Inteligencia artificial, mercados financieros y burbujas bursátiles

Siempre se ha dicho que la inversión en bolsa a largo plazo es una forma de ahorro muy rentable. El argumento que se ha esgrimido es que sus retornos son mucho mayores que los que aporta el colocar el dinero en deuda pública o en cuentas bancarias a plazo. De hecho, cuando se habla de ahorro para el futuro, en especial para financiar la jubilación, se insiste con bastante frecuencia en que la renta variable es la opción más rentable. El ejemplo más habitual que suele utilizarse es el de la bolsa de Estados Unidos. La cuestión es si se puede decir lo mismo de la inversión en otros mercados, los europeos, por ejemplo. Y, también, si esas mayores rentabilidades son una constante en el tiempo cuando se cogen periodos que abarquen el ciclo de ahorro completo de una persona.

no todos los mercados se comportan igual, a pesar de que estamos hablando de mercados bursátiles de países desarrollados

Tano Santos, catedrático de Finanzas de la Columbia Business School, ha hecho el ejercicio de comparar las rentabilidades de los mercados español, europeo y estadounidense en lo que llevamos de siglo. Y lo primero que encuentra es que no todos los mercados se comportan igual, a pesar de que estamos hablando de mercados bursátiles de países desarrollados. De esta forma, cuando se coge la evolución del Ibex-35 sin dividendos, su rendimiento compuesto es plano. Lo mismo sucede con los índices europeos, como el Eurostoxx-50. Esta evolución dice bastante sobre la productividad subyacente de las empresas españolas y europeas, que presenta un perfil similar.

El Nikkei-225 japonés, sin embargo, atravesó por una larga crisis, la que padeció el país, y le costó salir de ella. Sin embargo, una vez que las empresas hubieron limpiado sus balances, la bolsa nipona empezó a subir y así ha venido haciéndolo desde 2017. Con el mercado estadounidense, en cambio, las cosas son muy distintas. Los mejores rendimientos de la inversión bursátil han estado en el S&P 500. La razón es muy sencilla: en Estados Unidos es donde se concentran las oportunidades de inversión. A su vez, el mercado chino es como una montaña rusa, caracterizado por altos niveles de especulación. La economía de China también ha vivido una burbuja inmobiliaria y ahora las empresas, los bancos y los inversores tienen que limpiar sus balances. En consecuencia, el mercado chino es muy volátil.

Las oportunidades de inversión, por tanto, se concentran en Estados Unidos.

La economía estadounidense se ha convertido en una apuesta única, en la que todo depende en exceso de unas pocas empresas: las tecnológicas.

Las oportunidades de inversión, por tanto, se concentran en Estados Unidos. ¿Por qué? Pues en la respuesta tienen que ver dos cosas: el tamaño de las empresas cotizadas y el sector económico al que pertenecen. En Estados Unidos, la empresa líder en 1998 fue General Electric, con una capitalización bursátil equivalente al 3% del PIB de EE. UU. En 2000 lo fue Microsoft, que se fue turnando en el liderazgo con General Electric. Después les sucedió Exxon. Pero como el sector empresarial estadounidense es muy dinámico, otro tipo de empresas ha tomado el relevo. Ahora domina Nvidia, con una capitalización bursátil de entre el 15% y el 16% del PIB. Otras compañías tecnológicas también dominan la clasificación. En este sentido, la economía estadounidense se ha convertido en una apuesta única, en la que todo depende en exceso de unas pocas empresas: las tecnológicas. Puede ser peligroso, pero este tipo de empresas es el que explica el comportamiento diferencial del mercado estadounidense.

En Europa, por el contrario, las cosas son muy distintas. La mayor empresa del Eurostoxx-50 es ASML, el fabricante holandés de maquinaria sofisticada para producir semiconductores. Su capitalización bursátil es diez veces inferior a la de Nvidia, de tan solo 350 mil millones de euros. La décima empresa del índice europeo, Inditex, vale en bolsa 170 millones de euros. Y, lo que es peor, ninguna de las diez primeras empresas del Eurostoxx-50 tiene una capitalización que supere el 2,5% del PIB. Europa, por tanto, es la perdedora en la carrera de los mercados porque no tiene grandes empresas que puedan financiar la investigación necesaria para competir con las compañías estadounidenses. Europa se ha quedado atrás porque no tiene empresas tecnológicas importantes y eso se paga en términos de rendimiento de mercado.

