, al mismo tiempo, permitir un endeudamiento a un interés subsidiado. Esto tendría que complementarse con la compra de deuda por parte del BCE. Esto limitaría el tipo de interés al que nos vamos a poder financiar y hace que todo sea más sostenible. Asimismo, podría ser importante, aunque solo sea de forma simbólica, ayudas a nivel europeo mediante la emisión de bonos dedicados de forma exclusiva a la resolución de la crisis de salud pública. A su juicio, sin embargo, la forma en que se va a resolver esta crisis va a ser mediante la utilización de instrumentos como el Mecanismo Europeo de Estabilización. Respecto al cambio de modelo productivo, para que se base más en las nuevas tecnologías, Jesús Fernández Villaverde opinó que ese proceso se tiene que basar en un consenso amplio. Los países que han tenido que enfrentarse en el pasado a situaciones presupuestarias muy difíciles y han salido adelante lo hicieron porque fueron capaces de llegar a grandes acuerdos nacionales. Por ejemplo, los Países Bajos durante los años 70 y principios de los 80, o los países escandinavos. Esos planes de consenso nacional sobre la senda de sostenibilidad fiscal son importantes para nosotros mismos, como una forma de saber a dónde tenemos que ir, como para que los votantes sepan que hay un plan claro que pueden apoyar, como para que los mercados sepan que ese dinero que les estamos pidiendo prestado les va a ser devuelto, como para negociar con nuestros socios europeos. Seguimos teniendo un problema de credibilidad. Estos días ha sido muy fácil meterse en los periódicos con Alemania o con los Países Bajos. Pero si él fuera un votante de los Países Bajos le diría a España que vosotros entrasteis en expansión en 2013 y en febrero de 2020 seguíais teniendo un déficit público muy importante y, lo que es más, ha habido un conjunto de medidas de política económica en los dos últimos años que no tenían mucho sentido. Por tanto, dime ahora por qué te voy a prestar ese dinero. La única manera creíble que tenemos de pedir ese dinero es mediante ese consenso nacional. Tano Santos añadió que, en el proceso de construcción de la Unión Bancaria Europea, se está produciendo una cierta mutualización a nivel europeo de determinados riesgos nacionales. Cuando el Gobierno aprueba la moratoria hipotecaria, está trasladando al balance de los bancos parte de la política económica que está realizando para la estabilización de la economía. Pero las consecuencias de eso es que, ahora, ese riesgo no está en España. Está en otro lado. Esto va a confirmar en la mente de muchos de nuestros socios que, si de verdad queremos avanzar en la mutualización de los riesgos, tendremos que transferir soberanías adicionales a Bruselas para coordinar la respuesta de política económica ante una crisis que afecta de forma desigual a España e Italia, o a Dinamarca y Alemania. Esto es algo que no se ha tenido en cuenta. No se puede hacer una medida de ese calibre y luego esperar el concurso de los europeos para la resolución de nuestra crisis. Estas políticas hay que hacerlas de forma coordinada desde el principio y teniendo en cuenta lo que implican en términos de riesgos, en este caso para la estabilidad bancaria de toda la Eurozona. Luis Garicano matizó que aquí hay dos cosas en juego. Por el lado de España, tendremos la senda nacionalista, populista, etc., o tendremos la senda buena. Ya no hay tiempo que perder. No se puede no hacer reformas. No se puede jugar a la guerra cultural como se ha estado jugando. Este es un buen momento para retomar la senda buena. Pero también hay otro momento de vida o muerte, que es la de Europa. Europa, ahora mismo, está cuestionada, por razones correctas e incorrectas. Si pensamos en Italia, el país ha tenido este año tres crisis muy curiosas. La primera de ellas ha sido con Europa, cuando no quisieron aprobar las clausulas del tratado de creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad porque había unas cláusulas que le parecía salvajes, cosa que no pasó en otros países. Luego, cuando Lagarde hizo sus declaraciones desafortunadas hace dos semanas, pero que no fueron noticia en otros países mientras que en Italia fueron la revolución. Y, ahora, Italia nos demuestra de nuevo que la gente está harta de Europa porque piensa que les está dejando solos. En España hay un movimiento similar, pero más pequeño. Si, en este momento, Europa no demuestra solidaridad, no demuestra su apoyo a los Estados miembros, podemos jugárnoslo todo. Si, por otro lado, Italia y España no están dispuestos a ser los socios fiables que debemos ser, pues también nos la estamos jugando. Aquí hay un momento realmente definitivo. Europa puede responder en positivo centralizando algunos impuestos y