Sean Cleary

Gobernanza global y sector privado

La Fundación Rafael del Pino organizó, 4 de abril de 2016 a las 19 horas, la Conferencia Magistral «Gobernanza global y sector privado» que impartió Sean Cleary

Sean Cleary es Director General del Center for Advanced Governance, Presidente de Strategic Concept y Vicepresidente Ejecutivo de la FutureWorld Foundation.

Asesor estratégico del World Economic Forum, Sean Cleary vivió muy de cerca el derrumbe del sistema del apartheid como miembro del Facilitating & preparatory Committee del Acuerdo de paz para Sudáfrica y tuvo un papel protagonista en el proceso de independencia de Namibia.

Es miembro de los órganos de gobierno de numerosas instituciones internacionales, como Global Economic Symposium, Carbon War Room, Rocky Mountain Institute, Salzburg Global Seminar y South African Foundation for Conciliation. Entre 2006 y 2010 presidió, además, el Consejo Asesor de Abraag Capital.

Resumen:

¿Dónde están los límites de la acción colectiva en el contexto actual de complejidad? Sean Cleary, director general del Center for Advanced Governance, presidente de Strategic Concept y vicepresidente ejecutivo de la FutureWorld Foundation, trató de responder a esta cuestión en la conferencia que pronunció el 4 de abril en la Fundación Rafael del Pino. Para Cleary, la sociedad humana es un sistema complejo, incapaz de someterse a un control directivo, inmerso en la biosfera plantearía y en adaptación constante. Por ello, existe una gran asimetría entre la escala y la profundidad de la economía global, la ausencia de una comunidad global inclusiva y el estado de la política mundial, lo que está provocando problemas como consecuencia de la ruptura del proceso de transición de lo local a lo global. Esta situación conlleva importantes desafíos que es necesario acometer a escala global, por ejemplo en todo lo relacionado con el medio ambiente y el crecimiento económico sostenible. En este sentido, el primer desafío para la gobernanza global es que casi todos los actores ven de forma diferente los costes y beneficios de sus acciones, excepto en los momentos de crisis. Por ello existe la necesidad de gestionar los desajustes globales. Además, el orden global se estructura sobre valores occidentales que no son, necesariamente, universales. En relación con ello, hay que empezar a admitir que vivimos en un mundo global y heterogéneo, en el que la globalización al estilo anglosajón supone un desafío para otros valores sociales y culturales que provoca reacciones de naturaleza etnocentrista. Para adaptarse a ese contexto, las sociedades tratan de modificar la estructura de sus instituciones, pero con ello se pierde el sentido de comunidad. El G-7, por su parte, carece de la capacidad necesaria para conformar la política mundial. Los poderes políticos han tratado de crear instituciones globales, y han fracasado y volverán a fracasar en el empeño. Además, los cambios que están teniendo lugar en el poder económico tienen consecuencias políticas. Lo más importante, sin embargo, es que en el núcleo del problema de la gobernanza global reside el hecho de que los políticos son responsables ante sus electores locales, mientras que la mayor parte de las amenazas no entienden de fronteras e, incluso, son globales, con lo que no siempre los líderes políticos toman las decisiones más adecuadas a largo plazo. Para afrontar esos desafíos, se necesita un sistema de gobernanza global basado en cinco pilares: la promoción de un sistema de crecimiento económico y desarrollo social sostenible, la reducción efectiva de la pobreza y la mejora de la igualdad, actuar sobre los orígenes de las vulnerabilidades humanas, nacionales y globales y promover la seguridad, compartir las normas y valores que faciliten la convivencia global mientras se mantiene la diversidad cultural y mejorar la calidad de la gobernanza global y de las instituciones internacionales.

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