Lo cierto es que la bolsa refleja las realidades subyacentes de los países. En Estados Unidos, la empresa que más ha subido este año es Micron, el fabricante de semiconductores, seguida de Palantir, que trabaja en los campos del software y de la tecnología armamentística. Y hay muchas tecnológicas más subiendo, como Zscaler, Intel o AMD, a las que se suman las empresas de entretenimiento. Las perdedoras son las empresas ya maduras, como Paypal o Adobe. En España, en cambio, si quitamos a la tecnológica Indra, que es la que más sube, lo que dominan en la subida son los bancos, debido a que han saneado sus balances tras la crisis, con lo que sus valoraciones están mejorando. Pero eso no es crecer ni aumentar la productividad; es, simplemente, arreglar lo que estaba deteriorado.

No obstante, hay una cuestión que debemos tener siempre presente en relación con las bolsas, especialmente ahora que dominan las tecnológicas. Y es que la combinación de los avances tecnológicos con el mercado de valores puede resultar en una burbuja, como sucedió en el caso de las punto.com. Una cuestión importante porque lo que se preguntan los inversores ahora es si no estamos en estos momentos en una nueva burbuja, la de la inteligencia artificial.

la combinación de los avances tecnológicos con el mercado de valores puede resultar en una burbuja

Tano Santos no dice al respecto ni que sí ni que no, sino todo lo contrario. Lo que hace es exponer toda una serie de argumentos para que cada cual saque sus propias conclusiones. Según explica, las burbujas tienen un componente tecnológico, un componente inmobiliario, un apalancamiento excesivo, un gobierno que juega un papel en la formación de la burbuja y hay algún elemento que invita a la inversión sin correr demasiados riesgos. En la burbuja de las punto.com solo se daba el componente tecnológico. En la de las hipotecas subprime estaban todos los demás componentes, pero el tecnológico no. Ahora, con la inteligencia artificial, se dan todos los componentes.

La inteligencia artificial es tecnología. El componente inmobiliario viene por el suelo y las inversiones para construir los centros de datos y la red energética que sostienen la IA. Hay un apalancamiento muy grande. El gobierno estadounidense interviene porque considera que su pulso con China se juega en el campo de las tecnológicas, con lo que no va a permitir que caigan. Y, en todas estas cosas, hay elementos atenuantes del riesgo de invertir en las tecnológicas.

Aún así, las grandes compañías, como Amazon, Google o Apple, que están invirtiendo en centros de datos, están sacando esas inversiones de sus balances. Para ello han creado vehículos de propósito especial, a través de los que realizan esas inversiones y controlan los centros de datos. Esos vehículos, sin embargo, están muy apalancados. Esas deudas se titulizan y acaban en manos de todo tipo de inversores, entre ellos fondos de inversión y planes de pensiones. Ese proceso ya está en marcha y, aunque Tano Santos no lo dice ni lo sugiere, lo cierto es que recuerda mucho a la estructura financiera que transformó la burbuja de las hipotecas subprime en la crisis financiera internacional.

Además, hay algunos problemas que se deben incluir en la ecuación. El primero de ellos es que no hay energía suficiente para sustentar los centros de datos que soportan la IA. En segundo lugar, las empresas están llevando a cabo inversiones en ellos que son tan altas que los ingresos que genere la IA van a resultar en un rendimiento bajísimo. Y en este sector la obsolescencia es enorme. Todo ello va a pasar por la cuenta de resultados de las empresas cuando todavía está por ver cómo funciona el modelo de negocio de la IA. Con esto, cada uno ya puede sacar sus propias conclusiones sobre si estamos en una nueva burbuja o no. Y si lo estamos, ¿seguirá siendo el mercado estadounidense la tierra de promisión de la inversión?

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