El día 19 de diciembre de 2005, la Fundación aprobó la financiación de un proyecto de investigación con el Director del Centro de Economía Industrial de la Fundación Empresa y Ciencia de la Universidad de Barcelona, Josep Mª Suris y la colaboración del profesor Jacint Soler. El objetivo del estudio propuesto consiste en el análisis del debate actual sobre el dinamismo económico de China y su impacto en la economía mundial, tratando de identificar posibles escenarios de evolución futura. Asimismo, pretende aplicar al caso español las conclusiones u observaciones efectuadas.
En el transcurso de las últimas dos décadas, la República Popular China se ha erigido en la cuarta economía mundial y el más dinámico de los países emergentes. Más allá de los estudios y publicaciones que inciden sobre elementos específicos de este proceso -como la transición del socialismo a la economía de mercado o la reforma agraria- la investigación arroja luz sobre los diversos determinantes del desarrollo chino y, en particular, los más polémicos.
Si existe un consenso general sobre la contribución que la reforma agrícola y la masiva alfabetización tuvieron sobre el crecimiento económico chino, sobre todo en los años ochenta y primeros noventa, es más polémico el efecto de la apertura comercial selectiva y el papel del Estado en tan histórico proceso. Para comprender lo anterior se repasa la trayectoria de los “tigres asiáticos”.
El caso chino muestra ciertas diferencias con respecto a dichos modelos (sobre todo el mayor papel del capital extranjero) pero también claras similitudes en cuanto a la voluntad del gobierno de favorecer una rápida progresión del país hacia actividades de mayor valor añadido. Ello se ha logrado a través de una apertura comercial selectiva que, incluso hoy día, a los seis años del ingreso en la OMC, es objeto de duras críticas desde Occidente. Asimismo, las empresas públicas, la política industrial de reordenación de sectores, la regulación de la inversión extranjera y el apoyo a la I + D, han jugado un papel clave.
El estudio argumenta que China ha estado, como tantos otros países, sometida también a los “fallos del gobierno” a la hora de intervenir en el ámbito económico. Sin embargo, los autores consideran que China ha gozado de mejores fundamentos macroeconómicos (sobre todo en cuanto al endeudamiento exterior) y una mayor apertura comercial. Asimismo, las empresas públicas o semipúblicas chinas han mostrado esquemas de gestión y propiedad peculiares que han favorecido su autonomía, al tiempo que la competencia entre regiones ha alentado una mayor competencia interna y ha evitado la aparición de ineficientes monopolios a escala nacional.
Finalmente, el desarrollo económico chino no puede entenderse sin tener en cuenta el acelerado proceso de “deslocalización” que ha obrado en Japón desde finales de los ochenta. La creciente integración económica en Asia Oriental ha beneficiado en gran medida a la China continental hacia donde se ha trasladado un número creciente de actividades intensivas en mano de obra y, en los últimos años, cada vez más sofisticadas.
El contenido de esta investigación se materializó en la obra “El milagro económico chino: Mito o realidad” publicada en 2008.