La desigualdad y el valor de las cosas

¿Quién crea el valor, la riqueza, en la economía moderna? ¿Quién se apropia de ella? La respuesta a estas cuestiones es fundamental porque ahí se encuentra la raíz de problemas actuales tan importantes como la desigualdad. Problemas, además, que tienen implicaciones económicas, políticas y sociales fundamentales.

Creación de valor

Para explicar la importancia de estas cuestiones, Mariana Mazzucato, catedrática de Economía de la Innovación y Valor Público en la University College London y fundadora y directora del Institute for Innovation and Public Purpose, pone un ejemplo. Se trata del sector farmacéutico. Esta industria llevó a cabo toda una estrategia de lobby cuando en el Reino Unido se modificó la tributación de las empresas. El argumento que empleó fue que una bajada de impuestos estimularía la creación de valor. El gobierno así lo hizo, a pesar de que el sector se beneficia de una protección a sus nuevos productos, durante veinte años, con la normativa sobre patentes. Este ejemplo, según Mazzucato, capta muy bien la esencia de la narrativa sobre la creación de valor, que solo tiene en cuenta unos pocos intereses.

La profesora Mazzucato afirma que esas historias que nos han contado sobre la generación de valor son una de las fuentes de desigualdad más importantes. En el pasado, esto no era así. En el siglo XVII, el origen del valor se encontraba en el comercio. En cambio, en el siglo XVIII, el valor lo generaban los agricultores, que se distinguían de quienes se apropiaban del valor. Estos eran los grupos a quienes Adam Smith denominó como “manos muertas”: la aristocracia, el clero y los funcionarios. A su vez, en el siglo XIX, la mano de obra se convirtió en la fuente de generación de valor, gracias a la revolución industrial, a la división del trabajo y a su efecto sobre la productividad. Y es que los economistas clásicos tenían una noción objetiva de lo que es el valor. Ese valor determinaba el precio.

Características subjetivas

El pensamiento económico moderno, en cambio, puso el foco en las características subjetivas del valor. La idea consiste en que los diferentes agentes tienen preferencias subjetivas y lo que hacen es tratar de maximizar sus deseos individuales. Esto hace que resulte más difícil distinguir entre generación y apropiación del valor. Como consecuencia, gran parte de lo que se incluye en el PIB es a través de la renta, si distinguir entre generación y apropiación. Los economistas clásicos se referían a la renta como los ingresos por los que no hay que trabajar, que es algo diferente de los beneficios. En el pensamiento moderno, la renta es, simplemente, una imperfección de los precios.

Pero, ¿qué implica para la gente toda esta discusión teórica? Las implicaciones tienen que ver con los efectos de cómo la sociedad percibe la producción. O con los efectos del sector financiero, que ha crecido mucho más que la economía global. Y con los de las prestaciones sociales. Al analizar estas cuestiones, hay que formular algunas preguntas fundamentales. Por ejemplo, hacia dónde van los fondos que maneja el sistema financiero, porque solo el 10% va a la economía real. ¿Vuelve a un círculo financiero?

Los accionistas y la apropiación de valor

La forma en que se piensa en el gobierno de las empresas también es muy importante. Cuando las empresas maximizan el valor para el accionista, cuando solo les preocupa el precio de sus acciones, surgen problemas. Se supone que los accionistas pueden apropiarse del valor porque asumen riesgos. Este argumento se utiliza para justificar esas prácticas extractivas. Los accionistas, sin embargo, no son los únicos en asumir riesgos en la economía. Por eso, hay que analizar cuáles son los riesgos, quién los asume y si la recompensa que se obtiene es proporcional a esos riesgos.

Una cuestión relacionada con ello es el destino de los beneficios empresariales. Los beneficios no se están reinvirtiendo en la economía. En Europa hay dos billones de euros de los que se informa, pero hay tres billones que se están utilizando por parte de las empresas para la recompra de acciones, que incrementan su precio. Esa idea de maximizar el valor para el accionista justifica esta práctica. Pero es una de las fuentes principales de los problemas actuales respecto a los salarios de los trabajadores, a sus cualificaciones y a otras cuestiones relacionadas con el empleo y la automatización. La introducción de máquinas puede eliminar puestos de trabajo. Ahora bien, si los beneficios que se obtengan se reinvierten en otros sectores de la economía, entonces se pueden crear puestos de trabajo en ellos.

El problema, por tanto, es la falta de reinversión en la economía, a causa de la financialización de las empresas. Parte del problema con las cualificaciones empresariales reside en ese hecho, porque las cualificaciones se forman dentro de la empresa, son un producto endógeno de las inversiones.

El papel del sector público

Teniendo en cuenta esto, Mazzucato considera que las inversiones del sector público, y en Silicon Valley se produjeron muchas, deberían realizarse con la condición de que los beneficios vuelvan a reinvertirse en la economía, en vez de entrar en el ciclo financiero. A su juicio, tendría que haber una mayor condicionalidad, como se hacía antes. A ATT, por ejemplo, el gobierno le obligó a reinvertir sus beneficios si quería mantener su monopolio en las telecomunicaciones en Estados Unidos. Imponer condiciones ayuda a limitar los desmanes de estas empresas.

En cuanto al sector financiero, las cosas más básicas que pueden hacerse no se han hecho, por ejemplo, un impuesto sobre las transacciones financieras. También hay que aplicar ideas más estructuradas, por ejemplo, qué tipo de entidades financieras pueden crearse, qué tipo de ecosistema financiero necesitamos para poder garantizar el crecimiento a largo plazo. Estados Unidos nunca hubiera podido tener Silicon Valley sin financiación a largo plazo procedente de instituciones gubernamentales. La cuestión es cómo estructurar estas instituciones financieras para que garanticen y representen el interés público.

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