endeudándose colectivamente para proteger a los países. Si eso no es posible, podría no haber más Europa. Jesús Fernández Villaverde continuó por esa línea, diciendo que Europa necesita una estructura mucho más coherente. Hay que ir hacia adelante, pero ese esfuerzo tiene que venir de todos. En España sigue sin haber un proceso de interiorización por parte de muchos votantes de que no hemos cumplido con lo que nos pidieron que hiciéramos durante los últimos años. Algo se ha hecho, pero no todo lo que se debía. Tano Santos también se sumó a esta línea, opinando que hay una falta de pensamiento prospectivo. Seguimos avanzando en la profundización de las instituciones europeas en tiempos de crisis, forzando a la gente a hacer cosas, pero hay un límite. Lo que se pide hacer ahora es un paso cualitativo muy importante respecto a lo anterior. Mutualizar cuando se sabe que la calidad crediticia de todos los Estados miembros es muy distinta sigue siendo un problema. La calidad crediticia no solo depende del nivel de deuda que uno tenga, sino también de la capacidad de producción, de recaudación de impuestos, de pasivos implícitos en el sistema de seguridad social, de diferentes estructuras en el mercado laboral y en los sistemas de pensiones, etc. Esta falta de adecuación sigue sin atacarse. Sigue habiendo muchas restricciones de economía política nacionales porque estos contratos reflejan la política nacional, no la política europea. Entonces vamos a interaccionar una necesidad de resolver problemas que tienen una vertiente europea basada en restricciones nacionales. Luis Garicano trató de poner un toque positivo a este asunto porque también es verdad que, a medida que se ve que la tragedia se va generalizando, que se ve que no es solo España o Italia, va siendo más factible adoptar soluciones conjuntas. En los últimos días hemos visto que la opinión pública de otros países está girando hacia la idea de tomar más en cuenta las necesidades de solidaridad, de resolver los problemas juntos. Respecto a si esta situación puede dar lugar a una Europa a varias velocidades, Jesús Fernández Villaverde se mostró preocupado por esa idea. Según dijo, no le importa que haya distintas velocidades en temas secundarios porque hay países a los que les importan cosas diferentes. Para explicar su preocupación, acudió a un ejemplo histórico. En Estados Unidos hubo un problema similar entre el norte y el sur acerca de cómo organizar la economía de Estados Unidos, en este caso alrededor de la esclavitud. La solución, al final, fue más homogeneizar que no separar. Si se empieza con la Europa a dos velocidades, los países se van a separar cada vez más y más y, al final, se terminará rompiendo. Él dijo ser partidario de una unión mucho más coherente, pero esto requiere de un liderazgo que, en estos momentos, no existe ni en el norte ni en el sur. En el discurso europeo también le preocupa que se utiliza muy a menudo una cierta apelación sentimental a la idea de Europa en vez de tener un plan detallado y concreto sobre cómo vamos a resolver esto. El discurso, muchas veces, es “Europa es la solución”, pero ¿qué significa esto? En Estados Unidos esto se solucionó cuando James Madison apareció en Filadelfia, en 1787, con un plan, el llamado Plan Virginia, bien articulado. Lo que le preocupa es que en Europa falta ese liderazgo. Tano Santos, por su parte, dijo que era un fan de los eurócratas, la gente que hay en Bruselas haciendo planes técnicos que, en cierta forma, incorporan muchas de las restricciones de economía política, que piensan en problemas de primer, segundo y tercer orden. Europa funciona relativamente bien porque tiene una clase administrativa que sabe operar bajo las restricciones nacionales de economía política. Lo que hace falta es dar una visión de hacia dónde se quiere ir y qué es lo que hay que hacer para llegar a este punto en términos de transferencias de soberanía y de reformas de instituciones fundamentales. El problema es que, a muchos países, incluida España, se le exigen reformas a cambio de no se sabe qué. La posibilidad, por ejemplo, de un seguro de desempleo este generalizado a nivel europeo en un porcentaje es una idea fantástica que establece mucha solidaridad entre europeos, pero que requiere determinadas reformas en el mercado de trabajo, porque hay países como España que tienen un mercado laboral con una ciclicidad enorme, mientras que hay otros mercados laborales, como el alemán, que tienen menos ciclicidad. Claramente, los alemanes quieren entrar en una mutualización de los riesgos conectados con el desempleo con países que tengan estructuras similares para que las transferencias no vayan siempre en la misma dirección, sino que se permita que vayan en las