Soluciones eficientes a problemas globales

La economía es la satisfacción de las necesidades mediante recursos escasos que pueden asignarse a fines alternativos. Así es que, cuando no hay dinero bastante para encontrar soluciones para todo, hay que establecer prioridades. Y esto es igualmente cierto para las familias, las empresas, los países o los asuntos mundiales. A partir de esta restricción, ¿cómo podemos afrontar los problemas globales de forma eficiente? Bjorn Lomborg, presidente del Copenhagen Consensus Center, nos indica la manera de hacerlo.

Soluciones para los ODS

Todos los gobiernos del mundo se han comprometido a conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. Se trata de acabar con la pobreza y el hambre, crear sistemas de protección social, proteger el medio ambiente, etc. son, en total, 169 objetivos. El problema es que se está prometiendo todo, a todos, en todas partes, en todo momento. Así es que no estamos consiguiendo llegar a lo que se pretende en 2030. De hecho, al ritmo al que evolucionan las cosas actualmente, no se alcanzarán los ODS al cien por cien hasta 2080. ¿Por qué? Porque no se están fijando prioridades en las soluciones. En consecuencia, los recursos se distribuyen como si estuviéramos untando mantequilla en una tostada enorme. Esa dispersión va en contra de la eficiencia y, por tanto, no avanzamos al ritmo deseado.

Fijar prioridades para las soluciones implica realizar elecciones entre objetivos distintos. ¿Cuál debería ser el criterio que nos guiase a la hora de decidir dónde asignar los recursos y dónde no? Para establecerlo es preciso estudiar todos los objetivos y localizar aquellos lugares del mundo en los que se puede conseguir el mayor beneficio social. En otras palabras, se trata de hacer un análisis coste-beneficio y buscar la maximización del beneficio social.

Soluciones para la salud y la educación

Un ejemplo es la vacunación infantil. Una madre puede necesitar medio día para llevar al bebé a vacunar. Puede tener que coger un autobús, lo que le cuesta dinero. Y tiene que dejar de trabajar. Ese, evidentemente, es un coste, pero no es un coste que tengamos que financiar. Este programa de vacunación cuesta 41.000 millones de dólares, pero 6.000 millones no son financieros, así es que necesitaríamos 35.000 millones anuales. Esa cantidad es ciertamente importante, pero no es mucho dinero para la comunidad internacional. Y lo importante es que permitiría salvar 4,2 millones de vidas al año. Además, gracias a esa política, la riqueza de los países más pobres del mundo aumentaría en un billón de dólares. Este sería un resultado fantástico.

Estamos hablado de 370 millones de niños que son analfabetos funcionales

Desde esta perspectiva de las soluciones, hay tres elementos en los que deberíamos concentrarnos: educación, salud materno-infantil y tuberculosis. La educación es importantísima y los niños de todo el mundo están escolarizados. Pero no aprenden mucho. Los países más pobres han duplicado el gasto en educación. Sin embargo, el impacto sobre el aprendizaje es prácticamente nulo. Los niños no entienden lo que están leyendo: no consiguen que las palabras tengan sentido en forma de frase. Y, si no lo logran, de adultos no serán productivos. Estamos hablado de 370 millones de niños que son analfabetos funcionales, un resultado terrible. Indonesia es un buen ejemplo al respecto. Duplicaron el gasto en educación, subieron el sueldo a los profesores y redujeron considerablemente el número de alumnos por aula. Pero el impacto de todo ello sobre el aprendizaje fue nulo.

Cosas que funcionan

No obstante, hay muchas cosas que funcionan cuando se aplican soluciones adecuadas. Veamos el caso de Nueva Delhi. Si todos los niños de doce años están juntos en un aula, pero son muy distintos, no se llega al nivel de cada uno de ellos. Hay que enseñar a los chicos a su nivel. Para eso, se da al niño una tableta con un software educativo una hora al día. Este software va a determinar el nivel de cada alumno. Inmediatamente, va a darle clase de acuerdo con su nivel. Este sistema es muchísimo mejor y permite compartir esa tableta entre muchos niños. Si se hace una hora al día con cada alumno, va a aprender muchísimo. Hacerlo durante todo el curso costará 31 dólares anuales por alumno. Al final de curso, habrá aprendido tres veces más. O sea, cada niño será más listo y más productivo como adulto. Esto le permitirá ganar 2.000 dólares adicionales.

