Conferencia Magistral Mauro Guillén

La revolución multigeneracional

La Fundación Rafael del Pino organizó, el día 19 de marzo de 2024, la Conferencia Magistral “La revolución multigeneracional” que impartió Mauro Guillén.

Mauro Guillén, es Catedrático William H. Wurster y Vicedecano de la Wharton School y ex Decano de la Cambridge Judge Business School. Ha sido becario Guggenheim y Fulbright.Colabora frecuentemente en NPR, Bloomberg TV, CCTV (China News), CNN en español y otros medios de comunicación. Escribe una columna de opinión mensual en el Korea Times. Ha trabajado como consultor para Accenture, PriceWaterhouseCoopers, RAND Corporation y AFI. Ha impartido conferencias y talleres para grandes empresas como Deutsche Bank, Google, Hyundai, China Merchants Bank, UnitedHealth Group y Santander. Es autor de diez libros y más de 40 artículos académicos entre ellos el bestseller «2030: How Today’s Biggest Trends Will Collide and Reshape the Future of Everything» (agosto de 2020,
Global Turning Points y Emerging-Markets Rule.

Resumen:

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 19 de marzo de 2024, la conferencia magistral “La revolución multigeneracional», impartida por Mauro Guillén, catedrático William H. Wurster y Vicedecano de la Wharton School y ex Decano de la Cambridge Judge Business School.

Hay dos ideas fundamentales: la jubilación es una idea irracional que deberíamos abandonar y estamos lanzando a los jóvenes un mensaje muy equivocado.

Hace 140 años se produjo un cambio importante, la segunda revolución industrial, en el que se lanzaron nuevos sectores de la economía. En aquellos momentos, los empresarios que querían tener éxito tenían dos problemas: necesitaban una fuerza de trabajo muy distinta, que fuera disciplinada y que supiera leer y escribir. Estamos hablando de grandes inversiones en capital fijo, para lo que se necesitaban personas que supieran qué estaban haciendo con esa maquinaria y que siguieran instrucciones. Todo esto coincidió con el surgimiento de los primeros movimientos obreros.

Estos dos problemas se abordaron con la creación de dos instituciones que todavía existen. La primera es la escolarización obligatoria, una idea que venía del siglo XVII pero se generalizó a finales del siglo XIX en Europa y Estados Unidos. La afiliación creciente de los trabajadores a los sindicatos requería otro tipo de solución, que se le ocurrió al canciller Bismarck en los años 1880, que fue crear un sistema público de pensiones. Entró en vigor en 1889 y ofrecía una pensión vitalicia para aquellos trabajadores industriales varones que alcanzaran la edad de 70 años. A cambio de eso se esperaba que se calmaran los ánimos del movimiento obrero. La esperanza de vida de un varón alemán en aquellos momentos era de 52-53 años. La situación que tenemos ahora es la inversa. La gente se jubila a los 62-63 años en España, pero la esperanza de vida es mucho mayor, de 85 años.

El resultado de estas dos innovaciones es que dividía la vida en cuatro etapas. La primera es antes de ir a la escuela, luego se va a la escuela, después a la universidad, luego se trabaja y al final te jubilas y tienes una pensión garantizada. Este sistema funcionó muy bien durante muchos años porque tenía unas características muy atractivas. Una de ellas es que era muy predecible: se sabía que las personas iban pasando por esas etapas en orden, con lo que se sabía cuántas plazas se necesitaban en las escuelas, cuántos puestos de trabajo y cuántas pensiones tenías que pagar al final de ese proceso.

Desde entonces han cambiado muchas cosas. La primera es el aumento de la esperanza de vida. Además, tenemos el cambio tecnológico. En el modelo tradicional se decía a la gente que fuera a la escuela, estudiara, si podía que fuera a la universidad e iba a tener un trabajo con una renta mejor, pero asegurándose de aprender todo lo que va a necesitar para el resto de su vida. Esta era su oportunidad. Pero la gente empieza a trabajar y luego la mayor parte de la gente odia su trabajo. Se le dice que trabaje y trate de ahorrar dinero porque, al final, va a tener su recompensa, que es la jubilación.

