El sueño de Europa, ¿utopía o realidad?

La construcción europea es un proyecto de paz, libertad y prosperidad cuyo máximo exponente es la Unión Europea. El proyecto surgió del trauma de la Segunda Guerra Mundial y fue avanzando poco a poco. Se han dado pasos importantes en la integración económica y algunos en la integración política. Pero las recientes crisis económicas y la guerra de Ucrania han extendido un manto de duda sobre la solidez del proyecto. ¿Es un anhelo utópico o el sueño de Europa es una realidad incontestable? Timothy Garton Ash, catedrático de Estudios Europeos de la Universidad de Oxford, responde a esta cuestión.

Europa, un continente fragmentado

Desde la caída del Imperio Romano, Europa ha sido un continente fragmentado y desangrado por guerras constantes. Desde el año 1945, sin embargo, las cosas empezaron a ser diferentes. En Europa Occidental, los países empezaron a entenderse entre ellos y a cooperar mutuamente. Superaron los enfrentamientos y divisiones del pasado y vivieron en paz y libertad, bajo regímenes democráticos.

A pesar de ello, a principios de los años 70 tendría la mayor parte de los europeos vivían bajo regímenes dictatoriales. De hecho, mientras 289 millones de europeos disfrutaban de los parabienes de la democracia, desgraciadamente, otros 389 millones suspiraban por ella, sometidos al yugo de dictaduras comunistas o militares. No obstante, a mediados de la década, la libertad y la democracia empiezan a abrirse camino en esas naciones, empezando por el final de las dictaduras militares del sur de Europa. Esa oleada alcanzó su apogeo con la caída del Muro de Berlín en el año 1989, liberándose Europa del Este de las cadenas del comunismo. A continuación, vino una ampliación sin precedentes de la Unión Europea hacia el Este. La UE pasó de nueve miembros en el año 1979 a 27 en el año 2007. Lo mismo sucedió con la OTAN: de quince miembros en el año 1972 pasó a tener 26 en el año 2007.

Crisis en Europa

Esta trayectoria no fue lineal, sino que tuvo sus altibajos, algunos de ellos muy propios de una montaña rusa. La antigua Yugoslavia se vio asolada por cinco guerras tras la caída del Muro de Berlín. Después vinieron los atentados del 11-S. Pero el momento más importante para Europa tuvo lugar en el año 2008, con dos graves acontecimientos que se dieron de forma simultánea. Por un lado, estalló la crisis financiera internacional. Por otro, Putin atacó Georgia en el verano-otoño y se hizo con dos grandes territorios del país.

Estos acontecimientos desencadenaron un rosario de crisis que estallaron en los quince años siguientes. La crisis financiera internacional desembocó en la Gran Recesión y la crisis del euro. Orban se convirtió en una amenaza para la democracia en Hungría. Putin se anexionó Crimea en el año 2014, lo que constituye el inicio de la Guerra de Ucrania. En el año 2015 tuvo lugar la crisis de los refugiados. Luego le siguieron el Brexit, Trump, el auge del populismo, el Covid-19 y, el 24 de febrero de 2022, la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Esta guerra es el mayor conflicto bélico que ha afectado a Europa desde el año 1945. Su significado no es otro que poner el punto final a la era que se inició aquel año.

Orgullo y arrogancia

Llegados a este punto, la pregunta fundamental es el porqué de todo esto. Todo parecía ir bien durante tanto tiempo. Entonces, ¿por qué toda esta sucesión de crisis? Hay un concepto griego que ayuda a aportar una explicación. Se trata de la idea de la hibris. Podemos entender por tal un orgullo y una arrogancia desmesurados. Pues bien, las distintas manifestaciones de esa hibris y un error fundamental subyacente, que consiste en cómo nos planteamos la historia, explican lo que está sucediendo.

En la historia no hay nada inevitable. Todo depende siempre de nosotros.

A principios de este siglo llegamos a pensar que sabíamos en qué dirección apuntaba la historia. Y que, como las cosas habían ido bastante bien, seguirían comportándose de igual manera. Pero en la historia no hay nada inevitable. Así es que, si la curva ascendente no es inevitable, tampoco lo es la curva negativa en la que ahora nos hallamos inmersos. Todo depende siempre de nosotros. ¿Damos por supuesto que Europa va a seguir existiendo? Hemos creado la mejor Europa de la historia, pero ahora se ve amenazada. Lo hemos visto en la antigua Yugoslavia, en Ucrania, en Hungría. Todos los logros que hemos conseguido pueden venirse abajo muy rápidamente. Así es que tenemos que movilizarnos para defender esta Europa que hemos construido.

La tentación populista

Muchas personas tenían la sensación de que no se las estaba tomando en cuenta. Sentían que se las estaba ninguneando, que las élites cosmopolitas no las respetaban.

Hay una generación de jóvenes europeos que dan por supuesto todo lo logrado en Europa. Esta generación ahora piensa que las cosas están peor. No están seguros de que Europa les garantice un futuro mejor. Así es que tenemos un problema en el corazón mismo de Europa. Dedicamos mucho tiempo a la otra mitad del mundo y descuidamos a la otra mitad de nuestras sociedades. No es solo una cuestión de desigualdad de renta y de riqueza. Lo es, también, de desigualdad de atención y de perspectiva. Muchas personas tenían la sensación de que no se las estaba tomando en cuenta. Sentían que se las estaba ninguneando, que las élites cosmopolitas no las respetaban. Los populistas se hicieron con este electorado. Uno de los grandes retos de los europeos es cómo volver a reconquistar a esa otra mitad, que todavía padece la tentación populista.

Para defender nuestros intereses y valores tenemos que ser un gigante muy poderoso.

La clave para el futuro de Europa es encontrar el equilibrio adecuado entre unidad y diversidad. Es la clave para mantener viva a Europa en los próximos cincuenta años. ¿Deberíamos entonces ampliar la Unión Europea? La ampliación es el éxito más grande de la Unión Europea, debido a que los países quieren ser democráticos y parte de la UE. Pero ese éxito también obedece a que ahora estamos en un mundo de gigantes, de grandes potencias. No solo están Estados Unidos y Europa. También están Rusia, China, India, Turquía, Brasil, Sudáfrica. En un mundo de gigantes, tienes que ser gigante. Por tanto, si la ampliación se hace bien, aumentaremos nuestro poder, especialmente si Trump gana las elecciones en Estados Unidos, que es muy posible. Para defender nuestros intereses y valores tenemos que ser un poderoso gigante.

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