La crisis de 2008 y la del COVID-19 son muy distintas. La primera fue una crisis económica; la segunda es una crisis sanitaria con consecuencias económicas. Esta última crisis pone de manifiesto los problemas de fondo de la economía española, en especial los relacionados con la financiación y el crecimiento. Lo explican José Carlos García de Quevedo, presidente del ICO; Íñigo Fernández de Mesa, presidente del Instituto de Estudios Económicos y vicepresidente de la CEOE; José María Serrano San, catedrático de Economía de la Universidad de Zaragoza y académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y Ricardo Martínez Rico, presidente de Equipo Económico.
Financiación y pandemia
La crisis de 2008 surgió como consecuencia de los desequilibrios del sector exterior y el sector financiero. Cuando llegó la pandemia del COVID-19, la economía española se encontraba en mucho mejor estado. El sector exterior llevaba varios años presentando capacidad de financiación. La estructura empresarial y el sector financiero se habían saneado. La situación del sector público, en cambio, estaba muy deteriorada, con un déficit estructural muy importante, explica Serrano San. De hecho, esta crisis puso de manifiesto debilidades de la economía española que ya existían previamente. Por ello, el impacto de la pandemia en España ha sido más duro que en otros países de la Eurozona.
A ello había que sumar un endeudamiento público de más del 100% del PIB. Parte de él, señala Martínez Rico, se debió a las facturas acumuladas y al saneamiento de las autonomías y las corporaciones locales. Otra parte se debió al fondo de proveedores que hubo que crear para superar el problema de liquidez de las empresas.
Financiación al tejido productivo
En el año 2008, la Unión Europea también tardó más en intervenir que en la crisis actual. Con la crisis sanitaria, en cambio, ha habido una respuesta inmediata en política monetaria, en vacunación y con el Fondo de Recuperación Next Generation EU, destaca García de Quevedo. Por ello, no ha habido dificultades de financiación y acceso a los mercados de capitales. Tampoco han existido restricciones financieras al tejido productivo, y las líneas de liquidez han permitido mantener la cadena de pagos a proveedores.
Además, en 2008, había que convencer a los mercados mediante reformas estructurales. La situación ahora es muy distinta, comenta Fernández de Mesa. El BCE compra bonos del Tesoro de forma muy intensa. Ni los mercados, ni Europa, presionan para hacer las reformas. Aun así, se necesitan porque tenemos un déficit estructural muy alto y un crecimiento bajísimo. Además, los impulsos fiscales y monetarios no van a durar para siempre.
Financiación del pago a proveedores
La financiación del pago a proveedores, recuerda Martínez Rico, fue posible gracias al programa de subastas de fondos lanzado por Draghi en los meses de diciembre y febrero. Entonces, la clave en el sistema financiero era la reputación. Los bancos españoles no quisieron acudir a esa primera subasta por reputación. En la segunda acudieron de la mano del ICO. Con los 20.000 millones que obtuvieron se pudo pensar en el plan. Ahora, el BCE interviene directamente y los bancos hacen su papel, pero en aquel momento esos canales estaban interrumpidos. Ese programa, en vez de darnos crédito, paga facturas pendientes. Recientemente, el gobierno aprobó una nueva ley para favorecer el crecimiento de la empresa. Una iniciativa que incorpora es que las empresas que no paguen a sus proveedores a tiempo tendrán una penalización. Es una pequeña reforma que ayuda a la financiación, que es el cuello de botella de la economía española.
El ICO está haciendo un seguimiento de la efectivad del programa de avales, explica García de Quevedo. El programa ha afectado a todos los sectores, que están teniendo la liquidez suficiente. Desde principios de 2021, gracias a la recuperación de la actividad, las empresas están pudiendo atender el pago a sus proveedores. El programa está funcionando. Este hecho se aprecia, por ejemplo, en que el 55% de las empresas con avales COVID que podían adherirse a la ampliación de pagos y carencias no lo hicieron. Este es un buen indicador de que el estado de salud de esas empresas es bueno.
Código de buenas prácticas
«el código de buenas prácticas permite ampliar y extender nuevamente los plazos de pagos y carencias»
Para facilitar las cosas, sigue García de Quevedo, en junio de 2021 se adoptó el código de buenas prácticas. Este instrumento permite ampliar y extender nuevamente los plazos de pagos y carencias. Esos plazos son obligatorios para los bancos. Posteriormente, volvieron a ampliarse hasta junio de 2022. Estas medidas permiten diluir la carga financiera de las empresas. Esto ha permitido que la morosidad se mantenga en niveles bastante razonables. Con ello, la idea era mantener las condiciones de financiación previas al COVID, con el fin de mitigar su impacto.
De acuerdo con José Carlos García de Quevedo, el monitoring que se está realizando desde el ICO, de la efectivad del programa de avales COVID, ha trascendido a todos los sectores de actividad, que están teniendo la liquidez suficiente. Desde principios de este año, con la recuperación, las empresas están pudiendo atender al pago a proveedores, teniendo en cuenta la posibilidad de que la pandemia pudiera extenderse más de lo previsto. Del conjunto de empresas que tenían avales COVID que podían adherirse a la ampliación de plazos y carencias, que es obligatoria para el banco, el 55% no lo hicieron. En junio de 2021 se adopta el código de buenas prácticas, que permite nuevas ampliaciones de plazos y extensiones y se ha vuelto a ampliar plazos y carencias hasta junio de 2022.
Las empresas y el COVID
Estas medidas permiten diluir la carga financiera de las empresas. Esto ha permitido que los niveles de mora se mantengan bastante razonables. Hay que confiar en la colaboración público-privada de análisis de riesgo. Las empresas que estaban en crisis antes del COVID no han recibido crédito y los bancos han llevado a cabo ese análisis. La idea era mantener las condiciones financieras previas al COVID para mitigar el impacto.
Una parte del éxito se le debe a Europa, recuerda Martínez Rico. Europa está haciendo una gestión de la crisis muy distinta a la de la anterior crisis. El gasto público es muy intenso y el Banco Central Europeo está comprando todos los bonos que están emitiendo los estados para financiarlo. Otra cosa será, después, cómo se combina la retirada de los estímulos con la recuperación, pero, ahora, la estrategia está funcionando.
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