El comercio y el futuro de la globalización

¿Hacia dónde va la globalización? Hay quien piensa que este fenómeno alcanzó su cenit a principios del siglo XXI y ahora está en retroceso. También hay quien considera que lo que hace la globalización es mutar para alcanzar una forma nueva y distinta. ¿Qué es lo que sucede realmente? Lo analizan Carmen Díaz-Mora, catedrática de Economía Aplicada en la Universidad de Castilla-La Mancha; Lucian Cernat, economista jefe de Comercio de la Comisión Europea; Javier Pérez, director del Departamento de Economía Internacional y de la Zona del Euro del Banco de España y miembro del Comité de Relaciones Internacionales del Eurosistema; Christian Volpe Martincus, economista principal del Sector de Integración y Comercio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Enrique Feás, Investigador principal del Real Instituto Elcano.

El estancamiento del comercio internacional

Tras la gran recesión, el comercio internacional, medido en porcentaje del PIB, se ha estancado, indica Carmen Díaz-Mora. En cambio, la ratio de servicios sobre PIB ha seguido creciendo. En consecuencia, la globalización está cambiando. Ahora se vuelve menos material y más vinculada a servicios. La hiperglobalización estaba vinculada a las cadenas globales de valor, pero ahora las cadenas globales de valor están frenándose. En cambio, los servicios están aumentando, en especial los servicios digitales.

Sea como sea, añade Lucian Cernat, necesitamos intercambios de bienes y servicios. En el futuro serán, incluso, más necesarios, sobre todo los que son parte del producto, como el diseño. España está muy bien situada en este tipo de servicios.

El comercio y la nueva globalización

Hasta ahora, la narrativa sobre la globalización ha sido una narrativa ganadora en muchas dimensiones, no solo de comercio. Pero, advierte Javier Pérez, al pensar en geopolítica, esto se convierte en una vulnerabilidad. En el caso europeo, la dependencia externa es muy grande en bienes y servicios. En movimientos de capitales la UE es un gigante. La cuestión es si el comercio internacional de un país está muy concentrado geográficamente y no se puede sustituir. Es el caso del gas de Rusia. Esto, por tanto, es un problema. Esta dependencia es muy multidimensional, pero es otra cara de la narrativa ganadora, que es la de la apertura.

A partir de ahí, Christian Volpe, estima que vamos a ver un cambio en la forma de la globalización y en sus modalidades específicas. Siguen produciéndose nuevas inversiones extranjeras directas. Hay países y sectores en los que se reduce y otros en los que aumenta, pero, en conjunto, están creciendo. La reconfiguración de la globalización va a venir, más bien, por cambios intersectoriales. Hay ciertos sectores que se han visto beneficiados tras la pandemia. Otros van a verse afectados por la digitalización y la responsabilidad social de las empresas. También por la demanda, por imposición de los accionistas y por necesidades de negocio.

Política industrial, una mala idea

En este contexto, la política industrial es una mala idea para la economía y el comercio, explica Javier Pérez. La reacción a los riesgos de la globalización está siendo el desarrollo de políticas de fragmentación. Esto frena la globalización. ¿Entonces, qué dirección debe tomar la política industrial? Se puede actuar para reducir la vulnerabilidad, por ejemplo, en el gas. Entonces se piensa en las placas solares, que dependen de las tierras raras, con lo que cambia la dependencia. La globalización no se resuelve con dinero público porque los problemas son más profundos. Debe haber una regulación adecuada y una reducción de vulnerabilidades.

Otro de los cambios que puede avecinarse tiene que ver con el papel de Latinoamérica. Christian Volpe cree que la región puede tener un papel central en los servicios. Está muy preparada para convertirse en proveedor de servicios intermedios, sobre todo si se adapta a los cambios que van a traer las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial. Para eso, tiene que generar capital humano que sea capaz de trabajar con esas nuevas tecnologías. La región también puede ocupar un lugar central en la provisión de alimentos.

Pymes exportadoras

En el nuevo marco, el papel de las pymes también será más importante, afirma Lucian Cernat. La mayor parte de las empresas exportadoras son pymes. Son ágiles, flexibles, no son dependientes de clientes o de productos. Su adaptación es más fácil que la de la gran empresa. Pero para que ese cambio se haga realidad, se necesitarán políticas que faciliten el comercio de las pymes. De hecho, algunas políticas comerciales ponen más barreras a las pymes que a la gran empresa. El cambio a una producción más personalizada necesita una pyme que sea capaz de responder a los cambios en la demanda, añade Carmen Díaz-Mora.

Cuando se mira la foto, se ve a las grandes empresas. Pero, recuerda Christian Volpe, la imagen cambia radicalmente cuando se ve la película. Las pequeñas empresas, al cabo de dos décadas y media, son responsables de más de dos tercios de los nuevos productos de exportación. Son empresas en condiciones de innovar, de atender demandas emergentes. Por eso, se necesitan políticas que eliminen barreras de información, como la política de promoción de exportaciones, o reduzcan los sesgos. De hecho, añade Lucian Cernat, las pymes son las hormigas, que pueden sobrevivir en un apocalipsis. Los dinosaurios, que son las grandes empresas, no. Los unicornios se obtienen a partir de hormigas, no de dinosaurios.

Exportación vinculada a cadenas de valor

Además, explica Carmen Díaz-Mora, todas las empresas que exportan vinculadas a cadenas de valor son más estables. Por eso, hay que promover la vinculación de las pymes con esas cadenas. También hay que dedicar más recursos a capital humano para la internacionalización de las empresas. Y es que, comenta Christian Volpe, las empresas proveedoras de firmas extranjeras instaladas en el país tienen más probabilidades de convertirse en empresas exportadoras.

¿Qué papel tendrá la Organización Mundial del Comercio (OMC) en este nuevo escenario? Un mundo sin reglas es la ley de la selva, recuerda Christian Volpe. Por tanto, en la OMC se está trabajando mucho pese al contexto internacional. Se está negociando un acuerdo para facilitar inversiones que va a ser muy importante. También están las negociaciones sobre comercio electrónico, que se mueve rápidamente y cuya dimensión y potencial desconocemos porque faltan estadísticas.

Esto lleva a preguntarse si habría que reformar la OMC. Lucian Cernat cree que debería hacerse. La OMC tiene varios pilares: aranceles, solución de diferencias y el tercero, que es el más importante, el de la transparencia y la cooperación regulatoria. Este pilar no está en crisis. Debería fortalecerse en beneficio de los países en desarrollo.

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