La revolución digital está provocando un cambio en la relación de las empresas con sus proveedores, clientes y trabajadores y en la forma en la que se organizan sus distintas áreas de actividad. Ese proceso se produce en paralelo a la transformación que están experimentando, a mayor escala, las sociedades, cuyo nivel de desarrollo depende también de la gestión de sus recursos materiales e inmateriales, especialmente el conocimiento en todas sus vertientes.
Estamos evolucionando de un sistema productivo lineal, con grandes OEM sectoriales que marcan las pautas de producción, los estándares y las certificaciones, en un esquema de gestión piramidal, a otro de carácter reticular, en el que la clave de la competitividad será la capacidad para orquestar a todos los componentes del ecosistema de la forma más eficiente valiéndose de la tecnología.
La nueva alianza público-privada
La globalización real sólo se ha producido en el ámbito del capital y de la información, y ese desequilibrio ha desestabilizado al resto de componentes de la sociedad y la economía. El sector público y el privado deben adecuar, en definitiva, su acción estratégica y su tecnología para que encaje en las plataformas que cada vez con más intensidad se van a ir generando, ya sea alrededor de los agregadores de servicios, ya sea alrededor de los agregadores de demanda.
En una línea similar, hay que integrar de forma constructiva el protagonismo creciente de la inteligencia artificial (IA) en la formulación de las políticas públicas, tanto por su capacidad para analizar los datos sociales como por el potencial de influencia de los modelos de lenguaje extenso (LLM) en la toma de decisiones y análisis de riesgos. Si los algoritmos influyen en la actividad de organismos como el Banco Mundial, pueden tener incidencia incluso en la garantía de los derechos humanos y el sistema de bienestar.
Una economía habilitada por software
La producción en el mundo físico y la prestación de servicios por parte de la Administración deberán ser capaces de seguir el ritmo del software, cada vez más integrado en todas las fases del proceso productivo: desde el aprovisionamiento de materias primas hasta la transformación y la distribución; y cada vez más presente también en las actividades propias del sector público como la asistencia social y la seguridad.
Dado que la actualización del software utiliza periodos mucho más cortos, la integración de las áreas de operaciones e información, de la que se ha venido hablando durante la última década, ya no es una opción, sino un imperativo.
En un modelo de ecosistemas frente a pirámides hay que operar con espacios de conocimiento abiertos, en los que se habiliten fórmulas para que actores externos a una organización puedan participar en el diseño del software y el hardware, en la selección de proveedores y hasta en la estrategia logística y comercial.
La competitividad de los territorios
En el futuro, la competitividad de los territorios dependerá de su capacidad para conectar y diseñar sistemas de gobernanza que permitan a sus actores locales, desde universidades a centros tecnológicos, Administración pública y sectores empresariales, establecer modelos de relación entre ecosistemas, desjerarquizados y heterárquicos.
Las pirámides territoriales también están siendo demolidas. Las que se mantengan dentro de un tiempo parecerán reliquias del pasado.
El nivel de penetración de las tecnologías esenciales que están transformando el modelo económico y social sigue siendo, sin embargo, realmente bajo en nuestro país y, de ese modo, la tarea de fomentar una demanda de servicios avanzados que promueva la aparición de un tejido empresarial de nuevo cuño y alto valor añadido se complica. De acuerdo con el INE, el porcentaje de empresas de más de diez trabajadores que utiliza servicios cloud es del 32,41% del total en España, y baja al 10,23% entre las empresas con menos de diez empleados.
La automatización inteligente es una de las grandes tendencias emergentes en el mundo empresarial, pero el 60% de las empresas que proporcionan este servicio en nuestro país tienen entre 10 y 49 empleados y no hay ninguna con más de 5.000. La mayoría se especializan en manipulación de materiales, paletizado, etiquetado, marcado, limpieza o desinfección.
Hay que adaptar el ancho de banda para aprovechar las oportunidades que están apareciendo en el terreno de la reindustrialización y modificar el mapa de complejidad económica español de forma racional, es decir, distribuida.
Una encuesta de ABB a líderes empresariales realizada en 2022, constató que el 74% de las empresas europeas y el 70% de las empresas estadounidenses planean reubicar o deslocalizar las operaciones para desarrollar la resiliencia de su cadena de suministro en respuesta a la escasez de mano de obra, la necesidad de una huella ambiental más sostenible y la incertidumbre global.
Es fundamental promover, en el tejido productivo, en el sector público y en el conjunto de la sociedad, una incorporación a la revolución tecnológica basada en el cambio de mindset y no en la acumulación de herramientas si queremos para aprovechar las posibilidades que se presentan en las diez áreas de innovación que identificamos en el presente informe.