dos direcciones. Así es como funciona el seguro. Ahora mismo, en el liderazgo político, falta un poco de esa imaginación de establecer objetivos factibles y la secuencia de reformas que vamos a establecer en cada uno de los países miembros para llegar a instituciones europeas como un seguro de desempleo mutualizado. Sobre este tema, Luis Garicano apuntó que la Comisión Europea está estudiando un seguro de desempleo de cien mil millones para los seguros de desempleo nacionales ligado a la crisis. Respecto al mundo después de la pandemia, Jesús Fernández Villaverde comentó que, siendo el coronavirus tan terrible como es, esto podía haber sido mucho peor. Podíamos haber tenido el salto de un virus de un animal a un ser humano que, en vez de tener una tasa de fatalidad del 1,5%, que es lo que parece que tiene este virus cuando realmente puedes hacer pruebas a todo el mundo, tuviese una tasa de fatalidad del 10%. Debido a la globalización, la humanidad se encuentra sometida, más que nunca, a una serie de riesgos existenciales que anteriormente no existían. Lo primero que tenemos que hacer, como Europa y como España, es sentarnos a pensar qué tenemos que hacer con estos riesgos existenciales, porque esto no puede volvernos a pasar jamás. Tano Santos abundó en esa idea al comentar que esta crisis refuerza las dependencias preexistentes a ella. Tanto si nos gusta como si no, el Estado va a tener un papel creciente en nuestras economías. Por ejemplo, desde el punto de vista de los riesgos, es difícil ver como el Estado no puede tener un papel importante a la hora de asegurar a la sociedad contra un riesgo como el que estamos viendo ahora mismo. Por eso va a tener un papel muy importante en términos de capacidad del sistema de salud, de transferencias, etc. Pero ya había evidencia bastante de que el Estado tiene que tomar un papel importante por ejemplo en todo lo que se refiere a la obsolescencia del capital humano como consecuencia de los ‘shocks’ tecnológicos. Este es el papel que el Estado está desempeñando en los últimos años como asegurador de última instancia que, en el fondo, tiene que venir y garantizar a la gente ciertos niveles de bienestar como consecuencia de esos ‘shocks’ gigantescos que afectan a toda la economía, tanto por la deslocalización del sistema productivo, como el cambio repentino que puede producirse en las cadenas globales de valor, dada la facilidad de redistribuir el capital en distintos países, etc. Con lo cual, el papel del Estado como asegurador en última instancia se va a incrementar. Otra cosa que le preocupa es que, incluso en economías con recuperaciones tan fuertes como la de Estados Unidos o la de España, se tienen enormes déficits fiscales. Y es que parte del sostenimiento de la actividad económica se debe a que el Estado ha estado impulsándola mediante estos fuertes déficits fiscales. Una de las cosas que puede estar pasando en un Estado que quiere mantener el pleno empleo es que puede tener que estar haciéndolo mediante estímulos fiscales continuos. Hay rendimientos del capital elevados, pero no son intensivos en mano de obra, por ejemplo, en los sectores de tecnologías de la información. En cambio, aquellos sectores que son intensivos en mano de obra tienen rendimientos de capital muy bajos, tanto en economías como la estadounidense como en la española. Como consecuencia de ello, el Estado tiene que tomar un papel activo si el objetivo es el mantenimiento del pleno empleo. Luis Garicano añadió que la gestión de la globalización es un tema clave. Todo esto sucede porque hay un episodio único de transmisión del virus a un humano. La gestión de la globalización, por tanto, es clave. Vamos a viajar menos, vamos a tener muchas más videoconferencias, el turismo vamos a ver cómo cambia. El papel del Estado también va a cambiar. Y, muy relacionado con estos dos temas, hay un tercero: la privacidad. Lo que nos acaba de pasar esa insospechable, que el Estado nos dijera que nos teníamos que quedar en casa y nos quedásemos era impensable hace seis meses. Ahora nos hemos quedado y estamos diciendo que tenemos que usar mucha más tecnología para luchar contra el coronavirus de una manera más inteligente. Es decir, que el Estado va a saber dónde estamos en cada momento de nuestra vida para evitar estos contagios, por lo menos mientras esto dure. Por tanto, el tercer gran cambio es que la privacidad va a tener una dimensión completamente diferente. La gente va a estar dispuesta a abandonar muchas ideas clave a cambio de su seguridad. Estos cambios son muy importantes para el modelo productivo de España, porque tiene una economía muy basada en el turismo, la hostelería, el ocio, etc.

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