Una guía para el emprendimiento y la innovación

Los valientes son ahora más necesarios que nunca

Decía Mark Twain que un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa. La diferencia entre un estado y otro es el emprendimiento, que es lo que transforma la idea en un proyecto real. Pero, para llegar a buen puerto en la aventura de emprender, no basta solo con tener ese momento eureka que inspire e informe el proyecto empresarial. El éxito depende también, y muy posiblemente, de la elección de una estrategia adecuada para desarrollarlo. Como la actividad empresarial tiene lugar en un entorno de alta incertidumbre, las decisiones estratégicas que se tomen en las primeras etapas del proceso resultan determinantes para el crecimiento y la sostenibilidad de los nuevos proyectos. Esas decisiones conforman la brújula que marca la dirección que debe seguir el emprendedor a partir de ellas, tal y como explica Scott Stern, catedrático David Sarnoff de Management en el MIT Sloan School of Management.

Esto es importante tenerlo en cuenta porque, en el mundo real, nadie está a cargo de la innovación. Puede haber políticas industriales y otro tipo de intervenciones públicas que ayuden y orienten en la actividad emprendedora. El gobierno, de hecho, es uno de los agentes fundamentales en el proceso emprendedor, junto con las empresas, las universidades, el capital riesgo y los propios empresarios innovadores. Pero, no nos llamemos a engaño, el papel clave es del emprendedor que crea una compañía. Esa es la clave, sin la cual no hay esa transformación de la idea en impacto. Pero para que todo funcione correctamente, el emprendedor necesita de un ecosistema que el apoye. El reto es cómo crearlo porque la interacción entre todos los agentes implicados es la clave del éxito.

La elección de la estrategia adecuada, sin embargo, es cosa del emprendedor, que es quien debe organizar una compañía para desarrollar la idea y que pueda crecer. No hay que olvidar que todo negocio de éxito se basa en una idea, pero no toda idea se convierte en un negocio. Entre medias, hay que experimentar, aprender y convertir ese aprendizaje en una estrategia que permita actuar. En otras palabras, se trata de traducir el aprendizaje en decisiones.

En este punto, el emprendedor se encuentra ante varios caminos por los que transitar, que conducen a destinos distintos, no necesariamente malos puesto que no solo hay un camino hacia el éxito. Por eso, la elección del camino para crecer y capturar valor, para permitir que el ecosistema de emprendimiento ayude, es una decisión crucial que debe tomarse en las etapas tempranas de la vida de la empresa o el proyecto. Esto es importante porque los socios que tenga la empresa dependerán, precisamente, de esa elección estratégica.

Básicamente, el abanico de posibilidades que se le presenta al emprendedor es elegir entre colaborar con empresas consolidadas o competir con ellas, y entre controlar el proceso o pasar a una ejecución rápida. ¿Cuál es la opción correcta? Pues eso depende del resultado del proceso de experimentación, que es como una ventana que permite mirar hacia el final del túnel, hacer pequeñas pruebas para elegir el mejor camino a seguir, porque los caminos al éxito pueden ser múltiples. Además, los resultados de los experimentos suelen llevar a más opciones y posibilidades. Por ejemplo, el tipo de clientes que va a tener la empresa, qué se les va a ofrecer, cuáles son los restos que pueden surgir en el futuro y cómo afrontarlos.

En la elección de estrategias debe tenerse en cuenta que tienen que relacionarse con los recursos disponibles. Desde esta perspectiva, hay cuatro grupos de posibilidades. Se puede optar por una estrategia de propiedad intelectual, por ejemplo, transferir tecnología a los socios. O se puede elegir una estrategia de disrupción, que consiste en descubrir una nueva fuente de valor. También se puede optar por una estrategia de cadena de valor, ejecutándola mediante la colaboración con otras empresas. O se puede escoger la estrategia de arquitectura, que consiste en crear un sistema nuevo. La clave es entender que elegir una u otra conlleva transitar por caminos distintos que exigen formas de actuar diferentes.

Walt Disney decía que la manera de emprender es dejar de hablar y empezar a hacer. Así es como se pasa de la idea al proyecto real, tangible, de impacto. Pero el camino al éxito no es único. En realidad, las buenas ideas suelen permitir diferentes vías de expansión y comercialización. Pero antes hay que validarlas a través de un proceso de experimentación que conduzca a la elección de la estrategia adecuada. Esa elección determinará, también, el papel que desempeñarán en el proyecto empresarial los agentes que conforman los ecosistemas de emprendimiento. Hacer todo esto de forma ordenada, sistemática, aumenta claramente las probabilidades de éxito.

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