Pedro Schwartz, maestro de liberales

Ser liberal en nuestro país nunca ha sido fácil. Ya lo decía Larra, que ser liberal en España es ser emigrado en potencia. Y es que la convergencia de un conservadurismo inmovilista con un socialismo en sus múltiples vertientes disfrazado de Estado providencia y con un proteccionismo finisecular demandado por la gran mayoría de los agentes económicos apenas deja espacio para que prosperen las ideas liberales y quienes las defienden.

En este contexto es en el que surge la figura de Pedro Schwartz que, en sus 90 años de vida, ha sido un defensor a ultranza de las ideas liberales y un gran divulgador de estas. Porque Pedro Schwartz es de esos catedráticos, en su caso de Historia del Pensamiento Económico, que no solo conoce a fondo su materia, sino que domina otras muchas y, sobre todo, tienen una capacidad verbal que le permite expresar de forma sencilla y convincente argumentos muy complejos. Es de esa generación de académicos que parecían sabios renacentistas de tantas ramas del saber cómo dominaban, entre ellas el arte de la oratoria.

Pedro Schwartz no solo ha sido un defensor de las ideas liberales desde la catedra de la academia. Cuando ha sido necesario y se le ha brindado la ocasión, ha ido donde tuviera que ir para defenderlas ante cualquier tipo de público. Otro gran liberal, Manuel Jesús González, contaba como Pedro Schwartz, estando en Asturias, bajo a una mina de carbón a explicarle a los mineros las ventajas del liberalismo frente a cualquier otra opción política. Eso solo lo hace una persona comprometida de verdad con las ideas que defiende.

No hay muchas personas, sin embargo, que pudieran mantener ese compromiso con las ideas liberales como lo ha hecho Pedro Schwartz a lo largo de su vida. Creció en la España de Franco, en la que declararse liberal podía costar caro. A Pedro Schwartz, por ejemplo, le costó el no poder incorporarse a la carrera diplomática a pesar de haber aprobado la oposición. O verse procesado por dos causas, una por desacato y otra por asociación ilegal al haber tomado parte en las protestas estudiantiles de febrero de 1956. Esas causas no llegaron a término puesto que fueron sobreseídas como parte de un indulto que concedió Franco. A pesar de estos hechos, Pedro Schwartz perseveró en sus ideas liberales y la defensa sin fisuras de ellas.

Pedro Schwartz es, en cierto modo, heredero de la tradición liberal económica y académica que defendió toda su vida ese maestro de liberales que fue Lucas Beltrán, catedrático de Economía Política en diversas universidades. De hecho, coincidió con Beltrán en el Instituto de Economía de Mercado, un think tank liberal fundado en la Transición para promover las ideas liberales en España con la llegada de la democracia, por el que también pasaron liberales tan destacados como Carlos Rodríguez Braun, Francisco Cabrillo, José Raga, Joaquín Trigo, Juan Roig o Jesús Huerta de Soto. Y aunque el instituto tuvo una vida por desgracia corta, gracias a él se han conocido, mantenido y difundido las ideas liberales en España.

El mundo de las ideas suele vincularse a la academia. En general, surgen, se desarrollan, se promueven, difunden y discuten en el ámbito universitario. Pero no siempre alguien trata de ponerlas en práctica. Para ello, lo normal es que haya que remangarse y bajar a la arena política para tratar de ponerlas en marcha. Pedro Schwartz trató de hacerlo en la década de los 80 cuando resucitó la decimonónica Unión Liberal de O’Donnell. Bajó su liderazgo, Unión Liberal participó en la Coalición Popular, junto con la Alianza Popular de Manuel Fraga, y el Partido Demócrata Popular de Óscar Alzaga, en esa gran unión de las derechas que trató de desalojar del poder a los socialistas de Felipe González. No lo consiguieron y los dos partidos más pequeños, la UE y el PDP, acabaron absorbidos por Alianza Popular. Pero en su paso por la política conoció a Esperanza Aguirre, que fue candidata a las elecciones municipales por la Unión Liberal y en la que influyó en la conformación de sus ideas política a raíz de ese contacto.

Pedro Schwartz, sin embargo, no es un teórico de las ideas económicas, alguien desconectado del mundo real que habita solo en la torre de oro de la academia. Nada más lejos de la realidad, como demuestra el hecho de que trabajara en el Servicio de Estudios del Banco Urquijo antes de obtener por oposición una plaza en el Banco de España.

Además, ha desarrollado una carrera académica larga y prolífica desde que ganó la cátedra de Historia de las Doctrinas Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, allá por 1970. Desde esa posición tuvo como doctorandos a Carlos Rodríguez Braun, Jesús Huerta de Soto y Francisco Cabrillo, entre otros muchos, que son tres claros pilares del liberalismo español, tanto en su vertiente académica como fuera de la universidad.

La obra de Pedro Schwartz también es variada y prolífica. Entre sus títulos destacan La nueva economía política de John Stuart Mill (Tecnos, 1968), Historia del Instituto Nacional de Industria (Tecnos, 1978), Empresa y libertad (Unión Editorial, 1981), El precio de los libros (Unión Editorial, 1998), Introducción a la antropología del capitalismo (Fundación Universitaria CEU, 2007), Milton Friedman, gigante del siglo XX (Fundación Universitaria CEU, 2007) y En busca de Montesquieu (Encuentro, 2007).

Su calidad académica ha sido reconocida con su aceptación como miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en 2003. Ese mismo año recibió el Premio Rey Jaime I de Economía, el más prestigioso galardón que se otorga en España en este ámbito. Y, como buen liberal, tuvo el honor de ser el primer presidente español de la muy prestigiosa Sociedad Mont Péllerin Society, fundada en 1947 por el Premio Nobel de Economía Friedrich A. Hayek y que ha contado entre sus miembros con el padre del “milagro económico alemán” Ludwig Erhard, el filósofo Karl Popper, con quien Pedro Schwartz estudio en Londres, y los Premios Nóbel de Economía Ludwig von Mises, Milton Friedman, George Stigler, James M. Buchanan, Maurice Allais, Ronald Coase, Gary Becker y Vernon Smith, entre otros muchos miembros destacados que han pasado o siguen en la Sociedad Mont Pélerin.

No cabe duda, por tanto, de que, con Pedro Schwartz, estamos ante una de las grandes figuras intelectuales españolas. Con él celebramos este año su 90º aniversario, agradeciéndole que haya mantenido viva la llama del liberalismo y la haya difundido como lo ha hecho.

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