China, Rusia y la rivalidad entre superpotencias

La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha suscitado el interrogante de hacia dónde va el mundo. ¿Avanza hacia un orden económico y de seguridad? ¿Lo hace hacia el desconcierto? Para tratar de averiguar la respuesta, hay que volver la vista hacia China. Es lo que hacen Alicia García-Herrero, economista jefe de Asia-Pacífico en NATIXIS y Mira Milosevich-Juaristi, investigadora principal del Real Instituto Elcano y profesora asociada de Russia’s Foreign Policy del Instituto de Empresa.

Rusia y la guerra de Ucrania

Para Mira Milosevich, la guerra de Ucrania es el resultado de dos fracasos. El primero es de Rusia, al tratar de influir en Ucrania mediante instrumentos no militares. Cuando vio que no lo conseguía, decidió invadir el país. El segundo es de Occidente y de la misma Ucrania, al no poder disuadir a Rusia de que no atacase. Al decir públicamente Occidente que no iba a involucrarse, dio alas al Kremlin para planificar una invasión.

Cada conflicto tiene tres niveles: el político, el estratégico y el táctico. En el político, Rusia ha renunciado a tratar de controlar Ucrania con un gobierno títere, o mediante la ocupación de todo el país. En esto ha fracasado. En el nivel estratégico, Rusia sigue bombardeando los depósitos de armas e intenta desmilitarizar Ucrania. Ha empujado la ofensiva en el sureste con el objetivo de bloquear sus puertos y ahogar la economía y la mayor parte de las exportaciones ucranianas. En el nivel táctico, se han sobrevalorado las capacidades militares rusas. Ahora Rusia avanza lentamente, pero avanza en la zona del sureste de Ucrania y no va a devolver fácilmente lo conquistado.

Las sanciones a Rusia

En este momento, ambos actores creen que pueden ganar la guerra. Por eso, va a ser una guerra prolongada, basada en un equilibrio. Rusia espera que la unidad de Occidente se quiebre. Por su parte, Occidente espera que las sanciones debiliten tanto a Rusia que se vea obligada a parar la guerra. En este escenario, el mundo se encamina hacia dos bloques: Occidente y el resto. En el resto hay muchas diferencias entre países.

Ahora bien, desde antes de la guerra, indica Alicia García-Herrero, China quiere cambiar las reglas de juego del mundo. Sabe que hay un vecino amado y odiado, Rusia, que quiere hacer lo mismo. Rusia, que puede dar el primer paso, cuenta con cierta potencia militar en armas nucleares, pero no tanto en armas convencionales. ¿Por qué le parece bien a China? Porque es una avanzadilla de algo que quiere conseguir, pero no le cuesta nada. No le cuesta que le impongan sanciones, que le resultarían muy costosas. Así es que, con un coste mínimo, tiene esa avanzadilla de confrontación con Occidente. Rusia es un instrumento de debilitación desde la perspectiva china, y más si la guerra es larga.

Occidente frente a China

La solución está en Occidente, que no es solo Occidente. Incluye, también, Japón, Corea del Sur y Australia. En su momento, Japón ya impuso sanciones a las exportaciones de semiconductores a Rusia. Singapur está ahí, intentando sobrevivir, y la India está haciendo doble juego, ha vuelto a reaparecer.

Xi Jinping anunció la iniciativa de seguridad global en su territorio hace unas pocas semanas, en Boao, el Davos de China. Con ello intenta aunar en ese resto a ese grupo que no forma parte de Occidente, con China en el centro apoyando a Rusia. Los BRICS entran en este juego porque tienen a Rusia, a Brasil y Sudáfrica. La India tiene un papel clave en apoyar o no esta iniciativa. La India no se pronuncia al respecto y juega ese doble juego. Pero ya ha entendido que no puede formar parte de esta liga. De ahí la importancia de la alianza del Indo-Pacífico.

China y la seguridad en Asia

Xi Jinping intentó evitar las dos reuniones de democracias en Washington. A la primera solo fue Singapur; a la segunda acudieron todos a decir que hay de lo mío. Por tanto, esto ya es un recuento de alianzas, de quién tiene más peso en ellas. Occidente más Japón, Corea del Sur y la India, por un lado. Por otro, han expresado interés por la iniciativa de seguridad global Cuba, Siria y Uruguay. Hay una serie de intereses paramilitares y de seguridad que están moviendo esto. Occidente tiene que reaccionar de manera inmediata y urgente porque, si no, el peso se desequilibra.

Xi Jinping no habló de seguridad en Davos, sino de relaciones comerciales, inversión. Pero ahora habla de seguridad. Biden entiende que Asia no va de comercio, sino de que necesita la seguridad de Estados Unidos. Pero la Asean tiene la economía con China y la seguridad con EEUU. Por eso, Xi ofrece la seguridad y la alianza con Rusia lo confirma. Él ahora puede ofrecer eso porque entiende que Rusia va a acabar a sus pies. Después hay otras motivaciones como Taiwán, o la sensación de seguridad mayor, pero eso es defensivo. Pero aquí hay algo más. Es esa idea de que se acabó que Occidente siempre establezca las reglas del juego. Biden ofrece a la Asean y a India un pacto económico. Si no, es imposible que países con necesidades de desarrollo económico evidentes antepongan la seguridad.

Una capacidad sobrevalorada

Occidente ha sobrevalorado la capacidad tecnológica china. China gasta en I+D el 2,2% del PIB, que es menos que Estados Unidos y Corea del Sur; está al nivel de Europa. De esa cantidad, solo el 6% es investigación básica, que es muy inferior a Europa. Dos tercios de la I+D la realizan empresas estatales con muchos descartes, es decir, buena parte de esa I+D no es tal. En algunos ámbitos, ha dado grandes pasos, pero hay una serie de limitaciones relacionadas con la naturaleza del régimen. Los incentivos al éxito en el ámbito de la I+D no son los mismos que en una economía de mercado, lo que genera distorsiones. Esos incentivos chinos cada vez son más perversos, por razones ideológicas. Esos incentivos no pueden desbancar a una economía de mercado.

Xi Jinping dice a los europeos que tienen que seguir tratando de conseguir la autonomía estratégica. Esto significa depender de China. Pero ¿será más independiente sin Estados Unidos? ¿Importar gas de Estados Unidos es un problema? En Taiwán se ve a diario el riesgo de una invasión. ¿Queremos esa situación para Europa? No podemos engañarnos, no somos autónomos. Si queríamos serlo, tendríamos que haber diseñado Europa de otra manera. Si China lo escucha, te empuja hacia ella porque le conviene. No tenemos los instrumentos, no tenemos capacidad militar, energética, tecnológica en las nuevas tecnologías relevantes. Tenemos que aceptar una realidad que no podemos cambiar en 2022, que es cuando está la guerra.

Taiwán, en el punto de mira

La invasión de Taiwán es un riesgo para el orden global más grande que Ucrania porque es la puerta del Pacífico. Japón sin Taiwán está perdido. La ambigüedad de Estados Unidos sobre Taiwán pone en riesgo a Filipinas o Japón, cuyos acuerdos con EEUU no son muy diferentes del de Taiwán. El resto de Asia acepta esa ambigüedad porque le viene bien. Los taiwaneses son los principales inversores en China. Lo que hace el presidente Biden es recordar que hay una contradicción en la política hacia Taiwán y lo recuerda ahora porque es una nota de atención a China.

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