La gente llega a la edad de jubilación y se retira, pero se arrepiente de haberse jubilado y trata, de alguna manera, de tener la mejor experiencia posible. En los primeros años de la jubilación, la gente es optimista, le va bien. Pero, poco a poco, empiezan a surgir los problemas. Cuando la gente se jubila, la velocidad a la que se produce el deterioro físico y cognitivo se acelera. Se aísla de sus compañeros de trabajo y comienza a sentirse sola, las tasas de depresión suben. En Estados Unidos, el 42% de la gente que se jubila vuelve a trabajar, a tiempo completo o a tiempo parcial, y no es normalmente porque tengan dificultades. Es porque se dan cuenta de que les falta algo. Una de las cosas que les falta es autoestima. Los seres humanos necesitamos sentirnos útiles. La jubilación es la idea contraria a eso, porque parece que no sirves para nada. De los que se jubilan anticipadamente, que suele considerarse como un éxito, en Estados Unidos un 51% vuelve a trabajar, a tiempo completo o parcial.

Estos porcentajes van a subir más en el futuro porque la economía de las plataformas digitales está creando muchísimas oportunidades para que los que se jubilan vuelvan a trabajar de alguna manera. Una de esas ocupaciones más frecuentes, por lo menos en Estados Unidos, es conducir un Úber. En la mayor parte de los casos es porque se sienten solos y quieren estar haciendo algo, no porque necesiten dinero.

Hay otro problema con la jubilación, y es que alguien tiene que pagar. Hay un coste que es endógeno: la jubilación que se le haya prometido a esa persona. Pero hay otro coste endógeno que es cada vez mayor que es el de salud. El estado físico y mental de las personas que se jubilan empeora porque ya no tienen una vida tan activa como antes. Entonces empeora más rápidamente, lo que aumenta el gasto sanitario. Quienes pagan por eso son los trabajadores.

Uno de los argumentos que se esgrimen sobre la necesidad de la jubilación es porque hay que hacer sitio a los jóvenes. Pero les estamos haciendo un flaco favor. Por un lado, les decimos que aquí tienen un puesto de trabajo de los que se han jubilado y por otro les decimos que paguen impuestos porque hay que pagar las pensiones y el gasto sanitario a todos los que se han jubilado. Hace cuarenta o cincuenta años, en España teníamos cuatro personas en edad de trabajar por cada jubilado. Ahora, la relación es de dos a uno. En Japón están cerca de uno a uno y en España, antes de que nos enteremos también estaremos así. Eso es insostenible.

Hay una solución que se llama inmigración, pero cada vez es menos popular en muchos países. Otra solución es tratar de crear incentivos para que la gente trabaje más años. Pero, en general, lo que hay que hacer es replantearse este modelo en el que vamos por las fases por secuencias.

Una persona perenne es una persona que ni piensa, ni actúa, en función de su edad. Ese modelo que teníamos hasta ahora de carreras lineales en las que estábamos todo el tiempo es algo del pasado. Con el cambio tecnológico vamos a tener que reinventarnos varias veces, buscar otras alternativas. Para eso, debemos tener oportunidades para adquirir nuevas competencias y conocimientos, pero no estamos preparados para eso. En España, solo el 2% de la población cambia su carrera profesional a lo largo de su vida laboral.

