Uno de los pilares de la globalización es el comercio mundial, que ha crecido mucho más que el PIB global. La causa principal es el desarrollo de las cadenas globales de valor, las arañas y serpientes de la producción global. Pol Antrás, profesor de Economía en la Universidad de Harvard, lo explica.
Comercio y cadenas globales de valor
Las cadenas globales de valor representan dos tercios del comercio internacional de bienes, pero ¿qué son? ¿Por qué surgen? Para entenderlo, es preciso tener en cuenta los tres grandes desarrollos en la economía mundial producidos en los últimos 30 años. El primero de ellos es la revolución que han supuesto las tecnologías de la información y las comunicaciones. El segundo es la profundización en la liberalización del comercio mundial y la continuidad en la reducción de los costes de transporte. El último han sido los desarrollos políticos que han ampliado el alcance de la globalización. La conjunción de estos tres elementos ha implicado la desintegración gradual de los procesos productivos a través de las fronteras. Eso es lo que son las cadenas globales de valor.
Una cadena global de valor es el conjunto de actividades, necesarias para producir un bien o servicio, que se llevan a cabo en distintas localizaciones. Pueden ser del tipo araña, del tipo serpiente o híbridas.
Una araña sería un proceso de producción en el que las partes convergen en un núcleo, la planta de ensamblaje. Las partes son las patas de una araña y la planta de montaje, el tronco. Un ejemplo es el Boeing 787, en el que el 70% de sus componentes se fabrican en el extranjero. La entrada de esos componentes en Estados Unidos se computa como importación porque vienen de fuera, aunque procedan de filiales en el exterior de la empresa.
La serpiente, por su parte, es un proceso secuencial de producción, que pasa de sitio en sitio. En cada lugar se añade valor al producto hasta que termina en la planta de ensamblaje. Es el caso de los microchips. Cuando el proceso recorre varios países, las entradas y salidas se contabilizan como importaciones y exportaciones.
También hay cadenas globales de valor que son un híbrido entre el modelo de la araña y el de la serpiente. Es el caso de la producción del Ford Fiesta.
Comercio intra empresa
El resultado de ello es que dos tercios del comercio mundial son bienes intermedios, aquellos que se utilizan en la producción de otros bienes. Y es comercio que se produce dentro de las cadenas globales de valor. En Estados Unidos, de hecho, casi el 50% de las importaciones y el 30% de las exportaciones son comercio intra empresa.
Los importadores, o las empresas líderes, son quienes a menudo inician esas relaciones comerciales para obtener inputs de fabricantes extranjeros. Además, cuando se trata de componentes, a menudo se adaptan a las necesidades específicas de los compradores. El objetivo de ello es mejorar los márgenes empresariales a través de la reducción de costes. De hecho, la decisión de dónde comprar está muy ligada a los costes. De la misma forma, la decisión de dónde producir está muy relacionada con la existencia de materias primas. O de mano de obra barata y cualificada. De esta forma, las ganancias de la especialización internacional son mayores con las cadenas globales de valor.
Por supuesto, todo esto supone un shock para el empleo, en particular en Estados Unidos. Y aunque Trump intenta las importaciones procedentes de China, éstas siguen aumentando debido a las cadenas globales de valor. Y es que la producción ‘off shore’ reduce los costes de producción.