¿Por qué a veces sufrimos tanto? ¿Por qué nos sentimos tan poca cosa si lo tenemos todo? ¿Por qué rivalizamos? ¿Por qué no entendemos al otro? Hay algo en la mente que no funciona suficientemente bien. Superarlo exige recorrer el camino del despertar. Lo explica Mario Alonso Puig, Fellow en Cirugía de la Harvard Medical School y coach ejecutivo.
La vida plena y el camino del despertar
Una vida plena es aquella en la que uno está profundamente a gusto con su vida y con la vida. Por eso, debemos de entender que, en un viaje como «el camino del despertar», no podemos controlar lo que pasa. Esto es una aventura y debemos entender que habrá veces que nos vamos a marear. Pero hay que confiar en que, si seguimos navegando, vamos a encontrar algo excepcional, un continente nuevo. Ese continente nuevo que vas a descubrir eres tú. Pero tú ves solo la superficie de lo que eres, no la profundidad de lo que es tu existencia.
Jung habla de los arquetipos como figuras en nuestra vida. Tienen el poder de activar recursos, de movilizar cosas. Es como tener grabada una imagen en nuestra mente. Cuando conectamos con ella, la fuerza de esa imagen y lo que representa empiezan a transformar nuestra forma de ver, pensar, hablar y actuar. Es el camino del despertar. Hay dos arquetipos. Uno es el personaje, nuestra personalidad, que tiene cosas que nos encantan y otras que nos espantan. Pensamos que somos así, como nuestro personaje. Pero no somos así. Esa es la personalidad, que hay que distinguirla de la persona. La persona es quien eres en realidad.
Personajes y personas
El actor y la actriz de una película están atrapados en su papel. El problema es que nosotros, aunque no lo sepamos, estamos siguiendo un guion. A veces nos pasan cosas buenas y otras no. El proceso consiste en darse cuenta de que tienes un papel, pero no eres ese papel. Eres el actor, la actriz. En el momento en que te das cuenta de eso, te das cuenta también de que puedes reescribir tu guion. Puedes escribir una nueva historia. Es el camino del despertar.
Para poder escribir esa nueva historia necesitamos de dos arquetipos: el guerrero y el mago. El guerrero no es el que estamos acostumbrados a ver. Es la figura de la persona que se mantiene estable en medio de la tempestad, que no cede. No ataca, no hiere, no huye, no se bloquea, sino que se mantiene firme. Para eso hay que tener alma de guerrero, porque la tentación y la amenaza están muy presentes en este viaje. El guerrero está para dar paso a la figura más importante de todas en este camino de transformación: el mago.
El mago en el camino del despertar
El mago es un arquetipo extraordinario porque es capaz de hacer lo que para nosotros no es posible hacer humanamente. Pero sí es posible si nos fijamos en una realidad más amplia. En La bella durmiente, Maléfica tenía atrapado al príncipe en su castillo. Las tres hadas van a rescatarlo y, con sus varitas, transforman en flores las flechas que les disparan. Esto es la alquimia del universo. Imaginaos el poder extraordinario del mago. El ataque, en vez de provocar un contra ataque, lleva a una respuesta que transforma al atacante. La desesperanza la transforma en ilusión; el miedo, en amor; el odio, en encuentro. Estamos hablando de una fuerza que no parece de este mundo y, de hecho, no lo es.
De forma sencilla, el mapa del camino del despertar consiste en lo siguiente. Uno está en su zona de confort, con sus cosas más o menos agradables. Entonces escucha la llamada, sale del yo y entra en un espacio que es el no yo. Entonces se produce tanta confusión que hace que muchas personas quieran volver atrás. Piensa que esa confusión puede generar un gran cataclismo, cuando es precursora de un gran descubrimiento. Cuando superas esa fase, llegas a la zona de aprendizaje y, a partir de ahí, empiezas a crecer, evolucionar y tu capacidad de transformar, de contribuir, se dispara.
Cruzar tres puertas
El camino del despertar implica cruzar tres puertas, pero no son tres puertas normales, sino portales. Los portales, o umbrales, nos llevan de un mundo que creíamos que era el único existente a otro que no sabíamos que existía. El primer portal nos lleva a construir una relación completamente diferente con el cuerpo. Tenemos un cerebro en nuestro aparato digestivo. El tubo digestivo puede afectar a nuestro cerebro, alterar nuestra personalidad, afectar a nuestro estado de ánimo. Puede facilitar que estemos alegres o tristes, o tengamos ansiedad o depresión o un ánimo elevado.
Esta puerta tiene que ver con dos elementos clave en el cuerpo. Uno es la postura, que afecta directamente a cómo te sientes. El otro es el cuidado del segundo cerebro y su conexión con el microbiota. Hemos desconectado tanto del cuerpo que no tenemos ni idea de los mensajes que nos manda. Por eso, cuando cruzas el primer umbral del camino del despertar, empiezas a conectar con el cuerpo, a entender sus mensajes. El cuerpo lleva la cuenta. En él están todos los registros afectivos, pero hay que saber interpretarlos.
El umbral más desafiante
El segundo umbral del camino del despertar es el más desafiante. Es una puerta que nos lleva a entrar en contacto con nuestras sombras para redimirlas. Una sombra es lo que no quieres reconocer en ti, lo que no quieres asumir que forma parte de tu forma de ser. Por eso, es secuestrada en el inconsciente. Lo que se resiste, persiste; lo que se abraza, se transforma. El camino para redimir una sombra es contraintuitivo. Cuando te encuentras con algo que no te gusta en este viaje no hay que rechazarlo, hay que abrazarlo.
Con lo primero que nos vamos a encontrar al cruzar este umbral es con los demonios o los dragones. ¿Qué es un demonio o un dragón? Es una forma de protección que utiliza la sombra. Por ejemplo, una persona que ha sufrido desengaño amoroso se embarca en una relación y hace todo para que fracase. Ese es su demonio. En el momento en que empecemos a traspasar el segundo umbral vamos a encontrar esos dragones en forma de miedo, ira, envida, celos, frustración, desesperanza. La clave es sacar a flote el arquetipo del guerrero, que ni se enfrenta al dragón, ni sale corriendo, ni se queda bloqueado. Se mantiene firme. En el momento en que te mantienes firme, desaparece ese dragón y aparece la herida. Es ese niño que se siente indigno de ser amado porque de repente alguien le dijo que era un inútil y se lo creyó.
El momento del mago
En el momento en que sale el niño, tiene que aparecer el mago, que hace una única cosa: abraza. Y en el momento en que abraza, transforma. Esto es redimir las sombras. Las sombras meten mucho ruido, generan mucha tensión y no permiten que los grandes recursos que tenemos afloren.
El tercer umbral del camino del despertar es aquel en el que una persona deja de pensar que es una ola y se da cuenta de que es el mar infinito, el océano. Es el momento en que uno se conecta con el ser, con la conciencia infinita, o con lo que llamamos Dios. Es cuando uno ha reconocido que su linaje es un linaje sagrado. Cuando uno cruza el tercer umbral renace a una nueva forma de ser y estar. Experimenta tal transformación que, con su sola presencia, es una luz en el mundo. Es la misma persona, pero es otra porque se ha reconocido no como personaje, sino como persona. Entonces, ya no tiene que vivir con miedo porque reconoce que hay otras dimensiones que van más allá de nuestros sentidos.