Hay otros problemas inducidos por este modelo todavía más graves. ¿Quiénes votan por los políticos populistas? Quienes sienten que el sistema no les ayuda, que están marginados. Muchos de los son personas sin trabajo, que sienten que no tienen oportunidades en la vida porque no se las damos. Pero luego es un problema en general para las mujeres, porque ese modelo secuencial se diseñó para los hombres. Las mujeres empezaron a tener mejores oportunidades en términos de acceso al sistema educativo, sobre todo a la universidad, y eso ha puesto mucha presión sobre el sistema porque las empresas han tomado dos tipos de decisiones muy nocivas. La primera es que, si no has conseguido escalar posiciones antes de que cumplas cuarenta años, ya nunca lo consigues. Es lo que dicen los datos. La otras es que, una vez que el empleado cumple cincuenta años, la empresa ya está buscando justificaciones para eliminar a ese empleado. Lo cual, desde un punto de vista social, no tiene ningún sentido porque ese empleado de cincuenta años tiene experiencia, que es capital humano, y porque una persona de cincuenta años hoy no es lo mismo que una persona de cincuenta años en 1960. Esa persona suele estar en mejor forma física y mental que hace dos generaciones, con lo cual, deberíamos haber cambiado nuestra perspectiva, las empresas deberían haber cambiado su actitud ante estos empleados. Pero eso no es lo que ocurre. ¿Por qué piensan eso? Porque piensan que, con el sueldo que le pagan, pueden contratar a dos jóvenes, evidentemente con contratos basura. El sistema, por tanto, está desfasado.

Otro colectivo en desventaja es aquel que, por una razón u otra, pierda el tren de la transición de una etapa a otra, por ejemplo, las madres solteras adolescentes. En Estados Unidos, solo un 2% de las madres solteras adolescentes se gradúan en la universidad. La universidad da oportunidades económicas. Otro colectivo es aquel que sufre adiciones. Estamos hablando de cientos de miles de personas en España, en Estados Unidos de millones de personas. Como no tenemos un mecanismo para recuperar a esas personas, eso es un coste que, al final, tenemos que pagar.

Otro problema importante es el de los adolescentes, a los que les decimos que a ver si crecen de una vez y que decidan qué quieren hacer con su vida. Pero, en estos momentos, es imposible responder a esa pregunta porque muchas de las profesiones que hoy existen, es muy posible que no existan dentro de diez años. No nos hemos ajustado a esta realidad. El mensaje que tenemos que dar a los adolescentes es otro, es decirles qué quieres hacer en los próximos diez años de tu vida porque luego vas a tener que reinventarte. El efecto de no hacerlo es la tasa de depresión entre los adolescentes, las tasas de abandono escolar, las tasas de suicidio, que están creciendo en todo el mundo porque estamos empeñados en que tienen que tomar a esa edad una decisión tan importante y que va a ser papel mojado dentro de diez años. El mensaje tiene que ser distinto. En estos momentos, en España, la tasa de fertilidad es de 1,23 hijos. Hace cuarenta años eran cinco. Cuando eran cinco, los padres no les prestaban especial atención. Pero ahora que solo tienen uno, le prestan muchísima atención. Han cambiado los valores. Los padres ahora piensan que no se trata de criar a un hijo, sino a un hijo exitoso, con lo que la presión que se le está metiendo es enorme, cuando nadie le puede asegurar que ese puesto de trabajo existirá dentro de diez años. Este es el problema fundamental.

Luego hay otros temas relacionados con esto, por ejemplo, la universidad. Las universidades tienen un problema, sobre todo las más exitosas, que están acostumbradas al éxito y no hay nada que impida más la innovación y el cambio que haber sido exitoso en el pasado. El sistema educativo clasifica a la gente por edad y luego los segrega y crea programas específicos por edades. Sin embargo, los estudios indican que, cuando se pone a gente de distintas edades en la misma clase, la tasa de aprendizaje es mayor, porque a los seres humanos nos gusta interactuar con gente de todas las edades. Las investigaciones en las empresas arrojan resultados muy parecidos. Los equipos de trabajo que son más diversos, por género, por etnia, por cultura, por edad, tienen niveles de productividad y de creatividad más elevados. Pero las empresas también tienden a compartimentar por grupos de edad. Luego el sistema está anquilosado en el pasado y no está preparado para ayudar a la gente a adaptarse y tener éxito en la nueva situación en la que estamos, en la que el cambio tecnológico es la realidad en la vida.