Malawi se ha planteado la idea de las tabletas para los alumnos de primaria. Kenia también. Todo se basa en ensayos aleatorios y sabemos que funcionan. Por supuesto que van a robar tabletas, los niños las perderán, habrá cortes de luz. Pero eso ya lo hemos tenido en cuenta. Los costes son más limitados y las ventajas son las ganancias descontadas futuras. Prevemos que estos chicos ganen diez mil dólares más.

El coste de estas soluciones para el 90% de los niños de la parte más pobre del mundo sería de, aproximadamente, 8.000 millones de dólares. Pero el beneficio social que se puede conseguir supera los 559.000 millones de dólares. Así, esta parte del mundo conseguirá mejores resultados. Cada euro que se gaste va a reportar sesenta y cinco euros de beneficio social. Es una inversión magnífica.

Pasemos a la salud materno-infantil. Dar a luz es muy peligroso en la parte más pobre del mundo. Cada año, 295.000 mujeres mueren en el parto y 2,3 millones de niños fallecen en su primer mes de vida. Este es un gran problema, pero se puede solucionar muy fácilmente. Trabajamos con la OMS y hemos identificado cuáles son las políticas más efectivas. Se trata de la atención básica de emergencia, obstetricia y neonatal. Y también la planificación familiar. En estos cuidados básicos se incluyen muchas cosas. Por ejemplo, que las mujeres estén en una clínica, que haya desinfectantes. El 20% de las instalaciones médicas de todo el mundo no tienen desinfectantes, con lo que se producen más infecciones.

Salvar una vida por cinco dólares

La asfixia al nacer es un tema gravísimo. Más de setecientos mil niños al año mueren por ello. Uno de cada cinco niños al nacer no respira. Entonces, hay que ponerles oxígeno para que puedan hacerlo. Las soluciones son fáciles de encontrar. Se puede, por ejemplo, hacer con una bomba manual. Así de sencillo. Pero si no tenemos este aparato, que solo cuesta 65 dólares, el niño puede morir. Si se utiliza 25 veces al año y se suma el trabajo del personal sanitario, salvar una vida costaría cinco dólares.

Dotar a los hospitales y clínicas de todo lo que necesitan costaría 2.500 millones de dólares más al año. El tiempo del personal son 2.100 millones y los incentivos 200 millones. El coste total anual sería de cinco mil millones de dólares, se salvarían 166.000 madres. Este es un valor social de 32.000 millones. También se salvaría a 1,2 millones de niños, lo que supone un valor de 482.000 millones. Además, habría un dividendo demográfico de 41.000 millones de dólares, que quiere decir que la economía crece más rápidamente. Los beneficios totales serían de 559.000 millones de dólares y la ratio coste/beneficio sería de 114. O sea, cada euro gastado nos va a dar 114 euros de beneficio social.

Otros ámbitos de actuación

Esto no es algo complicado. Podríamos salvar muchas vidas y hacer que los niños sean más productivos. Por tanto, sus sociedades serían más ricas en el futuro si hacemos estas cosas tan sencillas y básicas. Con la tuberculosis se llega a la misma conclusión. Por muy poco dinero, 6.200 millones de dólares, podemos hacer un gran bien erradicando la tuberculosis. Es decir, 46 veces el retorno de la inversión.

Tenemos doce políticas fantásticas con evidencias de que, si gastamos dinero en ellas, podemos hacer un gran bien. Por 35.000 millones de dólares, estas doce cosas: tuberculosis, salud maternal y del neonato, malaria, nutrición, enfermedades crónicas, inmunización infantil, educación, I+D en agricultura, contratación electrónica, seguridad en la posesión de la tierra, comercio y migración cualificada, pueden evitar muchísimas muertes y se puede conseguir mucho en ventajas sociales. Con eso, podemos salvar 4,2 millones de vidas todos los años. Estas son las prioridades.

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