El día 1 de octubre de 2003, el Presidente de la Fundación Rafael del Pino, Rafael del Pino y Moreno, y la Presidenta del Patronato de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (Fundación CYD), Ana Patricia Botín Sanz de Sautuola O’Shea, firmaron un Convenio de colaboración cuyo objetivo es la publicación anual del “Informe CYD”. Dicho informe pretendía ser un barómetro para analizar la incorporación en la cultura universitaria de la importancia de orientar su actividad hacia el desarrollo económico y social y, en particular, el del entorno en el que radican las organizaciones universitarias. El tercer informe fue finalizado a finales del año 2006 y publicado a principios de 2007. Su presentación, presidida por Los Príncipes de Asturias, tuvo lugar el día 23 de enero de 2007 en la sede del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Durante el acto, la Ministra de Educación y Ciencia, Mercedes Cabrera, afirmó que “ahora más que nunca, resulta de gran utilidad la contribución de la Fundación CYD al debate acerca de los retos de la universidad y de su papel en el desarrollo económico y social de nuestro país. El mejor reflejo de este esfuerzo es este informe anual, que se publica por tercer año consecutivo, donde se realiza un análisis detallado de nuestro sistema universitario y, con frecuencia, se aportan caminos a seguir en el futuro”.
En otro acto de presentación posterior, Ján Figel, Comisario de Educación, Formación, Cultura y Multilingüismo europeo, sostuvo que “las universidades deben ser capaces de abrirse a la sociedad en general y al mundo empresarial en particular. Debemos liberarlas de la normativa y burocracia innecesaria, equiparlas (incluso a nivel financiero) para que cumplan el compromiso adoptado sobre investigación, educación e innovación: el denominado triángulo del conocimiento. Una de las condiciones centrales para alcanzar el éxito es la alianza firme con el mundo empresarial, que debe extenderse al diseño del programa académico, otorgando una mayor importancia al desarrollo de habilidades empresariales. Este es el ámbito concreto en el que la labor de la Comisión coincide con el de la Fundación CYD. Muchas de las cuestiones propuestas por la Comisión Europea se recomiendan también en los Informes CYD”.
Como conclusiones del informe cabe destacar las siguientes: primera, que la opinión general muestra una tendencia clara de mejora en el comportamiento de un conjunto de aspectos relevantes del sistema universitario, que expresan las nuevas dimensiones de la universidad demandadas por la sociedad del conocimiento; segundo, que las relaciones universidad-empresa se expresan de una manera bidireccional y, por esta razón, aquellos aspectos de dichas relaciones que manifiestan una mayor debilidad son protagonizadas tanto por las universidades como por las empresas. Únicamente una actuación decidida, tanto de unas como de las otras, permitirá obtener unos resultados que sean beneficiosos para ambas y para la economía y la sociedad española en su conjunto; y tercero, y último, que las universidades no han dejado de multiplicar sus iniciativas en aspectos que, según la opinión de los expertos consultados, son percibidos como debilidades. señalaba el informe que “por estas razones, parece del todo punto imprescindible que todo este cúmulo de iniciativas se dé a conocer de una manera mucho más efectiva al conjunto de la sociedad”.
La Fundación continuó apoyando durante un quinquenio la publicación anual del Informe CYD.