Para poder reinventarse, la gente necesita más oportunidades educativas, más oportunidades para poder reinventarse y hacer frente a todos estos cambios que se están produciendo en el mercado laboral. En España tenemos altas tasas de desempleo, pero las empresas se quejan de que no encuentran trabajadores cualificados, por lo que habría que darles la oportunidad de poder adquirir esas destrezas.

Hablamos siempre de generaciones. Todas ellas se dedican a criticar a la que vienen detrás, a la más joven. Las generaciones son grupos de personas que existen solo en nuestra imaginación. En el mundo real no existen. Las generaciones, al final, son puras invenciones porque las diferencias dentro de cada generación son mayores que las diferencias entre generaciones. Al final, las generaciones son estereotipos, son clichés. En Estados Unidos, las mujeres de la generación del milenio por lo general van a tener un título universitario, por lo general van a tener un hijo. Sin embargo, las que no acudan a la universidad van a tener, por término medio, dos hijos y medio, y las que no terminaron el bachillerato van a tener tres hijos y medio. Estas mujeres no tienen las mismas aspiraciones, las mismas oportunidades en el mercado de trabajo, el mismo nivel de renta.

Esto de las generaciones es fruto de nuestra imaginación, pero tiene consecuencias. Una de ellas es el marketing y la publicidad. En 2024 muchas consultoras se dedican a decir que a la generación de milenio le gusta esto o lo otro y hay que posicionar la marca de esta manera. En el 75% de los anuncios de automóviles aparece gente joven pero más de la mitad de las compras de coches las hacen personas de más de cincuenta y cinco años, luego hay un desfase entre publicidad y lo que está haciendo el mercado. En estos momentos, el marketing tiene unas herramientas muy potentes. En el pasado, había que hacer una encuesta para ver qué quiere el consumidor y había que esperar varias semanas para recibir los resultados. Pero, en estos momentos, dado que estamos conectados permanentemente, tienen datos en tiempo real de lo que la gente compra y de lo que considera comprar. Pero en marketing se sigue hablando de generaciones. Es algo que tiene que cambiar en el mundo de la empresa.

Las empresas tampoco han cambiado suficientemente las políticas de recursos humanos. Contrariamente a lo que se piensa, la inteligencia va a ayudar a los trabajadores de más edad. Como seres humanos empezamos a perder capacidad cognitiva muy pronto, a partir de los veinticinco años. Ese declive cognitivo lo compensamos con la experiencia, lo que te permite sobreponerte y superar las limitaciones por el declive cognitivo. La inteligencia artificial, sobre todo la generativa, no da la respuesta que se necesita inmediatamente, Hay que hacerles preguntas y quienes están en las mejores condiciones para hacer las preguntas adecuadas son la gente con experiencia. En los próximos años, vamos a ver que los trabajadores de más de cuarenta años son los que más se van a ver beneficiados por la inteligencia artificial, porque tienen destrezas complementarias con ellas. Sin embargo, el supuesto convencional es que eso es algo para los jóvenes. La IA va a facilitar que muchas personas que sentían que no podían seguir trabajando, les va a permitir mantenerse relevantes y seguir trabajando más años.

Hay otro tema muy interesante, que es la gran transferencia de riqueza intergeneracional, esto es, las herencias. En Europa se ha acumulado mucha riqueza porque no hemos tenido una guerra en mucho tiempo, y también en Estados Unidos. Esa riqueza se le va a transferir a la próxima generación. Las herencias van a ser mayores porque hay menos herederos. También hay más riqueza a repartir. Pero los padres viven más tiempo y es posible que se lo gasten todo. ¿Qué variables van a ser más importantes? Donde cabe esperar mayores herencias es en los países asiáticos. España está hacia abajo en la tabla. ¿Qué es lo que hace la gente con las herencias? La mitad se ahorra y la otra, o se invierte mal y se pierde, o se gasta. Por eso, es muy importante que los padres empiecen a educar a los hijos sobre lo que hacer con ese dinero.

Lo más importante de todo esto es que, si el modelo se ha quedado anticuado, ¿de dónde va a venir el estímulo para el cambio? Va a venir del mercado. Primero, de empresas más innovadoras, o con directivos que vean por dónde va a venir el cambio, por dónde van a venir los tiros. Tratarán de experimentar con otras formas de gestión de la fuerza de trabajo, con mantener a los empleados de más de cincuenta años porque tienen experiencia y porque son mas valiosos con la inteligencia artificial. Esas empresas pioneras van a marcar la pauta para las demás, porque van a empezar a ir mejor. Las demás van a ver que estas empresas van a tener mejores resultados y provocará que pongan en la práctica ese mismo tipo de sistemas.

¿Qué van a hacer los gobiernos? La relación entre competitividad en el mercado político, que son las elecciones, y las políticas que los partidos ponen en práctica cuando ganan las elecciones no es tan directa. Los gobiernos van a replantearse muchas de las políticas que han puesto en marcha durante los últimos cien años que son contraproducentes. Por ejemplo, los planes de pensiones, que tienen ventajas fiscales pero que no se puede retirar el dinero hasta la jubilación. Eso es un error. Como gobierno, sería mejor poder retirar ese dinero y emplearlo, por ejemplo, en ir a la universidad para poder seguir trabajando. De esa manera, seguiría trabajando y pagando impuestos. En cambio, si se jubila es peor porque, además de que no paga impuestos, hay que pagarle una pensión. Esos incentivos fueron creados bajo el supuesto de que la jubilación es lo que todo el mundo quiere. Hay que cambiar muchos incentivos, sobre todo los que damos a las familias para que tomen decisiones y muchos de ellos están dentro del impuesto sobre la renta.

Pero lo que sobre todo hay que cambiar es nuestra mentalidad. Si cambiamos nuestra manera de ver las cosas, seguramente vamos a poder avanzar en el abandono de este modelo que se ha quedado anquilosado en el tiempo. En primer lugar, tiene que cambiar el sistema educativo, desde la escuela a la universidad, pero esto es muy difícil. En las universidades hay aversión al cambio. Las dos innovaciones más importantes en la universidad en los últimos treinta años, incluso en las americanas, han sido los proyectores de transparencias y los PowerPoint. Aparte de eso, se ha innovado muy poco.

Pero hay que ser optimista, porque cada vez se ve más oferta educativa a través de plataformas digitales. Cuando se elimine a los malos y solamente se queden los buenos, cuando la calidad de la oferta de la educación digital aumente y se aproxime a la de las universidades, mucha gente se va a replantear el ir a la universidad porque el coste de una plataforma es mucho menor, con lo que las universidades van a tener que cambiar. Esto le da más flexibilidad a las personas de más de treinta, cuarenta, cincuenta años, que quieren volver a aprender pero no tienen tiempo de ir a la universidad. Eso va a redundar en beneficio del mercado de trabajo y de la economía. El mercado educativo va a cambiar porque hay competencia ahí.

Estamos en un momento muy impresionante. La caída de la natalidad es muy bueno a largo plazo porque tenemos un problema de calentamiento global, de agotamiento de recursos no renovables. El problema es que pasar de ocho mil a cuatro mil millones de personas en el mundo necesita de cincuenta años. El problema es la transición. En ese periodo nos enfrentamos a retos increíbles porque nunca hemos tenido una población tan envejecida como ahora.

En las empresas pasamos la mayor parte de nuestra vida. Es fundamental que la empresa se adapte a esto, pero no se adaptan por placer. Lo hacen si tienen la necesidad de ello, por lo que las tienes que exponer a la competencia. Y la inteligencia artificial va a ser muy importante porque necesita talento. Para dar un salto de un país de renta media a uno de renta alta es a través de la inversión en capital humano.

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